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Hospital de Emergencias Psiquiátricas Torcuato de Alvear
Consultorios Externos (tarde)

-Ciclo de Conferencias-
"El Psicoanálisis, hoy"

Conferencia:
"Padres e hijos. Cuestiones de transmisión"
Liliana Donzis

Abrimos el espacio de hoy con Liliana Donzis:

Agradezco la invitación que me formulara Mirta Brittes en nombre de los que organizan este espacio en el Hospital.

Reflexionar acerca de la transmisión en psicoanálisis tiene más de una variable, al menos dos bien definidas. Una de esas vías, propia de la formación del analista, concierne a la transmisión del psicoanálisis mismo. Por otra parte la práctica del psicoanálisis nos invita a situar los efectos de transmisión de padres a hijos, que conciernen tanto a la transmisión funciones de padres a hijos, como así también concierne a las identificaciones. No podemos dejar de mencionar, aun cuando no lo trabajemos hoy, la problemática vinculada a la transmisión del nombre. Tal vez de un modo muy conciso Lacan decía que se trata de la transmisión de la castración. Algunos de los interrogantes acerca de la transmisión, la filiación y las vicisitudes que conlleva en la cura surgen de mi experiencia en la clínica con niños, espacio en el cual la presencia real de los padres y la consistencia que de ese saber hacen los niños nos permiten destacar esta problemática de qué, como y que obstáculos se producen, como así también los efectos de transmisión.

Freud demarcó en el dispositivo analítico dos polos: la asociación libre del lado del analizante y la abstinencia, abstinencia de goce del lado del analista. En esta última vertiente el análisis del analista es de fundamento para poder operar en la transferencia.

El deseo del analista es subsidiario de las operaciones del análisis. El analista no interviene desde sus teorías sexuales, infantiles tal como las denominó Freud, sino desde el vaciamiento de su posición subjetiva. Así más de una ocasión planteé que el analista es aquel que ha perdido su infancia, que la ha duelado. Otro modo de decirlo es que el acto analítico implica la caída de las tendencias incestuosas. Entiendo que estas cuestiones propias de la posición del analista encuentran en la práctica del psicoanálisis con niños algunas peculiaridades. El analista en su acto pierde las tendencias incestuosas, propias de la neurosis, es desde esa posición de vacío, de infancia perdida, de duelo por esa infancia, de donde surge me atrevo a decirlo así, el deseo del analista, la función deseo del analista.

Y es esta función, deseo del analista, desde esa x, desde esa función, que propicia un vaciamiento de sujeto, Lacan lo llamó des ser, en algunos momentos lo llamó desubjetivación y es desde esa desubjetivación que un analista conduce una cura. En términos freudianos, carente de teorías sexuales infantiles.

Con mucha más razón, la clínica con niños, nos convoca a perder nuestras teorías sexuales infantiles, las del sujeto, me refiero a una pérdida de ellas, perderlas en la escena del análisis, después en la vida nos angustiamos, nos pasan cosas, esto como a cualquier neurótico, pero en la escena del análisis, nuestras propias teorías sexuales infantiles caen, en la comprensión del caso, y particularmente en esa arista del trabajo con niños que denominamos jugar, jugamos sin nuestra niñez. No jugamos como niños, jugamos con los niños y no desde nuestra niñez.

Quiero hacer una mención a algo que leí de David Kreszes, hace un par de semanas creo que a principios de agosto, que me llamó la atención, porque ubicaba el tema de la transmisión también con relación a la transferencia y también con relación al lugar del analista, y me pareció coincidir realmente con algunas de las ideas que en la conferencia que pronunció en este ciclo de conferencias en el Hospital.

Por eso tenía ganas de comenzar con esta cuestión de la posición del analista, porque el analista también en su recorrido, ha debido reconocer al sujeto supuesto al saber, ha debido pasar por estos lugares de pérdida y de oradación del objeto, de construcción y gradación de su fantasma, para situarse y pido disculpas por la ligereza con que lo enuncio: el analista en la clínica con niños, en esa particular modalidad de trabajo que es con los niños y con los púberes debe y pierde de hecho a partir de su propio análisis una infancia, será en el suelo de esa infancia perdida y duelada que podrá jugar al juego del otro y hacer semblante, hacer lugar al objeto, al sujeto y al significante que pueblan la escena lúdica con los niños.

Es decir que en el analista, en nuestros maestros reconocemos allí, cuando cabe, un efecto de transmisión, creo recordar que David Krezces situaba estas cuestiones

El psicoanálisis se ha dedicado profundamente a trabajar la cuestión de la transmisión y a advertir, por ejemplo, voy a empezar por aquí, que en el punto donde opera una transmisión es porque ha operado una transmisión con relación a una caída, a una falta porque ha operado la castración.

Cuando alguien se refiere a un Maestro, no es igual a un padre, la verdad que no, no es igual a una madre. Pero en todo caso también, en relación al sujeto supuesto al saber, maestro, analista, supervisor el que pueda ocupar ese espacio en los momentos privilegiados que concierne a esto, que ha tenido un lugar en la transferencia en la que nos hemos, me incluyo, cada uno ha estado en vinculación a esas transferencias y allí es por efecto de la castración y de una caída de este sujeto supuesto al saber, que algo de la transmisión pasa. La letra pasa, pasó algo de un saber y pasó algo de un saber hacer que cada quién reformulará.

Entonces, mi pregunta, ¿cómo opera esta transmisión, cuáles son los efectos, y cuáles las operaciones que conciernen a la transmisión en relación a hijos y padres?

Experiencia que, en relación a los hijos ocurre particularmente en el tiempo de la niñez. Porque hijos, es un tiempo que abarca mucho más allá que el tiempo de la niñez, a veces es demasiado tiempo.

Sigmund Freud nos enseñó que el mito de Edipo nos dice una verdad siempre a medias con fuerte tinte imaginario que permite al sujeto ubicarse en la cadena de las generaciones.

El mito, mejor dicho, sus consecuencias en la estructuración del sujeto, señala las incidencias de la lengua, y lo digo aquí en los dos sentidos, de la lengua por ejemplo en la lengua castellana. Y de lalengua, todo junto, lalangue que es la modalidad que toma Lacan para hablar de una de las variantes de la lengua materna, la langue como lo imaginario de lo simbólico.

Entonces, el mito, las consecuencias del mito, señalan las incidencias de la lengua lalangue también, y el código del Otro, que por la vía del trabajo de la pulsión, entre gritos y susurros, envuelve a través de demandas amorosas u hostiles, el cuerpo del infans, haciendo de un cuerpo consistencia, consistencia en la que se pueda escribir, que pueda tolerar una escritura, para que podamos decir, por ejemplo que la niñez es un tiempo de escritura y no solo un tiempo de armazón de una historia, sino es un tiempo de escritura de la estructura del sujeto.

Es decir, que esta consistencia, que Lacan también llamó cuerpo, cuerpo, consistencia imaginaria que concierne a la imagen, incluso la imagen en el espejo formadora del yo, desde esta perspectiva la formación del yo como un nuevo acto psíquico tal como lo menciona Freud, como lo trabajó Freud.

Entonces, esta consistencia imaginaria, consistencia del cuerpo que concierne a la imagen y también al yo, y concierne a las identificaciones imaginarias, debe soportar una escritura.

Freud situó una operación en el origen del sujeto. Muchas veces hablamos en la niñez de operaciones instituyentes o por ejemplo hablamos de la niñez como un tiempo instituyente, esto se dice como moneda corriente, tiempos instituyentes y operaciones de la sexualidad infantil.

Me pregunto y me gustaría hacerlo con ustedes, ¿qué quiere decir operaciones de la sexualidad infantil? ¿A qué nos referimos cuando decimos articulación inconsciente sexualidad, como operaciones de la sexualidad infantil, fundatrices, formadoras, fundantes del sujeto? ¿Qué decimos cuando decimos, por ejemplo, operación de origen del sujeto?

Si decimos operación de origen del sujeto, seguro nos entendemos, ¿pero, que quiere decir esto, a qué llamamos esto?

Bueno, vamos a decir con Freud, al menos una, seguramente no la única, la identificación primaria, en tanto inicio y origen, es primera marca, baño de lenguaje también se la llama, que invisible e inobservable permite que el cachorro humano arranque del plano de la necesidad.

El neurótico construye, entonces, con retazos de saber inconsciente, pero un saber inconsciente que procede de las marcas, de una transmisión, de algo que le viene del Otro, construye, Freud dixit, su novela familiar, que despliega, por ejemplo, en los diversos tramos del análisis y especialmente en los primeros tramos de una análisis, lleva esta novela familiar.

La novela familiar, no es igual al fantasma, aunque a veces se lo confunde

Novela familiar, es lo imaginario de la historia, es el film que cada quién se inventa para decir de dónde viene y hacia donde va y las vicisitudes de la infancia, las vicisitudes imaginarizadas de su propia infancia.

En el abanico discursivo de un análisis, se pone entonces en juego, esta novela familiar, particularmente en los primeros tiempos, pero asimismo, el movimiento identificatorio y las relaciones de objeto.

En la clínica, en el tránsito de un análisis, algo se circunscribe. Las identificaciones que instituyeron el andamiaje en el que advino un sujeto, van a implicar, varias identificaciones y son del orden de lo necesario para que esta escritura de la que recién hacía referencia, que un cuerpo tolere una escritura, que es la escritura del sujeto, pueda tolerar por ejemplo, el paso y los efectos de tres identificaciones instituyentes.

La identificación primaria, la entrada al mundo del lenguaje, yo diría, una de las primeras operaciones, la identificación a lo simbólico o identificación al trazo que es la cuna de la repetición y la cuna del trazo del significante, digo cuna porque es como que de allí surge, en una primera vez el trazo, la muesca que invita a que repita el trazo y su diferencia, trazos e identificaciones que conciernen al sujeto.

Si bien, las identificaciones, como resorte estructural no son siempre visibles, ya que se trata de operaciones, que se evidencian por sus eficacias, por sus efectos. Tal es así que cuando las identificaciones instituyentes se malogran, las precarias inscripciones de la niñez flaquean en lo real y nos permiten ubicar ese fracaso del olvido, del síntoma y de la mentalidad que se denomina psicosis.

La estructura entonces, esta estructura que tiene que poder tolerar por ejemplo la combinatoria de identificaciones, la combinatoria de letras, estas que procedan del Otro para hacer algo, las letras que el sujeto porta y de las que el sujeto pueda revelar en un análisis.

La estructura, esta estructura, no es ajena a los efectos de las funciones parentales.

Por un lado la madre, y tomo una frase conocida de Lacan, boca de cocodrilo, recuerden en el Seminario17, la frase de Lachan solo que lo dice de otra manera. Cuando escribí este párrafo, hay algo que no subrayé suficientemente, Lacan dice el deseo de la madre es la boca del cocodrilo, no es la madre.

¿Es del mismo tenor el deseo de la madre que goce de la madre o amor materno? Creo que no, estamos, me parece que en distintas variantes.

Lacan dice, respecto de la boca del cocodrilo, es el deseo de la madre, es el deseo materno, ese que se puede engullir a la criatura, ese es el deseo de la madre.

A veces uno tiende a poner ahí, la demanda o el goce del Otro, Lacan lo llama deseo, que requiere – lo leo- del falo como piedra y palo para no morder a dentelladas el cuerpo del niño.

Y por otra parte el padre, que Lacan también Freud mencionaron con pertinencia, metáfora, cuando esa boca de cocodrilo lejos del estrago, produce eficacias propiciatorias en la constitución del sujeto.

Es posible extraer de la práctica clínica con niños, experiencias en las que podemos recortar momentos que fueron fundantes de la subjetividad. Incluso, para asombro del analista quien en ocasiones puede atestiguar del paso de la sombra de identificaciones que se inscriben en el tiempo de un análisis de un niño.

Tal es el caso en los tratamientos de niños muy pequeños, o con problemáticas de desorganización importantes, que por efecto de la transferencia en la cura, instauran nuevas investiduras y en algunos casos en tiempos instituyentes hasta, esto es interesante para la clínica de la psicosis en la infancia, permiten que se inscriban, por primera vez, una de estas identificaciones fundantes. Seguramente no la primera, pero sí la segunda y la tercera identificación.

Asimismo, la práctica del psicoanálisis con niños y jóvenes nos enseña que en la transmisión de padres a hijos opera una migración, la de una célula literal, prefiero llamarla así de uno o ambos padres. Célula literal, me refiero a que algo del Otro pase como letra en el sujeto, letra que voy a decir, portada. Portamos una letra que no dilucidamos, que no leemos, que es menester de un tiempo de trabajo en un análisis en el que esa letra que el sujeto sufre, sufre en el sentido de que porta, Lacan lo llama el codicilo que cada quién lleva escrito en su espalda, esto opera como una migración del Otro al niño.

Por eso digo, célula literal, lo de célula es metafórico, lo de literal concierne a letra y significante, de uno o ambos padres. Letra y significante, goce y síntomas que cruzan el camino de un sujeto, a través de la repetición y la diferencia.

Ahora bien, ¿alcanza para reflexionar sobre la transmisión la cuestión de las identificaciones? Las identificaciones en sus distintas vertientes, primaria, al rasgo unario e histérica, o de identificación al fantasma ¿cubren el mapa de la transmisión o esta última reconoce otra operatoria?

Freud en su tiempo, retomó el concepto de identificación que ya se hallaba en la cultura, pero al resituarlo le imprimió un carácter novedoso y subversivo.

La idea común ubica la identificación como una relación más o menos compleja entre dos personas, por medio de la cual, una de ellas toma algo de otro para progresivamente, si fuera el caso, culminar, pareciéndose a este.

Para Freud, esta ligazón intersubjetiva se trastoca, y deviene una operación intrapsíquica, no es de uno a otro, de uno en uno, es una operación intrapsíquica, es un proceso inconsciente.

Implica un proceso de transformación, el sujeto se transforma en las identificaciones, que no se percibe como fenómeno en sí.

En la clínica no tenemos acceso a estas eficacias de modo directo sino a través de sus efectos y sus fracasos que se leen como neurosis, psicosis o perversión.

La identificación será para Freud uno de los enlaces más tempranos del sujeto y lo ayudará a reconocer en la incorporación canibalística, la primera identificación, esa identificación que ancla en el lenguaje, esa marca que permitirá al sujeto, ingresar en la cultura.

Así como también, la identificación desempeña un papel de fundamento en este nuevo acto psíquico que se denomina yo, en la fundación del yo, la identificación especular que es subsidiaria de la primera identificación o de entrada en el lenguaje.

A partir de la constitución del yo, como prototipo de la relación de objeto se situará el proceso inconsciente por medio del cual el yo se transforma en un aspecto del objeto. El objeto nunca es externo en este terreno.

Esta polaridad, que domina el pensamiento freudiano, domina porque en Freud si ustedes recuerdan, hay una polarid ad permanente, y nunca coinciden, identificación y objeto. Para Freud, o hay identificación o hay elección de objeto.

El que hace una verdadera transformación y puede ubicar al mismo tiempo una operación donde identificación y elección de objeto coinciden, es Lacan a partir de sus aportes acerca del fantasma.

El fantasma como estructura en Lacan, se articula a partir de una identificación, denominada histérica o tercera identificación, identificación al fantasma, es aquella por la cual el sujeto se identifica al objeto de la demanda del Otro, ¿qué me quiere el Otro? Se identifica a ese objeto pero al mismo tiempo es el objeto al que este se identifica.

¿Qué es un padre, que una madre, que un hijo? Un hijo, un niño, cuando está en tiempo de hijo, es aquel que recibe una herencia, que se hace soporte de una herencia, es muy similar a lo que planteaba como el que lleva una letra, porta una letra del Otro

En la conducción deL análisis de un adulto, en los relatos de sueños de apariencia incomprensible, y que se repiten es factible localizar en la insistencia literal, un sonido o sentido que proviene del Otro. Recuerdo alguien que es relativamente joven, y que solo soñaba en su infancia, siendo muy pequeña, solo soñaba con los trenes que llevaban a las personas a los campos de concentración en la Segundo Guerra Mundial.

A los tres, cuatro años aparecen estos sueños, siguen prácticamente durante toda su infancia, e incluso en la pubertad y también en el tiempo de adulto en el que concurre el análisis, eran sueños tipo pesadillas, sueños de angustia que en la infancia y en el tiempo en que aparecen no tienen absolutamente nada que ver con su vida cotidiana, no hay de donde extraer lo que Freud llamaba el resto diurno, ni siquiera había visto películas sobre el tema, por lo menos que lo recordara, sin embargo había ahí una repetición, un encadenamiento permanente, a estos trenes de los cuales tenía que escaparse. Y que ya de adulta puede ubicar como los trenes que aparecen en las películas que muestran el traslado de personas a campos de concentración.

Muy avanzado el análisis empieza a descubrir la relación histórica, por sus antecedentes, de su propia mad re, con algunos familiares muertos en Auswichz y en Treblinka. Y de algunos sobrevivientes que eran, para esta persona, no de la generación anterior, sino, casi anterior a la anterior, de su propia madre, la paciente recuerda cierto regocijo de la madre cuando ella leía algunos textos o algunos diarios con temas vinculados tanto a circunstancias del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial como a las dictaduras latinoamericanas.

Pero esto lo advierte mucho más tarde, sin embargo era el corazón de alguna de sus pesadillas, más ancestrales, más infantiles, más primitivas, donde cierto goce del Otro aparecía ahí, o cierta cuestión del Otro materno aparecía allí sin que supiera por qué ventana había entrado, sin que pudiera dar cuenta de esto, salvo en la pesadilla, salvo en la repetición en la reiteración de estos sueños de angustia.

Recibimos el niño en análisis, el hijo, que en tiempos de niño, recibe una pesada herencia. En este caso, que no era lo único desde ya, recibe una herencia de goce.

Una herencia que concierne a lo real del tejido, una herencia que concierne a la imagen desde lo que implica la imagen en el espejo como identificación de la que recién hacía referencia, es decir, al mundo de la representación, a ciertas cuestiones que hacen a la representación de una cultura en un tiempo determinado, y que vamos a llamar imaginario y también recibe, en relación a lo que será su escritura, de su estructura, recibe las primeras palabras oídas que hacen que cada quién tenga su inconsciente.

Esta última es una frase de Lacan, de la Apertura de la Sección Clínica, es uno de los pocos lugares, es un artículo de 1976, en el que define de un modo bastante interesante, el inconsciente. Primeras palabras oídas. Es muy solidario o está en paralelo a lo que Freud plantea en el Yo y el Ello, respecto de lo que es las primeras palabras oídas, representación palabra y representación cosa.

De todos modos el desarrollo que hace Lacan en el ’76 tiene algunas variaciones respecto del planteo del Yo y el Ello.

Entonces decíamos para recapitular un poquito, ¿qué es un niño en calidad de hijo o un hijo en tiempos de niño?. El niño recibe una herencia.

Lo real del tejido, con una arista pulsional, este orden de la pulsión, concierne, ya no a lo real del tejido, en el sentido de lo real, que no es material significante, sino que va a entrar tanto en lo imaginario de la representación de la cosa, en la mirada de la madre y también en la inscripción en términos freudianos de lo que son las primeras palabras oídas, qué habrán sido, gritos y susurros.

Para cada uno, primeras palabras oídas que hacen que sea ese núcleo del inconsciente.

Entonces, con esta herencia, lo que planteé recién, lo real del tejido, la imagen y la palabra. Real simbólico imaginario en el empalme del nudo borromeo. Esta es una de las formulaciones de Lacan de los últimos tiempos de su enseñanza respecto de lo que es la escritura de la estructura del sujeto. Esto es una escritura.

Es más, podemos decir, cualquiera de nosotros en la neurosis, somos este nudo borromeo, lo real del tejido, lo imaginario: la fragilidad de la imagen, la representación, y lo simbólico.

En este nudo de tres cordeles, anudamiento borromeo cuya legalidad la otorga una propiedad muy sencilla de recordar, yo aquí ya la traje dibujada, se va imbricando cada una de estas cuerdas de un modo específico, por arriba del que está arriba, por abajo del que está abajo.

Si fueran hilos de verdad, voy a pasarlos por arriba del que está arriba, y por abajo del que está abajo y este último imaginario lo apilo y a su vez va a tener esta, es el que hace de costura.

Lacan a este cruce para ser borromeo, de tal modo que si corto uno de estos, se desenlazan los otros dos, a diferencia de la cadena común, que si yo corto uno de los nudos, son nudos, si corto en uno de los eslabones, corto ahí, pero los otros nudos, las otras cadenitas, los otros cordeles siguen juntos.

Mientras que el nudo borromeo tiene la característica de si corto por uno de ellos se desempalman los otros dos, son dos apilados y un tercero. Esta idea, que recién la formula en el año ’70 pero que la viene trabajando desde los años ’50, desde el ’53 particularmente cuando habla de real, simbólico e imaginario como tres registros, en el ’56 como tres registros de la falta: frustración, castración y privación, los tres registros de la falta, si ustedes recuerdan, lo llama la disolución imaginaria en el seminario de la psicosis. Ubicando lo imaginario como un momento de costura.

Si la herencia es esto, para decirlo en pocas palabras, que cada sujeto consista en un cuerpo, consistencia imaginaria, lo real del tejido y la palabra, lo simbólico y el síntoma, no voy a desarrollar hoy otro de los modos de pensar el síntoma, pero si podemos pensar en esta trilogía anudada, tendremos una idea bastante cercana a la noción de sujeto para el psicoanálisis.

Es decir que si opero por alguna de estas cuerdas, opero también en las otras, que una interpretación, no va solo a lo simbólico. Que una intervención en un análisis va a lo simbólico pero también conmueve los otros dos registros. No hay uno separado del otro, al menos en la clínica de la neurosis.

El problema en la niñez, o el problema que nos afecta a los analistas de niños es probablemente un tema de la temporalidad. ¿Qué es lo que constituye, así como las primeras palabras oídas hacen a que cada quién tenga su inconsciente, que es lo que hace, que haya, que se genere este anudamiento, que estos tres registros, esta trilogía funcione?

¿Es al modo de la temporalidad lacaniana, que concierne a un acto instituyente?

Hay variaciones de Freud y Lacan. Lacan dice, se trata de un acto instituyente.

De todos modos, para los que trabajamos con niños, aquí tenemos un primer problema a dilucidar en la clínica, porque de esto depende neurosis o psicosis, de esto depende la intervención. A veces de esto también depende el tipo de trabajo que realicemos con los padres.

Entonces, sobre el final de su enseñanza, Lacan se pregunta ¿Es sí o no fundada la relación a los padres? Agrega que la cadena de generaciones ¿se detiene en relación al inconsciente? Y pasa a trabajar lo que mencioné yo hasta ahora, como ciertas identificaciones.

Les diría, la letra, esta letra soporte, material del significante, la letra también que podemos llamar la lengua materna, una lengua materna, una operará sobre lo imaginario, y lo simbólico, el significante solo va a operar sobre lo simbólico, es lo simbólico, pero donde se detiene esta relación fundadora a los padres. Yo digo, es inconsciente, en relación a que cuando hay una estructura de un sujeto, allí algo de esta relación directa a los padres se detiene para pasar a formar parte de la herencia, del bagaje de un hijo, en la letra, en el significante, en el fantasma?

Entonces, podemos decir, podría agregar algo más.

Uno de los modos posibles de entender o de resituar estas operaciones es a través del lugar que el niño opera, que el niño tiene, que el niño toma, en relación al fantasma materno.

Fantasma materno, que se concierne también a una herencia pulsional. Esto es lo que hace allí donde esta señora sueña, y un día reconoce, que quien leía y gozaba extremadamente con esas escabrosas lecturas era otro, su madre, pero el peso de la angustia recayó una generación después.

Concernía al fantasma materno, a la constelación pulsional de la madre.

Fantasma materno que en sentido genérico, es la constelación pulsional que hará demanda en el cuerpo, en la consistencia del cuerpo de su hijo, que se inscribirá como tal, como pulsión en el cuerpo del niño, bordeando una zona erógena, situando la chance de la demanda y su retorno en letra y en significante.

Lacan toma dos modalidades, el niño como objeto del fantasma materno o como síntoma de la verdad de la pareja parental, toma las dos alternativas.

A mí me parece, desde la experiencia clínica, que es absolutamente interesante tomar fantasma materno o paterno, ya que lo parental incidirá de una u otra manera. La letra, no necesariamente proviene de la madre, que aquello que le fue transmitido, no le fue transmitido solo por vía de la constelación materna, sino que también hay una constelación pulsional paterna que erosiona a este hijo, que hará, solo que aquí, lo vamos a decir de dos maneras diferentes, tradicionalmente decimos fantasma materno, el niño como objeto de ese fantasma, que satura como objeto la falta en una madre o en quien se ubique en ese lugar en ocasiones el padre.

Y decimos que esta constelación pulsional de goce es diferente del concepto que Lacan introduce como versión del padre, perversión, en francés, versión del padre y también perversión como goce del padre, que a su vez se diferencia respecto de loa metáfora paterna si nos situamos en otro tiempo de la lectura de Lacan.

La constelación pulsional materna se modulará junto a la versión del padre, para cada niño, para cada hijo en singular, no para los hijos, no hay un padre para los siete hijos, hay un padre para cada uno de sus siete hijos, hay una madre para cada uno de sus hijos.

Una viñeta de la clínica.

Les voy a comentar un pequeño tramo, de un tiempo de entrevistas para situar algo de lo que llamé herencia de letra y significante de la constelación pulsional materna y la versión del padre. Operaciones que se ponen de relieve en las identificaciones fundantes y constituyentes de la estructura. Le debo este tramo de la cura de un niño, a una Residente del Hospital Pedro Elizalde, ex Casa Cuna, que tuvo la amabilidad de pasarme este material que es muy interesante.

Alejandro de 11 años, tiene serios problemas en la adquisición de la lecto escritura, serios problemas respecto a las cuestiones de aprendizaje, particularmente, con la escritura.

Cuando se trabaja con chicos la relación analítica se configura también con sus padres, en una especie de banda de Moebius, en una transferencia moebiana ni del niño ni de los padres, sino de ambos, especificada en esta superficie de una sola cara, transferencias múltiples lo he llamado también, transferencias en banda de Moebius, entre uno y otro.

Alejandro, es adoptado, la mamá lo dice en las primeras entrevistas, no tiene amigos. Respecto de la adopción, dice la mamá," se lo conté cuando preguntó, a eso de los cinco años, siempre que me preguntó le dije la verdad, no estuviste en mi panza, pero él no lo acepta. Cuando mira fotos, Alejandro le dice, no ves que estabas gorda, estabas embarazada. Dice la señora, su marido, no toca ese tema".

Este jovencito comienza el tratamiento en el Hospital, comienza a jugar, subrayo el testimonio de la terapeuta, A lejandro arma un juego, su mentira es juego. La terapeuta dice que acepta el engaño, le cree lo que a todas luces es mentira. El juego es creer hasta lo increíble..

El niño dice que él puede inventar historias sobre sus abuelos. La analista dice, yo te puedo creer. El niño dice: "mi papá cuando está borracho, dice siempre la verdad".

En otras entrevistas, cuando la analista lo saluda al comenzar la sesión le dice: "para que me saludes si no me conoces, yo aquí nunca estuve". Entonces, le que ella debe estar confundida, entonces Alejandro agrega: "seguramente porque el que sí estuvo fue mi primo".

Después de empezar a jugar a las mentiras, la analista comprometida con la operación analítica de tomar la mentira como un juego, empieza a mentir y putear, y comienza a adivinar y a jugar con el nombre propio, arriesgando primero algunos para luego proferir insultos que van aumentando progresivamente el grado de violencia.

Empieza a escribir en las siguientes sesiones, - yo quiero llegar a este punto -, sus escritos son confusos, las palabras se juntan o se separan erróneamente. Por ejemplo, tu novio lo escribe así, tunovio, todo junto, tuno separado vio, dormí con tuno vio; tunovio, todo junto, de, separado ve, con v corta, debe, deve ría, morir, tu novio deve morir.

Cuando no puede leer, le quita la hoja y lee, empeñado en conseguir asustar a la analista aún más, y lo va consiguiendo.

La escritura a veces aparece en la escritura fonemática, en la escritura alfabética, en la escritura de convención.

En el consultorio con Alejandro los escritos también circulan. En una ocasión en el que se arma un diálogo a través de lo que van escribiendo, comete un fallido. Escribe sunovio, todo junto, sustituyendo el posesivo tu por su. Escribe la terapeuta: el novio de quién, a lo que responde," tuyo, de quién va a ser, de las damas gratis."

Le señala que escribió su novio y escribe, me equivoqué. Y da una canción: el negro argentino, dic e así, el negro no puede dormir, no puede dormir, no puede dormir. El tema no puede dormir del pibe Olmedo agrega. Le da la hoja a la analista mientras que escribe, el analista, el negro no puede.

En el siguiente encuentro Alejandro escribe dos canciones y luego cuenta, a través de un dibujo, lo que vio en Memorias, que es un programa que cuenta la realidad del país. Pero ese mismo día, la madre relata la escena de la noche anterior: "le digo que se acueste, que mañana tenemos que venir aquí y me dice enojado, ustedes, no son mis padres". Es la primera vez que le dice esto, esa es la realidad.

A esa altura, el padre acepta tener una entrevista. Despreocupado, comenta, que, hablando de la adopción, que de la adopción no habla por falta de tiempo pero que no tiene inconveniente en que Alejandro de grande, conozca a sus verdaderos padres.

Dice que siempre juegan juntos. Le pide un ejemplo de estos juegos y el padre dice: "yo le hago cosquillas, y mientras le hago cosquillas, y ese es el juego, le pregunto, ¿vos sos o no sos mi hijo? Y él me contesta, sí papá, como no voy a ser tu hijo."

Hasta aquí el material. Después se despliegan otras cuestiones.

Entre aquello que se trasmite, aquello que se dice, y aquello que se escribe, empieza a aparecer algo, del orden de una formación del inconsciente, a través de actos fallidos.

En ese tiempo de la niñez, se "ahija", en relación a sus padres y acepta un apellido.

No lo acepta cualquier niño. No es lo mismo repetir, si tomo la identificación en el sentido de la identificación que remite al rasgo, no es lo mismo repetir que hacer diferencia en el invento decíamos hace un rato, en la transformación lúdica, en el hacerse cargo de un patronímico.

En este sentido yo los invitaría a pensar si es que un niño, cuando empieza a jugar con el patronímico, cuando se juega con el patronímico no se está jugando también con las letras que del Otro provienen, para poder escribirlas y transformarlas.

 

Pregunta: ¿Podes ampliar el concepto de deseo materno y goce materno en relación a este concepto de boca de cocodrilo?

L.D.: El deseo de la madre es aquello que permitiría la libidinización, deseo en tanto articulado al falo, a la significación del falo, permitiría una libidinización del cuerpo del niño, del cuerpo del hijo.

Hasta ahí este deseo, que es el más abierto a la intervención paterna. Este es el deseo, digamos, que cae bajo la barra por efecto del nombre del padre, dándole un nuevo significado al sujeto y aportándole significación fálica. Una significación fálica que está plagada de los ideales maternos, cuando digo ideales maternos pueden tomar distintas variantes, en este abanico que va en la gradiente de positivo a negativo de lo imaginario.

En este sentido digo deseo y es interesante porque también se puede leer en esta metáfora que nos brinda Lacan el goce de la madre que se lo quiere engullir, digamos como que su deseo sea el de reincorporar el producto. Y en este plano uno lo podría articular al goce, sin embargo Lacan lo llama deseo, porque es el que puede, desde esta perspectiva, articularse a este falo como piedra y toque, es la boca abierta que también está dispuesta a recibir el falo como piedra y toque del nombre del padre.

Mientras que, está dispuesta a recibir esta boca del cocodrilo, si se lo engulle es otra cosa, está dispuesta a ser tocada por el nombre del padre, a ser modelado y transformado ese deseo, y estar abierto al nombre del padre, e incluso a ser la transmisora del nombre del padre, la transmisora de la parentalidad por ejemplo.

En este sentido, no lo dije hace un ratito pero lo podría decir ahora, no necesariamente persona y función coinciden. Del padre, ya lo sabemos, la persona del padre no coincide necesariamente con la función paterna pero la madre, respecto de lo materno, podríamos decir lo mismo. Persona, y función materna, muchas veces coinciden pero no necesariamente.

El Otro primordial para la ocasión la madre, pero no necesariamente es la madre el otro primordial.

En relación entonces a este Otro materno, ¿qué significa goce de la madre? Entonces aquí se nos abre a otro tema mayor, que es la economía de los goces.

Si ubicamos el goce fálico de una madre, está muy ligado a este deseo de la madre, es el deseo de la madre abierto a esta intervención paterna. Este goce fálico donde el niño como objeto viene a ocupar un lugar en el fantasma materno, o es síntoma de la pareja parental, pero ligado a este lugar donde hay padre y madre en la estructura, funciones a la espera incluso. Funciones me refiero a funciones en la estructura, no me refiero a ponerle límites, ni a mandarlo al colegio, cuestiones de la vida cotidiana en las que también esto incide y mucho porque se tiene que historizar por alguna vía.

Pero también podemos ubicar el goce, en la economía de goces, como goce del Otro.

Escribo, acá en la intersección entre real y simbólico, goce fálico, que es el efecto de lo simbólico en lo real y que es formador del síntoma.

Pero también, otro de los lugares donde se ve el goce en Lacan, que hace a una economía de goces diferentes, es entre real e imaginario, que escribe goce del Otro, al que agrega, mejor que de este no haya, es más, no hay, es un inexistente pero que produce eficacias, hay en la psicosis, hay presente de este goce del Otro en la psicosis, a partir de las palabras impuestas, delirios, alucinaciones.

Pero este goce del Otro produce eficacias, y es ese goce que uno podría decir, ese goce adormecedor, ese goce sufriente o ese goce que produce estragos, ese goce que lastima el cuerpo, ese goce que no puede reconocer una imagen. En este sentido podría decir, este goce del Otro como este goce de la madre que a veces puede ir del grito al susurro en el aplastamiento del advenimiento del sujeto.

Pregunta inaudible.ry severo,rsmela" no es que la cpeuta dice que acepta el engaño , le cree lo que a todas luces es mentira.El juego es creer hast

LD: Muchas veces este goce del Otro también aparece en la neurosis, particularmente, en los niños con afecciones psicosomáticas, donde solo interviene un haz pulsional y no la intrincación de varias pulsiones.

Digamos, la demanda del Otro, la demanda de la madre, perfora con su demanda, lo que serán las zonas erógenas produciendo así bordes erógenos, y dando lugar a que se inscriba esta pulsión entre psíquico y somático de los sujetos también.

Pero si se trata de la determinación y a veces casi exclusiva de una línea, de un haz pulsional, nos encontramos muchas veces en la clínica con trastornos psicosomáticos severos en la infancia o en tiempos instituyentes, allí donde una madre sólo es la boca que come. Para decir un caso muy conocido, ¿qué hace el niño? Come nada. La demanda pulsional, come, come, come, el atisborramiento que Lacan define como anorexia mental y que después se escribe por el lado de anorexia mental como come nada, por el atisborramiento no de la comida, de la demanda, ahí hay un solo haz pulsional.

Podría haber un solo haz pulsional en una preeminencia exclusiva de la mirada, de lo escópico, por encima o con relevamiento casi total de las otras articulaciones punciónales.

A mí me parece que clínicamente, no sé si lo podemos desarrollar hoy, podemos encontrar, por ejemplo, uno de los puntos del goce del Otro, es una demanda aplastante.

 

Pregunta: Vos habías comentado un caso de adopción y eso me llevó un poco a pensar sobre el tema de los bebés secuestrados en la dictadura, ¿tenés alguna experiencia?

L.D.: Te agradezco la pregunta. Yo tenía un texto sobre esto, pero bueno, como me fui extendiendo lo dejé. Más allá de mi vínculo personal que me une con Abuelas, particularmente, no sé si vos lo conocías, más de una vez he tenido que testimoniar con ellas, además de este lazo me parece que no es en nada lo mismo una adopción donde hay una voluntad de ofrecer un niño por diferentes motivos, que lo que implica la retención compulsiva, con retención de identidad, por ejemplo

Es muy difícil formular, o incluso, digámoslo, con todas las horrorosas circunstancias que se padecieron en relación a este tema, madres secuestradas que murieron al dar a luz, o que tomaron estos chicos, sus hijos para que tengan nuevas ideas, para que no piensen igual que sus padres, no es lo mismo que darlo en adopción, deja marca ¿cuál es ahí el tema sobre la parentalidad? ¿quiénes son sus padres, los que marcan a su vez o los que borran esta historia?

En el mismo acto, aunque nada se sepa aquí de la historia pasada, el acto de desconocimiento. Marca un principio de renegación, lo mínimo que podemos decir respecto de este tema.

Hay distintos tiempos en la experiencia, la poca que pudo haber con chicos "restituidos", no sé por qué se los llama restituidos, suena horrible, pero sí los llaman así, por ejemplo en organismos de derechos humanos o en la OEA.

Una cosa fueron los niños que se encontraron siendo niños. En general, incluso hay libros muy interesantes, hay un libro de Matilde Herrera que se llama Identidad.

Lo que ella testimonia, más como periodista, ella era periodista, es un libro muy interesante, cuenta que los chicos que fueron como niños encontrados en los primeros tiempos son todos chicos con afecciones psicosomáticas, o con obesidad, trastornos psicosomáticos, en sus múltiples variantes y que en general esto no era ajeno a las maniobras de apropiación en los chicos.

En algunos chicos que no fueron apropiados sino que algunos fueron adoptados de buena fe, llamémoslo así, las circunstancias fueron otras. Eran chicos con mayor permeabilidad al duelo, tenían una historia infantil diferente.

Es muy distinto a los jóvenes que se acercan hoy a Abuelas, que se acercan, ya no sus padres que se los va a buscar, sino que se acercan con una duda donde cuentan su historia, que no hay fotos de ellos, bueno, lo que ya conocemos.

Me parece que aquí, esta historia que afecta a un niño es un tiempo de escritura en que se escribe una historia. Se escribe una historia con estos avatares, los explícitos y lo no tan explícitos.

Comentario: Además una inscripción tremenda, una inscripción silenciosa, renegatoria, esto debe ser devastador, pero escritura al fin.

L.D.: Sí, en algunos jóvenes, se entiende que debe haber sido arrasante, como fue arrasante también, y de esto tenemos mayor conocimiento, lo que fue el genocidio armenio. Para nombrar el genocidio a principios del siglo en el que todavía no estaba la tecnología al servicio de la muerte como lo fue a partir de la Segunda Guerra, pero el ataque a la filiación, porque finalmente es un ataque a la filiación, no solamente en la guerra, el exilio es un ataque a la filiación, porque se descomponen y se interrumpen vínculos, lazos que conciernen a la parentalidad y a lo filial que se recomponen como se puede, cada quién con su estructura, pero por ejemplo, aquellos que fueron, que además lo conocemos como testimonio e incluso con trabajos importantes, Bettelheim, Celan, Agamben también trabajó este tema, hay circunstancias de estas filiaciones interrumpidas o de lo que fueron de las circunstancias más adversas de vida que siguen influyendo en la tercera generación, los chicos de hoy, siguen soñando, en esos campos.

Pregunta: ¿qué pasa con esos chicos que son adoptivos que los padres no se animan a decirles que son adoptivos? Esos chicos que son adoptivos y saben que son adoptivos y tienen un problema, que pasa con los chicos que no saben que son adoptivos, si tuviste algún caso, es un cuestionamiento, digamos es pesado para los padres o es más pesado para el hijo por ejemplo no decirle, ¿hay algo del saber en el chico?

L.D.: Sí, los chicos saben, absolutamente, hay un saber inconsciente sobre esto, lo que pasa es que el saber inconsciente se caracteriza por ser insabido, el inconsciente es insabido, no se sabe que se sabe.

De todos modos en la clínica nos testimonia y hay diferentes ideas al respecto de quienes compulsivamente tratan de o rápidamente de un modo apremiante se les informe y yo creo que aquí vale el caso por caso, absolutamente. Se les informa a los chicos que consultan por ahí por ese tema y bueno esto está en la historia pero no con ese texto.

Comentario: porque yo conozco un caso, donde la madre, antes de morir el hijo tenía alrededor de 40 años, la madre antes de morir le dijo que no era su madre. Pensaba que por ahí es más pesado para la madre no decirle, que para el hijo no saberlo.

L.D.: Estas cuestiones son muy adversas, que conciernen muchas veces a lo que hablábamos al principio, la novela familiar, que cada quién desplegará como puede, en su análisis, con sus vicisitudes singulares.

Buenos Aires, 1 de Octubre de 2002

HOSPITAL DE EMERGENCIAS PSIQUIÁTRICAS DR. TORCUATO DE ALVEAR

Notas

1 Desgrabación a cargo de Lic. Gisela Pereira

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