Investigación à Psicoanálisis

Trabajos de Investigación Clínica y de Inserción del Psicoanálisis en diversas Áreas Temáticas
Niñez, Adolescencia y Familia en situación de riesgo y exclusión social
¿qué es lo que el psicoanálisis puede aportar?

Acerca del tratamiento de adolescentes en conflicto con la ley 1

Gabriel O. Pulice

1. Un cuento de invierno

En el año 1964, aparece publicada en el «Times» —uno de los periódicos de mayor repercusión en Londres—, una interesante nota en relación con el tema de los «jóvenes pandilleros», que por ese entonces parece haberse convertido en una situación «realmente peligrosa» para la convivencia urbana. Recortamos de allí este breve fragmento, que evoca cierta opinión pronunciada al respecto algún tiempo atrás:

«Desearía que no hubiese edad intermedia entre los 16 y los 23 años, o que la juventud durmiera hasta hartarse, porque nada hay entre esas edades como no sea dejar embarazadas a las chicas, agraviar a los ancianos, robar y pelear».

La cita corresponde a una de las últimas obras de William Shakespeare, «Un cuento de invierno», que fue escrita en el 1610, representada por primera vez en 1611, publicada en 1612 y representada ante la corte el 5 de noviembre de 1613. Lo que nos permite ubicar que el problema no es, precisamente, nuevo. Frente a esto, Winnicott2 se pregunta: ¿cuál es la solución?, advirtiéndonos que «el peor resultado a que podría llevar la actual tendencia a practicar la violencia en grupos sería empezar un movimiento comparable a la fase inicial del régimen nazi, cuando Hitler resolvió de la noche a la mañana el problema de los adolescentes ofreciéndoles el papel de superyó de la comunidad». Algo similar a lo que podríamos llamar «la solución medieval», a partir de la cual se logra encauzar al servicio de la iglesia, en la noble y justa causa de Las cruzadas, entre el siglo XII y el XIV, aquello que se había constituido en un verdadero problema social: los saqueos, violaciones y desfalcos incontrolables producidos particularmente por aquellos jóvenes desclasados —hay que recordar que la ley del mayorazgo ubicaba en esta posición a todos los hijos que no fueran el primero— que quedaban de ese modo a la deriva, sin una definida inscripción social, hallando el agrupamiento en bandas, en muchos casos, como único recurso para la supervivencia.

 

2. Un problema freudiano no del todo explicitado.

En enero de 1944 un magistrado británico, Roger North, interroga a Winnicott —a partir de la lectura de un artículo suyo recientemente publicado, Investigación de la delincuencia—, respecto de las dificultades que a él se le plantean para disponer lo necesario para que un delincuente sea analizado, a lo que se suma el problema de no saber casi nada sobre el funcionamiento de los correccionales o de las escuelas de readaptación ni de los métodos empleados por los agentes de vigilancia judicial a cargo de los menores en libertad condicional:

«…cuesta establecer un equilibrio entre el deseo de convertir a la persona que tenemos delante en un miembro valioso de la sociedad, por un lado, y el deseo de disuadir a otros malhechores por el otro"…"Días pasados tuve un caso desalentador: un muchacho de unos 17 años, que muy poco tiempo atrás había cometido varios hurtos y a quien había tratado con indulgencia recurriendo a la prédica, compareció otra vez ante el tribunal como reincidente. ¿Qué hemos de hacer en casos como este?3 » .

Podemos citar, por nuestra parte, algunas paradojas análogas que nos plantea nuestra labor cotidiana, y que hacen muy difícil decidir desde el sentido común, y de un modo general, el modo más adecuado de intervenir frente a estos problemas. Como en el caso de D, quien manifiesta a su terapeuta4 la decisión de retomar sus estudios vencido el período de inscripciones escolares, a partir de lo cual se da lugar a una intervención orientada a conseguir una vacante para él. Cuando finalmente pudo realizarse su inscripción gracias a la gestión del Equipo de Orientación Escolar5 —se obtuvo un lugar, además, en una escuela que tenía la orientación específica que él anhelaba—, el joven plantea: «Al final, no voy a empezar…». Su decisión aparecía como carente de toda lógica, dado que los supuestos obstáculos que hasta el momento le habían impedido continuar sus estudios se habían disuelto. Sin embargo, luego de varias semanas, pudo arribarse a alguna lectura de lo acontecido: en una familia en la que nadie había podido estudiar, la posibilidad de que D sí lo hiciera aparecía para él como un insoportable modo de deslealtad a su familia. La cual, además, había puesto en funcionamiento diversos modos de boicot a su proyecto…

Una de las cuestiones más difíciles en el momento de decidir ciertas intervenciones es poder despejar cuándo se trata de impedimentos de orden social o económico, y cuándo lo que sostiene un determinado impedimento o la repetición de una conducta «no adaptativa» persiste aún una vez sorteados aquellos obstáculos. Porque allí es donde logra desenmascararse el carácter subjetivo de muchos de esos impedimentos. ¿Puede el psicoanálisis aportar algo respecto del tratamiento de estos sujetos? Esta es la pregunta que Roger North le formula a Winnicott, y de la cual podemos situar como antecedente, a modo de respuesta anticipada y a tono con el escepticismo del psicoanalista inglés, el pronunciamiento de Freud en su prólogo al texto de Aichhorn, Juventud descarriada:

«…La posibilidad del influjo analítico descansa en premisas muy determinadas, que pueden resumirse como «situación analítica»; exige el desarrollo de ciertas estructuras psíquicas y una actitud particular frente al analista. Donde ellas faltan, como en el niño, en el joven desamparado y, por regla general, también en el delincuente impulsivo, es preciso hacer otra cosa que un análisis, si bien coincidiendo con este en un mismo propósito».6

Leída a la letra, esta afirmación freudiana aparecería como taxativa respecto de la incumbencia del psicoanálisis para el tratamiento de otros sujetos que no fueran… algunos neuróticos adultos. Sin embargo, sabemos que por otra parte Freud fue abriendo caminos que luego permitieron avanzar sobre las dificultades técnicas que obstaculizaban el tratamiento de numerosos sujetos, incluso neuróticos, frente a los cuales el dispositivo analítico tradicional resultaba deficitario e ineficaz, planteándose la alternativa de declararlos como inabordables por el psicoanálisis, o avanzar en la intelección de su especificidad y en la búsqueda de los recursos técnicos que lo hiciera posible. Cuando decimos que el tratamiento de adolescentes es un problema no del todo explicitado en Freud, nos referimos a que no aparece la especifícidad de estos problemas debidamente recortados en los tratamientos de adolescentes que, sin embargo, Freud sí intentó: el caso más conocido, por ejemplo, el tratamiento de Dora, no plantea cuestión específica alguna respecto de la problemática adolescente —aunque sí las describe en forma detallada al inicio del historial. Toda la atención de Freud aparece puesta en los fenómenos subjetivos de la histeria y, fundamentalmente, en el análisis de los sueños; es decir, los temas que estaban por entonces en el centro de su atención. Lo mismo le sucede en el tratamiento de la joven homosexual, veinte años después: el «fracaso» del tratamiento se produce por cuestiones llamativamente similares, en un momento en el que Freud aparece poniendo su atención en otro lugar.

Respecto del campo que abordamos aquí podemos decir, además, que a las dificultades propias del tratamiento de adolescentes se suma, en diversos niveles de incidencia, problemas propios de su entorno social que requieren de la articulación, para alcanzar en esos tratamientos alguna eficacia, de recursos de lo más heterogéneos. Este es el desafío clínico con el que nos confrontamos diariamente, experiencia de la cual intentaré dar cuenta la próxima vez.

Notas

1 Trabajo presentado en el contexto del Seminario: Adolescencia y marginalidad. Algunas consideraciones esenciales para un abordaje clínico posible, dictado en el Instituto Garrigós a través del Departamento de Capacitación del Consejo Nacional del Menor y la Familia, durante el primer cuatrimestre de 1999.

2 Winnicott, D. W.; Deprivación y delincuencia, Buenos Aires, Paidós, 1996.

3 Winnicott, D. W.; «Correspondencia con un magistrado», en Deprivación y Delincuencia, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1996.

4 Tratamiento realizado a través de un programa de atención ambulatoria del ámbito del por entonces llamado Consejo Nacional del Menor y la Familia.

5 Entidad perteneciente a la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

6 Freud, S.; Prólogo a August Aichhorn, Verwahrloste Jugend, (1925).


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