Investigación à Psicoanálisis

Trabajos de Investigación Clínica y de Inserción del Psicoanálisis en diversas Áreas Temáticas
La investigación psicoanalítica en la Clínica de la Discapacidad

Discapacidad y Psicoanálisis: una articulación posible

Juan Cruz De Lellis.
juancruzdelellis@hotmail.com

Mediante una viñeta clínica intentare precisar cuáles pueden ser los aportes del Psicoanálisis en la llamada clínica de la discapacidad, y, a su vez conversar con un trabajo titulado: “¿Es el Psicoanálisis una legítima herramienta clínica 
en el tratamiento de personas con discapacidad
”? (1) Pregunta crucial para adentrarnos en la temática, ya que, si el Psicoanálisis es el tratamiento de lo real por la vía simbólica, ¿cómo podría validarse dicha herramienta cuando en muchos casos la palabra no es un recurso con el que cuente el sujeto, donde incluso, tampoco se puede pensar la estructuración psíquica por los caminos ya consabidos?
En esta presentación intentare pensar que puede aportar el Psicoanálisis más allá de su dispositivo clásico.

El caso.
Ana es una joven que concurre a una institución con modalidad de centro de día, única concurrente escolarizada, con la capacidad de leer y escribir, comprender un texto y el argumento de una película. Estas cualidades la distinguen notoriamente del resto de sus compañeros. La joven esta diagnosticada con retraso mental leve y trastorno psicótico no especificado según el DSM IV. Ana es la menor de dos hermanas; la madre refiere un embarazo y nacimiento sin mayores contratiempos, una escolaridad normal con algunas dificultades de aprendizaje. Su primera crisis se suscita a sus 13 años: ante la imposibilidad de rendir un examen la joven comienza a tener alucinaciones visuales, ve a su maestra en el jardín de su casa, cree que sus compañeros la están esperando en la puerta para asistir a la escuela, afirma que la espían, no puede dormir etc. La familia consulta con un psiquiatra y es éste quien la diagnostica. Luego de este periodo la joven es medicada con risperidona e ingresa a un taller protegido.
Nuestro primer contacto se da aproximadamente a sus 20 años. Es una joven jovial, simpática y muy predispuesta a realizar las actividades institucionales. En los primeros encuentros relata que tiene una relación con un chico de su edad que canta cumbia y trabaja de remisero. Su tema de conversación, las temáticas que originan sus dibujos y demás producciones están fuertemente matizadas por dicha relación.

En una entrevista destaca ciertas escenas intimas con él, compartir ciertos espacios privados, tener relaciones sexuales etc.…. Esta situación pareciera llevarla sin mayores contratiempos. En una sesión comienzo a suponer que este relato se condecía con un armado delirante, ya que sostiene que este joven cantó en un programa televisivo y le dedico un tema; luego, me dirá que juega en un equipo de futbol y al hacer un gol se sacó la camiseta y tenía la foto de ella. Su discurso no es muy sólido, si se la interroga un poco, sus postulados caen.

Sera la hermana de la paciente la que me dirá que este chico en cuestión es producto de su imaginación, si bien el joven existe, ella solo lo vio en un cumpleaños, y a partir de allí, se inventó toda la coyuntura alrededor de él. Entonces, lo ve en la televisión dedicándole un tema, caminando por su barrio o pasando con un auto.

Mi conjetura diagnostica orienta mis intervenciones. Si bien no hay duda de la estructura, comencé a preguntarme desde donde intervenir a partir de dilucidar qué estatuto tiene para ella dicha relación. En principio puedo destacar que dicha invención le facilitaba el lazo al otro; era su principal tema de conversación y ante la indiferencia de algún compañero ella refería tranquilidad porque tenía alguien que la quería y la cuidaba. Por otro lado, las autorreferencias no eran injuriantes, no le retornaba desde un lugar mortífero la seducción del otro, con lo cual, decido acompañar dicho delirio sin hacerlo desplegar, sin preguntar.

En “Neurosis y Psicosis” (2); Freud afirma: “el delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo exterior” (3).
Podemos pensar, en consecuencia, el delirio como una respuesta ante un primer conflicto acontecido entre estas dos instancias. La solución que encuentra esta joven es inventarse otro mundo exterior puntualmente en lo que hace a las relaciones con hombres. Ella no pierde conexión con lo que sucede en su entorno, solo sustituye la realidad externa en el plano de lo sexual, en ese punto, su delirio le permite articular el goce a un sentido posible. Lo sexual para esta joven se puede traducir no en el acto en si mismo sino en la atracción que siente eventualmente ante algunos hombres y en el modo en que estos hombres le destacan alguna cualidad. A diferencia del neurótico, que fantasea y es allí donde hace efectiva la relación sexual, ella la realiza sin equívocos en su delirio.
En el libro “Escuchar las Psicosis” (4), los autores afirman: “la psicosis no es una presentación deficitaria del psiquismo, sino una manera de habitar la subjetividad con sus especificidades y también con su diferencia radical” (5).
Uno de los puntos que diferencia al psicoanálisis de otras disciplinas, es desde dónde se leen los fenómenos que presenta un sujeto. Podemos conjeturar que el discurso médico conceptualiza la discapacidad desde una perspectiva deficitaria, esto es, suponer una normalidad donde dichos sujetos estarían por fuera. Desde esta conceptualización la dirección del tratamiento será la reeducación o la adaptación a ciertos parámetros normativos. En este caso me ha tocado escuchar intervenciones de otras disciplinas donde la lógica era que la joven se “integre” a la realidad compartida (realidad neurótica) promoviendo desestimarle sistemáticamente su armado delirante, afirmando que esa relación no existía, con el objetivo de confrontar a la joven con la “tolerancia a la frustración”.

Por momentos su discurso rozaba lo grotesco, sin embargo, mi conjetura teórica me orientaba a darle seriedad a su armado e incluso, en más de una oportunidad, al formar parte de un equipo institucional, destacando ante colegas de otras disciplinas la importancia que tenía esto para ella.

Acentuar que su delirio es un intento de curación y no un desajuste de “una” realidad, es el aporte fundamental que puede promover el psicoanálisis, al menos en este caso. La orientación teórica es la herramienta que en este punto ha posibilitado que ella pueda encontrar algunos espacios donde su delirio no era interrogado y, entonces, poder hacer lazo social e integrarse en la institución a partir de poder alojar allí algún rasgo de su singularidad.
Si bien en muchos casos la palabra no está en juego como medio para tramitar el malestar, el Psicoanálisis puede aportar una suposición distinta, promover la subjetividad de cada uno implica no suponer “La” verdad. Es suponer un sujeto, propiciando una escansión posible en las determinaciones sociales del “ser discapacitado”, con las connotaciones de impotencia y déficit que estas acarrean.

Juan Cruz De Lellis (2017).

Notas

(1) Zelis, Oscar; Salinas, Laura: “¿Es el psicoanálisis una legítima herramienta clínica en el tratamiento de personas con discapacidad?”. http://www.psicomundo.com/foros/investigacion/discapacidad2.htm

(2) Freud Sigmund, “El yo y el ello y otras obras” Obras completas. AE. XIX.

(3) Idem anterior Pag 157.

(4) Juan Carlos Fantin, Dario Galante y Pablo Fridman, “Escuchar Las Psicosis”. Grama Ed.

(5) Idem Anterior Pag. 162.


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