Investigación à Psicoanálisis

Teoría de la Investigación en Psicoanálisis

Freud y el positivismo científico 1

Mario Elkin Ramírez Ortíz
(Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de Antioquia, Colombia)

Este trabajo fue presentado en el marco de las II Jornadas de Investigación organizada por la Maestría en Psicoanálisis de la Universidad Argentina J. F. Kennedy, el 9 de septiembre de 2000, y posteriormente publicado en el Documenta Laboris N° 6, La investigación en Psicoanálisis, Buenos Aires, 2002.

Sigmund Freud hace su formación intelectual en una época en la que el Imperio Austrohúngaro era el centro de una corriente predominante de pensamiento llamado positivismo. Su formación médica y neurológica así lo explicita. Pero el positivismo era algo más que un método científico, era una actitud mental adoptada por los hombres del siglo XIX, época caracterizada por un gran desarrollo industrial y de las ciencias naturales. El positivismo está en el espíritu de la época, es una manera de pensar, un abordaje epistemológico de los objetos, opuesto radicalmente a la metafísica y a las concepciones mágicas y espiritistas con las que el romanticismo embrujaba aun los círculos científicos.

Freud se inscribe en una especie de escepticismo de toda metafísica que incluso lo hace concebir un proyecto que la supere, llamado metapsicología, donde coloca las explicaciones psicológicas y racionales en el lugar donde antes era pensado el ocultismo, lo religioso y las lecturas paranormales y sobrenaturales de los fenómenos. Freud se aleja así de las utopías comunitarias que en principio se acercaron al positivismo -como fueron los sueños de Saint Simon y de Fourier-, para aferrarse a los principios aprendidos en su juventud en el laboratorio de fisiología de Brücke y a los preceptos aprendidos de los padres espirituales del positivismo en las ciencias naturales: Du Bois-Raymond, Helmholtz

Esta verificación nos sugiere dos interrogantes que guían esencialmente la primera parte de esta investigación: ¿Qué es el positivismo? y ¿en qué sentido era Freud un positivista?. Se pretende en consecuencia, pensar la confrontación de Freud con el positivismo científico. Es lo que se abordará en los cinco apartados que siguen.

Freud y el escepticismo ilustrado

Freud declara a la religión enemiga de la ciencia, e inscribe su teoría en los cánones de esta última. Con esta elección, el psicoanálisis se involucra en la tensión histórica entre la ciencia y la religión. Al hablar de la religión, Freud es radical, colocando la historia positiva al lado de las ciencias naturales, emplea sus procedimientos para criticar los documentos en que se apoyan las religiones e impugnar los dogmas religiosos. Además señala –como un hecho que procede de la investigación comparada– algo que él va a demostrar durante toda su obra cuando se ocupa de religión, a saber, la coincidencia entre las formas de pensar de los pueblos llamados primitivos y las concepciones religiosas que reverencian los pueblos actuales, y juzga esa comparación como producto de un pensamiento infantil o patológico 2.

Freud se apoya en el espíritu del positivismo para criticar la religión, concibe el saber científico como un tesoro develado en detrimento de la fe religiosa y ve en la lenta secularización, un proceso inminente. No obstante, se aparta del optimismo fácil del positivismo, pues sabe que "la lucha del espíritu científico contra la cosmovisión religiosa no ha terminado; sigue librándose en el presente ante nuestros ojos." 3 La oposición entre ciencia y religión, surgida a fines del siglo XIX puede apreciarse en dos títulos incendiarios, populares en la época de Freud: la Historia del conflicto entre religión y ciencia, de John William Draper, y la Historia de la guerra entre la ciencia y la teología en el Cristianismo, de Andrew Dickson Withe. 4

Al mismo tiempo, podía apreciarse una corriente paralela a este espíritu científico, que se manifestaba entre la gente común como debates apasionados sobre las potencias espirituales y la naturaleza del alma. El conflicto entre ciencia y religión no había llegado a su fin. Así lo expresa Peter Gay: "Muchos de los buenos burgueses seguían profesando sus credos religiosos heredados con indudable sinceridad, mientras aceptaban las impiedades de los geólogos sobre la edad de la tierra y las de los biólogos sobre la naturaleza animal del hombre." 5 Y comenta que Engels, a mitad del siglo XIX, señalaba como inconcebible el que incluso "los geólogos distorsionaban los hechos de su ciencia para no entrar en excesiva colisión con los mitos del libro del Génesis" 6

Freud representa en toda su pureza una mentalidad secular, o mejor aún, mediante la concepción secular del psiquismo, produce una idea fuerza que luego irán adoptando no solamente los psicoanalistas, sino también toda la cultura hasta constituir un fundamento, un pilar, no sólo del psicoanálisis, sino además de la civilización occidental.

Por supuesto que Freud se ocupaba de cosas que hacían un misterio para sus contemporáneos, pero su vía no fue la religión ni la metafísica, sino la investigación científica agnóstica. Esta posición fue la que le permitió denominarse a sí mismo como destructor de ilusiones. Al respecto, la hipótesis de Peter Gay es que Freud pudo desarrollar el psicoanálisis justamente por no haber sido creyente de ninguna religión, ni siquiera del judaísmo. 7 Para afirmarlo, Gay parte de una pregunta que Freud hizo al pastor Oscar Pfister: "De paso, ¿por qué ninguno de los devotos creó el psicoanálisis?¿Por qué hubo que esperar a un judío absolutamente sin dios?" 8.

Para el pastor Pfister, Freud era un hijo leal del iluminismo, el último de los philosophes. 9 Así le escribe: "su religión sustituta es en esencia el pensamiento iluminista del siglo XVIII con ropajes orgullosos y muy modernos" 10. Freud se resistía a la idea de que su ciencia fuera una religión sustituta, pero estaba encantado por la filiación con el Iluminismo. A esto puede deberse que en El porvenir de una ilusión se muestre dispuesto a renunciar a su originalidad respecto a la crítica de la religión para enmarcar sus planteamientos en dicho abolengo: "nada he dicho que no enunciaran antes que yo hombres mejores, y de manera mucho más perfecta, competente e impresionante. Son archiconocidos; no los citaré, a fin de que no parezca que pretendo ponerme en pie de igualdad con ellos" 11. Pero Freud no renuncia a su responsabilidad por lo enunciado, y agrega su punto de originalidad en el aporte a la crítica de la religión: "Me he limitado –y es lo único novedoso en mi exposición– a agregar alguna fundamentación psicológica a la crítica de mis predecesores"12.

La prueba contundente de la filiación de Freud con los philosophes es la inscripción del psicoanálisis en la concepción del universo de la ciencia. Justamente en El porvenir de una ilusión exclama que no existe tribunal de apelaciones más alto que el de la razón, y demarca muy bien su terreno, al precisar que su contribución a la ciencia consiste en la extensión de la investigación científica al campo mental. Por ello, a la manera de Voltaire quien pensaba que el espíritu crítico puede hacer su trabajo constructivo sólo después de que ha liberado a la humanidad de las cadenas de la creencia 13–, escribe a Pfister que consideraba "la ruptura abrupta, no del pensamiento científico sino analítico, en lo que respecta a Dios y Cristo, [consiste en considerar estas nociones como] como una de las inconsistencias lógicamente insostenibles de la vida, sólo comprensible sobre bases psicológicas" 14. Para Freud lo que podía necesitar la humanidad era descubrir cómo vivir sin el consuelo de la ilusión.

El lugar de la experiencia en Hume y en Freud

El filósofo británico David Hume (1711-1776) planteó algunos conceptos previos al positivismo pero coherentes con él, como son el escepticismo y el empirismo. Es necesario analizar la influencia determinante de su pensamiento en Freud, no sólo a nivel del escepticismo sino además sobre el empirismo.

Hume sostuvo que nadie puede conocer nada por fuera de la experiencia y que ésta-basada en la percepción subjetiva de uno mismo- nunca proporciona un conocimiento auténtico de la realidad. 15 Freud toma de la Historia natural de Hume, presupuestos del escepticismo frente al animismo, para fundar explicaciones psicológicas y una confianza en la ciencia positiva, en particular el amarre de la especulación a los datos emergidos de la experiencia.

Puede hallarse en Freud una coincidencia con este pensamiento cuando, ante lo demostrable o indemostrable de la experiencia de la telepatía, afirma: "Estamos dispuestos a identificarnos con el escéptico que sólo admitirá una comunicación de esta especie si es formulada inmediatamente después de la experiencia, y aun así, quizá no sin sentir ciertos escrúpulos." 16

Hume y Freud comparten el escepticismo hacia lo sobrenatural y la confianza en la ciencia. No obstante, respecto a la concepción de la experiencia se presentan divergencias.

Freud comienza a verificar que la objetividad se puede poner en cuestión, cuando la dimensión subjetiva de las pasiones del observador incide en su observación, falseando la experiencia y perturbando el juicio. No obstante, en vez de retroceder como Descartes ante el genio maligno que podía presentar a su percepción, imágenes oníricas, con la misma intensidad que la percepción despierta, Freud pretende domeñar ese genio maligno llamándolo inconsciente e infiriendo las leyes de su funcionamiento, deducidas de la escucha, es decir, de la experiencia del análisis.

En otro lugar, Freud se refiere en otros términos a la experiencia respecto al conocer, en el que declaraba un punto semejante a Hume, específicamente relacionado con la aprehensión de la doctrina psicoanalítica, pues pensaba que "las enseñanzas del psicoanálisis están basadas en un número incalculable de observaciones y experiencias y sólo aquel que ha repetido estas observaciones en sí mismo y en los demás está en una posición de alcanzar un juicio personal sobre ellas." 17 Esto es, que sin la experiencia en la propia persona es imposible asimilar el psicoanálisis. Se espera que el saber psicoanalítico se convierta para el sujeto en una especie de convicción racional, cuando ha experimentado en sí mismo lo que es el inconsciente, la represión, la transferencia, la pulsión, etcétera, en la medida en que encuentra en su propia historia pruebas que no pueden aportar el estudio de los libros y de las teorías. Lo que da a la experiencia una positividad.

Esto demuestra el valor que Freud concedía a la experiencia. Para el médico vienés, la experiencia puede incluso rectificar los juicios derivados de una experiencia previa. La experiencia, como dato en un caso clínico, fuerza al investigador a revaluar constantemente su juicio con base en la variación de la experiencia. La experiencia impone límites al yo en la estructuración psíquica, obligándolo a tener en cuenta la realidad, pero también lo enriquece con la experiencia del mundo exterior propiamente dicho. Igualmente, la experiencia limita al investigador en esa misma aprehensión de la realidad. Freud hace incluso equivaler la experiencia a lo concreto, opuesto a la abstracción científica. 18

Y si bien esta experiencia puede enseñar, testimoniar, revelar, corroborar, subrayar, mostrar o demostrar la validez o el error de los conocimientos adquiridos a través de ella o de las especulaciones teóricas, con los que puede incluso construir los fundamentos de una teoría, "equivalentes" a los fundamentos de la experiencia misma.. Freud siempre consideró estos conceptos o conocimientos como provisionales, hasta que la experiencia viniera a refutarlos, momento en el cual habría que desechar dichos conocimientos, por más esperanzas que se hayan fundado sobre ellos.

La sujeción a la experiencia era, al igual que en Hume, un principio epistemológico en Freud. Incluso compara "el sólido suelo de la experiencia," 19 con la razón misma, a la que a la larga nada logra resistir; nociones que se contraponen radicalmente a aquellas en que se funda la religión. 20 Por esto mismo puede calificarse también de escéptico a quien, como Hume, optaba por encontrar en la experiencia un procedimiento racional, opuesto a toda metafísica o religiosidad con pretensiones de producción de conocimiento.

El énfasis en la experiencia no puede, sin embargo, ser suficiente para catalogar a Freud como un positivista pues, al mismo tiempo concede valor a la experiencia en relación con la construcción teórica, la especulación y la creación de hipótesis e interpretaciones auxiliares, de las que se dedujeran las leyes del funcionamiento de la experiencia misma. Es un procedimiento que lo aleja del positivismo radical limitado al registro "objetivo" de la experiencia, sin más.

Jacques Lacan 21 señala en Hume su esfuerzo racionalista de encontrar la causa primera y la relaciona con el inconsciente: "Sólo como instancia del inconsciente, del inconsciente freudiano, se capta la causa en ese nivel de donde un Hume pretende desemboscarla y que es precisamente aquel donde toma consistencia: la retroacción del significante en su eficacia, que hay que distinguir totalmente de la causa final." 22

De este fragmento, podemos concluir que la confianza en la experiencia no hace de Freud un positivista en el sentido de Hume, pero lo trasciende cuando en el inconsciente encuentra la causa racionalista que se le negó a Hume.

Kant, el cielo estrellado y el imperativo superyoico en el corazón

Freud, de algún modo, compartía una aspiración kantiana, pues su uso del concepto de experiencia puede en ciertos pasajes equipararse con el concepto de razón. Es algo igualmente elaborado por Hegel, en un pasaje frecuentemente citado por Jacques Lacan donde hace una equivalencia primero entre lo racional y lo real y luego entre lo real y lo racional. 23 Kant desprende de esta idea, una teodicea de la naturaleza y de la historia, una afirmación radical de la existencia del sentido por sí misma. Ese acuerdo, sin embargo, no hace que Freud pueda excluir al sujeto de toda participación propiamente dramática, y por consiguiente trágica, en la realización de la verdad de su deseo 24 Es un presupuesto sobre el cual Freud construye su "ciencia que se elevó sobre esta frágil creencia, la misma, en suma, que se expresa en los términos siempre retornados en un horizonte de nuestra mira: todo lo real es racional, y todo lo racional es real." 25

Es una creencia que se soporta en los paradigmas newtonianos de las leyes de la naturaleza y en una confianza en la razón y en el psiquismo del que aspira igualmente a inferir sus leyes. Pero es una realidad ingenua que confía plenamente en la razón, y Freud, investigador del inconsciente, es un gran racionalista, sabe que en el pasado de los sujetos hay acontecimientos que han tomado una dimensión traumática, y por tanto difícilmente se inscriben en un orden de realidad. Pero Freud coincide con Kant en el punto en que ambos reconocen diferentes campos de la realidad, y que los problemas que plantean uno y otro se organizan igualmente en registros diferentes.

Pero las leyes de esa racionalidad, pretendidas universales, también encuentran un límite en el pensamiento psicoanalítico. Según Kant la razón da una seguridad y una certeza de lo que se experimenta por sí mismo. Dentro de esta esfera de la experiencia, nociones fundamentales como espacio y tiempo son ciertas; se trata de una esfera de la experiencia que constituye a prioris fundamentales como el espacio y el tiempo, nociones newtonianas, claro está, y por ello universales y absolutas.

Al referirse Kant al espacio y el tiempo como categorías a priori , les da la cualidad de conocimientos que la experiencia supone, pero que no es suficiente para explicarlas, y no obstante son nociones que no tienen aplicación en otro ámbito que en la experiencia misma; 26 Para el positivismo se trata de categorías absolutas como las de Kant y Newton.

Nuestra insistencia en este aspecto crucial obliga a pensar el problema del tiempo lógico, psicológico y cronológico en el contexto historiográfico de la historia de las mentalidades y de la concepción psicoanalítica de esas temporalidades. Baste por el momento decir que Freud se aleja de los a prioris kantianos, cuando habla de una cierta atopía del inconsciente y de una cierta atemporalidad del mismo, y por supuesto del pensamiento inconsciente. No obstante, desde el punto de vista del escepticismo y del racionalismo, Freud es más positivista que Kant.

En el prólogo a su texto Tótem y Tabú, Freud cita a Kant en estos términos: "La diferencia [entre el análisis del tótem y el tabú] estriba en el hecho de que aún hay tabúes entre nosotros. Aunque expresados en forma negativa y dirigidos hacia otra materia, en su naturaleza psicológica no difieren del `imperativo categórico' de Kant, que trabaja de manera compulsiva rechazando toda motivación consciente."27 Freud extiende la analogía del tabú al superyó, y en este contexto, volvemos a encontrar una alusión a Kant con relación a la construcción de esta instancia moral en el sujeto y al imperativo categórico: "el superyó conservó así caracteres esenciales de las personas introyectadas [durante el Edipo]: su poder, su rigor y su inclinación a la vigilancia y al castigo [...] ha de suponerse que la separación de los instintos, provocada por tal introducción en el yo, tuvo que intensificar el rigor. El superyó, o sea la conciencia moral que actúa en él, puede, pues, mostrarse dura, cruel e implacable contra el yo por él guardado. El imperativo categórico de Kant es, por tanto, el heredero directo del complejo de Edipo." 28

Discutiendo el problema de las concepciones del Universo, Freud cita de nuevo a Kant así: "En una frase famosa, el filósofo Kant invoca la existencia del firmamento estrellado y la de la ley moral en nuestro corazón, como los testimonios más firmes de la grandeza de Dios. Por singular que parezca semejante yuxtaposición [...] roza una magna verdad psicológica. El mismo padre (la instancia parental), que ha dado la vida al niño y le ha protegido de los peligros de la misma, le enseñó lo que debía hacer y lo que no debía, le indicó la necesidad de someterse a ciertas restricciones de sus deseos instintivos y le hizo saber qué consideraciones debía guardar a padres y hermanos si quería llegar a ser un miembro tolerado y bien visto del círculo familiar y luego de círculos más amplios. Por medio de un sistema de premios amorosos y castigos, el niño es educado en el conocimiento de sus deberes sociales y se le enseña que la seguridad de su vida depende de que los padres, y luego los demás, le quieran y puedan creer en su amor hacia ellos. Todas estas circunstancias las integra luego el hombre, sin modificaciones, en la religión." 29

Es un verdadero manifiesto de la incredulidad en la metafísica, cuando reduce la grandeza en la que Kant creía encontrar las pruebas de la existencia de Dios, a una ley psicológica, según la cual los dioses no son otra cosa que la proyección de la imago paterna sobre los cielos, anudada al imperativo categórico del superyó, heredero de esa misma constelación parental. Es el escepticismo el que hace a Freud más positivista que Kant.

Freud ante el padre del positivismo

En sentido propio, el positivismo señala las doctrinas de Augusto Comte 30, expuestas esencialmente en el Curso de filosofía positiva (1830-1842), el Discurso sobre el espíritu positivo (1844) y el Catecismo positivista (1852-1854).

La filosofía positivista de Auguste Comte abandonó la especulación de lo sobrenatural a favor de la investigación científica. Según él, el conocimiento de todos los temas, desde la astronomía a la sociología debería venir de la correlación de la evidencia empírica. El estudio sistemático de Comte sobre la estática y la dinámica de la sociedad, asentó las bases de la sociología moderna que al principio llamó física social.

No obstante su militantismo por la dimensión científica y objetiva, Lacan encuentra una objeción a Comte cuando señala que: "mucho después de la revolución cartesiana y la revolución newtoniana, todavía vemos, en el corazón de la doctrina positivista, una teoría religiosa de la tierra como gran fetiche, perfectamente coherente con el siguiente enunciado de Comte -que nunca podremos conocer nada de la composición química de los astros, que los astros continuarán estando clavados en su sitio, es decir, si sabemos aportar otra perspectiva- o en pura función de significantes. Mala suerte: casi en aquellos días, el análisis de la luz nos permitía ver en los astros mil cosas a la vez, incluida su composición química. Se consuma entonces la ruptura entre la astronomía y la astrología -lo cual no quiere decir que la astrología no viva todavía para un gran número de gente." 31

El escepticismo de Freud lo aleja del positivismo así entendido, porque la mistificación que Comte combate por la puerta se le filtra por la ventana. La confianza de Freud en la ciencia es la base sobre la que cultiva dicho escepticismo, esa es su positividad.

Augusto Comte "eligió la palabra positivismo sobre la base de que señalaba la realidad y la tendencia constructiva que él reclamó para el aspecto teórico de la doctrina". En general, se interesó por la reorganización de la vida social para el bien de la humanidad a través del conocimiento científico, y por esta vía, del control de las fuerzas naturales.

Los dos componentes principales del positivismo, la filosofía y el gobierno (o programa de conducta individual y social), fueron más tarde unificados por Comte en un todo, bajo la concepción de una religión, en la cual la humanidad era el objeto de culto. Numerosos discípulos de Comte rechazaron este desarrollo religioso de su pensamiento, porque parecía contradecir la filosofía positivista original." 32

Joseph Fontana critica que Comte extraiga de la concepción histórica de Condorcet toda referencia a las formas de organización social, y conserve sólo "la marcha progresista del espíritu humano" como algo autónomo que basta para explicar el cambio histórico. Era algo que para Comte se desprendía "del estudio empírico del proceso histórico, en especial de la progresión de diversas ciencias interrelacionadas." 33

Comte proclamó una evolución independiente del pensamiento en tres estadios . Según él, cada una de las ciencias o ramas del conocimiento ha pasado sucesivamente por tres estadios teoréticos diferentes: "el estadio teológico o ficticio; el metafísico o estadio abstracto; y por último, el científico o positivo"34.

La idea de los tres estadios es retomada a su manera por Freud en Tótem y Tabú cuando dice: "Si hemos de seguir a los autores, la humanidad ha producido tres de estos sistemas de pensamiento, tres grandes cosmovisiones en el curso de las épocas: la animista (mitológica), la religiosa y la científica. Entre ellas, la creada primero, la del animismo fue acaso la más rica en consecuencias y la más exhaustiva, pues explicaba acabadamente la esencia del universo. Ahora bien, esta primera cosmovisión de la humanidad es una teoría psicológica. No forma parte de nuestros propósitos mostrar cuánto de ella se puede pesquisar todavía en la vida del presente, ya sea desvalorizado en la forma de la superstición, o vivo como base de nuestro hablar, creer y filosofar." 35

Finalmente, sólo el último estadio de esta evolución reviste un carácter auténticamente científico o positivo. En éste el espíritu humano renuncia a "conocer las causas íntimas de los fenómenos" o a tratar de averiguar "el origen y destino del universo", para concentrarse en "descubrir, por el uso bien combinado del razonamiento y la observación, sus leyes efectivas." 36

El reconocimiento de estadios del pensamiento no empuja a Freud a crear un psicoanálisis científico para los analistas y otro religioso para los legos, como llegó a pensar Comte su positivismo. El esfuerzo de transmisión de Freud da cuenta de su sencillez a la par que de un rigor conforme a los ideales de la ciencia de la época.

Freud se acoge a la corriente de muchos otros positivistas, pero sus definiciones pueden confrontarse. En efecto, el psicoanálisis le da un gran valor a los hechos, pero como la reconstrucción de los mismos pasa por la memoria de los sujetos, tiene en cuenta las contingencias de la rememoración. Por esta razón puede ofrecer una teoría de la memoria bastante consistente que puede aportar a la historia elementos de interés para el análisis de nociones, como la de memoria colectiva.

Ahora bien, mientras que el positivismo sólo da crédito a los datos demostrados por las ciencias experimentales, Freud se esfuerza en encontrar en las ciencias naturales un modelo equivalente, pero su objeto le impone otras referencias, como la del inconsciente, que se escapa al paradigma experimental. Así, aunque las obras Psicopatología de la vida cotidiana, La interpretación de los sueños y El chiste y su relación con el inconsciente, puedan ser interpretadas como la tentativa experimental para demostrar la hipótesis del inconsciente, son textos argumentativos. Esto impone que la dimensión experimental se desprenda de una coherencia lógica, más que de una fenomenología fácil.

Ya hemos observado el lugar de la experiencia en Freud, como una medida para controlar, más que evitar, la abstracción o la especulación cuando ésta pierde su base en la clínica. Respecto a la renuncia de los a priori, para relacionarse con la experiencia, Freud plantea la neutralidad del analista, nacida no de un acto volitivo, sino del hecho de que éste se hubiera sometido a sí mismo a un análisis que le hiciera conocer sus propios prejuicios, significantes amos y modalidades de goce que pudieran obnubilar su aprehensión de los relatos de sus pacientes.

Lacan reinterpreta esta neutralidad a partir de otros paradigmas para proponer, en lugar de ella, el concepto de deseo del analista, donde se renuncia a la ilusión de la no implicación del ser del analista en su acto, o del investigador social en su investigación, y, al contrario, aceptar sus prejuicios y reconocer una implicación subjetiva que, no obstante, pone de lado los intereses del yo del analista, para anteponer el deseo de que el otro se analice a su propia subjetividad

No hay un concepto equivalente en la ciencia para designar el "deseo del científico", pero sí hay esfuerzos para renunciar al viejo esquema que ilusoriamente separa el sujeto del objeto, y pretender ser objetivo borrando al sujeto del conocimiento en el acto de conocer. Ahora se asume que el investigador social también está inmerso en el objeto que estudia, y se trata de pensar su subjetividad como una variable dentro de su abordaje, que puede incluso, cambiar la naturaleza de su objeto. Un poco a eso es que apunta el concepto de deseo del analista.

El psicoanálisis matiza la concepción de la imposibilidad de conocer "las cosas en sí" y recomienda limitarse al reconocimiento de las relaciones y las leyes en los hechos, pues en lugar de los dos mundos paralelos del dominio inaccesible "de las cosas en sí" y el de las ideas, reconoce tres dimensiones que vienen a constituir tanto el dominio de la constitución del sujeto, como en la construcción de la realidad del mismo se hace a partir de los diferentes anudamientos de esas dimensiones real, simbólica e imaginaria. En esta vía sólo lo real permanecería "inaccesible" porque escapa a la simbolización e imaginarización, pero el esfuerzo del conocimiento no sería la permanente tarea de escudriñar ese real mediante las otras dimensiones para construir la lógica de su funcionamiento, siendo precisamente la lógica la disciplina que más se acerca a decantar lo real. Es algo que aleja toda posibilidad de fundamentación positivista del psicoanálisis.

El positivismo científico de Freud

"El positivismo -para Peter Gay- no era tanto una escuela organizada de pensamiento como una actitud profunda con respecto al hombre, la naturaleza y los estilos de investigación. Sus devotos esperaban llevar el programa de las ciencias naturales, sus descubrimientos y métodos, a la investigación de toda acción y de todo pensamiento humanos, privados y públicos. Es característico de esa tendencia intelectual que Auguste Comte, el profeta del positivismo en su forma extrema, a principios del siglo XIX, considerara posible fundar el estudio del hombre en sociedad, sobre una base fiable; inventó el término "sociología" y la definió como una especie de física social. Nacido en el seno de la ilustración del siglo XVIII, rechazando la metafísica de un modo sólo marginalmente menos decisivo que la teología, el positivismo había prosperado en el siglo XIX con los triunfos espectaculares de la física, la química, la astronomía y la medicina. Brücke era su representante más eminente en Viena." 37

Ernst Wilhen von Brücke era profesor de fisiología y director del Instituto de Fisiología de Viena, donde Freud trabajó durante seis años como ayudante. Esa es la conexión directa por la que pudo haber recibido la influencia de las ideas positivistas de Comte, pero sobre el terreno de la histología y la fisiología.

Freud reconoce que Brücke (1819-1892) fue su respetado maestro de fisiología: "En mi juventud predominó el afán de comprender algo de los enigmas de este mundo y acaso contribuir en parte a su solución. Mi inscripción en la facultad de medicina pareció el mejor camino para conseguirlo, pero luego intenté -sin éxito- consagrarme a la zoología y la química, hasta que bajo la influencia de Von Brücke -la máxima autoridad que haya influido sobre mí- permanecí adherido a la fisiología, que por ese tiempo se limitaba demasiado fácilmente a una histología." 38

Freud "trabajó en su laboratorio resolviendo los problemas que el reverenciado profesor le planteaba, con evidente satisfacción por parte de Brücke, y por la suya propia. Descifrando los enigmas del sistema nervioso, primero de peces inferiores y después de seres humanos, dando satisfacción a las expectativas y requerimientos de su riguroso maestro [...] La filosofía de la ciencia de Brücke no tuvo para Freud menor valor formativo que aquel profesionalismo. Brücke era positivista por temperamento y convicción." 39

Con Ernest Brücke, Freud comenzó ciertamente a aprender un hábito científico, encontrando allí modelos a los que en principio pudo fijarse enteramente. Pero Brücke era además de maestro en fisiología, animador de la Sociedad Berlinesa de Física en 1845, y esa doble posición permite explicar porqué para él la fisiología era una extensión de la física. En ese sentido, la física de los organismos, en virtud de la ley de la conservación de la energía que unificaría ambas ciencias, dice que un organismo es "la suma de las fuerzas que permanece constante en todo sistema aislado." 40

Brücke había conocido en la década de 1840 a su brillante compañero Emil du Bois-Reymond, quien con sus estudios aportó el conocimiento de los procesos metabólicos y la fisiología de los músculos y nervios; su amistad le sirvió: "para arrojar solemnemente al montón de basura de la superstición todo panteísmo, todo misticismo natural, toda mención de fuerzas divinas ocultas manifestándose en la naturaleza. El vitalismo, la filosofía romántica de la naturaleza, entonces corriente entre los científicos naturales, con su vago discurso poético acerca de los poderes innatos y misteriosos, suscitaban su resistencia y estimulaban sus talentos para la polémica ingeniosa." 41

"La enérgica afirmación de Freud en cuanto a que el psicoanálisis no tenía ninguna cosmovisión [Weltanschaung] propia, y que nunca podría tenerla, fue su modo de rendir tributo a sus maestros positivistas años más tarde: el psicoanálisis (según el resumen del tema en 1932) "es un fragmento de la ciencia y puede adherirse a la cosmovisión científica". En pocas palabras, el psicoanálisis, como todas las ciencias, se consagra a la búsqueda de la verdad y a desenmascarar ilusiones. Lo mismo podría haber dicho Brücke." 42

Lacan dice que Helmholtz, Du Bois-Raymond y Brücke, tenían una fe jurada, y es que ellos elaboran un sermón que quieren imponer en su siglo. Ernest Jones, el alumno de Freud que se encargó de su biografía, cita un escrito de Du Bois-Reymond, de 1842, así: «Brücke y yo hemos hecho el solemne juramento de dar vigor a esta verdad: No existen en el organismo otras fuerzas activas que las fuerzas físicas y químicas corrientes. En aquellos casos que, por el momento, no pueden ser explicados por estas fuerzas, se debe buscar de hallar la forma o vía específica de la acción de estas últimas, mediante el método físico-matemático, o bien suponer la existencia de nuevas fuerzas, iguales en dignidad a las fuerzas físico-químicas inherentes a la materia, y reductibles a la fuerza de atracción y repulsión." 43

Para Peter Gay, "según las palabras de Du Bois-Reymond, su investigador ideal era el científico de la naturaleza que no estuviera influido por "preconceptos teológicos". Cuando Hermann Helmholtz, ese renacentista del siglo XIX, a punto de adquirir fama mundial por sus aportaciones a una desconcertante variedad de campos -la óptica, la acústica, la termodinámica, la física, la biología- se unió a Brücke y a Du Bois-Reymond, la "escuela" quedó completa. Su influencia se difundió rápida e irresistiblemente; sus miembros y seguidores ocuparon prestigiosas cátedras en las más importantes universidades y establecieron un tono para los periódicos científicos. Mientras Freud estudiaba en Viena, los positivistas tenían el control." 44

Los epistemólogos quieren ver en el paso de Freud por esta doctrina, el origen del punto de vista económico de su Metapsicología, pero también del principio de constancia y de Nirvana que se sostiene en el primer modelo del aparato psíquico sostenido por Freud en su Proyecto de psicología científica para neurólogos. Es decir que ve a Freud como un vástago postrero del positivismo.

Al leer el Proyecto de Freud, en efecto se encuentran metáforas mecanicistas y un vocabulario técnico (neuronas, cantidad, reglas biológicas de la atención y la defensa, etcétera) que constituía el lenguaje de su mundo, de su formación médica y del Hospital General de Viena. El intento de establecer la psicología como una ciencia natural sobre la sólida base de la neurología, se adecuaba a las aspiraciones de los positivistas con los que Freud había estudiado, y cuyas esperanzas y fantasías él trataba entonces de realizar con su trabajo. Nunca abandonó su ambición de fundar una psicología científica" 45. No obstante, su descubrimiento del inconsciente, hizo que su ambición de cientificidad se alejara del positivismo y se adentrara en otros paradigmas.

En efecto, Lacan en lugar de endeudar a Freud con sus maestros, evoca su salida, su ruptura respecto al siglo cientificista representado en Brücke, Helmholtz, y Du Bois-Reymond. Señala que si Freud pudo salir de esta fe jurada, cuyas premisas no permitían salir, es porque confiere importancia a sus antinomias de infancia, a sus sueños, a sus perturbaciones neuróticas, porque su deseo es potente y lo coloca en medio de sus contingencias, la muerte, la mujer, el padre.

La sola acepción del deseo para Freud lo aleja del positivismo, tal como lo constata Lacan: "la doctrina de Freud implica el deseo de una dialéctica. [...] Y ya con esto he dicho que el deseo no es una función vital en el sentido en el que el positivismo ha dado su estatuto a la vida." 46

Pero respecto a la influencia del positivismo o cientismo que por esta vía pudo recibir Freud, Lacan opina lo siguiente: "Decimos, contrariamente a lo que suele bordarse sobre una pretendida ruptura de Freud con el cientificismo de su tiempo, que ese cientificismo mismo, si se tiene a bien designarlo en su fidelidad a los ideales de un Brücke, a su vez transmitidos del pacto al que un Helmholtz y un Du Bois-Reymond se habían consagrado de hacer entrar a la fisiología y a las funciones del pensamiento, consideradas como incluidas en ella en los términos matemáticamente determinados de la termodinámica, llegada a su casi acabamiento en su tiempo, el que condujo a Freud, como sus escritos nos lo muestran, a abrir la vía que lleva su nombre a la eternidad. Decimos que esta vía no se desprendió nunca de los ideales de ese cientificismo, ya que así lo llama, y que la marca que ella aporta no es contingente sino que sigue siéndole esencial. Que es por esa marca por la que conserva su crédito, a pesar de las desviaciones a las cuales se ha prestado, y ésta es la medida en que Freud se opuso a esas desviaciones, siempre con una seguridad sin vacilaciones y un rigor inflexible." 47

Notas

1 Este artículo constituye un resultado parcial de la investigación Psicoanálisis e Historia de las mentalidades, inscrita en el CODI, Universidad de Antioquia durante el año 1999-2000.

2 Sigmund Freud, El porvenir de una ilusión, en: Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1986.

3__________, "En torno a una cosmovisión", en: Obras completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1986.

4 Citados por Peter Gay en Un judío sin Dios: Freud, el ateísmo y la construcción del psicoanálisis, Ada Korn Editora, Buenos Aires, 1994, p. 24.

5 Peter Gay, Ibíd., p. 29.

6 Ibíd., p. 30

7 Peter Gay, Ibíd., p. 46.

8 Carta de Freud a Pfister, "9 de octubre,1918, citado por Peter Gay, Ibíd., p. 53.

9 Nombre dado a los filósofos franceses racionalistas del siglo XVIII que abandonaron la idea de Dios a favor del espíritu científico, entre los cuales se cuentan Voltaire, Diderot, Condillac, Turgot. Luego la historia les sumó también los nombres de los iluministas: Darwin, Lichtemberg, Lessing, Feuerbach, entre otros.

10 Citado por Peter Gay, Ibíd., p. 56.

11 Sigmund Freud, "El porvenir de una ilusión" (1927), en: Obras completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1979, p. 35.

12 Ídem.

13 Peter Gay, Ibíd., p.63.

14 Citado por Peter Gay, Ibíd. , p.79.

15Microsoft Corporation, "Hume, David", en: Enciclopedia Microsoft® Encarta® 98 © 1993-1997.

16 Sigmund Freud, "Psicoanálisis y telepatía", Obras Completas, en «Freud total» 1.0 (versión electrónica).

17 Freud Sigmund, Compendio de psicoanálisis, Prefacio, Obras Completas, en «Freud total» 1.0 (versión electrónica)

18 Freud Sigmund, Un recuerdo infantil de Leonardo de Vinci, en «Freud total» 1.0 (versión electrónica).

19 Freud Sigmund, Sobre los tipos libidinales, Obras Completas, en «Freud total» 1.0 (versión electrónica)

20 Freud Sigmund, El porvenir de una ilusión, Obras Completas, en «Freud total» 1.0 (versión electrónica)

21 Psicoanalista francés (1900-1981) quien produjo una revolución teórica, clínica y política en el psicoanálisis a partir de su enseñanza llamada "el retorno a Freud".

22 Lacan Jacques, "Posición del inconsciente", Escritos 2,Siglo XXI, México, 1985, p.818.

23 ____________, "La dirección de la cura y los principios de su poder", en: Escritos 2, ed.Siglo XXI, año 1985, p.565.

24 ________, "El yo en la teoría de Freud y en la técnica del psicoanálisis" (clase 14), El seminario, libro II.

25 ----________, El seminario, libro VII. "La ética del psicoanálisis", Ed. Seuil, París.

26 André Lalande, Vocabulaire technique et critique de la philosophie, PUF, 1988, París, p.74.

27 Freud Sigmund, Tótem y Tabú, Obras Completas, en «Freud total» 1.0 (versión electrónica).

28 Freud Sigmund, El problema económico del masoquismo, Obras Completas, en «Freud total» 1.0 (versión electrónica)

29 Freud Sigmund, Nuevas lecciones de introducción al psicoanálisis, Lección XXXV, Obras Completas, en «Freud total» 1.0 (versión electrónica)

30 filósofo y matemático francés, (1798-1857)

31 Lacan Jacques, El Seminario, Libro XI, los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Seuil, París, 1973, p.140

32 Íd.

33Microsoft Corporation, Enciclopedia Microsoft® Encarta® 98 © 1993-1997.

34 Íd.

35 Freud Sigmund Tótem y tabú, (1913) Vol. 13, Obras Completas, Ed. Amorrortu.

36 Citado por Joseph Fontana, Historia: Análisis del pasado y proyecto social, Crítica, 1982, Barcelona, Ibíd., pp. 123-124

37 Peter Gay, Freud, una vida de nuestro tiempo, Paidos, 1990, Barcelona.

38 Sigmund Freud, ¿Pueden los legos ejercer el análisis?, 1926, Obras Completas, Amorrortu, versión electrónica.

39 Peter Gay, Ibíd, p.57-58.

40 Citado por Paul Laurent Assoun, en Introduction à l´épistemologie freudienne, Payot, París, p.102.

41 Ibíd. p.59

42 Ibíd. p. 59-60.

43 Jones Ernest Vida y obra de Sigmund Freud, Buenos Aires: Hormé, 1, p. 51-52.

44 Gay Peter, Ibíd. , p.59.

45 Ibíd.,p.106

46 Lacan Jacques, El Seminario, libro VIII, La transferencia, Seuil, París, 1991, p.117

47 Lacan Jacques, El Seminario, Libro XIII, El objeto del psicoanálisis, Clase 1 del 1 de Diciembre de 1965, inédito.

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