Investigación à Psicoanálisis

Trabajos de Investigación Clínica y de Inserción del Psicoanálisis en diversas Áreas Temáticas
Investigaciones teórico conceptuales

Un reto en el análisis: la repetición en transferencia

Marina Francalanza.
marina_francalanza@hotmail.com

Mira el reloj, se derritió.
Rebobinando hacia adelante te alcanzó.
Ecos de antes rebotando en la quietud
.
(Gustavo Cerati, fragmento de la canción “Deja Vú”)

M, paciente hombre de 43 años, decide realizar una consulta luego de haber sido “bochado” en el examen psicodiagnóstico para obtener el registro de conducir. A lo largo de las entrevistas preliminares, manifiesta reiteradas discusiones con su mujer, quien suele retarlo a causa del grupo de amigos con quienes se relaciona o frente a la decisión de M. de comenzar a asistir al gimnasio, pues, según su pareja, mirará a otras mujeres. Más adentrado en el tratamiento, el paciente expresa que las psicólogas que administraron la batería psicodiagnóstica perteneciente al examen de conducir también lo retaron por su desempeño y su actitud durante la evaluación. En algunas sesiones comenta repetidas veces que asiste a la misma con su automóvil, sin contar con el registro de conducir. Su postura al realizar esta declaración es pícara y desafiante, como si esperara una reacción determinada por parte de su analista.
A su vez, M. reproduce en sesión situaciones escolares, como si estuviera rindiendo un examen oral: al inicio de las entrevistas expresa no saber de qué tema hablará y muestra alivio al finalizar la sesión, como si fuera un obstáculo que ha logrado sortear. Comenta en reiteradas oportunidades que mostrará a su analista dibujos que él realizaba en su época de estudiante de Bellas Artes pero nunca se acuerda de presentarlos. Él mismo expresa cada vez que esto ocurre que se olvida de llevarlos a sesión.

En base a este recorte clínico puede escucharse un modo de goce singular que comanda al sujeto, bajo la forma de ser retado, lo cual se plasma en la transferencia. En Recordar, repetir, reelaborar, Freud define a esta última como “la palestra donde (el paciente) tiene permitido desplegarse con una libertad casi total, y donde se le ordena que escenifique para nosotros todo pulsionar patógeno que permanezca escondido en la vida anímica.” (1914, p. 156)
¿Qué hacer como analista con el agieren, aquello que el sujeto actúa y repite en análisis? ¿Cómo lograr, en este caso concreto, que el reto como modo de goce en este paciente sea un reto y un desafío efectivamente sorteado por el analista?
Freud propone en el texto mencionado que “el principal recurso para domeñar la compulsión de repetición del paciente y transformarla en un motivo para recordar reside en el manejo de la transferencia.” (Ibíd). Esto implica que es esencial pasar en todo análisis por el despliegue simbólico de la cadena significante, y la posterior resignificación de los mismos mediante la interpretación, pero ello no es suficiente. Desde una lectura lacaniana, el sujeto repite algo del orden de lo real, un goce que desconoce y no puede poner en palabras, es decir, escapa al registro de lo simbólico. Es por ello, que el padre del psicoanálisis pone el énfasis en la maniobra transferencial y no en el recurso de la interpretación como modo de relanzar el trabajo analítico frente a aquello no dicho.

La propuesta que puede extraerse de los textos freudianos para alcanzar el manejo de la transferencia reside principalmente en que “la cura debe ser realizada en abstinencia” (1914, p. 168): abstinencia de la satisfacción pulsional en el espacio analítico. Desde la perspectiva de J. Lacan, puede agregarse que la dirección de la cura residiría en no responder a la demanda del sujeto, mediante la cual el mismo busca que el analista, encarnando al Otro, otorgue un sentido a lo que le ocurre. No obstante, no se trata exclusivamente de la búsqueda de un significado en el campo del Otro, sino que toda demanda es, ni más ni menos, una demanda de amor.

El  no satisfacer a la demanda del piso inferior del grafo, abre el enigma y la posibilidad de la regresión discursiva del paciente. Esto implica que el sujeto pueda preguntarse por el deseo del Otro, y pueda, vía regresiva, articular los significantes amos que lo marcaron (aquellos que recortaron su cuerpo, constituyendo la demanda del Otro).
De este modo puede accederse a lo pulsional, dejando lugar al deseo del analizante.

Entonces, ¿con qué herramientas cuenta el psicoanalista para alcanzar y mantener la  abstinencia y el alojamiento de la pulsión en análisis, expresada como un singular modo de goce del paciente?
Tanto en Recordar, repetir, reelaborar como en Puntualizaciones sobre el amor de transferencia, Freud insiste en la importancia de que el analista logre ser paciente, respetando los tiempos del analizante para que pueda comenzar a simbolizar algo de lo que actúa en análisis.

Además de la paciencia sugerida por Freud, en este material clínico en particular, se utilizó como recurso primordial el silencio del analista para que el paciente pueda empezar a simbolizar algo del agieren que lo comanda. El silencio del analista puede tomar la forma de la ausencia de palabra pero principalmente surte efecto como vacío y agujero de sentido. La abstinencia, en este caso, de sentido, abre la vía hacia el segundo piso del grafo.
El silencio en sí mismo, en determinadas instancias, se encuentra cargado de una profunda significación por la función que cumple: permite que el analizante exprese algo relacionado con el modo de goce desplegado, bajo la forma del vacío que encausa al sujeto. El silencio en transferencia, al constituir como enigmático al deseo, tiene un efecto de causación del mismo, estando por lo tanto al servicio del deseo del analista, y en condiciones de generar la asociación libre, es decir, predisponiendo una vuelta al terreno de lo simbólico.

Como modo de cierre, la actitud de la analista en el caso mencionado es guardar silencio frente a la demanda del paciente, alojando aquello que él mismo presenta, pero sin rechazar ni consentir su actitud. Este movimiento, conjuntamente con el señalamiento de que no existen respuestas correctas ni incorrectas en el espacio de análisis (diferenciándose de un examen escolar), es lo que se estima que permitió desembocar al analizante en un recuerdo infantil: en cierta ocasión, su madre lo retó con agresiones físicas luego de desaprobar un examen. Comienza a esclarecerse una serie de repetición donde son las mujeres quienes lo dejan en posición de “retado”. M. se angustia por primera vez en análisis. La implicación del paciente con su modo de goce será el próximo paso, pero al menos ya cuenta con la creencia de que existe una razón para que ello se produzca: la existencia del inconsciente. En términos de S. Freud:“En los recuerdos infantiles no se conserva sólo algo esencial de la vida infantil, sino en verdad todo lo esencial. Sólo hace falta saber desarrollarlo desde ellos por medio del análisis.” (1914, p. 150)

 Marina Francalanza (2016).

Bibliografía:

Trabajo presentado en las Jornadas Anuales de la Fundación Causa Clínica, en diciembre del 2016.

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