Investigación à Psicoanálisis

Contribuciones de la Epistemología, la Filosofía y la Semiótica
a la
Teoría de la Investigación en Psicoanálisis.

La investigación de las relaciones entre
Ludwig Wittgenstein y Charles S. Peirce
*

III SIMPOSIO DE HISTORIA DE LA LOGICA,
Pamplona, 3-5 mayo 1993

Jaime Nubiola
Universidad de Navarra

Hace ya más de treinta años Richard Rorty destacó la proximidad entre las Investigaciones Filosóficas (1953) de Wittgenstein y la concepción filosófica de Charles S. Peirce (1839-1914), el lógico y pensador americano fundador del pragmatismo. Lo que Rorty venía a defender es que Peirce había afrontado y rechazado con cinco décadas de antelación el empirismo positivista y había desarrollado un conjunto de opiniones y un estilo de hacer filosofía muy parecido al de los filósofos contemporáneos continuadores del segundo Wittgenstein. La afinidad entre la filosofía de Peirce y la más reciente nacida del rechazo del Tractatus y del positivismo del Círculo de Viena, llevaba a pensar que cuanto más se acercaran el estudio del pragmatismo peirceano y el de los escritos del segundo Wittgenstein, más luz arrojarían el uno sobre el otro (Rorty 1961).

De modo semejante, en tiempos más cercanos, Christopher Hookway ha insistido en que la mejor manera de comprender a Peirce es entenderlo como un filósofo analítico avant la lettre. Es bien conocido que Karl-Otto Apel hizo del pensamiento de Peirce la piedra miliar del proceso de transformación semiótica de la filosofía trascendental en filosofía analítica (Apel 1981 y 1985). Muchos de los rasgos distintivos de la filosofía analítica están ya presentes en Peirce, y muchos de los problemas que más preocuparon a Peirce están ahora en el núcleo de la discusión filosófica contemporánea. En este sentido, la mejor aproximación a Peirce es suponer que él buscaba hacer algo similar a la actual filosofía analítica del lenguaje, pues tanto sus motivaciones fundamentales como sus ideas básicas tienen mucho en común (Hookway 1985: 141).

A pesar de esta proximidad, la investigación académica en torno al pensamiento de Wittgenstein y Peirce ha tendido casi siempre a considerar de modo totalmente separado a ambos autores. En algunas ocasiones se ha afirmado que el carácter notoriamente pragmatista de las Investigaciones Filosóficas se debía a la influencia de Frank P. Ramsey: según esta interpretación fue el joven Ramsey quien —al despertar a Wittgenstein del sueño dogmático del Tractatus— habría orientado la reflexión wittgensteiniana en una dirección pragmática (Passmore 1957: 425). Sin embargo, se conocen de modo poco preciso los cauces de influencia efectiva de la filosofía pragmatista norteamericana en la conformación del pensamiento del segundo Wittgenstein.

En los escritos de Ludwig Wittgenstein no hay una sola mención de Charles S. Peirce, pero quizá tampoco puedan extraerse de esto conclusiones, pues es bien conocido su escaso aprecio hacia la práctica académica de reconocer la paternidad original de las ideas. Tanto en el prólogo del Tractatus como en el de las Investigaciones Filosóficas se excusa Wittgenstein por no emplear el aparato bibliográfico tradicional en las exposiciones de carácter académico: "no aduzco fuentes: para mí es indiferente que lo que he pensado haya sido antes pensado por otro" (1987: 11-13). "Por más de una razón lo que publico aquí tendrá puntos de contacto con lo que otros escriben hoy. —Si mis anotaciones no portan ningún sello propio que las señale como mías —no quiero tampoco reclamarlas ya como mi propiedad" (1988: 17).

De hecho, ni los alumnos de Wittgenstein ni sus colegas recuerdan haberle oído mencionar a Charles S. Peirce (Hardwick 1979: 30, n.5). En contraste con esto, en los últimos años de su vida, Wittgenstein tomó un interés considerable en William James y lo leyó personalmente. Con alguna frecuencia Wittgenstein se refiere en sus lecciones a él para ilustrar las confusiones en filosofía de lo mental, y al parecer durante cierto tiempo los Principios de Psicología de James era el único libro que conservaba en su habitación (Thayer 1968: 313).

En 1968 H. S. Thayer expresaba su esperanza de que un futuro historiador llegaría a aclarar la relación entre el pragmatismo americano y el pensamiento de Wittgenstein. Pues bien, veinticinco años después la relación entre Wittgenstein y Peirce sigue sin estar completamente aclarada, pues falta la prueba que muestre una conexión directa. Hay un cierto número de conexiones, de personas que en diverso grado tuvieron conocimiento de Peirce y estuvieron en contacto con Wittgenstein, pero —como ha señalado Hardwick (1979: 26)— falta el eslabón clave que estaría constituido por el conocimiento del contenido de las conversaciones de Ramsey con Wittgenstein en los dos últimos años de vida de aquel. "No es fácil decir qué debe Wittgenstein a Peirce", escribe Deledalle (1990: 134), pero resulta plausible afirmar que la vena pragmática del segundo Wittgenstein es de naturaleza peirceana (Hardwick 1979: 25).

Concretamente, el objetivo de mi comunicación será describir con algún detalle no tanto los temas comunes entre Peirce y el segundo Wittgenstein —que han sido expuestos por varios autores (Mullin 1961; Rorty 1961; Ransdell 1976; Bambrough 1981; Gorlée 1989; Hookway 1990; Fabbrichesi 1993)—, cuanto más bien las líneas concretas por las que la investigación académica ha establecido la conexión histórica entre ambos filósofos. Para ello, tras esta amplia presentación del marco de mi comunicación, dividiré la exposición en tres partes de extensión desigual. En primer lugar haré una presentación resumida de los datos disponibles acerca de la recepción de Peirce en la filosofía británica de las tres primeras décadas del siglo, prestando especial atención a Lady Welby, Charles Ogden y Bertrand Russell. En segundo lugar, daré noticia con cierto detalle de la mediación de Frank Ramsey como vínculo de unión entre Peirce y el segundo Wittgenstein, y finalmente, a modo de conclusión, haré una breve valoración global de la investigación académica de las relaciones entre ambos pensadores.

1. La recepción de Peirce en la filosofía británica: Lady Welby, Ogden y Russell.

Victoria Welby fue el principal contacto intelectual de Peirce en los últimos años de su vida en los que permaneció recluido en Milford, Pennsylvania, en una situación de notoria pobreza. Lady Welby era una figura prominente de la semiótica británica de finales de siglo. Se trataba de una mujer sin estudios superiores, pero gran apasionada del estudio de la significación, inventora de una nueva ciencia del lenguaje a la que llamó "Significs", colaboradora de Mind, y que conocía personalmente o tenía correspondencia con gran número de intelectuales de su tiempo.

La relación epistolar entre Peirce y Lady Welby —que duraría nueve años— comenzó en 1903 al enviarle ésta un ejemplar de su libro What is Meaning?. Peirce recensionó con entusiasmo aquel libro en una reseña conjunta con The Principles of Mathematics de Russell, al que dedicaría sólo el primer párrafo de la recensión, mientras que destinó dos páginas al de Lady Welby. La recensión comenzaba con la afirmación: "Estas son dos obras de lógica realmente importantes, o que en todo caso merecen llegar a serlo" (Hardwick 1977: 157).

Lady Welby tenía cierto conocimiento de la filosofía pragmática. Había mantenido correspondencia con William James, con el pragmatista británico F.C.S. Schiller y con los pragmatistas italianos Vailati y Calderoni (Hardwick 1977: xxix), y se convertirá en la gran difusora de Peirce en Gran Bretaña. En este sentido, envió copias de la carta de 12 de octubre de 1904 —en la que Peirce hacía un esbozo de la teoría completa de los signos— a muchos amigos y colegas, entre ellos a Russell, a Cook Wilson y a Ogden. Concretamente Ogden había sido fichado por Lady Welby en Cambridge como discípulo de Peirce (carta de Lady Welby, 2.5.1911; Hardwick 1977: 138-139), y a él le iba pasando los papeles sobre los grafos existenciales que recibía de Peirce y que ella no podía entender. Una de las aspiraciones de Lady Welby era la de reunir a Peirce y a Russell, y de hecho hizo de intermediaria entre ambos aunque sin éxito (Hardwick 1977: xxx). Muchos años después Russell reconocerá el trabajo de Lady Welby y de F.C.S. Schiller como antecedentes de su evolución filosófica hacia el problema de la relación entre el lenguaje y los hechos, pues en los Principia Mathematica había considerado el lenguaje como algo transparente y por tanto que podía usarse sin prestarle atención (Russell 1964: 13).

Charles Ogden, el antiguo discípulo de Lady Welby, publicó en 1923 en colaboración con I.A. Richards el libro The Meaning of Meaning, que tendría cierta importancia en la filosofía británica. En este libro, subtitulado "Un estudio de la influencia del lenguaje sobre el pensamiento y de la ciencia del simbolismo", Ogden incluyó en un apéndice una presentación de Peirce mediante extractos de tres de sus cartas a Lady Welby (12.10.1904, 14.12.1908 y 14.3.1909) y de dos artículos publicados en The Monist en 1905 y 1906. En marzo de 1923 C.K. Ogden, que había traducido y publicado el Tractatus con la ayuda del entonces estudiante Peter F. Ramsey (Wittgenstein 1973: 8), envió a Wittgenstein —que se encontraba en Puchberg como maestro rural— un ejemplar de The Meaning of Meaning. Cuando Wittgenstein contesta acusando recibo de su libro explica a Ogden que lleva un mes mal de los nervios y "por esta razón no he podido leer todavía su libro por entero" (Wittgenstein 1973: 69)

Como Ogden consideraba que en su libro venía a proporcionar una solución de tipo causal al problema del significado planteado en el Tractatus, Wittgenstein se sentía obligado a hacer una valoración del libro y le contestó con franqueza que le parecía que Ogden no había captado completamente los problemas que él había abordado en el Tractatus (Wittgenstein 1973: 69), y en carta a Russell del 7 de abril añade sobre The Meaning of Meaning: "¿No es un libro miserable? ¡La filosofía no es tan fácil como eso! Aquí se ve lo fácil que es escribir un libro grueso. Lo peor es la introducción (...) Rara vez he leído algo tan estúpido" (Monk 1991, 214).[pendiente de comprobar esta fuente]. De hecho esa aquella introducción de J.P.Postgate sería omitida en ulteriores ediciones.

A la vista de esta reacción es posible que Wittgenstein no llegara en su lectura a las páginas finales de The Meaning of Meaning en las que se incluyen los textos de Peirce, pero también resulta posible que leyera efectivamente esos textos y tuviera así algún primer acceso al pensamiento peirceano. De todos modos, sí que leería tanto la elogiosa mención de Peirce en el prólogo entre los autores de los que Ogden y Richards decían haber aprendido como en la primera página en la que se afirma que Peirce reconoció la importancia del problema del significado, pero que por su avanzada edad y por la penuria económica se había visto forzado a renunciar a la ambición de intentar resolverlo (1923: ix y 1). Aun así, la presentación de Ogden resulta un tanto oscura, centrada especialmente en clasificaciones, y más bien disuade de la lectura directa de Peirce. Hardwick señaló que la posición de Ogden y Richards en The Meaning of Meaning era en última instancia incompatible con la de Peirce, pues, aunque defendían una relación triádica entre pensamiento, símbolo y referencia, lo hacían de un modo simplón sin la amplitud y sutileza de la semiótica de Peirce (1979: 27).

Bertrand Russell reconoció en The Principles of Mathematics, § 27 la importancia de la obra lógica de Peirce, en particular su álgebra de relaciones diádicas. "Siempre he tenido en gran estima al Dr. Peirce por haber introducido ese método" escribirá a Lady Welby (Hardwick 1977: xxx). De hecho, con carácter general, las modificaciones de Peirce a la lógica de Boole eran conocidas y apreciadas en Europa entre los lógicos y matemáticos desde su amplia discusión por parte de Schröder en su Algebra der Logik. (En las Cambridge Lectures de 1898 —publicadas hace solo unos meses— Peirce cuenta festivamente que Schröder parece haberse enamorado de su álgebra de relaciones diádicas. Peirce 1992: 150). En los círculos filosóficos británicos eran también conocidas algunas obras de James y de Dewey, aunque probablemente no fueran estudiadas con detenimiento (Thayer 1968: 304-305). En los congresos mundiales de filosofía de 1900, 1904 y en especial en el de 1908 en Heidelberg, las propuestas pragmatistas de los filósofos americanos se encuentran en el centro del debate internacional (Elsenhans 1909).

No obstante, en la primera década del siglo Russell no manifiesta el menor interés por la semiótica peirceana, a pesar de los intentos de mediación entre ambos de Lady Welby, que creía encontrar en los trabajos de Russell y Peirce una confirmación de sus teorías semánticas. Con el paso de los años, Russell escribirá de Peirce que "sin duda alguna fue una de las mentes más originales de las postrimerías del siglo XIX y ciertamente el mayor pensador norteamericano de todos los tiempos" (1962: 276), pero todo hace pensar que su conocimiento de la filosofía peirceana fue más bien escaso.

2. La mediación de Frank Ramsey

La conexión de Frank P. Ramsey (1903-30) con Wittgenstein es bien conocida, y su influencia es justamente reconocida y agradecida por Wittgenstein en el prólogo de las Investigaciones Filosóficas: "A advertir estos errores me ha ayudado —en un grado que apenas yo mismo puedo apreciar— la crítica que mis ideas han encontrado en Frank Ramsey, con quien las he discutido durante los dos últimos años de su vida en innumerables conversaciones" (1988: 18) [mínima presentación de Ramsey?]

La conexión de Ramsey con los escritos e ideas de Peirce resulta más estrecha que la de Ogden y está bien documentada. Ramsey habría tenido conocimiento de la lógica de Peirce a través de Russell, de Schröder y quizá de la extensa presentación que desarrolló C.I.Lewis en A Survey of Symbolic Logic (1918). Thayer sugiere que Ramsey quizá pudo tener noticia por Russell del interés de Peirce por la teoría de los signos y el significado (1968: 305), pero seguramente fue Ogden, con el que a los 18 años de edad había preparado la traducción del Tractatus, quien le dio noticia más amplia de los escritos de Peirce.

2. 1. Las referencias a Peirce en los escritos de Ramsey

Voy ahora a compilar de modo sumario los testimonios de Ramsey que acreditan su relación con los textos peirceanos:

1923. En la amplia y valiosa recensión que Ramsey publica del Tractatus en Mind, la única persona citada además de Russell y el propio Wittgenstein, es precisamente Charles S. Peirce. Ramsey advertía (1923: 468) que el uso de "proposition" en el Tractatus —a diferencia del de Russell en Principles of Mathematics— era ambiguo y que se habría podido evitar esa ambigüedad si Wittgenstein hubiera introducido la distinción usada por Peirce entre tipo (type) e instancia (token). Se sabe que Ramsey había escrito la reseña antes de ir a visitar a Wittgenstein en Puchberg, pero no sabemos si hablaron de esta observación en las visitas de 1923 y 1924 (Thayer 1968: 310).

1924. En la recensión —bastante crítica— que Ramsey publica al año siguiente en Mind de The Meaning of Meaning de C.K.Ogden e I.A.Richards, destaca que "merece especial atención el excelente apéndice sobre C.S. Peirce" (1924: 109). A Ramsey le impresionaron mucho los extractos de las cartas a Lady Welby (Houser y Kloesel 1992: xxii). En The Meaning of Meaning (1923: 280-281) se incluía también un fragmento del artículo de Peirce de 1906 en The Monist donde explicaba la distinción entre type y token.

1926. En "Truth and Probability", leído parcialmente en el Moral Sciences Club de Cambridge y compilado póstumamente en sus Philosophical Papers (1990: 52-94), Ramsey cita en tres ocasiones (52, 81-2, 90n) a Peirce, y basa explícitamente en los textos de Peirce sus últimos parágrafos sobre la justificación pragmática de los hábitos intelectuales de la inferencia, la observación y la memoria.

Ramsey sostiene que la inducción es un hábito y que tal hábito no requiere una justificación lógica, pues no puede darse ninguna justificación que no emplee la inducción. "La inducción es un hábito útil y por tanto seguirla es razonable. Todo lo que la filosofía puede hacer es analizarla, determinar su grado de utilidad, y averiguar de qué características de su naturaleza depende esto". Se trata de una "lógica humana", cuyo "cometido es considerar los métodos de pensamiento y descubrir qué grado de confianza ha de ponerse en ellos, es decir, en qué proporción de casos llevan a la verdad" (1990: 94). Es decir, lo que Ramsey viene a sostener es que la inducción no tiene una justificación formal, pero no por ello su uso es menos razonable, puesto que su razonabilidad es pragmática (Thayer 1968: 310).

Este trabajo supondrá en la corta biografía intelectual de Ramsey "el comienzo de algo nuevo" —ha señalado recientemente Sahlin (1990: 67, 102) —, pues "está imbuido del pragmatismo de Peirce". Ramsey cita los textos de Peirce por la antología Chance, Love and Logic. publicada por Morris Cohen en 1923 [ y que sería incluida precisamente en la colección International Library of Psychology, Philosophy and Scientific Method de Routledge & Kegan Paul en la que en el año precedente se había publicado el Tractatus.] con una introducción clara y precisa de los principales temas de la filosofía de Peirce (Hardwick 1979: 27).

1927. En "Facts and Propositions" Ramsey no cita a Peirce, pero en los párrafos finales después de destacar su importante deuda respecto de Wittgenstein —"de quien procede mi concepción de la lógica"— añade: "Debo a él todo lo que he dicho, excepto aquellas partes que tienen una tendencia pragmatista, que me parece son necesarias para llenar un hueco en su sistema". El reconocimiento de un hueco en el Tractatus que pudiera ser llenado satisfactoriamente por el pragmatismo abona la tesis de que Ramsey en sus conversaciones con Wittgenstein en los dos años siguientes tratara de darle a conocer tanto el problema como la solución pragmatista que él había esbozado.

No obstante, es preciso advertir que en este pasaje —de modo sorprendente para el lector contemporáneo— Ramsey atribuye su pragmatismo a Russell y no a Peirce: "Mi pragmatismo procede de Russell, y por supuesto, resulta muy vago y no desarrollado. La esencia del pragmatismo me parece la siguiente; que el significado de una oración ha de ser definido por referencia a las acciones a que conduciría su aserción, o más vagamente todavía, por sus causas y efectos posibles" (1990: 51). La mención de Russell como origen del pragmatismo de Ramsey resulta sin duda algo desconcertante, ya que Russell no es un pragmatista ni nunca ha sido así considerado. Russell conocía los trabajos de William James y algunos de Peirce, pero en sus publicaciones no había defendido nunca una posición pragmatista. Forzando un poco el tenor literal de este texto de Ramsey, Hardwick lo ha interpretado como la afirmación de que fue Russell quien le introdujo en el pragmatismo, y de hecho la descripción somera que ofrece del pragmatismo es una paráfrasis de Peirce (1979: 28).

1928. En dos pasajes de "Reasonable Degree of Belief" menciona Ramsey a Peirce a propósito de los hábitos intelectuales y de la lógica como autocontrol (1990: 97 y 99).

1929. Por último Ramsey menciona explícitamente la noción peirceana de verdad como la opinión final a que todos llegarán a largo plazo en "General Propositions and Causality", incluido entre los escritos que se publicarán póstumamente (1990: 161).

2.2. Las conversaciones de 1929 entre Ramsey y Wittgenstein

En enero de 1929 Wittgenstein vuelve a Cambridge y hasta la muerte de Ramsey en enero de 1930, éste es no sólo su interlocutor más valioso en las conversaciones filosóficas sino su más estrecho amigo. En estas discusiones Ramsey —sugiere Monk (1990: 260)— era un matemático luchando con los problemas de fundamentación de la matemática, mientras que los intereses de Wittgenstein consistían más bien en extraer la raíz filosófica de la que nacía la confusión acerca de las matemáticas.

No conocemos concretamente el contenido efectivo de estas conversaciones, pero uno de los últimos escritos de Ramsey titulado "Philosophy" reviste para nuestros propósitos un singular interés, porque en él parece reflejar su desacuerdo básico con Wittgenstein. Como sugirió Hardwick (1979: 29) "Philosophy" puede ser leído como el resumen más fiel que se conserva de aquellas "innumerables conversaciones" con las que Wittgenstein reconocerá su gran deuda en el prólogo de las Investigaciones Filosóficas antes citado.

De hecho el rechazo posterior de algunas de las tesis del Tractatus es congruente con las críticas que Ramsey expone en estas apenas siete páginas. En "Philosophy" se señalan de modo expreso muchos temas que serán luego desarrollados ampliamente por Wittgenstein en los Cuadernos azul y marrón y en las Investigaciones Filosóficas: la naturaleza y finalidad de la filosofía, qué es una definición, qué es entender una palabra y reconocer si es o no correcta una definición, la vaguedad, la noción de significado como explicación del uso y como clave esencial de la verdad, el análisis de las sensaciones complejas para las que no tenemos nombres, la apelación a estados mentales propios o de otros, etc. Como es bien conocido por todos, frente a la doctrina del Tractatus sobre el carácter figurativo del lenguaje, cuyo significado se basa en la estructura lógica, el segundo Wittgenstein abogará por un análisis mucho más rico de los juegos del lenguaje, de la conducta lingüística humana en su abigarrada riqueza y variedad.

Las dos críticas explícitas a Wittgenstein que Ramsey recoge por escrito en "Philosophy" son aceradas y certeras: La primera es la absurda posición del Tractatus que condena a la filosofía al sinsentido, para después pasar a "pretender que es un sinsentido importante" (Ramsey 1990: 1). La segunda, con la que prácticamente cierra Ramsey su anotación es la siguiente: "El peligro principal para nuestra filosofía —aparte de la pereza y de la confusión— es el escolasticismo, cuya esencia es tratar lo que es vago como si fuera preciso y tratar de meterlo en una categoría lógica exacta. Una muestra típica de escolasticismo es la tesis de Wittgenstein de que nuestras proposiciones de cada día están completamente en orden y que es imposible pensar ilógicamente". A esto replica Ramsey algo que también podría responder el segundo Wittgenstein: "Esto es como decir que es imposible romper las reglas del bridge porque si las rompes no estás jugando al bridge sino (...) al no bridge" (Ramsey 1990: 7).

Veinte años después, en los últimos cuadernos de notas de Wittgenstein —que publicarían Anscombe y von Wright con el título de Sobre la certeza— los temas que Ramsey echaba a faltar en Wittgenstein aparecen también por doquier: el fundamento de las creencias de sentido común, la justificación de la inducción, los hábitos de la memoria, qué es lo razonable, etc. Como ha sugerido Bambrough, cuando en el parágrafo 422 de Sobre la certeza Wittgenstein está próximo a llamarse a sí mismo pragmatista lo que tiene presente es la dimensión práctica del pensamiento. Los hábitos de Peirce y los juegos de lenguaje de Wittgenstein vienen a ser expresiones alternativas para una común estrategia de resistir a la teorización abstracta de mucha filosofía tradicional (Bambrough 1981: 266). Además Sobre la certeza puede ser entendido también como una defensa del Commonsensismo crítico peirceano frente a la teoría del sentido común de Moore [Hookway, Quaderns]

3. Evaluación de la investigación académica de la relación entre Wittgenstein y Peirce

La mención más antigua que he encontrado de la posible influencia de Peirce en la conformación del pensamiento del segundo Wittgenstein a través de Ramsey, se remonta a 1961. Se trata de una conjetura del australiano Gasking en una conferencia en la Universidad de Illinois en la primavera de aquel año. Albert Mullin, al registrar esto, daba noticia como contraste de una comunicación personal de Bertrand Russell en la que éste decía dudar de que Peirce pudiera haber tenido alguna influencia sobre Wittgenstein. Por su parte Mullin venía a concluir no sólo que era improbable que el uno hubiera influido en el otro a causa de sus bien diferentes estilos filosóficos, sino que sus pensamientos son más complementarios que similares (1961: 4-5, i).

En años sucesivos, Thayer (1968: 304-313), Hardwick (1977b: xxxi y 1979) y Deledalle (1981) defendieron la tesis de que Ramsey habría dado a conocer a Wittgenstein las ideas de Peirce. Esto haría más comprensible —aunque quizá tampoco los explicaría del todo— los aspectos claramente pragmáticos del segundo Wittgenstein (Schmitz 1985: clii-cliii). En este sentido Hardwick sostenía en 1979 que la importancia de la influencia de Peirce en Wittgenstein a través de Ramsey no había sido plenamente explorada y puso especial énfasis en que lo que "se necesita es un cuidadoso estudio de los temas comunes a Peirce y a Wittgenstein. Un estudio así proporcionaría un contexto de interpretación que añadiría una dimensión importante para la comprensión del trabajo del segundo Wittgenstein" (1979: 29).

En los últimos años se ha realizado algún trabajo en esta dirección, a pesar de la dificultad que supone el que Peirce y Wittgenstein sean el centro de atención de dos comunidades académicas muy diferenciadas y con apenas relación entre sí.

Joseph Ransdell destacó, frente a la llamativa disparidad de ambos filósofos respecto de sus actitudes ante la ciencia, la tradición filosófica o el carácter sistemático del pensamiento, "el acuerdo fundamental entre sus filosofías", que podrían caracterizarse como dos versiones —la de Wittgenstein más escéptica y la de Peirce más optimista— de una común concepción de la razón y del lenguaje humanos, entendidos esencialmente no como propiedad privada de los individuos, sino más bien como pensamiento ejercido comunitariamente (Ransdell 1976: 405, 431).

Ingemund Gullvåg en 1981 dio gran realce a las semejanzas entre Wittgenstein y Peirce para llamar la atención sobre "la posibilidad de que los escritos de Peirce influyeran indirectamente en Wittgenstein a través de Ramsey, y de que, después de la muerte de Ramsey, pudieran haberle influido a él directamente" (1981: 83).

Renford Bambrough llamó la atención —también en 1981— sobre las amplias coincidencias entre ambos pensadores. Cuando Wittgenstein recuerda en el parágrafo 81 de las Investigaciones Filosóficas "Ramsey insistía un día en que la lógica era una "ciencia normativa'', el scholar peirceano no puede menos que pensar en que Ramsey estaba usando en aquella ocasión el eslogan de Peirce, aunque la expresión no fuera original de Peirce y aunque la idea se encuentre en otros autores que no emplean esa expresión. Esta impresión se refuerza al advertir en las Investigaciones numerosos ecos de ideas, de expresiones, de analogías y comparaciones que ahora son bien conocidas gracias a los ocho volúmenes de los Collected Papers de Peirce (Bambrough 1981: 263-264).

Christopher Hookway en 1985 dio luz sobre un tema capital para la comprensión de la filosofía de nuestro siglo como es el análisis de la vaguedad y la indeterminación. Hookway —que había sido precedido en esta línea por los trabajos de Rorty 1961 y Fairbanks 1964— mostraba que Peirce, Ramsey y el segundo Wittgenstein no solo coinciden en afirmar que la vaguedad y la indeterminación del sentido de los predicados es benigna y tolerable, sino que incluso los tres vienen a encontrarse en la defensa de que la vaguedad "es una virtud, algo en cuya ausencia seríamos incapaces de decir, pensar, o hacer lo que queremos" (Bell 1990: ix).

A la vista de todos estos datos, parece razonable pensar que la investigación académica de las relaciones efectivas entre Wittgenstein y Peirce apenas pueda ofrecer ya nuevos hechos que acrediten históricamente esa relación, pero en cambio de día en día se acrecienta el interés por un estudio unitario o integrador de las grandes corrientes de pensamiento que han configurado la filosofía de nuestro siglo, entre las que filosofía pragmatista, heredera de Peirce, y la filosofía analítica, heredera del segundo Wittgenstein, son dos de los movimientos fundamentales.

Notas

1* Debo gratitud a Christian J.W.Kloesel y a Christopher Hookway por sus sugerencias bibliográficas, y a Jorge V. Arregui por sus comentarios al borrador de estas páginas.

 

Referencias bibliográficas


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