Psicoanálisis, Ciencia y Posmodernismo

Presentación sobre el "affaire Sokal"
en el Colegio Epistemológico del ICBA
Alejandra Eidelberg
9/8/99


En 1996, el físico estadounidense Alan Sokal -preocupado por el deterioro de la rigurosidad intelectual en ciertos círculos de las academias humanísticas norteamericanas- llevó a cabo lo que llamó "un modesto experimento", "no científico pero sí original", según él mismo lo calificó. Decidió comprobar si una prestigiosa revista especializada en estos temas publicaría "un artículo plagado de nonsense con tal de que sonase bien y adulara los preconceptos ideológicos de sus editores".(1)

Lamentablemente comprobó que sí, pues los editores cayeron en su trampa: no sólo publicaron su artículo sin someterlo a control alguno, sino que además se alegraron del respaldo que los estudios culturales recibían desde la física cuántica. Para Sokal, justamente en este falso respaldo residía "la fundamental estupidez" de su trabajo, al que tituló "Transgrediendo los límites: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica".(2)

En este artículo, Sokal inventa un elaborado disparate en donde simula explicar cómo los desarrollos psicoanalíticos de Lacan basados en la topología y la teoría de los nudos han sido confirmados por investigaciones recientes de la física cuántica. El mismo pseudo aval reciben otras ideas de la New Age, del feminismo y de Derrida.

Esta parodia tramposa (luego develada por su mismo autor y considerada por él mismo como poco ortodoxa para la ética científica que debe basarse sobre la confianza entre colegas) tuvo amplias repercusiones en la comunidad científica mundial.(3)(4)

El debate aún no se había apagado cuando Sokal, hacia fines de 1997, publica en Francia un libro en co-autoría con Jean Bricmont llamado "Impostures Intellectuelles"(5). El objetivo de Sokal en su primer artículo se significa entonces retroactivamente y uno puede pensar que es un científico de izquierda -así se presenta- que está muy aggiornado de los procesos de marketing actuales, donde el escándalo suele formar parte de las estrategias de publicidad del producto que se quiere vender.

¿Qué es lo que Sokal y Bricmont dicen que quisieron hacer? Ellos explicitan sus objetivos desde la dimensión ética de la denuncia:

- Quieren denunciar a una parte de la"intelligentsia" francesa que ha contaminado al pensamiento progresista norteamericano, sumergiéndolo en la "nebulosa" posmoderna que sigue a "reyes que están desnudos": Lacan, Derrida, Irigaray, Kristeva, Deleuze, Baudrillard, entre otros.

- Quieren denunciar la impostura y deshonestidad intelectual de estos autores que hacen un abuso reiterado de conceptos y términos provenientes de las ciencias físico-matemáticas, utilizando el prestigio de las ciencias exactas para dar un barniz de rigurosidad a sus discursos, que parecen así difíciles y profundos, pero que en realidad no quieren decir nada.

- Quieren denunciar el fraude conciente o, en el mejor de los casos, el autoenceguecimiento de estos autores que cometen diversas imprudencias, a saber: hablar de teorías de las que sólo tienen una vaga idea; importar nociones de las ciencias exactas a las humanas sin dar ninguna justificación empírica ni conceptual de esto (a lo sumo algunas analogías vagas que no pueden ser tomadas en serio); exhibir una erudición superficial con la que intimidan e impresionan a los lectores desprevenidos; entregarse a los juegos de palabras manipulando frases desprovistas de sentido, manipulando el género del nonsense con su "efecto corruptor".

A través de estas denuncias, Sokal y Bricmont quieren dejar en claro cómo las corrientes de pensamiento posmodernas que se nutren de estos "impostores" por un lado rechazan toda tradición racionalista y lógica cayendo en el oscurantismo, y por otro lado pretenden realizar elaboraciones teóricas independientemente de toda prueba y evidencia empírica, desembocando así en un relativismo cognitivo que trata a las ciencias como narraciones o construcciones sociales.

Las objeciones que se le han hecho a Sokal están explicitadas en el libro y sus autores se defienden de la siguiente manera:

- Si bien de los intelectuales cuestionados sólo se han tomado aspectos parciales de sus producciones, los abusos señalados bastarían, según Sokal y Bricmont, para "desconfiar" de la seriedad de la totalidad de sus obras.

- Aclaran que ellos no se oponen al uso de "metáforas científicas", pero que éstas deben estar al servicio de aclarar un concepto y no al revés, como dicen que ocurre en los autores criticados.

- También consideran válido el uso de analogías, pero no cuando se establecen entre una teoría rigurosa (una ciencia exacta) y otra muy vaga como para ser probada empíricamente (y dan como ejemplo el psicoanálisis lacaniano); o sea, no aprueban la analogía cuando la consideran un recurso para ocultar la debilidad de una de las teorías.

- Sokal y Bricmont dicen no cuestionar la competencia de los autores franceses ni por sus títulos académicos, ni por sus características personales, sino por el contenido de sus afirmaciones.

- Reconocen que los intelectuales en cuestión no pertenecen a la posmodernidad, pero que sí comparten con ella su jerga oscura, su irracionalidad y el "uso intempestivo de la ciencia como metáfora".

- Sokal y Bricmont también se defienden de las acusaciones de nacionalismo de derecha o de proteccionismo teórico y aclaran que están en contra de toda actitud -sea de derecha o de izquierda- que venere religiosamente un texto considerándolo sagrado.

Hay una objeción que podríamos incluir: que en realidad, Sokal y Bricmont no critican seriamente; pues se limitan en la mayoría de los casos a reproducir párrafos de los autores en cuestión sin señalar con precisión en qué se equivocan. Cuando sí lo hacen, parece que ellos mismos no han podido alcanzar la exactitud que le exigen a otros, pues han provocado la reacción de físicos y matemáticos que les muestran los errores en que ellos mismos caen cuando quieren corregir los supuestos errores de otros.(6)

Ahora bien, no nos interesa en esta presentación ubicarnos especularmente como críticos de estos dos autores, ampliando la lista de objeciones posibles a sus objeciones. Elegimos otra perspectiva que creemos más fructífera para el trabajo del Colegio Epistemológico: recortar del llamado "affaire Sokal" -devenido luego libro de denuncia- algunos temas de interés desde y para el psicoanálisis.

Voy a remitirme a nada más que presentar y comentar brevemente estos posibles temas. Algunos de ellos he intentado desplegarlos en un artículo que escribí hace un par de años (4).

1. El psicoanálisis y los estudios culturales:

Sokal y Bricmont ligan a Lacan con las llamadas "ciencias humanas", específicamente con los estudios sociales o culturales. Esto se desprende de un hecho comprobable: en E.U. es este ámbito el que acoge la enseñanza lacaniana, mientras que el psicoanalítico la rechaza. Lo llamativo es que Lacan nunca ubicó al psicoanálisis en el campo de las "humanidades" y para él el "humanismo" sólo remite a la psicología, la del yo. Quizás aquí hay una vía para abordar esta paradoja (que sólo es aparente: de hecho, Sokal ha recibido más apoyo de los psicólogos que de los físicos)(6).

2. Psicoanálisis, ciencias "blandas" y ciencias "duras":

En el debate polarizado entre las ciencias "duras" y "blandas" al que el "affaire Sokal" dio lugar (síntoma cultural de vieja data agudizado en los últimos años), el psicoanalista no encuentra fácilmente un lugar: atopía que se constituye a veces en su propio síntoma y que no todos intentamos resolver (si es que se resuelve) de la misma manera. ¿Se trata de optar, de ubicarse en la intersección, en una zona de borde o de frontera, de anudarse como tercer redondel?

3. Psicoanálisis y nonsense:

El nonsense -término que aparece a menudo en el libro de Sokal y Bricmont- es un significante sobre el que vale la pena distinguir sus distintos usos: 1)Se puede usar como lo hace Sokal en su conotación despectiva, para denunciar algo como un mero desatino o idea tonta, o bien para armar adrede un disparate. 2)Se puede usar para aludir a un género literario representado por escritores como E.Lear, L.Carroll, G.Stein y hasta el mismo Joyce, entre otros. 3)Y, en esta misma línea, se puede usar como lo hace Lacan en relación a la lingüística y a su "lingüistería", ligado al S1 solo, al significante asemántico, al concepto de "absens-absexe".(7)

4. Psicoanálisis y "actitud científica":

Sokal y Bricmont plantean dos condiciones ineludibles de la "actitud científica": la coherencia lógica de la teoría y su verificación empírica. ¿Qué lugar ocupan una y otra en la teoría lacaniana?

No hay duda de que Lacan utilizó la lógica con rigurosidad y por eso mismo no titubeó en subvertirla, en pasar por sus inconsistencias y en llegar hasta su tope, ahí donde lo real se revela como lo imposible de formalizar, punto donde la rigurosidad es más afín a la estructura psicótica que a la neurótica, punto que el científico suele forcluir de sus consideraciones o ante el cual puede volcarse al misticismo religioso.

Con respecto a la evidencia empírica, el problema es más complejo. El primer Lacan parece despreciarla: sólo la policía busca en la realidad empírica y por eso no encuentra nada (cf. "La Carta Robada"). El segundo Lacan ¿también la desprecia? La orientación de Miller indicaría que no, cuando -al referirse a la experiencia de lo real en la cura psicoanalítica- dice que la división subjetiva no es la única "evidencia empírica" en esta cura.(8).

5. Psicoanálisis y relativismo cognitivo:

Se impone extraer al psicoanálisis de la "bolsa de gatos" del "todo vale" del posmodernismo más light, esclareciendo que la implicación y responsabilidad que busca del sujeto en lo concerniente a la verdad de su goce, nada tiene que ver con el subjetivismo banal desde donde se puede sostener un relativismo cognitivo radicalizado que conduce al anarquismo en el que todo depende del lugar desde donde se miren las cosas. Anarquismo epistémico que, siendo quizás un signo contemporáneo de la inexistencia del Otro, le otorga al mercado el poder para imponer la moda de tal o cual fantasmática teoricista con sus gadgets de consumo correspondientes.

Para encarar este esclarecimiento podemos seguir el eje de algunas preguntas. ¿Qué importancia le da Lacan a la teoría de la relatividad en el procedimiento analítico? ¿Cómo se relaciona el relativismo de los objetos imaginarios del deseo con la metonimia infinita del sentido? ¿Qué vertiente no significante de la transferencia le opone Lacan a esta vertiente interminable del análisis? ¿Cómo ubicar el pase en este intento de Lacan para hacer transmisible el real más absoluto -pero no universalizable- de la causa del inconciente?

6. Confianza, desconfianza y transferencia:

Sokal y Bricmont desconfían de aquello en lo que los analistas de orientación lacaniana confiamos: la palabra, el lenguaje. Como explica Miller(9), el par confianza-desconfianza se relaciona con la retórica. La ciencia, en cambio, pone en juego otro binario: certidumbre-incertidumbre, binario del que hay que recordar que Lacan también se ocupó ya en el comienzo de su enseñanza (cf. el sofisma de los tres prisioneros).

Sokal y Bricmont desconfían de Lacan. Los psicoanalistas de orientación lacaniana, obviamente, no. Le suponemos un saber que nos lleva a intentar descifrarlo. Pero la transferencia positiva puede ser un problema -señala Miller (9)- cuando nos lleva a apelar al Magister dixit, a la falacia de autoridad . Es decir, ahí donde por algún motivo renunciamos al desciframiento por la vía de la demostración y nos amparamos en la referencia a un texto considerado sagrado.

Nos cabe una responsabilidad en este punto: no quedar del lado de los posmodernos poco rigurosos que repiten algunos conceptos lacanianos desconociendo de qué campo Lacan los ha importado y en qué punto los ha subvertido para poder dar cuenta del real que le interesa. Pues con este desconocimiento a cuestas, existe el riesgo de degradar el discurso psicoanalítico reduciéndolo a ser un nonsense en su acepción de mero desatino, lo cual da un formidable pie a las reacciones de tipo canallesco como la de Sokal, quien así se burla de las pátinas teóricas sofisticadas en las que la incomprensibilidad es su única virtud y que no tienen otro fundamento más que la retórica por la retórica misma.(10)

7. Psicoanálisis y ciencia: "amorosa enemistad".

El psicoanálisis lacaniano se opone al oscurantismo pre-científico que pretende hacer hablar a lo real y también se opone a la satisfacción homeostática del blablabla que "crece en la maceta del principio del placer"(11). Pero en su oposición a ser sólo una retórica un tanto degradada, tampoco se identifica con la racionalidad anhelada por el científico; su espíritu no es el de Sokal. De ahí que mantenga una "enemistad amorosa" con la ciencia(12). Su real no es el mismo y, para tratar de cernirlo, Lacan también ha apelado al arte.

8. La "impostura" en psicoanálisis: una cuestión ética.

Sokal y Bricmont denuncian una "impostura" en el psicoanálisis. "¡Vaya novedad!", podríamos decir entre nosotros. El dispositivo psicoanalítico no puede ponerse en marcha sin la impostura del semblante por parte del analista: semblante de saber y semblante de objeto. Pero esta impostura no tiene nada que ver con la "deshonestidad intelectual". La ignorancia de estos autores con respecto a la enseñanza de Lacan los lleva a cometer este grosero error de apreciación. El fin del psicoanálisis lacaniano es justamente develar el fraude mágico o religioso que puede ser una práctica de dar sentido cuando sostiene a rajatabla su semblante, tratando de obviar lo real como imposible. Real éste que la ciencia simplemente excluye de sus consideraciones, pero que la tecnología puede intentar ocluir de maneras que no nos toca juzgar, sino señalar la lógica fantasmática a la que pueden responder.

 

NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

(1) Alan Sokal, "A Physicist Experiments with Cultural Studies", en Lingua Franca, N.Y., mayo-junio 1996.

(2) Alan Sokal, "Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity, en Social Text 46-47, N.Y., 1996.

(3) Los artículos de A.Sokal más el debate suscitado en Estados Unidos pueden ser consultados en Internet. El debate en la Argentina fue reproducido por la sección "Futuro" del periódico Página 12 a comienzos de 1997 y fue retomado en 1999.

(4) Este debate me motivó a escribir un trabajo que pr esenté en las Jornadas Anuales de la E.O.L. del '97 "El psicoanalista y sus síntomas". Titulé este trabajo "El nonsense posmoderno no es el de Lacan" y está publicado en el volumen correspondiente a las Jornadas.

(5) A.Sokal, J.Bricmont, Impostures Intellectuelles, Ed.Odile Jacob, París, 1997.

(6) E.Calzetta, "Crítica de un físico a Sokal", Página 12, 22-5-99; A.Kaplan, "Un matemático contra Sokal", Página 12, 29-5-99; "Un psicólogo con Sokal", Página 12, 5-6-99.

(7) J.Lacan, "El Atolondradicho", en Escansión Nro.1, Ed.Paidós, Bs.As., 1984.

(8) J.A.Miller, La experiencia de lo real, curso inédito, 1998-99.

(9) J.A.Miller, La transferencia negativa, seminario de la Colección ECFB, Barcelona, 1999.

(10) A.Sokal, "Trangressing the boundaries: An Afterword", en Dissent 43, N.Y., 1996.

(11) J.Lacan, Seminario XX, Ed. Paidós, Bs.As., 1985.

(12) O.Paz, La apariencia desnuda, Ed.Alianza, Bs.As., 1992. Con este oxímoron describe Octavio Paz la contradictoria relación que con la ciencia mantiene Marcel Duchamp, a quien justamente nos remite Lacan en "La Tercera" para hacernos entender qué debe ser la interpretación que toque lo real del síntoma.


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