Trabajo y Psicoanálisis

La discapacidad y el mundo del trabajo

Sebastián T. Plut (1)

Introducción

Voy a hacer una presentación breve, en la cual expondré algunas ideas y también interrogantes. Unas y otros giran en torno de la articulación entre lo social, la subjetividad, la actividad laboral y la discapacidad.

En este sentido debemos distinguir un territorio heterogéneo: a) la construcción de la subjetividad (tanto desde el punto de vista del desarrollo evolutivo cuanto desde la psicopatología), b) la intersubjetividad y los problemas vinculares, c) la producción psíquica de lo social y d) el influjo de lo social sobre lo anímico.

Si lo planteamos según una adaptación del Triángulo de Sigaut podemos observar claramente los vértices y relaciones cuya reunión en un conjunto es lo que aquí me interesa mostrar.

Sin duda parte de estas consideraciones se relacionan con algunas hipótesis que Freud desarrolla en El malestar en la cultura, en particular cuando distingue la triple fuente de sufrimiento (el propio cuerpo, los otros y el mundo exterior) y las diferentes formas de compensación.

 

Lo social

Hemos desglosado ya, por un lado, el influjo de lo social sobre lo anímico y, por otro, la producción psíquica de lo social. El primero de estos puntos, la eficacia de lo social en lo anímico, nos lleva a considerar la relación del psicoanálisis con otros saberes y podemos desagregarlo así: ¿Cuál es la contribución que el psicoanálisis puede hacer a la comprensión de la relación entre lo social y la subjetividad? ¿Que de otras ciencias constituye hipótesis extrapolables a la interrogación psicoanalítica?

Creo que un buen libro, desde la sociología, es La metamorfosis de la cuestión social, de Robert Castel. Allí el autor entiende por "cuestión social" "la inquietud acerca de la capacidad para mantener la cohesión de una sociedad" y en ese marco realiza un agudo y exhaustivo estudio de las transformaciones históricas de la lógica de la asistencia de los riesgos de la existencia (entre los cuales incluye la discapacidad).

Preocupado por la presencia cada vez mayor de sujetos en "situación de flotación" en la estructura social, pone el acento en la relación salarial y su progre siva precarización. Castel señala que existe una fuerte correlación entre el lugar que se ocupa en la división social del trabajo y la participación en redes de sociabilidad y en los sistemas de protección que cubren a un individuo ante los riesgos de la existencia. Estas relaciones le permiten identificar 3 zonas de cohesión social: 1) Integración (con trabajo estable e inserción relacional sólida), 2) la inversa, zona de desafiliación (ausencia de participación en alguna actividad productiva y aislamiento relacional) y 3), una zona intermedia, de vulnerabilidad (que conjuga precariedad del trabajo y fragilidad de los soportes sociales). En esta historia de la "asistencia" dice Castel: "la impotencia del cuerpo los defectos y las mutilaciones fueron siempre los mejores pasaportes para ser asistidos". Poco después realiza una curiosa observación: el inválido que se esfuerza por provocar piedad y compasión con el objeto de acceder al socorro.

En síntesis, Castel estudia la vulnerabilidad después de las protecciones y se pregunta en que podrían consistir tales protecciones en una sociedad que se vuelve cada vez mas una sociedad de individuos. Claro que, finalmente, avisa que no hay cohesión social sin protección social. Es decir, protección como condición de la socialidad sin caer en la compasión.

Un examen semejante realiza, desde el psicoanálisis, Emiliano Galende. El autor analiza como la caída del Estado Benefactor echo por tierra las consignas de universalidad, igualdad y equidad en torno de la salud, dejando librados los riesgos de la existencia a una cobertura que depende de la capacidad económica del aportante. Una vez mas, los riesgos son para la integración, en tanto prevalecen las leyes del mercado por sobre las de la comunidad, y la lógica del contrato sobre la lógica de la justicia social.

Cuando Freud plantea el irremediable antagonismo entre las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por la cultura, refiere que la justicia social implica que todos deben contribuir con el sacrificio de sus pulsiones de manera tal que la violencia individual (la ley del mas fuerte) no prime sobre el poder comunitario.

Hasta aquí, una reflexión de corte sociológico, sobre la influencia de lo social sobre lo anímico. Pasemos ahora a referirnos a la producción psíquica de lo social.

A partir del estudio etiológico sobre los desenlaces clínicos, Freud se interroga sobre la importancia de las impresiones y vivencias accidentales (contingentes) en la determinación de una estructura psíquica. En el esquema de las series complementarias opone otra serie al vivenciar, la de los actos puramente internos (necesarios) entre los que incluye los procesos del pensar inconciente y los sentimientos. Ambos procesos se rigen por criterios internos del aparato psíquico por lo que, mas allá de las influencias exteriores y azarosas, aquel no es una tabula rasa, sino que posee sus leyes propias de generación de lo nuevo. La serie de las vivencias aporta el material que pasa a constituir las huellas mnémicas inconcientes sobre las que opera la eficacia de los mencionados pensamientos inconcientes. Para Freud la exterioridad es producida por un proceso proyectivo ("acaso la espacialidad sea la proyección del carácter extenso del aparato psíquico"). Por lo tanto aquello que captan nuestros órganos de los sentidos puede distinguirse por su contenido, constituido por las impresiones sensoriales y por la forma, creada por el proceso proyectivo. En este sentido, la supuesta exterioridad captada por la percepción y transformada en inscripciones psíquicas, no se corresponde con una realidad objetiva sino con un producto psíquico creado proyectivamente. La vida pulsional para Freud funda la exterioridad, que se vuelve eficaz para lo psíquico en la medida en que su significatividad deriva de la investidura pulsional.

 

La actividad laboral

Freud planteó como una de las metas del análisis, al menos en su sentido práctico, que el sujeto recupere su capacidad de amar y trabajar. Tal capacidad de trabajar, de producir, posee una inestimable función para la economía psíquica. El trabajo, que orienta la hostilidad en el sentido de lo útil, une al individuo firmemente a la realidad, lo inserta en la comunidad humana, y en esa unión con una realidad no negada pero transformable se despliegan conductas no solo autoplásticas sino aloplásticas.

Sinteticemos las funciones que la actividad laboral tiene para lo anímico:

Sin duda la integración social y la vida laboral constituyen condiciones insustituibles para la calidad de vida. Pero, al mismo tiempo, en el caso de la discapacidad, nos previenen tanto Castel como Freud, la lástima puede ser un sentimiento que nos desoriente tanto como, a la vez, nos impida comprender adecuadamente la significación que el discapacitado hace de su mundo y de su trabajo.

 

Nexos

Es momento ahora de establecer nexos y señalar algunos aspectos más específicos. ¿Cómo es el mundo y el trabajo de un discapacitado? No siempre es igual, pero trataremos de mostrar, por lo menos, algunos de los problemas que pueden aparecer. En pacientes discapacitados observamos un estado de apatía, de desvitalización, del que suelen intentar salir a través de estimulaciones de tipo mecánico. Uno, incluso, puede preguntarse si el paciente esta psíquicamente vivo o es un autómata ante ciertos movimientos. Estoy trabajando con el Gerente de RR.HH. de un banco, en un plan de investigación en el terreno de la Psicopatología del Trabajo. Si bien aun no hemos avanzado mucho, puedo contarles algunas cosas sobre los empleados discapacitados. Hay en ese banco un grupo bastante numeroso de hipoacúsicos que llevan a cabo tareas de archivo, recuento de billetes, detección de documentos faltantes de un archivo y carga de datos en una base. La "ventaja" que destacan en el banco, es que estos empleados hipoacúsicos no se distraen. Además, los describen como muy sensibles, como personas que "reaccionan rápido frente a las injusticias".

En estas observaciones hallamos por un lado este componente autómata, mecánico, en el tipo de tareas que llevan a cabo. Por otro, la gran sensibilidad frente a las injusticias, nos recuerda lo que Freud habla sobre las excepciones ("los privilegios que ellos se arrogaron por esa injusticia y la rebeldía que de allí resulto", "por el resto de sus días vivió de sus reclamos de resarcimiento"). Es decir, en ocasiones se trata de personas que suponen que la vida les debe un resarcimiento, tienen derecho a ser una excepción, si bien muchas veces este rasgo aparece encubierto y requiere que sea interpretado.

Otro rasgo de carácter interesante es la sobrecompensación (económica, sexual, intelectual).

La lastima es otro de los problemas, pues las acciones y/o intervenciones productos de la compasión tienden a resultar ineficaces. Al mismo tiempo esa lastima o postura de lamento es un rol en el cual tiende a colocarse la familia, posición que se evidencia como acreedora, desde la perspectiva de que la sociedad les debe algo. Jorge Cantis señala que esta postura de las familias de interpretar que la sociedad les debe algo deriva de la imposibilidad de realizar un duelo (por ejemplo, por el hijo imaginario). La postura autcomplaciente es un modo de interferir el proceso de duelo y en lugar del problema psíquico ahora es la sociedad la que tiene el problema y debe hacerse cargo.

Notas

1 Psicólogo. Profesor Adjunto a cargo de la Materia Ciencias Sociales Aplicadas a la Problemática del Desvalimiento del Master en Problemas y Patologías del Desvalimiento (UCES). Profesor del CBC – UBA. Director del curso de Psicoanálisis y Empresas que se llevará a cabo en UCES. Miembro del Departamento de Análisis Institucional de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo. Telefax: 4827-5868 E-mail: stplut@ciudad.com.ar


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