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Presentaciones de libros

La discordancia del psicoanálisis y su transmisión

Rosa Beatriz López

ContratapaLa discordancia del psicoanálisis y su transmisión - Rosa Beatriz López

Este libro desliza desde el comienzo la expresión "autorizarse como analista" y muestra la trama de historias de este sintagma que cubre la lucha por el prestigio que determina el "caudal" de pacientes a pescar en las aguas turbias de la llamada "salud mental".

Orsa Beatriz López hace comparecer, entre otros, a Oscar Masotta, Fernando Ulloa, Mauricio Abadi, Emili Rodrigué, Ricardo Trigueros, Jacques-Alain Miller y otros (me excluyo para no incluirme dos veces).

Este collage, como la autora lo llama, ilumina zonas oscuras y en este sentido cumple con su método. El collage, tanto para los dadaístas como para Bertold Brecht, jugaba con algunas conjunciones y contrastes que provocaban una "chispa" de sentido inesperada. Aquí las chispas se producen no sólo por la posición de diferentes corrientes y grupos, sino por las voces diferentes de un mismo grupo. Tanto inter como intra.

Discontinuidad y dispersión de los hechos, también de lahistoria de la entrada del psicoanálisis en nuestro país.

Germán García

Rosa Beatríz López es psicoanalista, Presidenta de la Asociación Casandra (Córdoba); Directora del Centro de Atención Psicosocial Casandra, Miembro Fundador de CEDAP (Centro de Estudios, Docencia y Asistencia Psicoanalítica). Ganadora del Premio Lucien Freud Psicoanálisis Cultura 2010/2011 por el trabajo "La comunidad heterogénea y el psicoanálisis", organizado por Fundación Proyecto al Sur. Autora del libro "El estilo en la transmisión del psicoanálisis. Pichon Rivière: de Roberto Arlt a Lautréamont. Oscar Masotta: de Pichon Rivière a Lacan"

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PRESENTACIÓN EN BUENOS AIRES 16 DE NOVIEMBRE 2012

Me planteaba por qué presentar mi libro en Buenos Aires, un libro de una autora cordobesa, desconocida en este medio, que encima transita por este camino del psicoanálisis con un paso raro. Que se atreve a echar una mirada a ese paso y al de otros que la acompañaron o la precedieron. Me puedo responder que todo pasa por Buenos Aires. Es difícil pensar la difusión de este libro, con lo que acabo de decir, de una manera medianamente convocante en esta ciudad. Más aún pensando que la editorial también es cordobesa.
También puedo decir que hay vertientes personales que forman parte de este paso del que hablo y que pueden animarme a venir a estas tierras a compartir este momento a pesar de lo antedicho.
Si, Buenos Aires no es cualquier ciudad para mí. Es la ciudad de mi familia paterna. Aquí viví casi toda mi infancia y mi adolescencia. Está plagada de connotaciones, de imágenes, sonidos, olores que me convocan desde un lugar que no se. Ellas están llenas de seres queridos de ese tiempo que perduran hoy, que me acompañaron  en un momento que se hicieron muy necesarios y estuvieron: amigos, parientes, compañeros, conocidos.
Evidentemente este libro nace como todas las producciones, desde muchas motivaciones, de búsquedas personales por un lado, en donde se entronca seguramente un estilo de vida, una historia de vida y también un trabajo compartido entre varios.
Por el lado del psicoanálisis siempre me interesó y busqué ahondar las preguntas y las posibles respuestas acompañada por determinados artistas que me sirvieron no para hacer psicobiografías, con las que no estoy de acuerdo, sino para marcar un rumbo. Así surgió tempranamente la compañía de Marechal en un pequeño escrito de los años 80 a partir de un trabajo grupal. Luego vendrían Mishima, Bataille, Artaud, Bonino, Genet y a partir de Pichon, Lautréamont, Fijman, Arlt, nuevamente Marechal y todos los que formaron parte  del grupo en torno a la revista Martin Fierro, Artaud nuevamente, los surrealistas y dadaístas argentinos y franceses, Charly García, para nombrar a alguno de ellos. Luego los hemos retomado en Casandra, que hoy convoca a esta reunión y hemos incursionado por la senda de otros como el año pasado, de Fernando Pessoa.
Casandra tampoco es de este medio, pero podemos decir que no tiene un lugar estatuido. Quizá como en el mito se la encuentra allí para adentrarnos por un camino donde la verdad está en juego. Quizá como la de Charly esté para contarnos una historia deshistorizada. Los casandrinos, como nos llamamos gracias a la chispa que saltó de la cabeza de una de ellas para que se desparramara rápidamente en la de las otras y que surgió después de ensayar nombres que no nos decían nada, tenemos que ver con eso, trabajamos en ese campo que nos atraviesa y atraviesa el arte con la locura.
Les invito a transitar el puente que fui franqueando de la mano de la experiencia que fue surgiendo a partir de los dos seminarios que di en la elp uno en 1996 y el otro en 2002 con la edición de un libro en el medio. Un puente que se comenzó a construir desde la convocatoria al primer seminario con estas palabras:
“Un camino señalizado: transmisión, transferencia psicótica y  trabajo de investigación - que en su trayecto trebólico describe sinuosidades, iluminado ostensivamente por aquí y por allá por la creación artística - es la propuesta de trabajo, con una advertencia similar a la de Lautreamont en Los cantos de Maldoror: dirige tus pasos hacia atrás, no sigas, si lo haces debes saber que formarás parte del texto que se escriba.
Por lo tanto esto no es más que una invitación a trabajar en torno de la locura, con el trabajo de la locura, que no tiene ni antes ni después ni regionalidad”.
Y  el camino sinuoso sin dudas siguió y en ese camino, hace ya algún tiempo nos encontramos con Marcelo Percia y compartimos una forma de decir nuestro trabajo en el campo de la locura tomando maestros en un campo en que se entremezclan arte y locura. Y también con Carlos Bruck a partir del premio Lucien Freud 2011 por el texto Comunidad Heterogénea y psicoanálisis que muy amablemente me otorgó la Fundación Proyecto al Sur, Fundación con la que comparto ese entrecruzamiento que nos señaló el mismo Freud entre psicoanálisis y cultura, entre psicoanálisis y arte.
El libro que hoy presentamos supone un nuevo giro y sigue un equivoco en el juego de palabras: la discordancia del psicoanálisis por un lado y la transmisión por el otro.
Lacan decía y lo compartimos que lo que ocurre en un psicoanálisis es imposible de transmitir, no se transmite. ¿Y entonces? ¿Qué han hecho las reuniones de psicoanalistas con esto?
La intención de este libro es perseguir esas huellas.
Germán García, a sabiendas o no, hizo el puente que une mi libro anterior con este. Convoca para su prólogo a German Grève, Gomez Nerea, Jorge Thenon, Pizarro Crespo, todos ellos, pesquizados persiguiendo caminos que se abrían en torno a Pichon Rivière que nos permitió seguir las pistas de ese primerísimo momento de la psiquiatría y el psicoanálisis en Argentina abriendo los interrogantes que la imposible transmisión del psicoanálisis nos plantea.
Entonces: la transmisión ¿qué relación tiene con la enseñanza? ¿Cuál es la hechura de una enseñanza para que hunda sus raíces en los fundamentos del psicoanálisis para no convertir el psicoanálisis en una técnica sino en un arte?
En este nuevo libro los invito a adentrarnos en la cocina de las instituciones a través de lo que dejan ver sus propias publicaciones, las de los que quedan al margen y desde ese margen hablan. Nos ocupamos sobre todo de lo que ocurrió y ocurre en Argentina, que es parte de nuestro propio paso por las instituciones y nuestro propio paso en el psicoanálisis.

Rosa Lopez

El estilo en la transmisión del psicoanálisis Editorial Topía 2000

 

PRESENTACION  DE LA DISCORDANCIA DEL  PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION

Carlos Brück

Tengo que escribir en alemán…
Carta de Sigmund Freud a Hilda Doolittle

Quiero agradecer a Rosa Lopez esta posibilidad de continuar siendo su lector, algo que ya ha sucedido antes cuando fue distinguida con el Premio Lucian Freud, por otro excelente texto.
Y hablando de textos y enunciados tengo la impresión que el titulo de este libro relampaguea sobre una cuestión fundamental: no hay acuerdo. Hay discordia acerca de la trasmisión del psicoanálisis.
 No hay acuerdo, hay discordancia. Como una consecuencia inevitable de una pretensión: abarcar la dimensión de la experiencia del inconciente. Digo inevitable porque no quiero decir imposible, cosa de la cual se ha hablado demasiado.
Y lo inevitable de esta consecuencia, es que en ese lugar que refiere  a esa experiencia aparecen en cambio, proposiciones que hacen del psicoanálisis -como tan bien lo puede cifrar Rosa- una disputa por su fundación ( y no nos olvidemos que un Congreso realizado en París por la Sociedad Psicoanalítica excluyo el nombre de Freud en un primer ensayo de excomunión que luego sería repetido con otro francés además de formación católica)o una apuesta por la autoexclusión, invocando el autoritarismo de los padres de la patria psicoanalítica pero sin intervenir en lo que hacía a las definiciones teóricas.
También aparece en esta cifra un recorrido por los márgenes protagonizado por los psicólogos. Y una disputa que engañosamente parecería haber concluido, pero que se mantiene entre el piso precisamente de la Psicología y el techo de la Medicina.
En definitiva, si la transmisión  es un problema en lugar de ello parecería adecuado proponer como solución equívoca objetivos de formación. Algo así como decía Arthur Koestler : “si no podemos cambiar el país, cambiemos de conversación”.
Rosa Lopez juega sus cartas desde la introducción, cuando hace su propia presentación autobiográfica como escritora .Porque lo que recorre a todo el libro es un entrelazamiento constante con la literatura, convocándola, creo que por deseo propio, pero también por necesidad de estructurar un relato como dice Freud, para sostener la eficacia de sus historiales:  “( ellos) son leídos como si fuesen fragmentos literarios (…) pero eso no depende de mí sino del material en cuestión…”
El material en cuestión, la experiencia del inconciente  ¿Cómo transmitirla (y cito a la autora) sin apelar a las buenas intenciones?.Supongo sin ningún afán de exaltación, que esta fue la condición de Freud y la oportunidad de Lacan.
También esto es condición y oportunidad para la autora y quisiera entonces considerar la estrategia que se propone y que parte de ubicar en las orillas de Roberto Arlt  a dos lanzallamas, a dos ex/céntricos: Massotta y Bonino. Unitarios y federales, porteños y cordobeses.
Hablar de Masotta se ha hablado mucho, y a veces bien, si dejamos de lado esa picaresca tan al estilo de la Sra. Roudinescu capaz de vincular las dificultades de Lacan en relación a su progenitor con el concepto de la declinación de los nombres del padre.
Hablar de Massotta, es hablar de cuando una vanguardia no creía en el futuro pero se entremezclaba con los asuntos que preparaban un porvenir. Hablar de Massota, como lo ubica Rosa Lopez, es desentenderse de muchas cosas para tomar aquellas que citan a quien entro al psicoanálisis por los techos y sobre todo, como diría Lacan , no hizo profesión de fe.
Hablar de Massotta es cancelar cualquier pretensión de construir un héroe intelectual, es tener en cuenta que su firma dio lugar a fundaciones y revueltas, sobre todo cuando su primer texto es “ Yo cometí un happening”, algo que Rosa Lopez se empeña en destacar, porque esto de acometer esta frecuentemente suscripto en su libro.
Hablar de Massotta es saber decir algo sobre ese yo, sobre esa afirmación que parece vanidosa cuando en realidad tiene precisión histórica: “Para fundar hay que amar a Massotta”. Más allá de una lectura políticamente estancada en lo correcto y que hablaría de una desvergüenza, cabe suponer una relación de linaje. Y los amores y por consiguiente las traiciones, la hostilidad, el malentendido que se planta en cada fundación. Como decía Alfred Adler mucho tiempo después de su apartamiento del Maestro: “ no nos peleábamos por otra cosa que por el amor de usted”.
Pero si esto es hablar de Massota también puede referirse el hablar de Bonino, alguien que mal termina su vida en un sanatorio (¿hospicio?) de Oliva, pero que decidía mucho antes trasmitir lo problemático. Con aires de actor, vestido de maestro, con guardapolvo y puntero se paraba junto a un pizarrón con el título de “Bonino aclara ciertas dudas”. De allí en adelante comenzaba una locución que no tenía conexiones lógicas y que en relación al glíglico de Cortazar era mucho más aventurado.
Aun  así, como dicen los niños cuando se les relata el enigma de la sexualidad y los orígenes, se iba produciendo inexorablemente un acuerdo con el publico sobre lo inentendible de lo que se escuchaba. Algo era producido allí, una experiencia, una captura que por supuesto se desvanecía al concluir lo que delicadamente podríamos llamar “ un espectáculo”.
Mucho tiempo después fue Hector Libertella, el que me comentaba desde su propio afán por transmitir lo real de la letra, que le parecía casi una misión ( ¿ imposible?) el poder delinear quien era ese que quería aclarar lo indudable.
Claro que después de ocuparse de la discordia planteada por estos dos lanzallamas,es la vocación de espectáculo, refiere Rosa Lopez, que aparece terciando en la escena de la transmisión y su discordia.
Esta escena es el relato de lo que lleva a los residentes del “Lanús”, término abarcativo y contundente, a celebrar una parodia, a conducirse en un supuesto homenaje, a la manera de esos coros que relatan algo sagrado. Aunque  en este caso sería algo impiadoso acerca de lo sagrado. Declinando así el verbo de la adoración que se propone sobre la vaca sagrada de la salud mental,
Por parte de Rosa Lopez en esto de ubicar el texto sobre la ceremonia  (más bien un ritual iconoclasta) se encuentra otro de los rasgos del texto que ella escribe: ponernos sobre el rastro de la cuestión, hablarnos de lo que se dice y se omite en las versiones parroquiales. A tal punto que el libro sobre “El Lanús” que ella retoma y donde figura este fragmento, fue escrito por Sergio Visacovsky,un antropólogo. Esa clase de gente y de práctica que se ocupa –entre muchas otras cosas- de las ordalías.
Ponernos sobre el rastro es deslindarse  de las huellas falsas y dejar en claro que hay pocas cuestiones tan vinculadas a la transmisión del psicoanálisis como la del acto analítico. En tanto que aquello que hace al acto está estructuralmente articulado a lo que sería la posición del analista, en lo que hace a su ética, a su presencia,  y sobre todo a esto que llamamos la dirección de la cura, lo que en la clásica acepción freudiana puede definirse como un pasaje de la miseria neurótica al infortunio cotidiano.
Y si de acto hablamos, creo que con algo de eso nos encontramos cuando  un libro se nos presenta, cosa que no siempre sucede con un volumen. En todo caso quienes lo presentamos solamente tendremos que ocuparnos de abrirle la puerta para su lectura.
La dimensión desconocida esta servida.

 

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