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Lenguaje y psicosis

Lucía Molina Fallas

Tanto en el escrito "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", como en el Seminario "Las Psicosis", Lacan hace una alianza entre estas dos palabras, lenguaje y psicosis, insiste en que para tener alguna comprensión de tal fenómeno, y para poder intervenir desde el psicoanálisis es preciso abordar tal relación.

Ambos son grandes territorios así que el recorrido que se hará no es exhaustivo, más bien se podría decir que es tendencioso ya que sigue la dirección que propone, a partir de una serie de afirmaciones, Jacques Lacan.

La palabra:

Ahora bien, toda palabra llama a una respuesta.

Mostraremos que no hay palabra sin respuesta, incluso si no encuentra más que el silencio, con tal de que tenga un oyente..."

En su diccionario introductorio al psicoanálisis, Dylan Evans, señala que en la obra de Lacan hay una primera propuesta en lo referente al tema del lenguaje, donde éste es visto como un elemento mediador que le permite al sujeto obtener reconocimiento del otro.

Lacan nos dice que la palabra lo que hace es evocar. Evocar es una palabra procedente del latín evocare, que a su vez procede de vocare, llamar. Siguiendo esta etimología diremos que la palabra lo que hace es llamar al otro, toda palabra proferida busca una respuesta en un otro.

Cómo se gesta ese llamado al otro. Freud nos dice que un principio de constancia es el que hace que un organismo que apenas inicia su recorrido procure mantenerse exento de estímulos. Pero el "apremio de la vida lo asedia", las grandes necesidades corporales se imponen al niño. Seguirá sintiendo eso que llamamos hambre, hasta que llegue la madre -o algún sustituto- a darle su alimento. Así podrá experimentar:

Pero el asunto no concluye de esta manera, el bebé querrá que esa sensación de placer se repita:

"Un componente esencial de esta vivencia es la aparición de una cierta percepción (la nutrición es nuestro ejemplo) cuya imagen mnémica queda, de ahí en adelante, asociada a la huella que dejó en la memoria la excitación producida por la necesidad. La próxima vez que esta última sobrevenga, merced al enlace así establecido se sucitará una moción psíquica que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de aquella percepción y producir otra vez la percepción misma, vale decir, en verdad, restablecer la situación de la satisfacción primera. Una moción de esa índole es lo que llamamos deseo; la reaparición de la percepción es el cumplimiento de deseo, y el camino más corto para este es el que lleva desde la excitación producida por la necesidad hasta la investidura plena de la percepción. Nada nos impide suponer un estado primitivo del aparato psíquico en que ese camino se transitaba realmente de esa manera, y por tanto el desear terminaba en un alucinar."

El panorama propuesto por Freud no es para nada halagador. Este organismo humano tenderá hacia la muerte, tenderá hacia el aislamiento. No hay algo en la "naturaleza humana" que dirija a ese organismo hacia la vida, o que lo dirija hacia otros seres vivos. El intentará en un primer momento mantener ese esquema del arco reflejo, y luego de haber experimentado por primera vez el placer de eliminar la tensión que el hambre u otra de sus necesidades le impone, procurará autoabastecerse, aunque sea de modo alucinatorio.

Lo que sucede es que estos recursos no le sirven, el estímulo continuará, es porque una persona decide amarle que él podrá sobrevivir. Si este pequeño organismo es abandonado, y no tiene la suerte de que alguien (o algún animal) le provea calor, alimento, etc., morirá.

Es el Otro , al instalar el deseo en el niño, quien le abre las puertas a la vida. Lacan nos dice que todos los niños vienen dotados de necesidad, que la madre convierte el grito del niño en una demanda y que toda demanda es de amor. La madre pone palabras para cifrar esos gritos.

Sabemos todavía algo más, René Spitz nos dice en "El Primer año de vida" que un niño que no es amado muere, que aunque se provea de alimentación calor y limpieza a un niño, si no se establece con él, una relación amorosa, morirá.

Es extraño pero al nacer un ser humano, parece estar más cerca de la muerte que de la vida. La incapacidad orgánica del niño recién nacido de sobrevivir sin ayuda y esta tendencia a regresar a un estado anterior, ajeno a las perturbaciones del mundo. Serán coordenadas que sólo la presencia de ese Otro pueden modificar.

Es así como surge esa primera versión de lenguaje, ese llamado al Otro. Esa boca abierta en espera del pezón, ese cuerpo delineado con caricias, esa herida abierta que el Otro deja como huella de su paso, ese deseo...

Así que en un primer acercamiento al problema que nos ocupa podemos decir que en la psicosis hubo un poquito de deseo que fue dirigido al niño, haciendo que éste al menos sobreviviera. De esto dan cuenta la experiencias clínicas:

"...el oficio del loco es entrar en contacto con alguien, no *los demás en general*, *con alguien*, al menos uno..."

Quienes han tenido la experiencia de trabajo analítico nos dicen que el loco trata de tocar al psicoanalista, emocionarlo, conmoverlo.

"Antes del *lobo*, Roberto era sólo un superyó cuyo soporte era el significante, *señora*. Fue con un estridente *señora* con lo que me recibió el primer día que lo ví, el 25 de diciembre, y los días sucesivos."

"Es en este sentido que *lobo* es la entrada de Roberto en la *psicosis de transferencia*..."

El niño del que nos habla Rosine Lefort tiene 4 años y es hijo de una mujer diagnosticada como paranoica, que le hizo padecer hambre. Este niño dice algunas palabras desarticuladas "caca", "lobo", "señora", "pañal", "poner", "pipi", muy pocas, pero quiere decir algo a esta mujer su analista.

Tesoro de los significantes:

"Es el mundo de las palabras el que crea el mundo de las cosas..."

"El hombre habla pues, pero es porque el símbolo lo ha hecho hombre."

"Los símbolos envuelven en efecto la vida del hombre con una red tan total, que reunen antes de que él venga al mundo a aquellos que van a engendrarlo *por el hueso y por la carne*, que aportan a su nacimiento con los dones de los astros, si no con los dones de las hadas, el dibujo de su destino, que dan las palabras que lo harán fiel o renegado, la ley de los actos que lo seguirán incluso hasta donde no es todavía y más allá de su misma muerte..."

Podemos encontrar una segunda propuesta sobre esta relación del lenguaje con la psicosis. En la que Lacan señala una estructura, la del lenguaje, cuyo componente fundamental es el significante.

El lenguaje provee una legalidad que antecede al sujeto, le otorga un lugar en una matriz en la que es representado por un significante, tal y como ese expediente en el registro civil, que dice la fecha y el lugar de nacimiento, quienes son nuestros padres, etc., sin el cual, aunque estemos vivos, no hay nada que dé cuenta de nuestra existencia ante la ley.

Ese Otro al que hacíamos referencia hace un llamado al niño, le llama a ocupar un lugar, le otorga un "nombre propio". En la psicosis algo ocurre en este orden del significante, que impide al individuo posicionarse como sujeto. Eso que ocurre tiene que ver con ser llamado a un lugar que no es suyo, un nombre que no le pertenece.

"Lacan define el significante como *lo que representa a un sujeto para otro significante*[...] Para ser más preciso, un significante (denominado significante amo, que se escribe S1) representa al sujeto para todos los otros significantes (que se escriben S2)."

Hay un significante, el nombre del padre, que no ha llegado a tiempo, a ocupar su lugar en la cadena de los significantes. Plantea Lacan que el mecanismo de la psicosis, la verwerfung se articula como la ausencia de una Bejahung, o juicio de atribución. "Es pues también sobre el significante sobre el que tiene efecto la Bejahung primordial..." (Lacan. IBID. P. 539).

Este concepto de bejahung primordial, procede de la lectura de un texto de 1925 (La Negación), en el que Freud señalará otro componente importante en esa primera aproximación del sujeto a la realidad. Se podría pensar que la existencia de un objeto precede cualquier calificación que podamos hacer sobre este. Así tendríamos primero una flor en la mano y luego podríamos decir que es bella y aromática. Freud nos dice que la forma como juzgamos es inversa, hacemos primero un juicio de atribución, y luego un juicio de existencia.

Esa bejahung o juicio de atribución lo constituye una representación, una repetición de una percepción, en palabras de Freud; en palabras de Lacan un "significante".

Curiosamente en esta manera de relacionarse el sujeto con la realidad, propuesta Freud es donde Lacan encuentra la falla que opera en la psicosis, al señalar que, el significante que no fue admitido, es el Nombre del Padre. Podríamos decir que la psicosis si es un problema en términos de la relación que el sujeto tiene con la realidad. Porque esa relación se produce a través de los significantes.

La relación del sujeto con la realidad estaría filtrada por esa red simbólica hecha de diferencias, la bejahung y la verneinung, par e impar ,+/-, fort/ da. El significante no se define solo, se define en términos de los otros significantes y eso quiere decir en un conjunto de relaciones en un ir y venir de las palabras.

"El sujeto, por no poder en modo alguno restablecer el pacto del sujeto con el otro, por no poder realizar mediación simbólica alguna entre lo nuevo y él mismo, entra en otro modo de mediación, completamente diferente del primero, que sustituye la mediación simbólica por un pulular, una proliferación imaginaria..."

 

La metáfora del Nombre del Padre:

La metáfora paterna introduce una legalidad, un orden. Produce una serie de consecuencias lógicas:

• Desde el punto de vista de la prohibición del incesto, le prohibe al hijo cohabitar con la madre, y a la madre regresar su producto al vientre.

• Permite el surgimiento del deseo en el hijo, y le da direccionalidad -hacia el afuera, hacia la exogamia.

• Se introduce con la metáfora del nombre del padre la lógica de la retroactividad del sentido. La madre aparece como primer término para el niño, aparece precediéndolo, ella como la que da nombre, da sentido a las cosas (gran otro sin tachadura). El nombre del padre, introduce como nuevo término, uno del orden simbólico.

• Con la introducción de la metáfora paterna se hace a un lado el goce de la madre, quiere decir que con el significante se corre de lugar algo del orden de lo real, se lo circunscribe. Se podría pensar que en la psicosis habría algo así como un déficit de palabra, que no logra delimitar, suficientemente, el goce.

Se sustituye la verdad desmesurada del goce materno por una verdad con mentira, por una verdad no toda. La presencia de la madre, le indica al niño hay un gran otro que tu, y esta es su primer verdad, pero al introducirse el significante paterno, este dice hay un gran otro que tu madre, relativizando esa primer verdad. La noción de gran otro viene dada inicialmente por la madre, la madre no es el gran otro, ocupa ese lugar, hasta que se produce la metáfora paterna. La introducción del Nombre del Padre le dirá al niño -hay un Otro que ordena este mundo de relaciones.

Ahora una pregunta: ¿por qué se atribuye tanta importancia a un significante?, al falo. Considero dos razones:

"Están en el declinar de una jornada de tormenta y fatiga, contemplan la sombra que comienz a invadir lo que los rodea, y algo les viene a la mente, que se encarna en la formulación la paz del atardecer.

No creo que nadie que tenga una vida afectiva normal ignore que eso es algo que existe, y que tiene un valor muy distinto al de la aprehensión fenoménica del declinar del brillo del día, al de la atenuación de líneas y pasiones. En la paz del atardecer hay a la vez una presencia y una selección en el conjunto de lo que los rodea.

Particularmente me gusta este ejemplo, muestra en el significante la paz del atardecer la posibilidad de ordenar esa realidad (simbólico e imaginario que permiten una versión ordenada de cierta dimensión de la realidad), de darle cierta constancia que permite bordear la incertidumbre del sujeto. Sería esa dimensión metafórica, que hace a la poesía.

• Así que pone las cosas en su lugar: tiene que ver con ese lugar con ese estatuto propio de sujeto.

• El otro aspecto que considero importante del significante fálico, es el hecho de que permite movilidad a los otros significantes, permite ese desplazamiento del sentido, que es lo que llamamos metonimia. Al ser una casilla vacía permite que haya cambios.

Recuerdo una escena de una película de cine, en que un hombre autista se encuentra atravesando una calle, se queda a la mitad de ésta porque el semáforo decía pase y se cambio a alto, en esa escena podemos ver que el personaje comprende la palabra, pero no la dimensión del desplazamiento significante, habría una adherencia total entre significante y significado. Sí, el semáforo dice no pase; pero su vida está en peligro, corra termine de cruzar esa calle, no se quede ahí detenido. Esa palabra es verdadera, pero también hay otra verdad, lo puede atropellar un carro.

Mohamed:

François Morel , precisamente a propósito de las reflexiones de Lacan sobre el papel del Nombre del Padre en la psicosis, presenta un caso "Mohamed". Sólo quiero rescatar un aspecto que considero importante para el presente trabajo.

"*Mon père, il m*attendait avec des chaînes et les cadenas. Chaque fois que je faisais une bêtise il me donnait à manger dans un bol du pain écrasé à manger avec les doigts...il me prenait le bras et me frappait les poignets sur le bord de la table comme des fléaux, j*ai eu les scaphoïdes fractures. Il était viloent, très violent, très strict*."

El autor nos señala que Mohamed es el primer hijo de su familia, y que su psicosis se desencadena, cuando al haberse divorciado sus padres, porque la madre ya no soportó más el alcoholismo y violencia del padre, Mohamed es llamado a ocupar el lugar del padre, por ser el primogénito debía asegurar la autoridad del padre.

Este padre no introduce esa dimensión de la ley como organizando las relaciones, no introduce ese elemento del orden simbólico. Aparece colocado por encima de la ley, como pudiendo hacer cualquier cosa con el hijo. ¿Cómo podría Mohamed ocupar ese lugar?, hay un lugar para Mohamed, ese siniestro lugar que dejó su padre.

Morel plantea que no es una historia complicada, que con pocas palabras se puede describir la esencia de la posición de este sujeto en la existencia.

Comentarios finales:

La dimensión metafórica en sí no falta, porque todo en la palabra es metáfora, habría una falla en la dimensión de la palabra en tanto miente, en tanto dice, pero no todo.

El nombre del padre vendría a ser un significante que introduce una lógica de funcionamiento: El sentido de lo que se dice se produce en un movimiento en dos direcciones, en la anticipación al sentido, y en ese efecto de resignificación.

Como hipótesis se puede plantear que en la psicosis ese grado de anticipación del sentido existe, y que lo que no existiría es la corriente que viaja en la dirección contraria, y que es la que le permite a la palabra mentir, no decir todo, decir otra cosa.

Referencias Bibliográficas:

Corripio, F.

Diccionario Etimológico de la Lengua Española. Ediciones B. México. 1996.

Evans, D. Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano. Paidós. México. 1997.
Freud, S Obras Completas. Editorial Amorrortu. Buenos Aires. 1979.

"La interpretación de los sueños".

"La negación".

Gilio, M. "El loco busca desesperado a otro."

http://www.pagina12.com.ar/1998/98-08/980806/pag36.htm

Lacan, J Escritos. Editorial Siglo XXI. México. 1989

Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis.

De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis.

Lacan, J Seminario: Las Psicosis. Paidós. Buenos Aires. 1993.
Lefort, R. y otros Clínica bajo transferencia. Manatial. Buenos Aires. 1993.
Morel, F. "Clinique psychiatrique et psychanalytique des psychoses."
http://myweb.worldnet.fr/~frmorel/psyaujelinpsy19394.shtml

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