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Lacan racionalista

Julio Ortega Bobadilla

En una reciente exposición sobre los "Problemas de la Filosofía contemporánea", el Dr. Darin McNabb hizo una breve, pero sustanciosa exposición del panorama de la Postmodernidad y la relación de ciertos precursores, al discurso que se identifica con esos blasones. Una sección de la exposición tuvo como eje el análisis de los llamados: "maestros de la sospecha", es decir: Freud, Marx y Nietszche. El análisis señalaba a estos autores, como iniciadores de una veta de análisis de la "Realidad" antes inexplorada y que daría lugar al nacimiento de los innovadores planteamientos de Lacan, Althusser y Focault. De hecho el esquema en el pizarrón ofrecía a los ojos de los espectadores la clave de ese desciframiento de la siguiente forma:

FREUD MARX NIETSZCHE
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V
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V
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V
LACAN ALTHUSSER FOCAULT

El ojo se engaña fácilmente cuando ve las cosas demasiado claras, se tiende a reducir a la imagen de la apariencia el objeto percibido, a través de, un proceso más práctico que intelectual y la relación de afinidades se establece de ahí en adelante, como una marca de fuego o tatuaje indeleble sobre las futuras consideraciones sobre el objeto. Esta síntesis inicial, mediatiza la futura relación del sujeto cognoscente con el mundo, ya lo señalaba Köfka.

Tengo mis dudas de la acuciosidad del esquema, especialmente en lo que se refiere a la relación de desplazamiento expresado de Lacan por Freud y trataré de expresarlas. Y en el caso de Althusser, me parece que también podrían decirse un par de cosas... quizá en otro momento.

Podría afirmarse, siguiendo las implicaciones de dicho esquema, que Freud es un pre-texto que permite a Lacan legitimar su propio discurso. También, es posible decir que Lacan habría superado a Freud o habría desarrollado una teoría diferente a partir de los conceptos fundamentales, en una especie de superación de las contradicciones de la teoría que permitirían la postulación de un nuevo paradigma. De hecho, Jean Allouch discípulo directo de Lacan ha afirmado en su artículo "Freud desplazado" (En: Lacan * Freud ¿qué Relación?. Ed. Villicaña. México 1987), que entre ambos discursos hay un desplazamiento de acento. Según este autor Lacan ha procedido a revelar que el psicoanálisis muestra que lapsus, actos fallidos, chistes, sueño y síntomas comparten los mismos mecanismos. Es ahí de dónde surgirá el concepto del Inconsciente, hipótesis basal que abre la posibilidad de dar cuenta de una homogeneidad de dichos procesos. Dicho sea de paso, este autor afirma que el objeto del psicoanálisis sería la personalidad, no podemos coincidir en ese punto: El objeto del psicoanálisis es para nosotros el inconsciente, de hecho la formulación de la materia Metapsicología nos habla de una intención de trascender la psicología y de fundar una nueva disciplina que no se ocupa de las funciones psíquicas en general sino de aquellas correlacionadas con el Inconsciente.

También, Allouch vía el argumento de autoridad, cita a Lacan para proponernos que el Inconsciente es cuestionado por él, para introducir "algo que va más allá del Inconsciente", concluyendo que Lacan da un nuevo paradigma al psicoanálisis. Para dar más fuerza a sus argumentos trae a cuento la argumentación de Khun acerca de la introducción de un nuevo paradigma en ciencia basado en:

  1.   Anomalías en la teoría vigente
  2. cambio de significación de los conceptos establecidos
  3. desplazamiento de los problemas ofrecidos a la investigación
  4. modificación de la imaginación científica misma (¿topología lacaniana?)
  5. introducción de nuevas formas de práctica.

De esta manera, concluye Allouch, que... "es claro"... que estos cinco criterios definen el trabajo de Lacan a partir de julio de 1953. Dice textualmente: "...dicho en otras palabras, (...se traduce...) en un desplazamiento de Freud. No se supera a Freud, no se le prolonga ni tampoco se le interpreta: aquí se le desplaza". Personalmente encuentro demasiado enfática y belicosa dicha afirmación e incluso con resonancias proféticas, ¿acaso se trata de renunciar a Freud y acogerse a la verdadera verdad de la nueva doctrina? La idea me resulta patética y antilacaniana si se considera que este hombre revolucionó el pensamiento psicoanalítico a partir del ejercicio de una crítica sin dogmatismos. ¿Y... por otra parte, cómo entender las afirmaciones del mismo Lacan en 1980?: "Ser lacanianos es asunto de Uds., en cuanto a mí, yo soy freudiano" y "Yo jamás he pretendido superar a Freud, como me imputa uno de mis corresponsales, sino prolongarlo". Por otro lado, nos encontramos en el incómodo terreno de tratar de validar una disciplina con normas de verdad extraídas de otro campo, cuando precisamente el mérito de algunos de los grandes pensadores de la epistemología francesa (léase Bachelard y Koyré), es precisamente el habernos hecho claro que el sentido de una disciplina es el producir sus propias normas de validación.

Me parece que el problema puede ser visto desde otra perspectiva. Desde Leibniz sabemos que la identidad (ley de la indicernibilidad de los idénticos) se define por una relación interna, sin embargo el problema adquiere una nueva dimensión a la luz de un análisis lógico de los designadores en juego, trátense éstos de designadores rígidos (posibilidad del lenguaje modal formal) o no rígidos. Esto es: si "a" y "b" son designadores rígidos, se sigue que si "a = b" es verdad, entonces es una verdad necesaria. Si a y b no son designadores rígidos no puede seguirse esa conclusión respecto del enunciado "a = b" ( aunque los objetos designados por a y b sean iguales en un sentido importante).

Como sostiene Quine sobre el problema de la nominación de un objeto, un planeta, por ejemplo, puede ser etiquetado dos veces (Venus = Estrella matutina), o bien, el caso de que el Monte Everest se llama así visto desde Nepal, pero desde el Tibet esa montaña es llamada "Gaurisanker". La cuestión es, si en el caso del psicoanálisis, podemos definir una relación de identidad entre el proyecto freudiano y el lacaniano, si ambos se ocupan del Inconsciente y del problema del sujeto, e incluso si puede formularse un enunciado bicondicional de tal forma que aunque: "Freud ? Lacan", podamos decir que más bien, se da una coimplicación entre ellos: "Freud  Lacan". Incluso, Lacan ha aseverado que su "retorno a Freud", es una legitimación de Freud, pareciendo apuntar en términos lógicos que:

Lacan ---> Freud.

El problema no es simple, pues la lectura lacaniana de los textos freudianos es siempre una lectura forzada, por otro lado, suponer que hay una lectura inocente o fiel de un texto no nos parece razonable. Por ejemplo, cuántas veces Lacan ha dicho de Freud que es un dialéctico, cuando la lógica binaria que se ha querido ver como fundamental en Freud (Consciente - Inconsciente; Principio de placer y Principìo de Realidad; Eros y Thanátos) y que ha servido a algunos para calificar su obra dentro de esta herencia filosófica quizá merezca un análisis más profundo. Por ejemplo, el Proyecto de una psicología para Neurólogos distingue tres clases de neuronas (F,?,O); la oposición pulsión de vida - pulsión de muerte no suprime la concepción de la pulsión parcial (es decir: sin objeto). También recuérdese el trío edípico, que en realidad es un cuarteto y para probarlo esta ahí la afirmación de Freud de que una relación sexual siempre implica cuatro sujetos; o la compleja interrelación de la última tópica freudiana con los términos Ello - Yo - Syo).

Quizá sea más propio decir que Lacan ha convertido a Freud en un significante, y ha aplicado sobre él su teoría del privilegio del significante sobre el significado (S/s), estableciendo así un "Retorno a Freud" cuya esencia es la relectura, exégesis y comentario de los textos capitales del psicoanálisis, con el agregado de abrir interrogantes, sobre puntos que se consideraron de sutura. El resultado es singular, se produce un replanteo de esos problemas abiertos (Vg. La teoría del narcisismo) y se crea una teoría sin punto de cierre. Las formulaciones de Lacan, se van sucediendo unas a otras y aunque su punto de partida es Freud, no cabe duda que su espíritu lo impulsa a la trasgresión de significaciones preestablecidas, muestra de ello es la identificación de la Vorstellung (representación) freudiana con el significante saussureano. En cierto sentido, podría afirmarse que Freud es un pre-texto que permite a Lacan legitimar su propio discurso. Los estilos de ambos autores difieren más de lo que uno esperaría, del lado de Freud, tenemos el espíritu de las luces: intención de inteligibilidad y búsqueda de argumentaciones claras y convincentes. Freud tiene una ambición focalizada en la búsqueda de los orígenes: ahí están los conceptos del Urväter, Urverdrängung (Padre primordial de la Horda Primitiva, represión originaria) y por su parte, la posmodernidad de nuestros días apunta a otro lugar donde no existe un origen pleno de las cosas.

Del lado de Lacan, podríamos decir que encontramos, el ánimo de un siglo atormentado por los efectos de la técnica y el fracaso de la Razón (¿pero acaso no es el siglo XVIII también el de Sade y la guillotina?), que se manifiesta, en una vacilación ante la ubicación del discurso psicoanalítico, cierta incertidumbre y desamparo ante el llamado registro de lo Real y el desarrollo de un estilo cerrado, enigmático de su enseñanza, pletórico de imágenes poéticas y salvajes al estilo de un cierto señor Bataille que van decantándose en formulaciones cada vez más sintéticas, más abstractas que, paradójicamente, desembocan en buscar en la Razón de nuevo, una balanza fiel de ese monstruo llamado Inconsciente. Y si no me cree el lector, ahí están los intentos de formalización lógica de los conceptos analíticos (esquemas, matemas y fórmulas) o los últimos seminarios llenos de alusiones a la Topología y a la Teoría de Nudos buscando en la Matemática la posibilidad de construir una forma de enseñanza sin pérdida en la transmisión, tratando de crear un lenguaje que muestre sin equívoco al Inconsciente en un afán que para algunos raya - por momentos -, en el delirio.

El estilo literario de Jacques Lacan se ha ganado la fama - bien merecida -, de ser uno de los más difíciles. Su escritura es una malla apretada de conceptos, citas y bromas culturales que rehusan los enunciados claros. No pretende ahorrar, a quien topa con sus textos, el menor esfuerzo. Sus letras son siempre calculadas, provocativas, en espera de hacer blanco en quienes de verdad quieran y puedan, retomar sus enseñanzas. Justamente, en un epígrafe incluido en la transcripción de la entrevista que le hiciesen por televisión en 1973, encontramos: "Aquel que me interroga, sabe también leerme".

Mucho de esa escritura permanece ilegible al primer contacto y... después de eso. La textura polisémica e imaginativa de sus textos se conserva como un enigma, aún para aquellos que se han adentrado en su obra más allá de la lectura casual. Curiosamente, sigue siendo un bestseller aquí y allende el océano. La razón de este fenómeno quizá estriba, en parte, en la leyenda que acompaña esas letras. Lacan, desafiante siempre, recuerda un poco la actitud del joven Freud que desde pequeño intuyó siempre la fama y estuvo pendiente de sus biógrafos aún sin haber completado del todo su descubrimiento. Tenemos también, a diferencia de Freud, un personaje, amigo de las vanguardias filosóficas y artísticas, que trascendió los ideales burgueses de su familia para convivir junto a figuras tales como Sartre, Picasso, Dalí, Buñuel, Merleau Ponty, Heidegger, Althusser y Umberto Eco.

Su obra es mayormente oral, como si hubiese querido dejar a la interpretación y al malentendido jugar un papel en la transmisión de su saber. Sin embargo, debemos al empeño de su ex-analizante e interlocutor intelectual Françoise Whal, que haya tomado forma la trascripción y reescritura de algunos de los pasajes más trascendentales de su enseñanza. El escándalo siguió a la publicación de sus "Escritos". Sus críticos no sólo cuestionan lo que dice, sino la manera en que lo hace y le acusan de ser poseedor de un estilo confuso, oscuro y perverso.

Desde el principio, Lacan se orientó a leer los textos freudianos, no sólo para vivir cómodamente a su sombra y repetir aquello que se mostraba como evidente, sino que se enfocó a retomar el espíritu de exploración de Freud a fin de retomar las preguntas planteadas por éste. Entendemos que la única manera posible de leer los textos canónicos freudianos, es a través no sólo de su invocación, sino de la interrogación del texto.

Entrar en sus "Écrits" (Éditions du Seuil 1966), es como transitar por un laberinto lleno de pasadizos secretos, espejos y puertas que abren nuevos significados a la tarea de la lectura. Su fiero ingenio rivaliza con el de Rabelais, su delicada inteligencia con la de Proust, su tacto poético con el de Apollinaire. Él mismo, solía pensarse, a veces, como un artista y gustaba de exhibirse ante el público tal y cómo lo hace un actor adicto a las luces. Sin embargo, también sus trabajos reflejan una rigurosidad clínica impecable, un apego al análisis de los hechos que deriva en una formalización no vista antes en el psicoanálisis.

Me parece del todo exagerado (y más bien sostengo la tesis contraria), decir que la obra de Lacan, es una teoría nueva al punto de abolir las ideas del fundador. Sí considero que nos brinda una nueva dimensión y punto de vista sobre el dispositivo analítico. También cuestiona la práctica tradicional de formación de analistas, haciéndonos reflexionar sobre la teoría y la práctica clínica en el contexto de los nuevos planteamientos de disciplinas tales como: la antropología, la filosofía, la lingüística, la investigación literaria y las matemáticas. De ahí, a considerar que Freud ha sido desplazado hay más de un paso, no porque la teoría no haya sido superada, sino porque el método sigue conservando un mismo método de estudio y una aproximación que lo que necesita es más datos a confrontar con el objeto último de estudio del psicoanálisis: el sujeto. En este sentido, las nuevas aproximaciones como las de Slavoj Zizek dedicadas al estudio de los fenómenos culturales lo que demuestran es una congruencia del desarrollo social con el análisis freudiano y la teoría lacaniana en sus formas más simples y menos crípticas.

Pero volvamos al problema que nos ocupa. A primer vista, podría decirse que nadie tan alejado del proyecto de las Luces que Lacan, sin embargo, quizá las distancias en este caso, sean un poco engañosas. Ambos representantes de la cultura y el pensamiento continental. En cierto sentido, cada uno prolonga a su manera a Descartes.

La afirmación, un tanto peligrosa, no es del todo ociosa. Lacan ha bordado el trabajo de Freud desde una perspectiva que en nada desmerece el proyecto original de su creador que no sería otro que el intento de fabricar una teoría con visos de cientificidad. Aseveraré - de momento -, como tesis que la relación Freud * Lacan está caracterizada por el hecho de que el segundo, retoma en sus fuentes el discurso freudiano y lo reinterpreta sin desentenderse de las intenciones del fundador, llevándolo a sus últimas consecuencias el descubrimiento del Inconsciente, marchando, si se quiere así decirlo, hacia una segunda fundación del Psicoanálisis, pero jamás a un desplazamiento de Freud. Dejaré con esta argumentación abierta la pregunta que da nombre al trabajo: ¿Es Lacan un posmoderno?. Juguemos con las letras: Pos (para usar un barbarismo mexicano)... quizá en el fondo sea un racionalista. Cerremos la presente reflexión con un argumento venido del mismo Lacan, leamos con cuidado esta frase en la contratapa del segundo volumen de los Écrits:

"Dire que le sujet sur quoi nous óperons en psychanalyse ne peut être que le sujet de la science..." (Decir que el sujeto sobre lo cual nosotros operamos en psicoanálisis no puede ser otro que el sujeto de la ciencia .... ).

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