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COLOQUIO
A CIEN AÑOS DE LA TRAUMDEUNTUNG
La interpretación de los sueños hoy

El modelo psicoanalítico del
sueño en la teoría de grupos

Ricardo García

Una revisión simple de la historia del psicoanálisis en Xalapa nos confirma sin rodeos, aquella idea general de Rene Kaës cuando manifiesta que un grupo es ante todo una lucha, necesariamente difícil, entre diferentes sujetos constituidos en sus historias y en sus estructuras, con características específicas que intentan mantener juntos, tanto el estatuto de la alteridad, como el de una cierta identidad común. Esto nos remite de lleno a pensar en este otro lacaniano (simbolizado con una a minúscula) que es el yo, o para ser más precisos... su imagen, en tanto que existe una diferencia radical entre mi ausencia de satisfacción y la satisfacción supuesta del otro, como aquello que funda esa lucha difícil entre los distintos sujetos que van a conformar un grupo. Por tal motivo para Lacan "no hay imagen de identidad, reflexividad, sino relación de alteridad fundamental." 1

Al abrirse el camino para el conocimiento del sujeto del inconsciente comprometido en procesos de grupo, el psicoanálisis se ha visto confrontado con problemas de orden clínico, metodológico y teórico que conducen a las fronteras del psicoanálisis y de otras disciplinas. Estas últimas, fundadas sobre otras concepciones de la subjetividad, están dotadas de hipótesis que tarde o temprano se revelan como estando en oposición con la hipótesis fuerte constitutiva del psicoanálisis: un inconsciente psicosexual de origen infantil separado de la consciencia pero que actúa sobre ella de manera específica y constante.

Wilfred Bion fue el primero en proponer una teoría psicoanalítica del grupo. Funda su análisis sobre categorías centrales del psicoanálisis cuando distingue dos modalidades del funcionamiento psíquico en los pequeños grupos: el grupo de trabajo donde prevalecen los procesos y las exigencias de la lógica secundaria que organizan la representación del objeto y del objetivo del grupo, la organización de la tarea y de los sistemas de comunicación que permiten su realización. El grupo básico, donde predominan los procesos primarios en forma de supuestos básicos (basic assumption) en tensión con el grupo de trabajo.

Las primeras teorías del grupo, ya sea que hayan sido propuestas por Lewin (1947), Moreno (1954), Foulkes o Bion, tratan al grupo como una entidad generadora de efectos psíquicos propios. Las contribuciones de los sujetos son consideradas como procesos y contenidos anónimos y desubjetivados. En este aspecto, las primeras teorías del grupo son teorías donde el sujeto desaparece en lo que lo singulariza: su historia, su ubicación en el fantasma inconsciente, la peculiaridad de sus pulsiones, de sus representaciones, de su represión, etc.

Estos conceptos constituyen al grupo como el destinatario de la interpretación. Si la interpretación se piensa y se da en términos de grupo, sus efectos son evidentemente reducidos en cada individuo, a través de los vínculos que lo atan a la matriz del grupo o que lo sitúan en su campo de fuerzas.

Hay entonces, en las diversas concepciones de lo que es un grupo, ciertamente enlaces a veces desafortunados donde, en sentido teórico, se sufren extravíos respecto a los conceptos, llámense identidad, alteridad, u otros como el de imaginario que conduce a verdaderos callejones sin salida si no se toma el referente lacaniano. En forma paralela, habríamos de ser sensibles no solamente a la rigurosidad conceptual, que define a la preocupación teórica, sino a la utilidad práctica, por no decir clínica de una crítica a un modelo que en su momento representó un paradigma en la comprensión de los fenómenos de grupo y que debe su sello básicamente al trabajo sostenido de 4 autores franceses: Anzieu, Pontalis, Bejarano y Kaës. Trabajo que sería sintetizado por Anzieu, en un texto curioso cuando se lee, aunque más no sea porque demuestra las equivocaciones a las que conduce tomar al pie de la letra una analogía teórica. Pero recordemos el exhorto lacaniano de que es ley fundamental de toda sana crítica el aplicar a una obra los mismos principios que ella da a su construcción.

Efectivamente en una conferencia pronunciada el 11 de noviembre de 1965 en la Sociedad Francesa de Psicoterapia de Grupo sobre "El estudio psicoanalítico de los grupos reales", publicada en Les Temps Modernes en julio de 1966, Didier Anzieu establecía la "ANALOGIA ENTRE EL GRUPO Y EL SUEÑO".

El título mismo de la conferencia permite suponer que el resorte de la situación es la realización que habrá de hacer cada instancia del deseo del sujeto.

Afirma entonces Anzieu que, se tratase de un grupo artificial de psicoterapia o formación, o de un grupo social natural o real, toda situación de grupo "[...] es, ante todo, la realización imaginaria de un deseo" 2 y, al mismo tiempo, "es vivida como fuente de angustia" 3; corrigiéndose la apreciación al afirmar en esta segunda referencia que: "[...] la situación de grupo es vivida como fuente de angustia, con la misma intensidad que como realización imaginaria del deseo."

Ahora bien, esta es una extrapolación un tanto abusiva, que en la corrección intenta mitigarse. Lo imaginario en psicoanálisis, aunque esté en relación con, no es en modo alguno lo mismo que lo alucinatorio. Reflexionemos un poco. Bastaría por supuesto introducirse en la Fenomenología de la percepción tal como se presenta en Merleau Ponty, para ver que la alucinación es integrada como esencial a la intencionalidad del sujeto. Intencionalidad, va a decir Lacan en el seminario 4, de amor que constituye muy precozmente, antes de cualquier "más allá del objeto" una estructuración fundamentalmente simbólica, imposible de concebir sin plantear que el propio orden simbólico está ya instituido y presente. La teoría kleiniana, muy socorrida por los grupalistas, se conformará con explicar la producción de la alucinación recurriendo al principio del placer, considerándola como el primer movimiento en el orden de la satisfacción del sujeto. Se afirma simplemente que el retorno de una necesidad trae aparejada la alucinación de su satisfacción. Ya Freud en el "Proyecto de una psicología para neurólogos" había desarrollado la suposición de un mecanismo de ajuste, de adaptación a lo real, que permitiera al organismo referir la alucinación que surge espontáneamente del funcionamiento primario del sistema a lo que sucede al nivel de los aparatos perceptuales. Con arreglo a las experiencias de cada sujeto debía —según Freud, constituirse "algo" que disminuyera la carga cuantitativa hasta el punto sensible de la incidencia de la necesidad. A ese algo Freud lo va a llamar el ego, ubicándolo justamente en el sistema . Es sin duda una teorización simple, que por otra parte, nos conduce al núcleo del sentimiento de realidad que aborda Lacan a propósito de la génesis de la alucinación del hombre de los lobos. Da ahí una fórmula casi algebráica: "lo real o lo que es percibido como tal es lo que resiste absolutamente a la simbolización. A fin de cuentas —continúa diciendo, ¿no se presenta acaso en su punto máximo el sentimiento de lo real en la ardiente manifestación de una realidad irreal, alucinatoria?" 4 Lo imaginario entonces para poder ser diferenciado de lo real debe anudarse al lenguaje. Por lo tanto, si se permite, lo alucinatorio a diferencia de lo imaginario implica una invención de la realidad fuera del orden de aquello que aparece en relación con la significación o con la significancia. En todo caso, no es pasando por alto esta confusión por donde habría de franquearse el paso la analogía que nos propone Anzieu.

Intentaba sostener este autor que el grupo, como el sueño o el síntoma, es, en cada uno de sus episodios, "la asociación de un deseo y una defensa" 5. Y aún más, que: "los sujetos humanos van a los grupos de la misma forma que al dormirse entran en el sueño." 6 Esquematizaba finalmente la tesis diciendo que: "Desde el punto de vista de la dinámica psíquica, el grupo es un sueño."7

Recordemos que la defensa es una categoría introducida por Freud, muy tempranamente y que ha ocupado un lugar central en el psicoanálisis. Hoy en día se considera tanto a un delirio como una neurosis una defensa del sujeto. El concepto es sostenible porque responde a realidades objetivables en los procesos analíticos. Es decir, hay un sujeto que se defiende; hay por tanto que hacerle notar que lo hace, para que luego sepa… contra qué lo hace. Más debe distinguirse con rigor el orden en que se manifiesta la defensa.

Supongan ustedes que esta defensa es manifiestamente del orden simbólico, y que puede elucidarse en una palabra en el sentido pleno, es decir, que atañe en el sujeto al significante y al significado, entonces, en efecto, se podrá intervenir mostrando la conjunción de ese significante y ese significado. Por supuesto… sólo si ambos están presentes en el discurso del sujeto. Pero, ¿qué sucede si en otro sujeto, pueden no estar, y el analista percibe que éste se defiende contra algo que aunque él vea, el analizante mismo no lo ve? En principio, no basta la noción de defensa para enfrentar al sujeto con la realidad, pero lo más importante para nuestro asunto, es plantear ¿cómo podría esto ser pensado para un grupo, donde la atención —flotante por supuesto, del analista no se centra en un solo sujeto? ¿Cómo concebir intervenciones universalizantes que impacten por igual a los participantes?

Por otro lado, ¿qué es lo que estructura esta dinámica psíquica como la llama Anzieu? (Recordemos que para Freud se trata de la dinámica de la transferencia). Pues bien… ¡El objeto a! Objeto paradójico, único, especificado en cada uno de manera singular, aquello que "amo en ti, más que a ti" 8, y que implica un "más allá" de la identificación con cualquier tipo de ideal maravilloso, sea propuesto al nivel del grupo o en forma individual al sujeto.

Pero, regresando un poco, proporcionaba Anzieu dos argumentos en apoyo de su tesis. El primero consistía en hacer notar la actitud de constante desconfianza que la sociedad global tiene con respecto a los grupos pequeños. Esta les designa, a decir del autor, con un vocabulario peyorativo: sectas, clanes, bandas, etc. Sobre ellos recae la sospecha eterna, ora de conspiración, ora de prácticas perversas. Así, les hace voluntariamente objeto de sus persecuciones. El grupo es, según Anzieu, en la representación social corriente, el lugar de transgresión de lo prohibido.

No obstante, está por demás claro que las sociedades no solamente viven muy bien teniendo como referencia leyes que están lejos de soportar la instalación de una aplicación universal, sino que más bien, las sociedades prosperan justamente por la transgresión de esas máximas. La transgresión al código se toma inmediatamente como un nuevo valor que permite engendrar los diferentes sentidos y significaciones de los que se tiene necesidad.

El segundo argumento lo obtenía de la observación de lo que llama "la actitud habitual" de los miembros de un grupo hacia éste: "[...] en el curso de la historia y bajo mil variantes el grupo [ha] sido imaginado como el lugar fabuloso en el que todos los deseos serían satisfechos: la Utopía de Tomás Moro; la Abbaye de Thélème, de Rabelais; el falansterio de Fourier, les Copains ,de Jules Romains, las constantes leyendas que se han construido en torno a algunas situaciones reales: el paraíso tahitiano, la orden de los haschichins, el islote comunitario de los sublevados del Bounty, [...] constituyen algunos ejemplos." 9 En opinión de Anzieu, todo grupo, real o artificial —como pretende diferenciarlos, en un momento u otro: "[...] actúa repitiendo, a su manera, ese modelo mítico de las Cruzadas (o el de la búsqueda del Grial) su deseo define el lugar santo del que se está privado y cuya conquista emprende [...]. " 10 Así, este Grial que es aquí presentado en relación con el modelo del sueño en el ámbito del grupo, es algo de una naturaleza tal que llama la atención para suscitar en aquel que desea, en términos de relación de a dos, cierto objeto: el a de su fantasma. Pues bien, Anzieu, tratará de sustentar en 1972 que el grupo es una boca, es decir la primacía de la fantasmática oral en el grupo. 11 ¿Porqué traigo esto a cuento? En algún lugar va a decirnos Freud que el modelo ideal que podría darse el autoerotismo es una boca que se besa a sí misma. Puede por supuesto concebirse a la boca como un simple lugar de vacío ocupable por cualquier objeto y cuya instancia no conocemos sino bajo la forma del objeto perdido a minúscula. Sabemos que el objeto a minúscula no es el origen de la pulsión oral, pues no queda introducido a titulo de alimento primitivo sino por el hecho de que ningún alimento satisfacerá jamás a la pulsión oral a no ser contorneando el objeto que eternamente falta. Imposibilidad estructural para la cabal realización imaginaria del deseo. Así, si el deseo de todo grupo define el objeto del que está privado y cuya conquista emprende, se eleva —en un retorno a Jung, al objeto a minúscula al lugar de arquetipo universal. Por lo tanto, o bien la continuación del desarrollo es impensable, o bien no es cierto que lo imaginario sea la vía regia por la que el sujeto en condición de grupo realizaría su deseo.

Imaginemos entonces, como lo quiere Anzieu, a unos seres humanos que en su singularidad subjetiva, durante la vigilia, subordinan habitualmente el principio del placer al principio de realidad. Pongámoslos luego en una situación de grupo. Si a este grupo no se le asigna un organismo encargado de ejercer la censura al servicio de la prueba de la realidad, es decir, si este grupo no es dotado de una especie de aparato de control social que sea el equivalente del sistema individual de percepción y conciencia 12, cuya disociación obliga a Freud a introducir la hipótesis de una regresión para dar cuenta del carácter figurativo, es decir imaginario de lo que se produce en el sueño, para estos seres humanos colocados en esta situación... ¿es verdad que la realidad psíquica se vuelve más importante que la realidad exterior? ¿Cuál sería la diferencia entre lo psíquico y lo exterior en términos de grupo? ¿Es sostenible que si un grupo funciona por sí mismo, como dice el autor, lo hace fundamentalmente, en el orden de la ilusión? 13

Recordemos que a las tres grandes formas sociales de la ilusión descritas por Freud desde "Tótem y tabú", y profundizadas después en sus trabajos sobre el psicoanálisis aplicado a la cultura: la ilusión religiosa, la artística y la filosófica, propone Anzieu añadir una cuarta: la ilusión grupal. 14

Así, esta analogía entre el grupo y el sueño formulada en el año de 1965, es llevada más lejos cuando el 24 de mayo de 1971 es pronunciada la conferencia "LA ILUSION GRUPAL: UN YO IDEAL COMUN". 15

Aquí se defiende en primer lugar que: el sueño, como la ilusión individual por excelencia, se produce en el estado onírico, es decir, en un estado de máximo abandono por la catexis de la realidad exterior. De nueva cuenta se acude a la analogía como recurso técnico y se afirma que por desarrollarse los seminarios de formación de analistas de grupo en una situación de aislamiento cultural, en un lugar retirado de la vida social y profesional y en un espacio de tiempo, valga la paradoja, que constituye una pausa con relación a las actividades habituales, se estaría asistiendo a la misma condición que en el dormir en tanto que la realidad exterior se encuentra suspendida, es decir, puesta entre paréntesis. Desde ahí se afirma que a esa retirada de la catexis objetal corresponde, en términos económicos, una supercatexis del grupo, es decir un aumento de la libido así liberada sobre la única realidad presente, según se dice... aquí y ahora, convirtiéndose el grupo de este modo en objeto libidinal. Pero un grupo hace uso del proceso secundario por excelencia en virtud del estado de vigilia de sus miembros. Lo demás no es un sueño, podría ser un síntoma. El síntoma del yo en el espejo defendiéndome del deseo del otro.

Para Anzieu, su observación de lo que llama "grupos reales" confirma que también en éstos funciona el mismo equilibrio económico descubierto por Freud en el aparato psíquico individual, al final de su primera teoría sobre las pulsiones, (entre la libido de objeto y la libido del Yo): existe —a su entender, una correlación negativa entre la catexis grupal de la realidad y la catexis narcisita del grupo.

En segundo lugar va a decirnos que en el grupo, como en el sueño, el aparato psíquico sufre una triple regresión: cronológica, tópica y formal. Una tesis importante que propone ahí es que la situación de grupo produce, en efecto una regresión cronológica no sólo al narcisismo secundario, sino también, al narcisismo primario. Limitándonos a la idea de una regresión al narcisismo secundario, damos cabida a la idea de que la confrontación con los demás es vivida como una amenaza angustiosa de pérdida de la identidad del Yo. A esta amenaza se responderá la contracatexis narcisista, que acarreará a la vida o al trabajo del grupo las conocidas dificultades de comunicación y cohesión. Así, la situación grupal avivará, en los miembros, la herida narcisista. Unos entonces reaccionarán con un repliegue protector sobre sí mismos, otros con la afirmación obstinada o reivindicante de su Yo.

Luego, el grupo, al igual que el sueño, produce una regresión tópica. Ni el Yo, ni el Super-yo pueden controlar suficientemente a los representantes de las representaciones de la pulsión. Se encuentran entonces como instancias maestras del aparato psíquico al Ello y, poco diferenciado de éste, el Yo ideal, quien, trata de realizar la función con el seno, fuente de todos los placeres, y la restauración introyectiva de este primer objeto de amor perdido. En forma casi automática... el grupo se convierte para sus miembros en el sustituto de este objeto perdido. Recordemos que la forma retórica que se opone a la metáfora es la metonimia. Designa la sustitución de algo que se trata de nombrar. Se nombra una cosa mediante otra que es su continente o una parte de ella o que está en conexión con ella. Si usando la técnica de asociación verbal le proponen a un sujeto una palabra como "seno", hay más de un modo de responder que diciendo: ¡grupo! Podrá decir: ¡Gerber! He ahí la metáfora. Podrá también decir: ¡Tibio! He ahí otra metonimia. ¿Cómo concebir seriamente al grupo como una metonimia del seno como un objeto renunciado, el a por excelencia?

La tercera forma de regresión, la regresión formal, la deduce el autor a partir de la observación del recurso de las formas arcaicas de expresión más próximas del proceso primario, como el pensamiento figurativo, el discurso mítico-poético, los juegos de palabras, las interjecciones, hasta las onomatopeyas, o incluso los gestos, miradas, posturas, sonrisas, mímicas, tomados de la expresión de las emociones o de los primeros simulacros simbólicos descubiertos por el niño en los juegos con su madre y con su ambiente.

De ahí provendrían en este modelo las dificultades para hacer que en las clases escolares o en las sociedades científicas se mantengan los intercambios entre sus miembros en el nivel de los procesos secundarios.

Se sostiene por otra parte que la regresión del aparato psíquico en la situación de grupo o de sueño se manifiesta aún por otras características con el dominio espacio-temporal. Apegado a los postulados kleinianos dice Anzieu que sus observaciones lo llevan a constatar que el espacio imaginario del grupo es la proyección del cuerpo fantaseado de la madre, con sus órganos internos, comprendiendo en ellos, por supuesto, al falo y los hijos-heces. El tiempo, se dice, sufre igualmente la regresión: ya no es cronológico; su irreversibilidad es abolida, dando paso tanto a la repetición y al eterno retorno como a la fantasmatización del retorno a los orígenes y a un nuevo comienzo.

Para Anzieu los seres humanos van a los grupos como quien va a una utopía y a una ucronía. 16

A los individuos que reúne, dice, el grupo se autopropone fantasmáticamente como ese lugar fuera del tiempo, lugar de la ucronía como ese otro lado del espejo en el que su inconsciente se estaría al fin representando y realizando en tanto que sería lo que ellos tienen en común. Así, se reunirían en aquello en lo que son semejantes. Propuesta de retorno a Jung, según ya lo he dicho.

Ahora bien…

El otro lugar del grupo, la utopía colectiva que este elabora, ¿sirve a cada sujeto participante de la experiencia en grupo como mecanismo de defensa contra su inconsciente propio? Inconsciente básicamente entendido como deseo y defensa coexistentes. Así, si el grupo es una realización, es excluyente con la idea de ser a la vez una defensa. Más si el inconsciente es en efecto capturado en los grupos con sus diversas técnicas cuasipsicoanalíticas no podrá serlo como algo del orden de lo interindividual. Acaso es que a la par de que tienen un papel de defensa, las producciones psíquicas grupales cumplen un papel de transición entre los principios del placer, nirvana y… realidad?

En última instancia, de acuerdo con este modelo, los fenómenos diversos que se presentan en los grupos están emparentados con contenidos manifiestos. Derivarían en efecto de un número limitado de contenidos latentes. Los procesos primarios, velados por una fachada de procesos secundarios, serían para ello determinantes. Puede aceptarse que el grupo, ya sea que cumpla eficazmente la tarea que se asignó o que esté paralizado, sea un debate con fantasmas subyacentes. Como el sueño, como el síntoma, el grupo puede ser la asociación de deseos inconsciente que buscan su camino de realización imaginaria, y de defensas contra la angustia que suscitan en el yo esos cumplimientos, lo que no lo convierte propiamente en un sueño.

Así, en la búsqueda de un saber psicoanalítico sobre los grupos, que trascienda el registro de la especularidad imaginaria, los acondicionamientos analógicos son difícilmente sostenibles, por las distorsiones teóricas y clínicas que producen con las categorías del psicoanálisis mismo en su exportación a otra unidad de análisis —el grupo, que en principio minimiza a aquella primera —el sujeto, que le da origen como clínica, método y teoría.

Notas

1 Cfr. Lacan, J. Clase 19 del 25 de mayo de 1955. En: J. Lacan. El Seminario. V. 2. "El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica". Publicación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Versión hipertextual en C.D. S/F.

2 Anzieu, D. "ANALOGIA ENTRE EL GRUPO Y EL SUEÑO: EL GRUPO, REALIZACION IMAGINARIA DE DESEOS Y DE AMENAZAS". En: EL GRUPO Y EL INCONSCIENTE. Lo imaginario grupal. Biblioteca Nueva: MADRID. 1993. p. 69.

3 Op. cit. p. 70.

4 Cfr. Lacan, J. Clase 6 del 17 de febrero de 1954. En: J. Lacan. El Seminario. V. 1. "Los escritos técnicos de Freud". Publicación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Versión hipertextual en C.D. S/F.

5 Ibid.

6 Op. cit. p. 69.

7 Ibid.

8 Cfr. Lacan, J. Clase 20 del 24 de junio de 1964. En: J. Lacan. El Seminario. V. 11. "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis". Publicación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Versión hipertextual en C.D. S/F.

9 Op. cit. p. 70.

10 Op. cit. p. 75. Cursivas mías.

11 Este texto apareció originalmente bajo el título "La fantasmatique orale dans le groupe " en la Nouvelle Revue de Psychanalyse, 1972, n° 6.

12 Cfr. Freud, S. [1923]. "El yo y el ello"(II). En: S. Freud. Freud Total 1.0. Ediciones Nueva Hélade. Versión hipertextual en C.D. S/F.

13 En el caso del sueño la excitación interna tiende a pasar por la parada del preconsciente para tornarse consciente, pero no lo consigue porque la censura le veda este camino durante la vigilia. ¿Cómo explicar la alucinación, el sueño alucinatorio? Según freud, el único medio es admitir que la excitación, en lugar de transmitirse normalmente hacia la extremidad motriz, sigue un camino retrógrado. Aquí está la regresión que va a ocupar Anzieu años más tarde en su analogía.

14 Cfr. Freud, S. [1912-1913]. "Tótem y tabú". En: S. Freud. Freud Total 1.0. Ediciones Nueva Hélade. Versión hipertextual en C.D. S/F.: "Sólo en el arte sucede aún que un hombre atormentado por los deseos cree algo semejante a una satisfacción y que este juego provoque -merced a la ilusión artística- efectos afectivos, como si se tratase de algo real." Cursivas mías. Parafraseando, podría pensarse: Sólo en el grupo sucede aún que un hombre atormentado por los deseos cree algo semejante a una satisfacción y que este juego provoque -merced a la ilusión grupal- efectos afectivos, como si se tratase de algo real. Más esta afirmación tiene sus bemoles.

15 Tuvo lugar en la Association Psychanalytique de France aunque ya había aparecido anteriormente con ligeras modificaciones en la Nouvelle Revue de Psychanalyse, 1971, n° 4, pp. 73-93.

16 Recuérdese que una utopía es un lugar fuera del espacio y una ucronía es una duración fuera del tiempo.

 

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