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Historias que hacen Historia

De maestro rural a catedrático universitario
Doming A. Bravo:
Vital existencia de casi un siglo

Dra. Norma Tamer

ntamer@unse.edu.ar

La historia de Domingo Antonio Bravo comenzó el 4 de agosto de 1906, en Beltrán, en el paraje denominado Higuera de Chacra, en Santiago del Estero.

De sus padres dedicados al cultivo de cítricos, olivos y alfalfa heredó el profundo amor a la tierra y a su gente, sentimiento que lo acompañó hasta los últimos momentos de su larga y fructífera vida.

Su firme vocación por la docencia lo llevó a estudiar el magisterio en la Escuela Normal Manuel Belgrano, uno de los centros educativos más prestigioso de la época en Santiago. Ya en posesión del título ejerció con una entrega total. Sufrió a la par de aquellos niños golpeados por la pobreza y gozó con la satisfacción del maestro que logra su objetivo: terminar con la ignorancia en los inhóspitos lugares donde había sido designado

En 1935, su pasión por la historia lo condujo a otra pasión: la lingüística centrada en el estudio del quichua santiagueño. Grandes dificultades tuvo para ello por cuanto las dos únicas obras encontradas fueron las gramáticas de Ángel Mossi y Gregorieff que desarrollaban un quichua peruano escrito con una signografía inaccesible a la experiencia lingüística que el maestro poseía. Según sus propias expresiones: "luego de un penoso estudio de dos años una voz interior me llamó a una realidad: se necesita ser zonzo para estudiar el quichua peruano teniendo al alcance de la mano el quichua santiagueño". A partir de entonces cambió de rumbo: se abocó al estudio de esta lengua coloquial, ágrafa desde su entrada al territorio santiagueño en 1543 en boca de los yanaconas peruanos.

Como no había textos para estudiarla debió apelar a los hablantes, reticentes en grado sumo por el complejo de inferioridad que pesaba sobre la lengua quichua.

Superando incontables dificultades escribió en diecisiete años de labor El Quichua Santiagueño, reducto idiomático argentino, un tratado de 400 páginas compuesto de tres partes : historia, gramática y diccionario de esta lengua. La obra, presentada al Certamen Literario de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Tucumán, en 1953, fue premiada con la publicación aparecida en 1956.

Investigador prolífero y respetado en sendas áreas de la Lingüística y de la Historia, autor de numerosos libros y de múltiples ensayos, todos de auténtica aportación original y de consulta obligada en su género, Domingo A. Bravo ostentó con permanente orgullo su condición de maestro de enseñanza primaria, ejercida en sus años mozos en ruralísimos parajes de su Santiago del Estero natal.

Sin embargo, en muy contadas ocasiones, mencionó humildemente su título de Miembro de la Academia Argentina de Letras, tan merecido como los otros muchos que obtuvo y las numerosas distinciones honoríficas que le fueron otorgadas, entre estas últimas la de Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Santiago del Estero -UNSE.

Además de la obra mencionada escribió:

-El maestro en la Escuela Primaria (1932) -Antitéticas (poemas ) (1941) -Cuaderno de Impresiones, Apuntes de la Escuela (1942) -Mi carpeta, lecciones santiagueñas(1953) -El Cancionero quichua santiagueño ( 1956) -José Benjamín Gorostiaga (1964) -Estado actual del quichua santiagueño (1966) -El quichua santiagueño en la lingüística general (1966) -Diccionario quichua santiagueño-castellano(4ta.edic 1956). -El quichua en el Martín Fierro y en Don Segundo Sombra (1968). -Episodios provincianos (historia) (1968) -¿Quiere Ud. aprender quichua? (1971) -Visiones (1971 ) -Etimología de la palabra Tucumán ( 1980)-El quichua en la historia y la geografía lingüística argentina(1980)-Orígen y expansión del quichua (1989)

Como poeta escribió, preferentemente, sonetos. En ellos se da una magnífica conjunción donde la libertad artística no se ve limitada por la forma. Una vocación latente desde su juventud, cuando demostraba su afán por integrar la nómina de quienes sentaron los cimientos de la literatura santiagueña, hizo que la poesía de Bravo abarcara las más diversas manisfestaciones en cuanto a temas y a estilo.

De su vasta producción poética se destacan dos composiciones preferidas por su autor: "Tus ojos", dedicada a su esposa y "Pelota de Trapo", la poesía que lo seguía emocionando es sus últimos días, en su lecho de enfermo al escucharla de labios de María Inés, su hija mayor, pues le recordaba su infancia y la práctica del fútbol, deporte favorito en su juventud.

Con elegancia solemne, andar lento, pero seguro no obstante su avanzada edad, se lo veía casi a diario transitar, portafolio en mano, por los corredores de la Universidad, subir las escaleras hasta el segundo piso donde estaba el aula en la que dictaba Lingüística Regional, cátedra que había sido creada en 1975, o esperar paciente en la parada el colectivo que lo llevaría de regreso a su hogar.

Ni el calor excesivo, ni el frío intenso ni las lluvias fueron obstáculos para que este distinguido profesor diera sus clases durante varios años.

El 2 de julio de 1997 llamó la atención su ausencia en la Universidad. Ese día había sufrido un accidente cardiovascular y su nieto mayor, Nicolás, tuvo que sostenerlo en brazos al desmayarse. A partir de entonces no se lo vio más por los pasillos de la UNSE.

Sus 91 años los cumplió en el sanatorio el 4 de agosto con total lucidez rodeado del afecto de sus familiares más próximos. Murió en ese mismo mes pocos días más tarde. Dejó su legado: sus pensamientos, su ideal de libertad, sus logros, sus investigaciones, en una valiosa producción escrita que prestigia la historia, las letras y la lingüística de Santiago del Estero.

La vida le había deparado momentos muy felices. Entre ellos, su casamiento en 1942 luego de nueve años de noviazgo con una alemana, Margarita Birchner, el nacimiento de sus cinco hijos (cuatro mujeres y un varón), los premios obtenidos, los títulos otorgados por la Universidad Nacional de Santiago del Estero: el de Profesor Honoris Causa en 1985, el de Profesor Emérito en 1989 y el de Doctor Honoris Causa, en 1992. Fue designado Miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras en lugar del desaparecido Bernardo Canal Feijóo en 1983. Un mes después de su muerte, el Senado de la Nación le otorga la distinción de Mayor Notable.

Pero también el dolor, compañero inseparable de la existencia humana, llegó a él en varias oportunidade. Perdió a dos hijas de corta edad: la primera a los cinco meses, la cuarta a los dos años. Otro gran dolor fue la muerte de su esposa ocurrida en 1982.

A partir de entonces no lloró su soledad ni fue a vivir con ninguno de sus hijos. El tiempo lo ocupaba en leer, en escribir, en enseñar y, haciendo honor a la hospitalidad santiagueña, siguió abriendo las puertas de su casa tan amada en la Ciudad de La Banda a todo aquel que llegaba de distintos lugares del país y del exterior para consultar sus libros y dialogar con el investigador y maestro.

Hoy, el escritorio donde transcurrieron sus horas de trabajo (se levantaba a las seis de la mañana y solía estar hasta las dos de la madrugada) está vacío Su máquina de escribir que lo acompañó permanentemente quedó es silencio. Medallas, diplomas, cuadros, menciones, libros (aproximadamente 8000 volúmenes) hablan de la presencia del bandeño ilustre. Por eso, la propuesta que ya tiene base formal, es convertir su casa en "museo histórico municipal ".

Sus familiares dicen de él: "Era manso por fuera, pero de carácter firme". Le admiraban la defensa que hacía de la lengua indígena. A pesar del desprecio que existía por el ser humano que hablaba quichua, el vio más allá del desprecio y descubrió un valor.

Vital existencia esta, la de Domingo A. Bravo. Un maestro rural cuyos acreditados méritos le valieron ocupar la cátedra universitaria hasta los últimos días de su vida.

 

Nota: Los datos personales y la documentación biográfica fueron gentilmente suministrados por su hija mayor María Inés Bravo de Gentili.

 

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