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Historias que hacen Historia

Sartre

Dr. Benito Mario Guerstein
bubi@terranet.com.ar

No es fácil escribir sobre Jean-Paul Sartre, pero es el gran desafío: hay que hacerlo, después de leer dos mil páginas, para escribir una o dos, con letra muy apretada, como exige este trabajo. Claro, con algunos conocimientos previos sobre la vida y la obra de este gran escritor del siglo. En efecto, la obra de Sartre nos ha atrapado desde la década del 40, cuando adolescentes leíamos "La náusea", que despertó polémicas, y que con tanta producción sartreana que hubo antes y después, fue configurando una de las personalidades más fascinantes e importantes de las que se tenga memoria: fue querido, fue odiado, fue rechazado, fue admirado. Definió al existencialismo como "una doctrina que hace la vida humana posible..." Señaló que "la existencia humana consiste en libertad y la libertad encuentra su expresión más perfecta en el proyecto". Fue un intelectual, en el sentido más acabado del término, porque "se jugó" a cada paso. Un escritor que no se juega no es un intelectual. Entonces, la calle y la plaza fueron sus campos de batalla, más allá de la cátedra y de su gabinete de trabajo, que configuraron al filósofo, al novelista, al dramaturgo y al polemista permanente que hubo en él. Fue un defensor de la libertad.

Sartre enfrentó los sesenta años, en el 65, con una obra literaria gigantesca: "Los caminos de la libertad", "El muro", "El ser y la nada", "Las moscas", "La edad de la razón", "A puerta cerrada", "Muertos sin sepultura", "La mujerzuela respetuosa", "Las manos sucias", "El engranaje", "Kean", "Nekrassov" y otras. El año anterior había sido distinguido con el Premio Nobel de Literatura, que rechazó. En el 65, también, publicó "Eurípides" y "Las troyanas".

En el 67, integrando el tribunal internacional de crímenes de guerra, presidido por Bertrand Russell declaró: "Los crímenes de guerra deben juzgarse desde una perspectiva internacional". Abrió el camino al "caso argentino" de las décadas del 70-80. También hizo de mediador en el conflicto árabe-israelí, que lo preocupó siempre.

En el 68, el "mayo francés", el resto del año y después, tuvo en Sartre a uno de los protagonistas capitales, siendo su palabra escuchada con devoción por estudiantes y obreros en calles y plazas, y sus escritos devorados con el diario aún caliente. No obstante ello, y a pesar del despliegue humano y de su repercusión mundial, de alguna manera ese movimiento de protesta fue rotulado como "la revolución traicionada". Como toda revolución, cundió el ejemplo y en muchos países fue imitada, con lo que el "mayo francés" fue considerado como un punto de partida.

En el 71, Sartre se manifiestó en contra de Cuba, donde había viajado en el 60, especialmente invitado por Fidel Castro, por la represión de la cultura en la figura de algunos de sus intelectuales. El mismo año, publicó los dos primeros tomo de la obra "El idiota de la familia: Gustavo Flaubert", en la que trabajó durante diez años.

En el 72 publicó el tercer tomo de "El idiota de la familia".

En el 73, al producirse el golpe de estado contra el gobierno de Salvador Allende, en Chile, Sartre denunció los crímenes de la Junta Militar chilena, comandada por Augusto Pinochet.

En el 75, comenzó el deterioro de Sartre, que fue más físico que psíquico, y que comenzó por la vista. No obstante ello, con Simone de Beauvoir y otros colaboradores, organizó programas televisivos.

En el 76, recibió el diploma de Doctor Honoris Causa que le otorgó el gobierno israelí, diciendo: "Si me ocupo de Israel me ocupo también del pueblo palestino, que ha sufrido mucho". También pidió ese año la liberación de presos políticos soviéticos.

En el 77 y 78 concedió entrevistas y reportajes. Publicó muy poco.,

En el 79 se pronunció la decadencia física y mental de Sartre, que falleció el 15 de abril del 80, a los setenta y cinco años.

Escribe John Gerassi, uno de sus biógrafos: "A partir de 1945, Sartre hizo más que cualquier otro intelectual en el mundo para denunciar la injusticia y para respaldar a los condenados de la tierra".

¿Testimonios sobre Sartre? ¡Hay muchos! Transcribo solamente uno: fragmentos de "Carta de amor a Jean-Paul Sartre", de Francoise Sagan, autora del inolvidable "Bonjour, tristesse": "Usted ha escrito los libros más inteligentes y honestos de su generación; ha escrito también el libro más talentoso de la literatura francesa, "Las palabras". (...) En suma, usted ha amado, escrito, compartido, entregado todo lo que tenía para dar y consideró importante y, al mismo tiempo, rechazó todo aquello que le ofrecieron que tenía alguna significación. (...) Usted ha sido el único hombre justo, honorable y generoso de nuestra época". No es poco.

Lector: incursiona en Sartre. No es fácil. Pero verás que la aparente fealdad de las cosas se transforma en belleza.

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