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Historias que hacen Historia

Stravinski

Dr. Benito Mario Guerstein
bubi@terranet.com.ar

Igor Stravinski es el máximo exponente de la música en el Siglo XX. Su larga vida (1882-1971) le permitió evolucionar permanentemente y no estancarse, como otros. Así, se le reconocen tres etapas en su larga producción: el período ruso, que abarca la primera parte del siglo, el período neoclásico, que cubre hasta los años 50, y el período dodecafónico, desde el 52 hasta su muerte, en el 71. Paso a reseñar su vida y su obra "después de los sesenta", en una apretada síntesis. Quedan antes "El pájaro de fuego", "Petruchka" y "La Consagración de la Primavera", entre otras obras suyas para recordar aquí. Invito al lector a profundizar en el tema "Stravinsky", que es paralelo a la vida musical y cultural del siglo que pasó.

En el 44, Stravinski compuso "Babel" y "Scherzo a la rusa".

En el 45, "Ebony Concerto" y "Sinfonía en tres movimientos". Ese mismo año murió Anton Webern, que con Alan Berg, fallecido en el 35, y especialmente con Arnold Schönberg, constituyen el trío introductor de la música dodecafónica. En realidad, los dos primeros fueron descípulos de Schönberg. En el 46, compuso el "Concerto en re". En el 47, se incorporó a su vida musical Robert Craft, músico que lo ayudó y acompañó el resto de su vida. En el 48 se estrenó su "Misa", en Milán. En el 51 falleció Schönberg y Stravinski estrenó la ópera "The Rake's Progress", en Venecia. En el 52 comenzó a trabajar con elementos seriales o dodecafónicos. En el 53 estrenó "Septeto". En el 54 compuso "In memorian Dylan Thomas". En el 55 compuso el "Canticum Scrum", que estrenó, en medio de un escándalo, en el Festival de Venecia. En el 57 comcluyó el ballet "Agon". En el 58 compuso "Threni", dodecafónica. En el 59, a los setenta y siete años, ofreció conciertos en Honolulu, Manila, Hong-Kong, Tokio, Kioto y Londres, y compuso varias obras. En el 60 dirigió en México, Perú, Chile y Argentina. En el 61 lo hizo en México, Helsinski, Estocolmo, Berlín, Zurich, Londres, El Cairo, Nueva Zelanda, Sydney, Melbourne, Tahiti y nuevamente México. Fue invitado a la Unión Soviética, después de muchos años. En el 62, actuó en París, Roma, Caracas y Toronto. Compuso varias obras y llegó a la Unión Soviética. En el 63, compuso "Elegy for J.F.K." y "Variations in memoriam" en homenaje a Kennedy y Aldous Huxley, respectivamente. Dirigió ese año en Toronto, Hamburgo, Budapest, Zagreb, París, Londres, Dublin, otra vez Hamburgo, Estocolmo, Milán, Río de Janeiro, Roma y Palermo. En el 64 lo hizo en Toronto, Londres, Oxford, París, Jerusalen, otra vez París y Berlín. En el 65 dirigió en Copenhage, París, Vevey (Suiza) Basilea, Varsovia, Roma, Vancouver, Hamburgo, Londres y Toronto. En el 66, a los ochenta y cinco años, dirigió en París, Atenas, Lisboa y Honolulu, y compuso "Requiem Canticles" y "El buho y el gatito". En el 67, muy enfermo, actuó solamente en Toronto. En el 68, lo hizo en Zurich y París. En el 70, su última presentación fue en Evian (Francia).

Igor Stravinsky murió el 6 de abril del 71, a los ochenta y nueve años de edad.

Rescatemos algunos fragmentos de testimonios: "El caso de Stravinsky es idéntico al de Picasso, el cual, como decía André Lothe, "no pintaba del natural, sino de la pintura" (Casella). "Debemos a Stravinsky la aportación más fecunda del arte contemporáneo" (Espl á). "La música de Stravinsky sigue como gozo y como ejemplo (...) y que esté en ese equilibrio entre viejos y jóvenes me parece el signo más claro de su permanencia" (Sopeña). "Stravinsky tuvo como misión introducirnos en un presente cósmico" (Marcel). "La música de Stravinsky, reduciendo sus aspiraciones, logra proveernos de goces más auténticos" (Ortega y Gasset). "El poder ío de Stravinsky es su comportamiento frente a la banalidad (...) la transfigura, la eleva hasta lo sublime".

Para terminar, debo señalar que el genio de Stravinsky se caracterizó por avanzar siempre, sin detenerse en lo conocido, que ya le había dado gloria, para incursionar en lo politonal o atonal, para seguir a lo dodedafónico, terreno resbaladizo que le provocó no pocos escándalos, frente a lo establecido por la crítica de la década de los 50. Esa circunstancia, la de ser un revolucionario, lo coloca entre los más grandes músicos de todas las épocas, al lado de Bach, Beethoven y Mozart, entre otros.

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