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Vejez y sexualidad: una realidad más que posible
Trabajo monográfico para el
Curso Virtual Educación para el Envejecimiento

Mónica Viviana Martinez Valdez
vmmartin@unsl.edu.ar

RESUMEN

La ciencia se ha encargado de agregar años a la vida, la tecnología colabora para que estos años sean vividos cómodamente. Pero la cultura, con sus creencias y tabúes; y el ser humano, con sus resistencias, dificultan en algunos aspectos de la vida el pasaje por la Tercera Edad.

Este trabajo cuenta con dos pilares fundamentales, los mitos y prejuicios que giran en torno a la Vejez y a la Sexualidad en dicha etapa vital.

INTRODUCCIÓN

Al abordar la temática de la sexualidad en la Tercera Edad, nos enfrentamos a un doble inconveniente: ahondar en las particularidades de la vejez, suele resultar una tarea agobiante no sólo por la falta de información y datos investigados al respecto, también porque la problemática de esta etapa es generalmente abordada desde sus caracteres negativos, sin valorizar, ni considerar las ganancias y riquezas que alcanzar dicha etapa trae aparejada.

El segundo problema es el referido a la Sexualidad. Si bien en Psicoanálisis (1) estamos habituados a hablar de ella, y desde Freud en adelante abundan autores que han desplegado todo un cuerpo teórico al respecto, analizando la sexualidad, sus manifestaciones, normalidad – anormalidad, etc. y aunque sostenemos enfáticamente la diferencia entre sexualidad y genitalidad, nos cuesta mucho no caer en sistematizaciones que pretenden semejanzas, como si la sexualidad se expresara exclusivamente por medios genitales.

Tampoco se puede pasar por alto la amplia gama de Mitos y Prejuicios que rodean a ambos temas, haciendo que muchas veces el saber se desvirtúe hacia el "creer", "querer" y "no querer".

DESARROLLO

Vejez y Proceso de Envejecimiento

En la mayoría de la bibliografía consultada, la vejez es sinónimo de pérdidas, duelos, déficit, crisis siempre patológica, jamás enriquecedora; en fin una situación inevitable de la vida a la que nadie quisiera llegar si le espera tal destino.

Este trabajo comprende al Envejecimiento como un "proceso de crecimiento natural, dinámico, inexorable y evidenciado por cambios en lo biológico, psicológico y social." (2)

Dicho proceso es entendido siempre en un sentido personal y singular. Aunque el envejecimiento es un acontecimiento universal en el ser humano, en cada persona se lleva a cabo con determinadas características, en los tres grandes aspectos antes dicho: en el cuerpo, el psiquismo y en las relaciones con los demás.

No es lo mismo envejecer en la India, o en Argentina, tampoco se envejece igual en una zona rural y una urbana, como tampoco es lo mismo envejecer rodeado del afecto y cariño de los familiares y amigos, o aislado, en soledad en un asilo para ancianos, por más lujos y confort que tal institución pueda brindarle al viejo allí hospedado.

Tampoco es lo mismo envejecer conservando un mínimo de salud física que permita desplazarse manteniendo la autonomía a pesar de los achaques, que envejecer postrado en una cama con total dependencia de otro que lo ate a la vida como cuando era recién nacido.

Todos estos aspectos son caras de una misma realidad: el envejecimiento.

Aunque este trabajo pretende centrarse en los aspectos saludables de la Tercera Edad, no hay que negar aquellas características que también existen y que en otras épocas, no muy lejanas eran las predominantes o exclusivas para hablar de la Vejez.

Sexualidad en la Tercera Edad

Así como en estos momentos cada vez son más los interesados en confirmar la existencia de un "psiquismo fetal", el cual precede al aparato psíquico que se estructura luego del nacimiento. Podemos hipotetizar, siguiendo siempre la teoría psicoanalítica, que si hablamos de psiquismo, hablamos de psicosexualidad, entonces estamos aceptando la existencia temprana (desde el vientre materno) de la sexualidad humana. Sin embargo en este capítulo nos enfrentamos a un rotundo rechazo de la sexualidad en la Tercer Edad.

No sé concretamente cual es el motivo de tal rechazo, pero indudablemente no interviene un solo factor, más allá de los prejuicios, mitos, resistencias ante la vejez, temores, angustias que tal etapa despierta en aquellos que están próximos a ella, entre tantas otras cosas que podría nombrar. Sólo puedo asegurar, que muy pocos especialistas se han sentado a hablar, estudiar, analizar e investigar dicho tema. Creo que ahí está el principal error, por decirlo de alguna manera, ya que no tiene justificaciones este desconocimiento, pero no viene al caso explicitarlo ahora.

De todos modos, estoy casi segura que sería mucho más fácil aceptar la sexualidad como normal y necesaria en la vejez, si primero pudiéramos sentarnos a pensar en ella, y a hablar de ella.

Sólo algunos autores se aventuran a hipotetizar a cerca de las funciones de la sexualidad en la Tercera Edad. Afirmando su existencia normal y saludable como en cualquier otra etapa de la vida.

Todos suponen cambios normales, esperables; y en el caso de un envejecimiento patológico es más factible encontrar material el respecto.

Para una completa comprensión de la sexualidad humana, debemos tener en cuenta que la misma se constituye de por lo menos tres grandes componentes que la determinan en su forma de expresión, de sentir y de vivir.

Así como ya no podemos seguir considerando al hombre constituido de una mente y un cuerpo separados entre sí, tampoco podemos darle a la sexualidad humana su valor de existencia estudiándola desde uno de sus componentes.

Entonces la sexualidad humana, es la resultante de factores Biológicos, Psicológicos y Sociales, que interactúan siempre y continuamente, aunque al momento de su manifestación predomine uno de ellos, los dos restantes siguen existiendo e influyendo.

Para comprender mejor este tema, hay que considerar a la sexualidad como una parte de la personalidad humana, una forma más de su expresión, igual que el sentimiento de IDENTIDAD, que junto a la AUTO-ESTIMA, permiten decir a la persona quien es ella, diferenciándose de los demás "Es la imagen y representación que tenemos de nosotros mismos".

Estos son dos aspectos dinámicos de la personalidad, es decir que continuamente van modificándose, con el fin de lograr una mejor adaptación a las circunstancias por las que está atravesando el individuo.

En cada crisis vital, la identidad se ve sacudida en su estructura tanto temporal, espacial, y de continuidad de relación con los demás (3). Por ello debemos suponer que la llegada a la vejez, introduce a la identidad de la persona a una nueva evaluación, que implica adquisición y pérdidas como toda crisis en la vida.

Lo que sucede con el viejo, a diferencia de otras edades, es que se encuentra en un momento de la vida donde todo su ser es replanteado, en este momento es muy importante la función que cumple la reminiscencia: el "hablar y pensar a cerca del pasado" pero con un sentido revitalizante, que ayude al viejo a resignificar los acontecimientos vividos, en un presente diferente, permitiendo proyectarse a un futuro ya no tan lejano.

No se trata de repetir sin sentido siempre las mismas historias que terminan por aburrir a los oyentes, sino que sea una experiencia de intercambio que enriquezca a los participantes, afianzando el vínculo entre ellos; ya sea con grupos de pares o con distintas generaciones.

En esta etapa también se viven la mayor cantidad de duelos en muy poco tiempo comparado con el resto de la vida, ya que es natural que llegada cierta edad, comiencen a dejarnos no sólo las personas queridas y cercanas, sino diversas facultades del cuerpo que siempre nos han caracterizado, por ejemplo la persona que dedicó mucho tiempo y energía a la actividad física, llegada a la vejez, no tiene porque interrumpir dicho placer, con modificarlo basta para continuar ejerciendo y disfrutando como antaño.

Por supuesto que esto no se realiza de buena gana, ni de un momento para el otro, pero el hecho de duelar adecuadamente las pérdidas, ayuda a superar la crisis de identidad que esta etapa plantea: "ya no seré un rápido atleta, pero caminar me da mucho placer".

Las crisis generan cambios, ya que uno no puede ser igual desde que nace hasta que muere; pero es importante mantener un sentimiento de identidad que permita conservar un lugar en el mundo: uno cambia, pero no deja de ser quien es, por el paso de los años.

Es necesario y saludable, tomar conciencia del paso del tiempo, los cambios corporales, las pérdidas, los hijos se hacen grandes e independientes, ya no nos necesitan como quisiéramos, aparece un nuevo integrante en la familia "el nieto", y con él un nuevo rol para el cual no siempre estamos preparados y en condiciones anímicas de llevarlo a cabo.

Con todo esto es inevitable que nuestra identidad sucumba, pero lo importante es no alarmarnos, sentirnos contentos de que así sea, toda crisis implica cambios, desequilibrios, sufrimientos, pero también toda crisis sirve para crecer, y no dura para siempre. Sólo hay que saber aprovechar este momento crucial en la vida del ser humano, y no olvidar que aunque estamos en la vejez, podemos seguir creciendo y desarrollando nuevas aptitudes. Tenemos todo un pasado en que apoyarnos, pues que nos sirva de guía y que no condene pronunciándose en el ideal, al que ya no podemos regresar.

A diferencia de otras etapas de la vida en la Tercera Edad, contamos con experiencias vividas, una infancia con más o menos alegrías, una juventud con satisfacciones y frustraciones, la adultez no tan lejana, y una posibilidad de cumplir deseos postergados o anteriormente no permitidos.

Es entonces en la vejez el momento propicio para una integración de todo lo antes dicho, solidificando la identidad, ya que "uno es a través de todo eso".

El ser humano, a diferencia del animal, tiene la posibilidad de elegir, (aunque no siempre lo haga) su identidad sexual, ya que puede haber nacido con genitales femeninos o masculinos, pero eso no basta para determinar como se siente y como desea expresar y vivir su sexualidad.

Los más audaces hoy en día se atreven a desafiar la naturaleza y la sociedad, dando paso a sus deseos y motivaciones viviendo su vida de manera auténtica.

El ser humano elige ser varón o mujer, más allá de lo que la naturaleza le imponga, y según la Psicología Evolutiva, es al término de la adolescencia cuando se concluye la formación de la identidad que a pesar de los avatares que la vida le imponga se mantendrá más o menos estable…

Entonces, si una persona vivió más de 40 años sintiéndose un hombre o una mujer:

No es malo ser hombre, mujer, homosexual, bisexual, transexual, etc, si nos identifica ante uno mismo y ante los demás, lo abominable es que pasemos a ser asexuados (ni los animales entran en tal categoría), por el simple hecho de haber cumplido más de 60 años.

Mitos y Prejuicios

Pero si estamos frente a una doble suerte: poder envejecer, es decir que hemos sobrevivido a la vida, y a la vez lo hacemos saludablemente, gozando de nuestras capacidades físicas y psíquicas, entonces por qué negamos la existencia y goce de la sexualidad en la Tercer Edad.

Podemos recurrir a numerosas respuestas o explicaciones de orden religiosos, político, económico, médico – legal, en fin: cultural. Y aquí es donde se encuentra, a mi juicio, la respuesta más satisfactoria.

Es que somos producto de una historia, de una cultura, emergentes de una estructura familiar y descendientes de la especie humana, estamos multideterminados en nuestra naturaleza de ser viviente y por ende no podemos subestimar ninguno de dichos determinantes.

En esta sección, más que en ninguna de las anteriores, se podrá observar la incompatibilidad de la vejez y la sexualidad. Totalmente infundada por cierto.

La persona mayor debe enfrentarse en esta etapa a una doble adaptación:

A su entorno social, que lo encasilla en un determinado rol, que la mayoría de las veces termina siendo un no – rol: "no es capaz de hacer nada, ya no puede hacer esto; es igual a no puede hacer nada".

A su situación personal, desde los cambios reales hasta los fantaseados por creencias que sostuvieron desde su infancia.

Todo remite sin esquivos a los prejuicios sobre el envejecimiento, y en este capítulo veremos el que sostiene que la vejez es una etapa "asexuada".

Cuando hablamos de Mito, nos referimos al "conjunto de creencias sobre una misma idea, que se impone en el seno de una colectividad. Encarnan los fenómenos fundamentales de la vida: el amor, la muerte, el tiempo, etc. El mito es para cada pueblo una manera de ser y su relación con el medio natural en el que vive. Los mitos transmiten valores y creencias de una determinada cultura, y generalmente aparecen para explicar lo inexplicable, siendo una manera de oscurecer la verdad".

Así mismo se entiende por Prejuicio a "la acción y efecto de juzgar. Actitud afectiva adquirida antes de toda prueba y experiencia adecuadas. Del verbo prejuzgar: juzgar las cosas antes de conocerlas o sin tener los elementos necesarios" .

Las personas mayores tienen que cargar sobre sus espaldas con los impulsos libidinales y los agresivos también, al mismo tiempo que enfrentan los cambios corporales y emocionales.

Hasta hace pocos años se creía que la menopausia marcaba el final del goce sexual femenino, debido a que se justificaba la sexualidad como necesaria para acceder a la maternidad. Este es el clima en que fueron educadas las mujeres ancianas de hoy, y aunque el cambio es lento, y progresivo, se debe aceptar que la sexualidad en la Tercer Edad sólo responde al puro deseo de sentir placer, de gozar, de abrazarse a otro cuerpo, de amar.

"El vínculo amoroso establece un espacio de encuentro íntimo que no envejece"

Se supone que una vez alcanzada la madurez y seguridad que brinda la experiencia, cuando las mismas tienen más peso que los tabúes, cuando se toma conciencia de que la vida es limitada, aparece el deseo más intensamente que nunca suplicando ser vivido a pleno, pero el peso de los prejuicios está siempre presente.

No sólo condena el Superyó, sino que ahora se unifican con las generaciones jóvenes. Todos condenan tales sentimientos y actos en las personas viejas, colocándolas en un lugar marginal, del cual resulta difícil salir ileso.

Conclusión

Así como en 1900 sorprendió y se resistió bastante, pero no lo suficiente como para continuar siendo negada, el descubrimiento de la Sexualidad Infantil, postulada por Freud, es tal vez ahora el momento de aceptar, comprender, respetar e investigar la existencia de la sexualidad en la Tercer Edad, desterrando mitos y prejuicios que giran en torno a ella.

Destaquemos que cuando se habla de sexualidad en la vejez, uno se encuentra ante un doble trabajo, ya que no sólo debemos luchar contra los tabúes de la sexualidad, sino también contra los tabúes de la Tercer Edad.

En nuestra cultura, de religión judeocristiana imperante, la sexualidad es considerada como "un mal necesario", siempre con el fin último de la reproducción, donde la existencia o no de placer no es considerada importante, ni mucho menos necesaria y vital.

En la actualidad los medios de comunicación con sus estrategias de marketing brindan numerosas y atractivas alternativas de manifestación de la sexualidad.

Y aunque estemos transitando el tan anhelado y temido siglo XXI, el permiso de exposición y expresión sexual no ha sido generalizado. Aún seguimos sosteniendo mitos y tabúes como en el 1900, tal es el caso de la sexualidad en la Tercer Edad.

Aceptar la existencia normal de la manifestación y goce de la sexualidad durante la vejez, no sólo es colaborar con una mejor calidad de vida para esta etapa ya que así estamos asegurándonos un envejecimiento más placentero para cuando seamos nosotros (niños, jóvenes, y adultos de hoy) quienes tengamos la suerte de transitar por la Tercera Edad.

Espero que se haya entendido el objetivo de este trabajo: ya que es cierto que quienes deben animarse a vencer los prejuicios son aquellos que están viviendo la vejez en este momento, pero todos debemos colaborar desde el lugar que nos toca, educadores, familiares, amigos, profesionales, para que sea posible crear un nuevo modelo para envejecer, adecuado a los tiempos que corren.

Ser viejo como en el siglo XIX; sí que es una antigüedad. Calidad de vida es mucho más que confort y comodidades para nuestros Adultos Mayores, es también asegurarnos un futuro más placentero, y que envejecer no sea una tragedia sino una dicha.

BIBLIOGRAFÍA

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Clase N° 1 "Mitos y prejuicios"

Clase N° 5 "Sexualidad y vejez"

Clase N° 7 "Reminiscencia"

Viguera, V.: Temas de Psicogerontología II. Seminario. Psiconet, 1998.

Clase N° 3 "Envejecimiento y memoria personal"

Clase N° 4 "Sexualidad en menopausia"

Clase N° 5 "La persona mayor en el modelo familiar"

Clase N° 6 (Re) construcción del envejecimiento y su discurso"

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Clase N° 4 y 5 "El proceso de envejecimiento".

Clase N° 8 "Los fantasmas del envejecer. 1° parte: los prejuicios".

Clase N° 13 "Identidad y Autoestima en los adultos Mayores"

Clase N° 14 "Sexualidad y amor en los Adultos Mayores" (parte 1 y 2).

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Blasco Garma, Sonia. "El erotismo también madura". Revista Tiempo N° 1 – Octubre 1998.

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CITAS

Mi punto de vista es siempre psicoanalítico pero no ortodoxo.

Educación para el envejecimiento clase N° 13.

Grinberg "Identidad y Cambio".

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