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Se expresan los adultos mayores

"24 horas de mi infancia en vacaciones"

Cornelia Méndez

(3° premio en Narrativa - Rio Hondo 1999)

Aquella, mañana de verano hacíamos proyectos con el negrito Juan José Brazuna, mi compañero, mi hermano, mi amigo y confidente; teníamos siete años y crecimos juntos en la estancia "Mal Abrigo" de mi abuela; primero ensillaríamos e iríamos a caballo para la estación "almada" en busca de correspondencia y carne...y alguna golosina de contrabando y de vuelta podríamos remontar los barriletes nuevos que nos trajeron los reyes y que no pudimos estrenar por causa de alguna penitencia, en realidad, no éramos muy trigo limpio ¡Estos chicos te digo Pancha, que se pasan el dia jugando, riéndose y gualacheando por ahí, fijate un poco ¿querés?. Después vendría la comida; pero Máma, yo no quiero que el Negro coma en la cocina, si lo mandan allá yo me voy con él y listo, que tanto ¡para eso somos hermanos! Y después la siesta gloriosa, un simulacro de dormida con un ojo abierto hasta ver que Máma ( la Abuela) selevantara y acto seguido, el espacio abierto para nuestro mundo de maravillas, sacando, sacando nidos de gorriones de la galería ( nos subíamos como monos por las columnas) ¡ojo! Que Máma nos pagaba diez centavos por nido, y nos guardábamos los huevos para hacer tortas fritas con un poco de harina y grasa robadas, que freíamos a escondidas en el fogón de don Alejandro, el quintero, ¡qué linda piqueteada! Tortas con mate tibio, che negro? Yo voy mucho al baño y vos? Yo también niña Colola pa mi que tengo las tripas paspadas.

 

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