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Se expresan los adultos mayores

La esperanza

Nilda Saenz

Había llovido mucho y luego salió el sol. Aunque estaba todo mojado, el día se convirtió en una belleza, no podía ser menos yo cumplía ochenta y cinco años.

 Toda mi familia vino a saludarme, trajeron sándwichs, bocaditos, tartas, pizzas, masas y la torta de cumpleaños con el número 85 brillante y grande sobre la superficie blanca con grana color rosa; yo compré la bebida.

¡Que bien lo pasamos¡, entre otras cosa hablamos del próximo cumpleaños de mi nieta de catorce años; donde pensaban hacerlo, si el vestido iba a ser blanco o de color, si se haría reflejos en ese pelo hermoso que tiene de color castaño claro y largo hasta los hombros... si lo iban a festejar el mismo día o el sábado siguiente (porque el veinticinco caía jueves) y las primas (mis otras nietas) lo habían hecho en sábado: quince años se cumplen una sola vez.

  Mientras ellos hablaban, yo pensaba que me iba a poner, podía hacerme arreglar el vestido de crépe que usé para el casamiento de Candela hacía apenas unos meses; pero ¡NO! me voy a comprar uno nuevo y que no sea color negro, lo quiero bien moderno, que se sientan orgullosos de la abuela al verla aparecer tan bien arreglada...Lástima, porque semanas después me entero que solo van a ir los padres los amigos y amigas y todos los primos. Las personas mayores no van a tener cabida ¡que pena!. Me acordé de aquel cuento del plato de madera que le daban al abuelo por que temían que rompiera el de loza... y no pude evitar entristecerme y hasta lloré...

  Pasó el tiempo, faltaban a penas tres meses para la fiesta y una tarde apareció mi nieta a visitarme ¡que alegría! tomamos el té juntas y como lo más natural del mundo me dice: "abuela, sabes que para mi cumple, no invitamos a los tíos, solo va a ser gente joven, mamá y papá y alguien a quien adoro y que no quiero que falte ¡VOS!, mi única abuela".

  La abracé, la besé y le dije, gracias mi amor, vos sos la esperanza, "mi esperanza".

  Esa noche me dormí feliz pensando en ella y en que le iba a regalar mi anillo de compromiso con diamantes, que tanto le gustaba para que lo luciera ese día.

  Muchas veces aparece algún rayito de luz en nuestras vidas, que se filtra para darnos alegría, luminosidad...¡eso es casi la felicidad!.

 

                                       Nilda Sáenz de Di Giacomo

 

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