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Se expresan los adultos mayores

Insomio

Oscar Sosa
OSOSA7@aol.com

Cuento:

TALLER DE LITERATURA: La experimentación con la palabra

Seminarios-taller de Extensión Universitaria, programa PEPAM para Adultos Mayores.

Facultad de Humanidades de la U.N.L.P; Profesora Carolina Sancholuz

Tarea del 13/09/99

Escribir un relato breve que culmine con el siguiente párrafo:

"Antes de salir, abrió el primer cajón del escritorio, esta vez para echarse en el bolsillo la funesta carta, que siempre le había saltado a la vista desde allí cuando buscaba algo entre sus papeles. Provisto de ella, se animó a enfrentar la calle".

INSOMNIO. Oscar Sosa. E-mail:

OSOSA7@aol.com

 

Alejandro se había levantado mucho peor de lo que había dormido. Le había costado irse a la cama y mucho más dormirse, si es que en realidad había dormido.

La obsesión que le produjo la carta que días atrás había recibido, lo había desquiciado de tal manera que a partir de entonces no tuvo paz en ningún momento, ni de noche, ni de día, no pudiendo tomarse descanso alguno porque empezó a padecer de insomnio.

Al leerla por primera vez, quedó estupefacto por su contenido que lo acusaba de manera artera, por eso indefendible, se dijo. Qué hacer?...pensó y repensó; dar la respuesta adecuada por el mismo medio u olvidarse de ella.

Esa incertidumbre ya no lo dejó vivir en paz; finalmente decidió deshacerse de la carta y olvidarla definitivamente.

Pero a medida que pasaban los días, la conmoción que le había producido el texto de la misiva fue cediendo a reflexiones mas sensatas y posibles, como ir a ver en persona a su remitente.

¡Sí!, se dijo muchas veces, ¡EN PERSONA!, tras otras tantas vacilaciones.

Fue decidido entonces en busca de la carta, no para contestarla sino para ir a ver a su remitente y enfrentarlo PERSONALMENTE como ya había decidido.

Allí comenzó otra situación angustiosa para él, porque sabía que la había guardado como para no encontrarla y tal propósito se cumplía, aunque recordaba que la había visto a menudo.

Esa afanosa búsqueda frustrada, era ahora lo que más lo angustiaba porque cada día de atraso significaba para él admitir la culpabilidad de lo que lo acusaban y una enorme ventaja para quien se la había remitido y ese fue otro motivo para otras tantas noches de insomnio.

Finalmente, esa mañana de la noche peor dormida, antes de salir, abrió el primer cajón del escritorio, esta vez para echarse en el bolsillo la funesta carta, que siempre le había saltado a la vista desde allí cuando buscaba algo entre sus papeles. Provisto de ella, se animó a enfrentar la calle.

Oscar Sosa Guajardo

La Plata: 13/09/99

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