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Se expresan los adultos mayores

De la blanca tiza al ratón de colores

Nicolás de la Carrera
ncarrera@telefonica.net

Os voy a contar, en telegrama, mi vida de hoy y de antesdeayer. He sido profesor de jovencitos durante 35 años en Colegio de Enseñanzas Medias. Amante de la Poesía, les introducía ocasionalmente en la magia de las estrofas, leyéndoles, al menos, un poema por clase. También sus canciones, y hasta sus propios versos, eran tema de evaluación y diálogo. Para festejar mis 25 años de profesorado, y ya que nadie me los celebraba, escribí y publiqué el poemario Aula de Plata. Todavía recuerdo aquellos versos:

Me llaman profesor: no enseño nada.

Soy hermano mayor que os acompaña
a descubrir en vuestra propia entraña
respuesta a las preguntas necesarias.

Aquello se cerró, con la inexorabilidad de la jubilación a fecha fija. Y, afortunadamente, con el diario regalo de 24 horas sin agenda impuesta… Y todo ese tiempo, ¿para qué? ¿Para vivir de recuerdos…? ¿Y por qué no? Una de las carpetas más entrañables de mi estantería anida fotografías de casi todos mis alumnos: miles y miles de retratos de adolescentes con quienes, curso a curso, compartí reflexiones, acaricié presencias. Y es probable que alguno de ellos, acaso porque alcanzó a descubrir por mis labios una semillita de luz, conserve todavía tibios rescoldos, vivas resonancias de intuiciones, metáforas, vivencias que, como piñata de cumpleaños, le fueron ofrecidos a la altura del corazón. Desde sus retratos me miran también hoy con el mensaje de que mi vida no fue inútil, de que algo mío valioso saltó sorpresivamente alguna vez a sus abiertas vidas… Parafraseando a Concha Méndez, me atrevo a suplicar:

No te vayas, no, recuerdo,
a perderte en el olvido,
que me vas a dejar solo
y a mi vida sin sentido.

 

Diseño mi propia web

¿Vivir sólo de recuerdos a los 65 años? Aquí yace…Como en epitafio, se recuerda la vida… Me he despedido (o me han despedido) de chicos y chicas de instituto. ¡Pero estoy vivo! Y, tomando las riendas de mi vida, elijo ahora, como destinatarios de mi dedicación, a los de mi misma edad, la Edad de Oro. Abandoné el aula pequeña de Enseñanzas Medias para ingresar en la Universidad Global de Internet. He acelerado el aprendizaje (no sabía nada de la Red) y diseño mi propia web, con un rincón muy especial reservado para esta Edad de Júbilo. La blanca tiza se llama ahora ratón, encogió la pizarra al tamaño de un televisor, y aunque apagué mi voz he ido encendiendo un bullicioso carrusel de píxeles, midis y gifs animados.

Más de mil poemarios esperan, por los estantes de mi despacho (y de toda la casa), la voz que les diga: "¡Levántate y habla!". Me dejo seducir por unas calientes estrofas y me siento al ordenador a traducir a imagen y sonido el alma lírica del poema tal como ha resonado por los íntimos claustros de mi corazón. Estoy pilotando en la red (en estos días celebro los dos años de su botadura) una página web, NIDO DE POESIA.COM, con poemas guisados visualmente en mi cocina, muchos de ellos dirigidos expresamente a la Tercera o Cuarta Edad en la sección PARA MAYORES SIN REPAROS, a la que podréis entrar directamente pulsando:

http://www.nidodepoesia.com/mayores.htm

Una página web tiene mucho de vidriera medieval a pleno sol. Mi Nido de Poesía cobija ya por su blando plumón más de cien poemas de luz y trino.

Una botella con mensaje al mar de los bits

No sé cómo van a responder en el futuro las once dioptrías de mis ojos y sus crecientes cataratas (tendré que controlar las horas de ordenador). Y me pregunto si mi economía, sin acceder a posibles ingresos por publicidad, seguirá soportando el gasto del servicio ADSL y la nómina del profesor de informática que viene a casa todas las semanas. De lo que no me cabe duda es de que sigo fascinado por la recreación audiovisual de buena poesía y que mi sitio está disponible para más de trescientos millones de hispanohablantes (de momento, la media diaria de visitas es de unos cien amigos).

Para mí el ordenador, más que un cacharro cibernético, casi diría que representa un altar, un confesonario, una ventana al mundo… Todo autor de páginas web llega a sentir la angustia del náufrago que lanza al mar un vidrio con mensaje. ¿Navegará perdido por los desfiladeros del océano? ¿O arrancará algún día una mano de nieve las voces de su dormido secreto? Entre los canales de comunicación suelen privilegiarse la carta email y el libro de visitas. Por eso se agradecen tanto unas palabras de aliento, un ramito de elogios y buenas vibraciones. Me voy a permitir la transcripción de algún mensaje de amistad y reconocimiento que, mejor que yo, podría ejemplificar qué se siente al desvelar el misterio de la botella. Así se expresaba una simpática y fervorosa teóloga: "¡Enhorabuena! Por tu fecundidad, por tu espléndido trabajo y, sobre todo, por tu capacidad de vivir en estéreo la poesía, lo cual te lleva a la comunicación con los demás… A partir de ahora será uno de mis descansos cotidianos. No sólo tienes alma de artista sino que tienes, a la vez, gran sensibilidad religiosa. Esto da como resultado que tu página sea como una canción: no sólo tiene buena letra sino que tiene buena música."

Un autor especializado en el Cantar de los cantares me señalaba: "Creo que es una excelente ventana a lo profundo y denso del lenguaje expresado en verso. Tener las estrofas del Cantar allí me pareció fantástico y no dejo de pensar en todas las posibilidades que se abren por este medio."

 

Aunque tengáis lumbago o artritis

Diréis que mis circunstancias y mi vocación es muy especial. Pero que no ofrece al jubilado demasiado interés perderse por el oleaje de internet… Sería conveniente una pequeña iniciación a este viaje. Sólo así podréis ir descubriendo las posibilidades inmensas de vivir la aldea global. Se puede chatear con viejos amigos o con amigos nuevos de cualquier rincón del planeta, jugar a casi todo, leer periódicos y revistas de actualidad, profundizar en hobbies, saborear poesía o visitar las mejores pinacotecas del mundo acercando a tu pantalla las más bellas creaciones, escribir y publicar cuentos o escritos personales, editar fotografías tomadas por ti, coquetear, ampliar conocimientos hasta el infinito… Y todo sentado cómodamente, aunque tengas lumbago o artritis… ¿Peligros? ¡Hombre!: sería bueno no abandonar el buen paseo diario o el gimnasio, cuidar la vista y no pasarse en número de horas ante la pantalla… Por cierto, que si las dioptrías obligan a acercarse demasiado, podría agrandarse el tamaño de las letras pulsando MAYOR del menú VER, por ejemplo…

Cierro esta embarazosa presentación con unos versos de Aula de Plata:

Nazco ayer y mañana: sólo soy un bebé
de manos en bisagra, ojos de terciopelo,
y el corazón que late al compás de la vida.

Hasta el último parto, en la cuna del Cielo.

Esta es exactamente mi filosofía de sexagenario aventurero: colmar, hasta el fin de mis días, la copa del corazón con zumo, nuevo y añejo, de amor, alegría, belleza…

Nicolás de la Carrera

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