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Número 25 - Diciembre 2009

El concepto psicoanalítico del ideal del yo
en relación al envejecimiento y al futuro

Lic Carmen De Grado
carmendeg2002@yahoo.com.ar

Indice

Introducción

El hombre es el único ser que tiene la capacidad de crear acontecimientos futuros, elaborar proyectos para que esos eventos se cumplan modificando el curso de la vida ejerciendo una acción proyectada e intencional.

Desarrollaré el tema del narcisismo en relación al ideal del yo y su distinción del yo ideal como eje central de análisis.

Ambas instancias del aparato psíquico se sitúan en la inmadurez con que nacemos. Serán estudiadas a los fines de conjeturar sobre las características que imprimen a nuestra vida pulsional en el envejecimiento.

¿Qué dimensión cobra lo temporal para el sujeto? ¿De qué manera los hitos en el crecimiento, los sucesivos límites en el curso de la vida van configurando la experiencia subjetiva del tiempo? Veamos el límite, entendido como separación: nos separamos en el momento de nuestro nacimiento de una madre que nos albergaba, dentro de la cual nos gestamos. Pero mientras otros seres de la creación salen del seno materno casi caminando y siendo capaces de proveerse de alimentos, nosotros, los humanos, tenemos la necesidad de completar nuestro sistema nervioso central en relación a otro que nos sostiene y nos acuna. Tan necesaria como la leche en los primeros meses de vida es la presencia, el cuidado, la tutela, la palabra, la caricia del otro para convertirnos en seres humanos capaces de pensar, sentir, comunicarnos, amar. El límite que se le impone al sujeto envejeciente ante la finalización de su ciclo biológico y la reflexión sobre ello, refuerza la necesidad del otro y de transmitir el legado, estando ésto en lo constitutivo del sujeto.¨El prójimo no sólo es alguien importante con quien nos relacionamos, sino que entra a formar parte de nuestra fisiología en forma tan honda y dramática que determina nuestra estructura psicológica, el destino de nuestra vida y hasta la forma de morir¨ (Carballo 1969)

En su añoranza de recuperar el paraíso perdido, de ser uno con la madre y poderlo todo, ante la imposibilidad de negar su finitud, el sujeto envejeciente puede sentirse devastado por todo aquello a lo cual tiene que renunciar o fortalecido por vivencias y vínculos sostenedores de su subjetividad intensificando su tarea de envejecer ejerciendo la trasmisión de un legado. En el primer caso es el yo ideal el que insiste en reeditar aquel tiempo en que yo e ideal eran uno, en el segundo caso, por el contrario, vemos la distancia que el yo registra respecto del ideal dando lugar a la actividad del ideal del yo, esta instancia que concentra todo aquello que el yo sostenía como ideal alcanzable tal vez. E l paso del tiempo y la cercanía del final de la vida le muestran al sujeto envejeciente que no es así, que buena parte de su ideal no es alcanzable. Esta evidencia, esta distancia entre su ideal y su realidad, este estar atravesados por la castración, es condición humana, es universal.

La percepción por parte del yo de la distancia respecto del ideal se da en la etapa temprana del desarrollo y se refuerza en cada hito del crecimiento activando progresivamente la instancia ideal del yo en el aparato psíquico.

No podemos reflexionar sobre el sujeto envejeciente sin poner a la naturaleza en el centro de la escena. El concepto de ideal del yo nos recuerda que como envejecientes pertenecemos al mundo natural, pero que tenemos la capacidad de trascenderlo. Como parte de la naturaleza, nacemos, nos desarrollamos y morimos, el tiempo nos aparece como duración, es sucesorio: nacimiento, crecimiento y muerte. En cuanto parte de la naturaleza, el hombre es ser para la muerte.

Pero el hombre ante todo es significación, ¨significa¨ para otro y para el mundo, ¨aspira a existir para los demás¨ (Kovadloff, 2008), entonces es parte del orden simbólico y opera como revelación para su prójimo y en consecuencia para sí mismo. Ante lo imperativo de la muerte, el hombre crea, se construye a sí mismo en relación a otro y construye mundo. Crea también ante los límites sucesivos que el curso de la vida le presenta.

 

En este sentido el yo, en su formación incipiente de la etapa narcisista, es visto como un órgano de adaptación a la vida que sirve a la conservación, órgano que viene a continuar los mecanismos endócrinos, celulares, neurovegetativos etc. Pero si este órgano tiene función adaptativa es porque en él predomina la función anticipatoria siendo el estímulo emocional del maternaje el más intenso movilizador de la respuesta psico-neuro-inmuno-endocrinológica (PNIE), preparando el organismo para la adaptación. El estímulo emocional del maternaje no es del orden de lo biológico sin embargo está incluído en el programa de las estructuras biológicas especialmente a partir de la función anticipatoria. No entiendo lo biológico entonces como un orden separado sobre el que vendrá a construirse lo psicológico, sino como un orden que incluye lo psicológico en sus estructuras. De ahí la propuesta de denominar PNIE a lo que habitualmente se denomina biológico cuando hablamos de los distintos planos Bio. Psico-Social (de Grado, 2009). Goethe decía que si el ojo no fuese de condición solar no podría ver. Podemos también decir que si el sistema nervioso no fuese de condición ambiental no podría adaptarse al ambiente.

Denomino tiempo PNIE, al tiempo sujeto a los ciclos circadianos (cerca de un día) al tiempo medible en su duración, al que se ajustan los procesos fisiológicos, ritmo cardíaco, respiratorio, enzimático etc. El yo, sensible a los intervalos de tiempo como duración, tiempo PNIE, requiere de estímulos que respondan a sus necesidades. En este sentido es un yo activo. En esta etapa narcisista, por eficacia del yo ideal, que une necesidad-satisfacción le da la posibilidad de creación de su objeto en forma omnipotente. La función de maternaje sería aquí la sintonía, la coincidencia de tiempo PNIE del bebé con los sentimientos de empatía de la madre, también tiempo PNIE, brindando el estímulo emocional del maternaje. Asimilo tiempo como duración a tiempo PNIE para enfatizar la importancia en el desarrollo temprano de considerar el ciclo repetitivo de necesidad-satisfacción ya que hace a las regulaciones neuro-endócrinas de las que dependerá también la eficacia del maternaje. El bebé tiene una vivencia de sus ritmos PNIE, de sus necesidades y urgencias y allí la presencia del objeto real será indispensable para la percepción confiable del tiempo.

Internalizar el objeto cumple una función anticipatoria, lo que internaliza es tiempo e historia, posibilidad de ser, de construir mundo y de significar para otro.

Entiendo que el ideal del yo se habilita diferenciándose del yo ideal con la constancia objetal para activarse en otros momentos claves del desarrollo, principalmente: la adolescencia, la mitad de la vida y la vejez.

En la estructura PNIE está contemplado el estímulo emocional del maternaje, es decir, el sistema nervioso contempla en sus estructuras cerebrales la ¨tutela diatrófica¨ (Carballo) de otro humano para terminar su formación prematura al nacer por medio de la función anticipatoria. En el aparato psíquico, el ideal del yo contribuye desde un lugar heurístico a la fortaleza yoica y al desarrollo y significado del ser, teniendo ello consecuencias para el proceso de envejecimiento.

 

Antecedentes sobre el concepto de ideal del yo. Diferencias con el yo ideal.

En Ideal del Yo. Ensayo psicoanalítico sobre ¨la enfermedad de idealidad¨ de Janine Chasseguel Smirgel, Christofer Lasch en la introducción al libro dice: ¨El niño llega al mundo demasiado pronto, con ambiciones que sus capacidades físicas no sustentan. La prematurez, que se sitúa en el origen de la formación del ideal del yo, probablemente imprima características específicas a nuestra vida pulsional. Gobierna la traducción de las necesidades corporales al registro del deseo. Convierte al placer en algo más que una simple descarga de tensión. Es que la satisfacción pulsional concurre al mismo tiempo a reducir la distancia entre yo e ideal del yo. Pero su unión perfecta es inalcanzable y por eso el deseo queda siempre insatisfecho…… En su añoranza de recuperar la experiencia de unicidad y omnipotencia primordiales, el ideal del yo, puede seguir la vía directa, regresiva, indicada por el principio de Nirvana o el camino largo y difícil de la maduración y el desarrollo, erizado de obstáculos… Pero la frustración le sirve también de incentivo para que se enseñoree de su ambiente, luche contra la adversidad, siga el ejemplo de sus padres y otras autoridades, se convierta en un adulto y así recupere el sentimiento de unicidad, no por la vía de desmentir el hecho de la separación, sino por la de superarla en la búsqueda de un ideal erótico, estético o religioso, de devoción y sacrificio¨

La autora ofrece en su libro un listado de las obras de Freud que refieren al concepto de ideal del yo (se incluyen en Bibliografía, al final de este trabajo) afirmando que la lectura de Freud no permite marcar diferencias entre yo ideal e ideal del yo. Sin embargo Chasseguel Smirgel marca dos posibilidades del ideal del yo según siga la vía ¨regresiva¨ o de ¨adquisiciones del desarrollo¨. Vemos que su colega C Lasch, que escribe el prólogo, también lo hace cuando señala los dos caminos: uno regresivo, indicado por el principio de Nirvana, de desmentir el hecho de la separación y otro largo y difícil…..erizado de obstáculos que busca superar la separación en la búsqueda de un ideal. No obstante, la autora dice explícitamente no creer necesaria la distinción entre yo ideal, ideal del yo ni avanza en ese sentido de diferenciación conceptual.

En el desarrollo aquí expuesto se presentará dicha distinción El diccionario de Psicoanálisis Laplanche Pontalis también la hace. Desde esta investigación se marcan coincidencias y diferencias con lo expresado por Laplanche Pontalis.

¨Ideal del yo: Término utilizado por Freud en su segunda teoría del aparato psíquico: instancia de personalidad que resulta de la convergencia del narcisismo (idealización del yo) y las identificaciones con los padres, sus substitutos y los ideales colectivos. Como instancia diferenciada, el ideal del yo constituye un modelo al que el sujeto intenta ajustarse.¨

De la historia del término en la obra de Freud que el diccionario desarrolla tomaré aquellos conceptos que interesan a la discusión aquí para marcar coincidencias y diferencias:

¨…. Formación intrapsíquica relativamente autónoma que sirve de referencia al yo para apreciar sus realizaciones efectivas. Su origen es principalmente narcisista: ¨lo que el hombre proyecta ante si como su ideal es el sustitutivo del narcisismo perdido de su infancia; en aquel entonces él mismo era su propio ideal¨ (cita de Freud). Este estado narcisista que Freud compara a un verdadero delirio de grandezas, es abandonado, especialmente a causa de la crítica que los padres ejercen acerca del niño. Se observará que ésta interiorizada en forma de una instancia psíquica especial, instancia de censura y auto observación, se distingue a lo largo de todo el texto, del ideal del yo: ¨ella (….) observa sin cesar al yo actual y lo compara con el ideal¨ (cita de Freud). En Psicología de las masas y análisis del yo (1921) se sitúa en primer plano la función del ideal del yo. Freud ve en él una formación claramente diferenciada del yo, que permite explicar en especial la fascinación amorosa, la dependencia frente al hipnotizador y la sumisión al líder: casos todos en que una persona ajena es colocada por el sujeto en el lugar de su ideal del yo.¨

¨Este proceso se encuentra en el origen de la constitución del grupo humano. La eficacia del ideal colectivo proviene de la convergencia de los ¨ideal del yo¨ individuales…. ¨ Cada individuo forma parte de varios grupos, se halla ligado desde varios lados por identificación y ha construido su ideal del yo según los modelos más diversos.¨

¨En el yo y el Ello, donde figura por primera vez el término ¨super yo¨, éste se considera como sinónimo de ideal del yo, se trata de una sola instancia, que se forma en identificación con los padres correlativamente con la declinación del Edipo y que reúne las funciones de prohibición y de ideal…..¨

¨En las Nuevas lecciones de introducción al psicoanálisis 1932 se efectúa una nueva distinción: el superyo aparece como una estructura global que implica tres funciones: autoobservación, conciencia moral y función de ideal. La distinción entre estas dos últimas funciones queda especialmente ilustrada en las diferencias que Freud intenta establecer entre sentimiento de culpabili dad y sentimiento de inferioridad ¨Los dos sentimientos de culpabilidad y de inferioridad son el resultado de una tensión entre el yo y el super yo, pero el primero (el sentimiento de culpabilidad) guarda relación con la conciencia moral, y el segundo (el sentimiento de inferioridad) con el ideal del yo……Para Nunberg, el ideal del yo y la instancia prohibitiva se hallan claramente separados. Los distingue en cuanto a las motivaciones que inducen al yo: ´Mientras el yo obedece al super yo por miedo al castigo, se somete al ideal del yo por amor; y también en cuanto a su origen (el ideal del yo se formaría principalmente sobre la imagen de los objetos amados, y el super yo sobre la de los personajes temidos).¨

¨Yo ideal: Formación intrapsíquica que algunos autores, diferenciándola del ideal del yo, definen como un ideal de omnipotencia narcisista fraguado sobre el modelo del narcisismo infantil.¨

¨Si bien Freud usó dos términos diferentes al referir a yo ideal, idealich, e ideal del yo, ichideal no se encuentra en él distinción conceptual (la bastardilla es mía)……… algunos autores han recogido el par formado por estos dos términos para designar dos formaciones intrapsíquicas distintas¨. ¨Según Lagache, la formación del yo ideal tiene implicancias sadomasoquistas, especialmente la negación del otro correlativa a la afirmación de sí mismo. Para Lacan, el yo ideal constituye también una formación esencialmente narcisista, que tiene su origen en la fase del espejo y que pertenece al registro de lo imaginario¨

¨Aparte de las discrepancias, diferentes autores coinciden, tanto en la afirmación de que interesa especificar en la teoría psicoanalítica, la formación inconsciente del yo ideal como en el hecho de subrayar el carácter narcisista de esta formación…..El texto en el que Freud introduce dicho término sitúa en el origen de la formación de las instancias ideales de la personalidad, el proceso de idealización, en virtud del cual el sujeto se propone como fin reconquistar el estado llamado de omnipotencia del narcisismo infantil¨

 

Sobre la distinción de ambos términos: yo ideal, ideal del yo. Relación con el proceso de envejecimiento

Zarebski centra las diferencias entre envejecimiento normal y patológico en la calidad del narcisismo refiriendo a los conceptos diferenciados de ideal del yo y yo ideal respectivamente. Todos los libros de esta autora expresan, desde distintos ángulos, ésta diferenciación.

Entiendo que lo que cobra fuerza a través del curso de vida, especialmente en momentos de cambio: período de latencia, adolescencia, mitad de la vida y vejez es la renuncia a la omnipotencia inicial propia de la etapa narcisista dual que tiene su origen en el estadio del espejo. En el individuo sano, el yo ideal, seguirá pujando por algún protagonismo, pero habiendo perdido la potencia de momentos del desarrollo temprano, da lugar al Otro y a la cultura (lugar de los otros en nosotros) El sujeto envejeciente en un proceso saludable reconoce tras sucesivos duelos que tanto la alteridad como la cultura son una adquisición, resultado de una tarea. Vivencia que ha aprendido de la experiencia, que ha fortalecido su yo a través de las sucesivas pérdidas y sostiene la continuidad identitaria. El ideal del yo, inactivo en la etapa narcisista, se va activando como resultado de haberse producido una separación entre el yo y el ideal. Separación, distancia, entre yo e ideal que da lugar a un sufrimiento en el sujeto, pero también es fuente de creación y de posibilidad de futuro. La actividad del ideal del yo es la que le da al sujeto envejeciente la posibilidad de preparar y trasmitir su legado teniendo ello consecuencias en lo intergeneracional y en lo trans-generacional.

Hay una importante diferencia conceptual entre uno y otro término en el sentido de

que el ideal del yo, no sólo renuncia a la omnipotencia infantil sino que no intentaría volver a ella, por el contrario, como instancia diferenciada en ese sentido, buscará reforzar, como parte del sistema del yo, la condición yoica de estar al servicio del principio de realidad. No queda entonces unido al yo ideal por un proceso de idealización sino que ambos cumplirían funciones muy distintas: el yo ideal queda inhabilitado, en relación a un yo que requiere de otros aportes de las instancias y será el ideal del yo, un colaborador por excelencia en un envejecimiento saludable .

Al decir inhabilitado significo, carente de fuerza en un proceso que busca objetos en el sentido de nuevas representaciones que le permitan construir mundo

El ideal del yo funciona en los procesos terciarios. Ni en los primarios, que están fuera de la representación y del lenguaje, ni en los secundarios que intentarán inhibir a los primarios con el pensamiento, sino en procesos terciarios donde la presencia del otro da la posibilidad del encuentro con lo nuevo y la intensidad como vivencia. De un ideal del yo, activo en el envejecimiento resultará que, ante el límite que la finitud impone, considerando su tiempo restante , (duración), el sujeto pueda reforzar su vivencia de intensidad haciendo de la experiencia del tiempo una experiencia creativa y personal. (intensidad)

Veamos este párrafo de Laplanche Pontalis a la luz de los pensamientos de Winnicott:

¨Ideal del yo: Formación intrapsíquica relativamente autónoma que sirve de referencia al yo para apreciar sus realizaciones efectivas. Su origen es principalmente narcisista: lo que el hombre proyecta ante si como su ideal es el sustitutivo del narcisismo perdido de su infancia; en aquel entonces él mismo era su propio ideal¨

Habría por lo tanto en aquel entonces, un objeto subjetivo (Winnicott, 1962) que se relaciona con objetos que se perciben de manera objetiva pero sólo se perciben así en la formación de un ¨ambiente suficientemente bueno¨.

Ambiente suficientemente bueno es el que muestra sintonía, coincidencia de tiempos entre las necesidades PNIE del yo del bebé y la empatía de la madre que le brinda estímulos PNIE. Esto es lo que permite que el individuo haga frente al tremendo golpe de la pérdida de la omnipotencia

Propongo que el ambiente suficientemente bueno, es decir, la coincidencia entre la capacidad del bebé de crear un objeto bueno y la confirmación de ello por objetos del ambiente percibidos en forma objetiva, es lo que permite la inhabilitación del yo ideal y la habilitación del ideal del yo. La internalización del ambiente suficientemente bueno y la creencia del infante en su capacidad de crear su objeto le da la posibilidad de poner a funcionar el ideal del yo y le dan la percepción de ser en el tiempo, donde la espera podrá aceptarse integrando el tiempo como duración al tiempo elaborativo, personal de manera creativa.

La diferencia conceptual entre yo ideal, ideal del yo no está en sus orígenes ya que ambas formaciones provienen de la situación narcisista de indefensión y dependencia inicial. Entiendo que el aparato psíquico en su totalidad tiene su origen allí. La habilitación del ideal del yo dará lugar a un yo con posibilidad de vivir una experiencia del tiempo que le permite ¨apreciar sus realizaciones efectivas¨ (Laplanche Pontalis) entiendo que ¨apreciar sus realizaciones efectivas¨ es unirse a los otros a través de la construcción de un mundo humano común = ideal.

Lo que en la etapa narcisista será un objeto coincidente con la madre = ideal narcisista, tomará la forma de ideal, complejizándose en la conciencia del sujeto en crecimiento, convirtiéndose en el lugar de las experiencias culturales. Ese ¨espacio potencial ¨ donde Winnicott ubica la ¨experiencia cultural¨ es el lugar del ideal del yo como instancia psíquica, tal vez la más potente colaboradora de la continuidad identitaria y de la continuidad del hombre sobre el planeta.

Ante la evidencia de un tiempo restante, y diría de la brevedad de un tiempo restante, tiempo como duración, el sujeto envejeciente sano refuerza la posibilidad de un tiempo como intensidad que requiere necesariamente de otro como receptor y trasmisor en el juego de la vida, en el ejercicio del ideal del yo como instancia psíquica que supone la construcción del idea l (ideales)

Que el sujeto se encuentre, a lo largo del curso de vida con construcciones edificantes de su identidad facilitará el esfuerzo del aparato psíquico por la construcción del ideal, tarea siempre inacabada e incompleta, puesta a prueba en la inter-subjetividad.

Lo que el hombre proyecta ante si como su ideal no es el sustitutivo del narcisismo perdido de su infancia; ya que en aquel entonces él mismo era su propio ideal. Esta segunda parte de la afirmación de Laplanche Pontalis quedaría entonces cuestionada: lo que el hombre proyecta como su ideal está lejos de ser el sustitutivo del narcisismo perdido de la infancia, es por el contrario, el resultado de múltiples separaciones, trabajos de duelo, y encuentros con otro y la incorporación de lo nuevo en ello.

 

La temporalidad en relación a la actividad del ideal del yo a lo largo del curso de vida.

La infancia temprana.

Las experiencias iniciales de frustración-satisfacción, separación-unión comienzan a configurar la temporalidad o experiencia subjetiva del tiempo. El yo ideal, activo en la etapa narcisista dual correspondiente al estadio del espejo llevará al bebé a alucinar su unión con el pecho, objeto parcial, fuente de satisfacción contribuyendo ello a tolerar la espera. ¨Los ritmos biológicos internos, los reguladores homeostáticos, los latidos del corazón, la respiración y el pulso dan lugar a sensaciones cenestésicas fundamentales para la diferenciación de los intervalos.¨ (Colarusso )

Los ritmos diurno y nocturno del sueño y la vigilia y el ciclo del hambre-saciedad son ritmos PNIE e irán conformando la temporalidad que es experiencia subjetiva del tiempo. Esta experiencia del tiempo, que en el bebé se manifiesta en llantos de urgencia por comer, largas siestas, etc., irá a su vez conformando su sistema nervioso incompleto en el que buena parte de nuevas neuronas aparecen después del nacimiento, en un vínculo con otro.

Recién con la configuración yoica, el sujeto empezará a sufrir la distancia respecto de su ideal y podremos referir al ideal del yo, habiendo un yo que, respondiendo al principio de realidad, se esfuerza en acortar el camino que lo separa de su ideal. Para ello crea, trasmite y lega especialmente a partir de la mitad de la vida.

Si consideramos las primeras semanas, cuando el yo no está aún configurado, las sensaciones cenestésicas de frío calor, hambre saciedad, sueño vigilia, son factores innatos que hacen al diálogo madre hijo.

De este diálogo temprano con la madre, y de las múltiples influencias de otros significativos a lo largo del curso de vida, dependerá el funcionamiento yoico. Las necesidades instintivas se verán poco a poco transformadas según lo que pase en el ambiente. Esto no en el sentido de sostener la división entre innato-adquirido, sino en el sentido de que el infante literalmente respira ambiente. Ya está entonces conformándose ese espacio transicional (Winnicott) que no es ya mundo interno ni mundo externo, sino un espacio intermedio entre ambos. La vida biológica se va haciendo experiencia y en la medida en que estas experiencias se temporalizan, se viven en un tiempo subjetivo, se irán, progresivamente, haciendo historia, teniendo palabra y siendo narradas. Habría una necesidad de ser, de desplegarse en potencialidades, de ex istir, de salir hacia fuera, de completar el sistema nervioso prematuro al nacimiento dando lugar a la formación de un sujeto y a un despliegue de potencialidades yoicas que al ¨respirar ambiente¨, incorporan también la ¨urdimbre afectiva¨ (Carballo) de las figuras significativas, su sistema de creencias y afectos, cultura.

Yo ideal, instancia protectora de un psiquismo incipiente en la etapa narcisista (proceso primario), que al quedar completamente fusionada con su ideal en el maternaje, soporta los embates que puedan provenir del mundo exterior, del ello y del super yo. Pero el yo, ya conformado y al servicio del principio de realidad, se encargará de inhabilitarlo. En la medida en que el yo ideal es inhabilitado cobra protagonismo el ideal del yo, esa ¨instancia del aparato psíquico formada sobre la imagen de los objetos amados y sobre el sentimiento de inferioridad¨ (Laplanche Pontalis)

El sentimiento de inferioridad, de ser un niño abandonado, de nacer prematuro y necesitado de otro para completarse en sus estructuras cerebrales y luego en el curso de la vida ante cada situación de cambio y nueva integración, da lugar a la construcción de ideales a los que el yo intentará acercarse. Hará para ello un esfuerzo, guiado por los objetos amados. Sólo los objetos amados (objetos parciales en el narcisismo temprano) le permitirán acatar la distancia respecto de su ideal. Esta instancia del aparato psíquico, el ideal del yo, que concentra los ideales, se activa en procesos de pérdida y por la condición creativa del sujeto. Siguiendo a Melanie Klein, bien podríamos decir que tiene su origen en la posición depresiva, consecutiva a la paranoide, cuando el niño es capaz de aprender de la madre como objeto total, teme perderla y usa como defensa la ¨ reparación¨

El bebé irá respondiendo de forma rápida y repetitiva a las experiencias alternantes de frustración y satisfacción que Rapaport (1951) llamó la cuna de la experiencia del tiempo. Spitz (1972) dice que para la segunda semana el niño ya comenzó a orientarse en el continuo espacio-tiempo de sus alrededores logrando liberarse de lo displacentero. Lo placentero, esa saciedad eterna, se ve interrumpida por la primera necesidad a través de la sensación de hambre. Se describe así el primer diagrama del tiempo en su sentido sucesorio. La frustración producirá una intensa ira y miedos en el infante pero también contará para aliviarse de ello con el maternaje, la ¨ tutela diatrófica¨ (Carballo).

Maternaje previsto en el funcionamiento cerebral. Entonces la maduración, sea psíquica o cerebral, no como el cumplimiento de un proceso de desarrollo determinado por la información genética, sino que los genes encierran en su código la inmadurez cerebral siendo esta realidad de trascendencia para el hombre. Dependerá para ser hombre de otro que lo constituya, de estímulos, sin los cuales las neuronas se atrofian y empobrecen en sustancias químicas fundamentales, enzimas y DNA. Paradojalmente si bien su yo no esta aún activo, debemos considerar al bebé como un emisor de mensajes, mediante los que trata de incorporar a sus estructuras nerviosas aquellos últimos y refinados dispositivos que van a permitirle la máxima adaptación al mundo en torno. Esto se realiza por la incorporación, no ya de la madre ¨sino de un conexo mucho más complejo formado por un lado por pautas educativas, sociales, tradiciones colectivas, esto es tiempo o historia convertidos en realidad cultural; y por el otro, representado por el juego de aproximación amorosa y de alejamiento que permite el desarrollo de la autonomía e independencia del sujeto como una mismidad.¨(Carballo) El ideal del yo ya está recibiendo una riquísima información que luego tomará múltiples formas de expresión, reforzando su fortaleza a través de los sucesivos cambios.

La representación del ambiente en el cerebro hace del hombre un ser de inusitada complejidad. En esta representación estará la dimensión temporal, dimensión histórica que requiere de un interjuego del tiempo en el sentido de sucesión esto es, el tiempo como duración y del tiempo creativo, elaborativo y propiamente subjetivo, dando ello, en su combinación, la vivencia del tiempo como intensidad.

¨Para lograr una reconciliación posible y siempre insuficiente pero necesaria con el tiempo, …..hay que destronar su actual comprensión. Es preciso replantear la cuestión de su valor. Dejar de entenderlo primordialmente como duración y empezar a reconocerlo como intensidad¨. (Kovadloff, 2008)

Muchos autores psicoanalíticos se ocupan de estos conceptos principales en la dinámica psicoanalítica como son la ¨falta básica¨ (Balint) y ¨la madre como ambiente particularmente favorable¨ (Winnicott). Son fundantes para la comprensión del tiempo como lo presentamos aquí, un tiempo que no es solamente tiempo sucesorio, el medido por el calendario o el reloj, sino también, y muy especialmente, tiempo subjetivo, de elaboración, de creación, dialéctico, integrador de pasado, presente y futuro, tiempo como construcción humana, que transforma lo vivido en experiencia comunicable , en transmisión y legado. Recuerdo una publicidad de una obra biográfica de Gabriel García Márquez que dio vueltas por occidente y decía: ¨La vida no es la que viviste sino cómo la recuerdas para contarla¨

La noción del tiempo como duración y del tiempo subjetivo-creativo y su superposición, hacen a esta vivencia que en el envejecimiento tiene características totalmente nuevas respecto de otros momentos del curso de la vida: la vivencia del tiempo como intensidad. La posición depresiva, tan bien descripta por Melanie Klein y el concepto de ¨reparación¨ como esta autora lo desarrolla se unen a los de Winnicott relativos al ¨concern¨, preocupación por el otro, culpa auténtica, capacidad de compadecimiento por el otro al cual se le ha ocasionado un daño. El ¨concern¨ hace posible la fe en un ámbito propio de la cultura donde la creatividad del hombre se despliega.

Winnicott ha desarrollado extensamente el concepto de ¨concern¨ en oposición al sentimiento de culpa, más precisamente a la culpabilización.

Culpabilización: le he ocasionado un daño al otro y debo, por lo tanto, ser castigado, Sentimiento éste muy diferente al dolor que me produce haberle producido un daño por ser él, otro como yo, objeto de mi amor y preocupación, al que me unen sentimientos de amor y empatía. En esta diferenciación operan dos instancias muy diferentes del psiquismo: el super yo en la culpabilización y el ideal del yo en el ¨concern¨. El super yo poniendo límite a los impulsos agresivos por el miedo a la retaliación, el ideal del yo empujando al yo a acercarse a sus ideales trasgrediendo su siempre alerta sentido de realidad y contribuyendo así de otra manera más osada al futuro. El yo atiende a las reivindicaciones del ello, a los flashes de la más arcaica de las formaciones, el yo ideal, a los imperativos del super yo, a las exigencias de la realidad y a las tentadoras propuestas del ideal del yo para acercarse al ideal.

Winnicott se ocupa del lugar que toma nuestra experiencia cultural y dice de ella que es la que asegura la continuidad de la raza humana, que va más allá de la experiencia personal y la describe como una continuación directa del juego. La experiencia cultural comienza con el vivir creador, cuya primera manifestación es el juego.

En cada individuo la utilización de dicho espacio la determinan las experiencias vitales que surgen de las primeras etapas de su existencia. Se forma en el espacio potencial que existe entre el objeto subjetivo y el objeto percibido en forma objetiva, entre las extensiones del yo y del no yo. Se da sólo en relación con un sentimiento de confianza, vinculada con la confiabilidad de la figura materna o de los elementos ambientales. Se actualiza en las relaciones significativas a lo largo del curso de vida.

Los conceptos de ¨concern¨ en Winnicott y de ¨reparación¨ en Melanie Klein contribuyen a explicar la habilitación, y la posterior activación de esta instancia psíquica, ideal del yo, como aquella que favorece la continuidad identitaria, la posibilidad de tener un proyecto identificatorio y la transmisión inter-generacional, todo lo cual hace al tiempo vivido como intensidad.

Tan importante para el futuro del infante será la experiencia de maternaje que organiza su vivencia del tiempo, como para el sujeto envejeciente lo será la transmisión generacional en la organización del tiempo como intensidad y posibilidad de futuro.

 

Otros hitos del desarrollo. Síntesis de una obra de Colarusso referida al sentido subjetivo del tiempo.

Colarusso en su libro Desarrollo psíquico. El tiempo y la individuación a lo largo del ciclo vital, 2008, se basa en la teoría de las relaciones objetales y en la teoría del desarrollo como herramientas para un estudio del ¨tiempo subjetivo, que surge de fuerzas dinámicas, es personal y experiencial¨. Tomaré sus enfoques para relacionarlo con el concepto de yo ideal e ideal del yo, especialmente de éste último.

Realizo un breve resumen del exhaustivo trabajo del autor sobre momentos significativos en la formación de la experiencia subjetiva del tiempo. El lo denomina ¨sentido subjetivo del tiempo¨:

Así como en la fase oral, las nociones elementales del tiempo se asociaban con la boca, el estómago y la relación de alimentación con la madre, el destete siendo un momento evolutivo que acaba el suministro ilimitado proporcionado por su compañera simbiótica,

en la fase anal, la experiencia del tiempo se entrelaza con el tracto gastrointestinal inferior, la defecación, la orina y la interacción con los padres. Aprende con el control de esfínteres uretral u anal a controlar estas actividades y a manipular los intervalos de tiempo. El sentimiento del adulto de poder controlar el tiempo y la muerte tiene sus orígenes en las expectativas mágicas del niño.

El uso del lenguaje será un elemento fundamental del tiempo, ya que mediante la palabra, que es representación, el niño trae mágicamente el objeto. La ¨constancia objetal¨, tener el objeto internalizado y poder evocarlo en su ausencia, hacen de la experiencia de tiempo algo que tiene continuidad. Aunque el objeto esté ausente, se sabe de un momento en que estuvo (pasado) y de otro en que volverá a aparecer (futuro) Con la constancia objetal queda establecida por primera vez la sensación de la duración, ya que el sine qua non de una adaptación psicotemporal exitosa requiere de una continuidad de experiencia y de una constancia objetal desarrolladas durante la infancia y la niñez temprana ¨(Seton 1974).

En la fase edípica, la barrera del incesto es una barrera real impuesta por el tiempo. La frustración aumenta con la mayor comprensión cognitiva del niño, teniendo entonces al tiempo como a una fuerza poderosa y frustrante.

En la latencia, el super yo recien internalizado contribuye a una vivencia del tiempo como cruel, controlador y privativo. Esto también se siente como viniendo de afuera ante las demandas realistas de ir a la escuela, hacer la tarea, ayudar en casa, ir a clases, etc en el sentido organizador del presente

¨El sentido de futuro de la fase de la latencia es necesariamente incompleto ya que depende de la evolución del yo, continuará evolucionando a través de la integración del ideal del yo en la adolescencia y de la continua maduración de la estructura psíquica en la adultez.¨

La pubertad trae un cambio psico-biológico significativo con la consecuente sensación del paso del tiempo, por el movimiento de una fase del desarrrollo a otra, una marcada división entre el pasado físico sexual inmaduro y el presente físico sexual maduro.

La conexión entre el tiempo y la pubertad es más dramática para las niñas ya que la menstruación es periódica en términos temporales. Efectivamente así se lo define: período o ciclo menstrual. El tiempo en ambos géneros queda vinculado con el funcionamiento sexual y la procreación. Se puede alcanzar una inmortalidad a nivel genético con la cual conquistar el tiempo y engañar a la muerte.

Durante la adolescencia existe una importante reorganización intrapsíquica respecto de cómo se experimentan el pasado (el cuerpo y la actividad de la niñez), el presente (emociones sexuales intensas, necesidades de experiencias de toda clase) y el futuro (el tiempo que vendrá cargado de intereses, proyectos, ideas, ideales, ideologías)

En la adultez joven la relación amorosa madura y duradera se vuelve un organizador del sentido del tiempo junto con el suceso de la paternidad y maternidad biológicas, la capacidad de amor y el seguir investidos con los propios hijos.

El supero yo tiene una profunda influencia sobre el sentido del futuro en la adultez joven cuando se considera al futuro como una preocupación constante debido a su incertidumbre y a su complejidad. Para la mayoría de nosotros, el superyo/ ideal del yo ( El autor no hace aquí la distinción superyo, ideal del yo) exige que el presente y el futuro del joven adulto se organicen en torno al trabajo y la familia de procreación.

Ya en la mediana edad, una de las influencias más poderosas es la percepción cada vez más conflictiva de que el tiempo personal es limitado y de que la persona morirá.

A través de la extensión genética, mediante el proceso de identificación de padre-hijo-abuelo, los abuelos de mediana edad, por segunda vez en sus vidas participan de la creación del tiempo. La cualidad de ser abuelo estimula una importante reorganización intra-psíquica del sentido del tiempo que conduce a nuevas interpretaciones del pasado y a una reconstrucción interna del tiempo restante.

La menopausia es un punto de inflexión que obliga a un duelo relacionado con la pérdida de la capacidad de procrear. Cuando este duelo se produce en forma exitosa se da una gran transformación evolutiva en el sentido subjetivo del tiempo. Al no estar ya dominada por el calendario del ciclo menstrual determinado biológicamente o por la posibilidad de embarazo, las mujeres son libres de usar el tiempo en actividades generativas. A veces, y esto puede suceder con ambos géneros, identificándose con las generaciones jóvenes, con su futuro y su riqueza de tiempo.

Para la mayoría de los hombres, y un creciente número de mujeres, en la sociedad occidental, el trabajo organiza el uso del tiempo y regula la actividad en la que se pasa la mayor parte de las horas del día. Para algunos el trabajo se torna la fuente principal de sustento emocional y de la estabilidad temporal. Esto puede dificultar el retiro y el reemplazo por la siguiente generación. El retiro puede ser vivido entonces como la pérdida inevitable del poder y de la posición.

En la cuarta y quinta individuación, la conciencia de la muerte es una realidad intra-psíquica organizadora que estimula tanto el desarrollo normal como patológico.

La revisión de la vida se convierte en un significativo fenómeno psíquico de la mediana edad, no siendo característica ya de la adultez tardía

Gorney (1971) descubrió que la actividad introspectiva asociada a la revisión de la vida estaba muy marcada en los individuos entre los 60 y 70 años y que disminuía en aquellos de más de 70. La revisión de la vida que es trabajo prospectivo y retrospectivo en individuos saludables a partir de los 40 años y hasta los 70, es una preparación para la generatividad en la etapa tardía de la vida

El deseo de ser recordado por los jóvenes después de la muerte, y de continuar viviendo a través de ellos, sirve perfectamente de complemento al deseo de los jóvenes por enriquecer sus vidas. Este alejamiento de las posesiones durante la quinta individuación en búsqueda de conexiones generativas en aquellos que continuarán viviendo es otra de las características distintivas de la sabiduría en la etapa tardía de la vida

El hecho de saber que el tiempo se está agotando también se impone dolorosamente en la conciencia a través de la creciente percepción de que muchas ambiciones y objetivos anhelados nunca se llevarán a cabo y de que no queda suficiente tiempo para lograr otros nuevos.

 

Algunas consideraciones sobre lo anterior

No pretendo agotar aquí en este breve resumen y citas parciales, la riqueza del texto de Colarusso, simplemente lo he realizado para reflexionar sobre dos puntos:

A continuación haré comentarios sobre lo expuesto, marcando coincidencias en ciertos sentidos y diferencias con el autor.

Como vemos la obra de Colarusso hace una detallada descripción de los momentos evolutivos que configuran la duración del propio ser en el tiempo dando lugar a la continuidad existencial. El inicio referido a los ciclos biológicos y a los ritmos se debe a que es allí donde pone el registro del tiempo, donde empieza la vida psíquica y el yo. Consideramos entonces que el registro del tiempo es el punto álgido que da lugar al inicio de la vida psíquica en el bebé.

Colarusso marca los conceptos de separación- individuación continuada a lo largo del ciclo vital, la sucesiva fijación de límites y las experiencias repetidas como estimulantes para reforzar la capacidad del yo de postergación y conformación del sentido del tiempo.

Sólo menciona el ideal del yo, como instancia diferenciada al traer una cita de Blos 1962 refiriendo a la pubertad: ¨El aumento de los impulsos edípicos que provienen de la pubertad provocan una desidealización y una decatexis de introyectos parternales en el yo y super yo … esto explica la disminución en la capacidad del yo para regular el uso constructivo y racional del tiempo. Cuando esto sucede, la regulación del tiempo se transfiere a una estructura psíquica recién formada el ideal del yo (Blos, 1962) y al grupo de pares.¨

¨…El ideal del yo se convierte en el depósito de actitudes temporales de todo tipo, pero particularmente de aquellas vinculadas con el futuro. El tiempo se relaciona con la preparación para la adultez, que por lo general incluye demoras en la satisfacción: tiempo para estudiar y trabajar y finalmente para la responsabilidad del cuidado de los otros.¨

En esta cita el autor relaciona el ideal del yo con el futuro, coincidencia con lo aquí expuesto, pero como una estructura ¨ recién formada en la pubertad¨ (ver la cita anterior de Blos). En la siguiente cita menciona la adolescencia: ¨El sentido de futuro de la fase de la latencia es necesariamente incompleto ya que depende de la evolución del yo, continuará evolucionando a través de la integración del ideal del yo en la adolescencia y de la continua maduración de la estructura psíquica en la adultez.¨

Entiendo por el contrario al ideal del yo como una estructura originada en la etapa narcisista por la condición de indefensión que acompañará al sujeto durante todo el curso de vida y, como explicara, por la internalización del ambiente suficientemente bueno, siendo ésta la condición para que habilitada, vaya siendo cada vez más activa a lo largo del curso de vida en los encuentros significativos que darán lugar a la vivencia del tiempo como intensidad.

En el sujeto envejeciente, la dialéctica entre un tiempo considerado como duración y uno creativo, de elaboración del tiempo personal, son condición de sostenimiento de salud y a ello contribuye la actividad del ideal del yo como instancia al servicio del yo. Que este proceso pueda darse depende en buena medida de la calidad de los procesos de duelo. Su resolución lleva al sujeto a la vivencia de continuidad, de que él es el mismo. Sostiene su mismidad, si se adviene a un trabajo permanente de resignificación. Necesariamente opera en ello el ideal del yo como ideal simbólico. Su ideal del yo da cuenta de que en él opera el o tro, de que su yo y su mundo están construidos de manera que el otro es eficaz en él. Esto marca una diferencia con el yo ideal que pertenece al plano de lo imaginario y se relaciona con objetos parciales. El ideal del yo es la parte del aparato psíquico donde opera el otro como objeto total y se activa en el plano simbólico.

 

Propiedades del ideal del yo. Su actividad en el proceso de envejecimiento

Considero por lo tanto al ideal del yo como:

 

Movilizador de la investidura

El ideal del yo buscará placer y será el yo el que, al servicio del principio de realidad, le imponga los límites como también lo hará el mundo externo, el ello y el super yo.

Sin embargo, diferenciado del yo ideal, instancia propia del narcisismo, el ideal del yo movilizará su investidura sobre aquellos objetos que lo acercan al mundo y al otro siendo ello fuente de satisfacción y de sufrimiento. Estos movimientos de investidura surgen a partir de repetidas situaciones de pérdida y en los sucesivos y reiterados duelos que el aparato psíquico afronta.

El flujo de investidura sostenido durante el proceso de envejecimiento asegura la continuidad subjetiva. Si se enriquecen los vínculos con el otro y con el mundo (objetos libidinales) mediante un trabajo articulado de interpretación y comprensión hay mayor garantía de vivir el tiempo como intensidad.

Cuando las personas investidas libidinalmente dejan de estar en torno al sujeto envejeciente como objetos reales, cuando el mundo como era concebido en otro tiempo ya no está, tendrá que recurrir a un reiterado ejercicio de investir-desinvestir apoyándose en un yo vital siempre dispuesto a catectizar un tiempo por venir.

(El uso del término sujeto envejeciente es coherente con esta concepción de mirada al futuro, de estar siendo para proyectarse. Un ideal del yo entrenado en los trabajos de duelo, en un medio, como el del mundo actual, donde el cambio es la norma, le permite al yo la formación de nuevas investiduras.

La palabra anciano por el contrario, da cuenta de la mirada sobre lo anterior . Anciano, etimológicamente del bajo latín ¨antianus¨, del latín ¨ante¨,¨antes¨.)

Buscador de sentido a través de un proyecto identificatorio

¨El proyecto identificatorio depende de una suce sión de movimientos identificantes que reorganizan el esquema relacional a partir de los sucesivos encuentros como identificante, identificado y con el ideal del yo¨ (Rother de Hornstein)

El sujeto envejeciente ha pasado ya por experiencias en su curso de vida en l as que distintos referentes han ampliado el espectro de los objetos investidos.

Especialmente en la adolescencia, el sujeto se ha alejado del discurso parental para construir el suyo propio a partir de sus encuentros extra familiares. ¨ En la mitad de la vida reorganizará sus identificaciones en torno al trauma por la propia muerte futura¨ (Montero, 2002)

El anciano deberá revisar su campo relacional, ya que puede que sus referentes significativos no estén como objetos reales y se vea llevado a un profundo trabajo de elaboración apelando a su capacidad de recrear su tiempo vivido para dar proyección y sentido a su vida. Esta tarea sería muy penosa si sólo viéramos en ella las sucesivas pérdidas.

Estudios provenientes de las neurociencias explican que también debemos considerar que se han creado ciertos ¨patrones¨ en el cerebro (Goldberg, 2006). Gracias a sus experiencias previas, el sujeto envejeciente logra asimilar un gran número de ¨moldes cognitivos¨, esto le permite reconocer gran cantidad de patrones, cada uno de los cuales engloba toda una clase de situaciones importantes. Esta capacidad de ¨ reconocimiento de patrones¨ se va acumulando con el envejecimiento. Es el resultado de gran número de ¨atractores¨ en el cerebro. Los patrones de reconocimiento permiten solucionar gran número de problemas y explican la posibilidad de sabiduría en la vejez a pesar de las condiciones adversas y prejuiciosas de nuestro medio respecto de ella.

Explica, por ejemplo, cómo la toma de decisiones de un ¨experto¨ o de un anciano (persona de ¨experiencia¨), se salta los pasos lógicos y ordenados. Su acción es la condensación de esos pasos lógicos y ordenados en el pasado.

Merton Gill en Topography and Systems in Psychoanalytic Theory refiere a una estruc tura funcional activa que no refleja tan sólo una asimilación pasiva del saber sino la aparición de un ¨nuevo órgano de aprendizaje¨ que incluye el aprendizaje primario de la etapa narcisista por la incorporación de los aspectos emocionales. Esta estructura activa es la que nos va a permitir con este saber, comprender de manera económica y sencilla un campo mucho más amplio de conocimientos que ahora se integran unos con otros, se explican armoniosamente unos en conexión con los otros. Esta ¨asimilación creadora¨, nos permite comprender no una cosa sino muchas cosas. Funciona en todo aprendizaje en el que proporciona esquemas genéricos o ¨recuerdos genéricos¨ (Goldberg, 2006)

En la circunstancia emocional íntima nos lleva a dejar caer los velos que nos impiden ver desde un horizonte más amplio, a comprender desde un nivel de integración que se acompaña de alegría. Por estos tres componentes: 1) sabernos dueños de un poder.2) este poder nos ahorra esfuerzo y trabajo, contribuye a una economía de la mente. 3) y muy importante, con ello, algo en nuestro interior nos confirma de una cierta congruencia, de una correspondencia sagrada, entre aquello que bullía en nuestro interior y que ahora se ha articulado como norma genérica o como actitud iluminadora con el mundo exterior. Una correspondencia entre nuestro orden más íntimo y el orden del mundo. Es una vivencia de sentido, que nos refuerza en nuestra confianza primigenia: el mundo tiene sentido y algo en mi, me permite irlo descubriendo en consonancia con mi orden interior. A la vez esta vivencia apunta al futuro ya que promueve la trasmisión. Están dadas las condiciones para que se efectúe la trasmisión, ya que se ha descubierto el acuerdo entre lo interno y el entorno.

El proyecto identificatorio ha dependido de encuentros con el otro a través de los cuales he ido comprendiéndome y comprendiendo mundo, construyendo por lo tanto, sentido. A ello contribuye especialmente la instancia del ideal del yo. En el envejecimiento, cuando el ¨entorno¨ ha cambiado tanto respecto de épocas anteriores, esta búsqueda de sentido, búsqueda en lo ¨ interno¨ nos da la posibilidad de tener ¨entorno¨, un mundo exterior con el cual vincularnos.

 

Productor representacional abierto a la creatividad y a la creación.

El ideal del yo está en una continua producción representacional que el yo limitará en su función al servicio del principio de realidad. Esta continua producción representacional se da sobre las huellas PNIE arcaicas del inconsciente reprimido dando lugar a la creatividad, o sobre las huellas nunca representadas provenientes del inconsciente escindido, dando lugar a la creación. (Zukerfeld, 1999). El concepto de ¨inconsciente escindido¨ refiere a lo no ligado de la experiencia con el objeto, es lo incognoscible del otro. Es cantidad de excitación no ligada que procura descargarse en el sentido de que lo que produce es nuevo, no tenía antes representación.

Las representaciones son producidas por una situación de encuentro con otro inédita para el sujeto.

Entiendo que las huellas PNIE arcaicas atraen las representaciones de palabra pero no en el sentido de retorno al narcisismo y de fusión ideal del yo- yo ideal sino que la instancia ideal del yo diferenciada y al servicio del yo, imprime un sentido progresivo anticipatorio a la vida pulsional buscando el ex sistir, salir afuera, tanto en la creatividad como en la creación.

Cuando existe otro que en un primer momento actúa como sostén de esos excesos de excitación, ¨mamá suficientemente buena¨ en el pensamiento de Winnicott, y que, en un segundo momento, puede otorgar alguna significación a lo irrepresentable, recién entonces podrá ser presentado ante el sujeto adquiriendo la cualidad de lo nuevo (creación). Ambos, creatividad y creación son propios del proceso terciario. En este sentido la instancia ideal del yo es colaboradora en que la descarga escindida pierda su potencial traumático y lo ponga al servicio de generar nueva subjetividad.

Esta actividad del ideal del yo es la que contribuye a un cerebro saludable en el sentido de ser un cerebro que sostiene las conexiones neuronales entre su parte antigua, cerebro límbico, específicamente el hipocampo, y el neocortex, específicamente el lóbulo frontal.

 

Promotor de la continuidad identitaria a través de la trasmisión intergeneracional

O Bodni en un capítulo titulado ¨ Vejez y trasmisión. Reflexiones psicoanalíticas¨ dice que ¨ la normalidad en la vejez se relaciona con la posibilidad del procesamiento pulsional de la trasmisión y que la patogenización se produce por la imposibilidad de trasmitir una historia a otro más joven que se preservara del olvido¨. Equipara la angustia de castración a quedar fuera de la memoria de la especie.

Propongo que la posibilidad de trasmisión en la vejez es indicador de salud y fuente de satisfacción para el sujeto envejeciente, siendo el ideal del yo el más directo colaborador en ello.

La vivencia del tiempo como intensidad junto a la vivencia de sentido son los premios obtenidos por el yo gracias a su renuncia a seguir los caminos del yo ideal y por haber renunciado también a convertir al otro en un doble. Se lo debe a la habilitación del ideal del yo y a la activación de esta instancia a lo largo del curso de vida, como dijera especialmente en la adolescencia, en la mitad de la vida y en la vejez.

La intención de construir un doble sería responder a lo que Aulagnier llama ¨el deseo de alienar¨, el predominio de la desmentida en el plano dual. Sería, entiendo, sostener la ilusión de una transmisión completa, desmentir la castración, afirmar con saber absoluto y dejar al yo ideal ¨habilitado¨, frente a lo cual el yo endeble y precario no ha trabajado por construir ideales.

La continuidad identitaria se sostiene en identificaciones sanas y estructurantes esto es, que han ingresado por el repetido camino de los duelos en la condición de ser ¨transformables¨. Transformables hasta el punto de que en la vejez, es el sí mismo el que se transforma, de manera de dejarle al otro el lugar en el mundo. Este proceso llevado a cabo a través de la vida no es extraño al yo del anciano y no produciría, dada la fortaleza del ideal del yo, mayores resistencias. Momento intenso de la vida, el de la vejez en cuanto a la posibilidad de descubrir el valor de los otros en nosotros, el valor del otro en mí mismo.

La tendencia a solucionar los problemas ¨médicos¨ de la población en general, y de la población añosa, lidera en los países más desarrollados y en el mundo. El crecimiento farmacológico y tecnológico tiende a prolongar la vida humana y lo está logrando. Unido a este adelanto es necesario entender el trabajo individual y comunitario de la adaptación al medio y aquí la adaptación al medio requiere que vea su vida unida a la vida del conjunto, que trabaje, por lo tanto, por la transmisión de sus identificaciones abierto a las nuevas generaciones que así lo requieren, haciendo coincidir su necesidad con la necesidad del conjunto.

Todos tenemos la vivencia de un tiempo como intensidad cuando recordamos ciertos momentos de nuestra vida que están iluminados, que adquieren significación a través de los días y que a veces son solamente, breves instantes, desde el punto de vista de la duración. Son momentos plenos de sentido que en nuestro cerebro concentran gran cantidad de ¨ atractores ¨ y constituyen verdaderos ¨ patrones de reconocimiento¨ interrelacionados con otros ¨patrones de reconocimiento¨. Se relacionan con lo que en psicoanálisis denominamos construcciones que hacen a la ¨continuidad identitaria¨ porque nos permiten ¨sostener la mismidad¨ a través de sucesivas pérdidas y trabajos de duelo. Entiendo que desde el aparato psíquico es el ideal del yo el que colabora en esta tarea dentro de la que se produce la trasmisión.

En la vejez la trasmisión adquiere cierto dramatismo. En nuestro tiempo, con vidas muy añosas, los cuerpos requieren un cuidado que los jóvenes están muy lejos de poder brindar. Se ponen al rojo vivo en el vínculo intergeneracional cuestiones vividas en otros momentos de la relación que pueden contribuir a facilitar o dificultar la trasmisión El tiempo subjetivo, elaborativo, es lo que opera en la comprensión y creación de significado para momentos de intensidad emocional que necesitan una reelaboración.

El recorrido de la continuidad y el de la eficacia de la trasmisión está necesariamente acechado por la incertidumbre. Es evidente allí el valor de lo intersubjetivo: una generación que trasmite y otra que recibe en un círculo figural donde los roles de dador y receptor se alternan permanentemente. Puede verse análogamente al círculo figural que nos constituyó como sujetos, recreado en la trasmisión a lo largo de todo el curso de vida , replanteado intensamente frente al trauma por la propia muerte futura (Montero) y en el final de la vida por la pulsión de trasmisión. Algunos autores señalan el lugar de receptor del recién nacido. Entiendo, el lugar del recién nacido sí como receptor, pero como un receptor activo en su ser PNIE por la necesidad y búsqueda de estímulos que completen su sistema nervioso.

 

Visualizador de un ideal colectivo que busca la trasmisión trasgeneracional

A través del intercambio intersubjetivo el yo busca construir ideales. Sede de ellos es el ideal del yo que se ¨habilita¨ cuando el yo está configurado gracias a un ¨ambiente lo suficientemente bueno¨ y se ¨activa¨ a lo largo del curso de vida en un espacio terciario, transicional, donde el lenguaje es central. El lenguaje da la dimensión histórica al hombre a través de la trasmisión trasgeneracional. Por ello entiendo que el ideal del yo, si bien es ¨habilitado¨ en un momento temprano del desarrollo, recién es ¨activado¨ en posteriores hitos del crecimiento, en los cuales el lenguaje ha sido desarrollado.

La trasmisión, que se da a lo largo de generaciones, es posible porque el aparato psíquico dispone de un lenguaje.

Kaes marca la diferencia entre la trasmisión ¨inter-subjetiva¨ que es la que se da ¨entre sujetos¨ y la trans-psíquica, la que se da ¨a través¨ de los sujetos. En la inter-subjetiva están el ¨obstáculo del objeto¨y ¨la ¨experiencia de la separación¨. Supone a la transmisión trans-psíquica como un ¨espacio de trascripción trasformadora de la trasmisión en la que se evitan estos obstáculos a favor de la sóla exigencia del narcisismo¨ (La bastardilla es mía). Por el contrario en esta consideració n que hago del ideal del yo, si pensamos esta instancia propia del aparato psíquico de generaciones sucesivas, de extensos grupos humanos, vemos el esfuerzo de la humanidad por adaptarse a sus diversas y siempre cambiantes realidades constituyendo ideales, referentes identificatorios estimulantes de los comportamientos que tienden a la continuidad de la vida. Sólo tienden a la continuidad de la vida si son transformables si, pero n o rendidos a las exigencias del narcisismo como podría ser en los procesos de multitud o de masa que tan bien describe Kaes, sino respondiendo a las necesidades de las generaciones venideras .

El ideal del yo contribuiría a la posibilidad de seguir en el camino de la vida y la cultura sujetándose a permanentes cambios y renuncias a las propuestas de las generaciones precedentes, poniéndole límites al error como en el camino de la ciencia y ensayando formas cada vez más diversas de representación creativa y de expresión de subjetividad como en el camino del arte. El ideal del yo es entonces la instancia del aparato psíquico servidora de la especie, sostenedora de la trasmisión de la cultura, heredera en la cadena de generaciones de esa responsabilidad por la continuidad de la vida sobre el planeta que ha persistido durante milenios.

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