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Número 27 - Mayo 2011

Las pérdidas y el uso de la metáfora
Presentado en el VI Congreso Latinoamericano y del Caribe SAGG 2011

Carmen de Grado

Todo crecimiento supone una sucesión de pérdidas. La primera gran pérdida, el vientre materno en el nacimiento. Y podemos seguir: el pecho materno en el destete, el cuerpo físico infantil en la pubertad, el cuerpo joven en la adultez, la pérdida de la capacidad de procrear en la menopausia, etc, etc.

En la vejez la persona se encuentra con gran número de pérdidas, las más contundentes, tal vez, la de las personas significativas. Especialmente en la vejez avanzada, la pérdida de los amigos, hermanos, conyugue, en casos, los hijos. Si esto es tan acuciante, si esto es tan trágico en el hombre es porque está constituido por el otro y el mundo al que pertenece. Perderlos es perder partes de si mismo. El hombre cuenta frente a esta constante de sucesivas pérdidas con una herramienta que lo diferencia de todos los otros seres de la creación, el lenguaje verbal, ¨ese alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que todos los interlocutores comparten¨ (Borges)

Del lenguaje tomaré el habla, tan valioso en la comunicación con adultos mayores, porque no es solamente la palabra o la palabra en sí lo que cuenta, sino la presencia de quien la utiliza, su expresión, su postura corporal, la cadencia, ritmo e intención al hablar, el tono afectivo, emocional de las palabras. Las palabras expresadas por la voz humana en una relación persona a persona acercan gran cantidad de imágenes de tipo visual, auditivo, táctil, cenestésico, olfativo, etc e impactan directamente en la trama emocional-afectiva de los sujetos. Nuestro ser, complejo fluido de representaciones, se siente conmovido, lo PNIE (psico-neuro-inmuno-endocrinológico) modificado a partir de las vivencias con otro. A punto tal que cada uno puede considerarse agente modificador, transformador de su medio. Podemos afirmar que nuestro cuerpo físico no comienza de la piel para adentro sino de un espacio circundante hacia adentro, donde se expresa el habla.

Hay muchas experiencias evaluadas sobre los efectos que producen las narraciones. El sujeto crea un espacio transicional, ve estimulada su imaginación, es trasportado a otros mundos, es capaz de un recorrido interior con el pensamiento y el sentir y de darle proyección y actualidad a cuestiones de su pasado. Seguramente el placer que brindan las producciones humanas al crear espacios transicionales son experimentadas por el sujeto durante todo el curso de vida. Su reiterado ejercicio facilitará la recreación y vivencia de ese espacio compartido con el otro y con los otros en la vejez.

Del habla quiero referirme a la metáfora, forma de expresión que todos permanentemente utilizamos. La metáfora, parte necesaria y enriquecedora del lenguaje, es en su etimología y en su significado: vehículo, trasporte, acción de empujar, de tirar hacia delante. En la etimología, su significado, su condición de ir hacia el futuro, de construir mundo. ¨Metafóricos¨ sigue designando en griego todo lo que concierne a los medios de trasporte. Vemos entonces que la palabra metáfora es metafórica, construye su significado a partir de otro que no le pertenece: metáfora es una figura del lenguaje, no es un medio de transporte, no es un auto. Análogamente si digo Mi nieto es un sol. Mi nieto es una persona, no es una bola gigante de fuego.

Evidentemente estos dos significantes ¨metáfora¨ y ¨sol¨, según los use, tienen una significación distinta. La significación dependerá de todas las palabras y de todas las frases en relación. En un análisis lingüístico de los términos, metáfora es un significante=imagen acústica en relación a un significado=concepto, la significación es lo que resulta de la combinación de ambos teniendo en cuenta todos los elementos que aparecen en relación.

  1. en el caso de metáfora. En un sentido el significante metáfora refiere al lenguaje y es expresión del pensamiento, en el otro refiere a un auto, camión, etc. Mantienen una relación de semejanza entre sí, hay semas (Sema: unidad semántica mínima) comunes de ambos términos: ambos me trasportan.
  2. en ¨mi nieto es un sol¨ la unidad semántica mínima es que ambos son necesarios para mi vida, me dan vida y calor. No existe fusión total, hay entre nieto y sol diferencias pero su semejanza los hace articulables, hace que pueda pasarse de uno al otro y realizar una transferencia de significado que obviamente es su carácter de dar calor y vida como en el ejemplo anterior es la condición de movimiento y movilidad.

Se produce un desvío de significado en la comparación con otro término. La significación que adquieren dependerá de todos los otros elementos y frases que aparezcan en el discurso.

Son tantas las metáforas en el lenguaje que podemos decir que son las metáforas las formas responsables de la movilidad y del carácter propiamente proyectivo que el lenguaje tiene. La metáfora es ¨tropo¨ basado en la semejanza entre los términos. Semejanza sí, pero al marcarla, ya me he trasladado a otro concepto ya que la metáfora ¨nos permite ver una cosa en otra¨, ¨hablar por boca de otros cuerpos y otras almas¨ (Nietzsche) Como ¨tropo¨, la metáfora es movimiento, pasaje de un significante a otro que ocupa su lugar su eficacia consistirá en mantener ese equilibrio entre la ilusión de la identificación, y la realidad de la separación, identidad de percepción y juicio de realidad, respectivamente, en psicoanálisis.

La identidad de percepción tiene su origen en el proceso primario, cuando no hay distinción entre el nombre y la cosa, la fantasía inconciente es la cosa significada y su nombre. Un niño de cuatro años, cuando el lenguaje ya es considerablemente abundante, pregunta con insistencia cómo se llama una cosa u otra y toma posesión de ella al nombrarla. Esto pasa con la palabra hablada y muy especialmente con el dibujo. Posee la cosa al nombrarla y al dibujarla. Hay identidad de percepción. Por ejemplo: si su mamá no está, puede que ponga delante suyo la foto de ella como una forma de sentir su presencia y tranquilizarse.

Muchos recorridos hizo el hombre para explicar, desde la teoría del conocimiento, la distancia que hay entre la cosa y su nombre, siendo la fenomenología, tal vez, la corriente que con más acierto lo ha logrado al desarrollar la cuestión de que lo que aparece ante nosotros no es más que el fenómeno y al conceptualizar sobre la diferencia entre la cosa y el fenómeno.

Borges refiere a la distancia entre la cosa y su nombre en su poema El Golem que comienza diciendo:

Si el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de rosa está la rosa
y todo el Nilo en la palabra Nilo

Y hecho de consonantes y vocales
habrá un terrible nombre
que la esencia guarde de Dios
y que la omnipotencia
cifre en letras y sílabas cabales.

Adam y las estrellas lo supieron en el Edén
La herrumbre del pecado,
dicen los cabalistas, lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron.

¨Es necesario que la coordinación significante sea posible para que la transferencia de significado pueda producirse¨ (Lacan). La coordinación significante se produce porque atiendo a los dos significados: el nuevo y el antiguo. En la palabra ¨metáfora¨, como ejemplo, atiendo a su condición de ser parte del lenguaje (nueva, ya que lo estoy estudiando ahora y es parte de mi desarrollo) y a su condición metafórica etimológica de vehículo, (antigua). La eficacia de la metáfora consistirá en mantener esa tensión y equilibrio entre los significantes. En mantener su semejanza y diferencia. Ejemplo: Tensión porque metáfora es y no es vehículo. Equilibrio porque un significante toma del otro algunos rasgos y viceversa. Metáfora toma el rasgo de trasladar del término vehículo y éste toma de metáfora su condición de ser en sentido figurado.

El lenguaje lleva en su estructura básica la tendencia al porvenir, a lo que vendrá a trasportarnos de un concepto a otro, al movimiento hacia el futuro…….y a guardar encerrados los orígenes (etimologías)

El hombre que envejece con salud usa la metáfora sabiendo de la separación. Si ha elaborado los sucesivos duelos en su vida es porque ha podido acatar esa distancia con el otro y con el mundo que las pérdidas le imponían pero ha podido también crear mundo transformándolo con su lenguaje.

Usa la metáfora sabiendo de la diferencia entre los significantes y también de su semejanza. Producirá entonces esa transferencia de significado necesaria para su comunicación. La estructura sintáctica del significante, y del lenguaje en general, es lo que hace posible esta transferencia. Para adquirir significación es necesario que la interpretación surja de ese sistema solidario de elementos que la estructura sintáctica del lenguaje brinda. Los significantes son eficaces por la posición relativa en el sistema al que pertenecen. La hipótesis aquí es que la persona que envejece sanamente tiene respecto de adscribir significación una destreza ejercitada de comprensión holística para considerar todos los elementos constitutivos en el lenguaje incluyendo en ellos los aspectos del habla.

Sostiene la identidad de percepción cuestión que le permite una fusión con su mundo favorecedora y tranquilizante, pero a la vez, sabe de la separación, sostiene juicio de realidad, no es el otro, no es el mundo, es parte de él.

El caso de un centenario y el uso de la metáfora.

Quienes trabajamos en la especialidad psicogerontológica conocemos ya un considerable número de personas que han pasado los cien años. Afectados generalmente por múltiples patologías geriátricas hay personas que han revalorizado su capacidad de comunicación y la intención de transmitir.

Las diferencias individuales persisten pero algunos rasgos comunes comunicacionales que provienen del hecho de ser centenarios son relativos a la mayor fuerza de las imágenes del lenguaje verbal y a la mayor sensibilidad a los estímulos que provienen de la cercanía emocional con alguien que se le presenta como significativo.

Veamos el ejemplo: Eduardo permanecía cada vez más tiempo durmiendo durante el día y dormía poco a la noche, le faltaban unos días para cumplir los cien. En una ocasión dijo: "me paso la noche pensando o soñando, no me doy cuenta de la diferencia. Pienso que cuando cumpla cien años voy a ser como era cuando tenía dieciocho, mi cuerpo esbelto y hermoso. Me transformo en el muchacho que era, ya no me pesa el cuerpo como ahora, veo bien y oigo con claridad, la gente me sonríe. ¿Vio esas uvas que hay en el patio?, están madurando, cada vez están más grandes y tienen más hojas verdes. Yo soy como esa viña, me paso las horas mirándola, como no tengo nada que hacer me he convertido en esa parra y todo en mi crece y se desarrolla con vigor". De distintas maneras y con imágenes en algo diversas Eduardo insistía en estas fantasías de plena recuperación y bienestar, me agradecía mucho que me acercara a escucharlo y recordaba épocas felices de su vida con un sentimiento de profunda gratitud y regocijo, en general relativas a sus relaciones con mujeres.

Eduardo se representa a sí mismo en la metáfora del racimo de uvas, destaca aspectos de crecimiento, ¨estar madurando¨, ¨todo en mí se desarrolla con vigor¨ Además de las metáforas hay referencia a lo que sucede a continuación, al desenvolvimiento en los distintos tiempos: metonimia. La comparación sí mismo = parra, marca lo proyectivo, puedo inferir que algo de él se siente así y él lo dice cuando alude a su ser de otro tiempo ¨mi cuerpo esbelto y hermoso de los dieciocho años¨. Habla de la belleza. Creo que es precisamente eso lo que quiere trasmitirme, pero también lo opuesto: ¨el cuerpo me pesa, no veo ni oigo bien¨ Necesita recurrir a su imaginación para soportarlo. Al aludir a lo bello está implícitamente refiriendo a lo que no es bello, a lo que se ha transformado en él hacia la más total senectud. No se detenía en una u otra situación estática. No era su estado, no era yo, era el vínculo entre ambos lo que cobraba cuerpo. Me miraba en silencio, agradecía que estuviera allí con él. Veo en este rasgo, plasticidad y el sostenimiento de su integridad. La integridad, el sentimiento más positivo que señala Erikson en el octavo estadio y que como analiza cuando se detiene en el término significa etimológicamente tener tacto, seguir en contacto con los otros y con el mundo. El tacto es condición necesaria para la integridad, lo mantiene unido al mundo de los humanos, al mundo simbólico. Afirma su lugar de trasmisor, de colaborador en el recorrido de las generaciones, su ser histórico. Se trata de un sentir profundo que brota de su cuerpo agobiado por el paso del tiempo. Su cuerpo que ante todo es un cuerpo erótico ¡Cómo ha logrado graficarlo con la metáfora!: ¨yo soy como esa viña… me he convertido en esa parra, todo en mi crece y se desarrolla con vigor¨. Su cuerpo como parte de la naturaleza le dice de lo perecedero, de ciclos que comienzan y acaban, de su fragilidad, pero de allí también surge la conciencia simbólica encarnada. Todo su ser habla en esta metáfora, le confirma que es parte de la historia, que está contribuyendo al testimonio y al legado de su especie…. y se lo está contando a alguien que lo escucha.

Bibliografía

Correa J.E., de Grado C.: Terapia narrativa grupal de pacientes adultos mayores con transtornos mentales y médicos crónicos. XI Congreso Argentino de la Sociedad de Gerontología y Geriatría, Agosto 2007. Premio Nelson Golstein. AMA, Asociación Médica Argentina, Buenos Aires, Argentina, Abril 2008. Revista Tiempo de Psicogerontología (Digital), N° 24, Diciembre 2008.

Erikson E.: El ciclo vital completado, Ed. Paidos, edición revisada y ampliada, Barcelona, 2000

Oliveras E.: Estética. La cuestión del arte, Ed. Ariel, Filosofia, Buenos Aires, 2006.

La metáfora en el arte. Retórica y filosofía de la imagen, Ed. Emece, Buenos Aires, 2007

Rifflet Lemaire A. Lacan, Ed. EDHASA, Barcelona, 1971.

Vigotsky L. (1934): Pensamiento y habla, Ed. Colihue, Buenos Aires, 2007.

Winnicott, D W.: Realidad y juego, Ed. Granica, Buenos Aires, 1972.

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