Volver a la página principal
Número 34 - Agosto 2017

El adulto mayor y las nuevas tecnologías

Vilma Inés Graciosi 
vilmagraciosi@gmail.com

Objetivos
Estudiar y reflexionar sobre los contenidos que se proponen en este módulo permitirán alcanzar los siguientes objetivos:

Introducción
            La era digital vista como revolución tecnológica se ha instalado definitivamente entre nosotros y como tal, genera miedos al mismo tiempo que alienta esperanzas. Las tecnologías de la Información y la Comunicación, conocidas como TIC están compuestas por dos conjuntos representados por las tradicionales Tecnologías de la Comunicación (TC), constituidas  principalmente por la radio, la TV y al telefonía convencional; y por las Tecnologías de la Información (TI) caracterizadas por la digitalización de la tecnologías de registros de contenidos (informática, telemática, interfaces).
            Las TIC están constituidas por herramientas, soportes y canales que procesan, almacenan, sintetizan, recuperan y presentan información de la forma más variada. Los soportes han evolucionado en el transcurso del tiempo (telégrafo óptico, teléfono fijo, celulares, televisión), hasta en esta era que podemos hablar de la computadora y de Internet. El uso de las nuevas tecnologías representa una variación notable en la sociedad y a la larga, un cambio en la educación, en las relaciones interpersonales y en la forma de difundir y generar conocimientos.
La característica primordial de estos nuevos ambientes de información y comunicación se centra en lo dinámico y cambiante de sus componentes, siguiendo el ritmo de los continuos avances científicos y en un marco de globalización económica y cultural, contribuyendo a que los conocimientos sean efímeros y a la continua  emergencia de nuevos valores, provocando cambios en nuestras estructuras económicas, sociales y culturales, nuestra forma de percibir la realidad y de pensar, la forma de comunicación interpersonal, la calidad de vida, la educación. Su gran impacto en todos los ámbitos de nuestra vida hace cada vez más difícil que podamos actuar eficientemente prescindiendo de ellas (Salinas, 2004).
Esta dinámica vertiginosa reflejada en los párrafos anteriores no es ajena para los adultos mayores. No pueden mantenerse al margen de esta sociedad de la información y conocimiento que día a día se transforma evolucionando en un entorno de alta tecnología, que genera nuevas formas de crear y mantener relaciones sociales y de producir conocimiento.
Uno de los cambios más importantes que está experimentando la vida cotidiana de numerosas personas en las sociedades desarrolladas es la progresiva incorporación en ella de elementos tecnológicos que a diferencia de lo que sucedía hace unas décadas, han dejado de estar restringidos al mundo del trabajo y a ser exclusivamente instrumentos para incrementar la productividad de nuestro tiempo de trabajo.
            Ahora la tecnología nos sirve para formarnos, para disfrutar de nuestro tiempo de ocio o para comunicarnos con otras personas sin la necesidad de coincidir  con ellas en el espacio y tiempo. Son estos usos los que dotan a estas tecnologías de un carácter creativo desconocido hasta el momento.
Este módulo se ocupa de las personas mayores en tanto uno de los colectivos que corre más riesgo de quedar excluido, por eso sería bueno plantear  tres elementos de reflexión:

          Partimos del supuesto de que, aunque no todas las personas pueden querer implicarse en el uso de nuevas tecnologías, se procura facilitar su uso entre los mayores que lo deseen y crear recursos y contenidos mediados por las TIC relevantes para este colectivo.
              Esta introducción no tendría sentido si no consideráramos que envejecer no significa perder la capacidad de adaptarse al cambio, ni querer estar anclado en el pasado. Por el contrario, la mayoría de personas mayores desean seguir creciendo y aprendiendo cosas cada día, por ello pueden desear disfrutar de los nuevos horizontes que abre el uso de la tecnología. Entonces, es responsabilidad de los profesionales facilitadores favorecer la participación en estos cambios en las generaciones de más edad, haciendo uso de sus experiencias y de sus conocimientos (logrados a lo largo de las décadas). Si lo logramos, la tecnología dejará de ser un elemento de exclusión para convertirse en un mecanismo de integración social.

Los beneficios de las TIC para el adulto mayor
            La OMS (Organización Mundial de la Salud) informa que, en el 2015, habrá un total de cerca de 1,2 millones de personas con más de 60 años. Y para el 2050, habrá 2 mil millones de personas de más de esa edad, con el 80% de ellas viviendo en los países en vías de desarrollo (Caro Sevilla, Solo Salgado, & Osuna Millán, 2007)
            En las sociedades tradicionales los ancianos tenían un lugar destacado y protagónico en cuanto a la orientación de sus respectivas sociedades; se les respetaba, veneraba y obedecía en su papel de consejeros y guías de la comunidad. Eran considerados depositarios de la sabiduría ganada y acumulada a lo largo de su vida.    
            En las sociedades consumidoras de tecnologías, la gran mayoría de los adultos mayores son víctimas del desamparo y el olvido. A partir del momento que dejan de formar parte del aparato productivo o de tener una vida profesional activa, se crea un ambiente en el que pareciera que dejaran de formar parte de la sociedad (Gomez, 2014).
            La edad es uno de los factores más importantes en esta división de la población entre los que tienen y no tienen acceso a las TIC, conocida como la brecha digital (digital divide). Así, mientras otros factores, como el sexo o la raza tienden a perder importancia en la determinación de porcentajes de personas conectadas en los países desarrollados, la edad parece mantenerse todavía como un factor de discriminación muy importante (Castells, 2001).
Ahora, ¿cuál es el papel que desempeñarán los mayores en la sociedad de la información? Las personas mayores, que en las sociedades tradicionales eran, en virtud de su gran experiencia, los responsables de traspasar a las generaciones más jóvenes los conocimientos adquiridos a lo largo de toda una vida, son ahora las que se ven amenazadas con quedar fuera de las corrientes de cambio planteadas.
            Se hace comprensible la desesperanza ante estos nuevos rumbos que convierten a los mayores en los “nuevos iletrados”, alejados de los canales de conocimiento que proporcionan poder de decisión e influencia sobre el cambio que viven las sociedades de los países desarrollados.
En resumen, los mayores pueden pasar de desempeñar un tradicional papel de sabios, de depósito de conocimientos, a quedar excluidos de la nueva sociedad de la información, motivo que impediría que aprovecharan los múltiples beneficios que los recursos y servicios mediados por las TIC pueden aportar a este colectivo.
En definitiva, los beneficios que el avance tecnológico aporta al adulto mayor se resumen en:

En realidad, les permite huir del estereotipo de la imagen de persona mayor desvinculada y segregada del resto de los colectivos.

Aprender para las personas mayores parece especialmente vinculado al disfrute, al crecimiento y desarrollo personal (Scala, 1996).

Utilizar la tecnología como estímulo cognitivo para las personas mayores ha sido llevada a la práctica en algunos estudios realizados en ámbitos institucionales, ámbitos en los que en ocasiones se adolece de riqueza de estímulos cognitivos y sociales. La introducción de nuevas tecnologías suele incrementar en gran medida, aspectos del rendimiento en este aspecto, tanto como el tema de la autonomía, mientras que otras, como los niveles de depresión, parecen disminuir (McConaha, J.T., McConaha, D., Deaner, S.L., & Dermi, 1995)

Envejecer lleva muchas veces a perder algunos de los ámbitos en donde los adultos mayores hasta convertirse en tales, se relacionaban con sus compañeros o pares (trabajo, clubes, lugares de esparcimiento, etc.) y la implicación en retos en cómo aprender a usar las TIC puede ser un nuevo contexto que los sustituya hasta cierto punto y evite el riesgo de aislamiento mediante el establecimiento de nuevos lazos sociales satisfactorios.
En definitiva, a la luz de todo lo expuesto, es fundamental facilitar al adulto mayor el acceso a las TIC y su buen uso, permitiendo su integración a la sociedad de la información aprovechando los beneficios que de ella se derivan.

Las TIC al servicio de los mayores
            Profundizando en el tema de los adultos mayores, nos encontramos con dos aspectos bien marcados: en principio, lograr que el adulto mayor acepte la invitación a acceder al uso de las TIC. Una vez logrado esto, explicar qué uso pueden hacer ellos de estas novedades tecnológicas.
            La primera fase es contactar al adulto mayor con las TIC, ayudando a sortear y superar los momentos de incertidumbre, miedo y vergüenza por los que indefectiblemente pasarán.
            Para los facilitadores que intervienen en esta etapa, es fundamental que conozcan las barreras que impiden que este colectivo se incorpore a la sociedad de la información de manera similar a como lo harían otras generaciones.
            Es importantísimo conocer cuáles son estos impedimentos, para implementar los medios necesarios para superarlos y que el proceso de acceso a las TIC se consolide en el menor tiempo posible, transformando la propia satisfacción del aprendiz en el elemento que aliente a seguir progresando e investigando.
            La segunda es la fase del uso. La tecnología deja de convertirse en “la tarea” para pasar a ser el instrumento que sirve para realizar otras tareas que nada tienen que ver con ella misma. Es el momento en que la tecnología comienza a ponerse a disposición del usuario.
            Por ejemplo, si la persona ya maneja el concepto de “buscar información en Internet”, el mismo proceso de búsqueda deja de ser un problema al que dedicar tiempo y pasa a centrar sus esfuerzos en usar estos conocimientos ya adquiridos, pasa de preocuparse en “cómo se busca” para orientarse a “lo que quiero buscar” y “lo que voy a hacer con lo que encuentre” (Villar Posada, 2005).
            En síntesis, las TIC dejan de ser un fin en sí mismas, para convertirse en un instrumento para conseguir otros propósitos.
            Este proceso es el mismo que experimentamos con otros instrumentos “tecnológicos” plenamente insertados dentro de nuestra cultura. Por ejemplo, el acceso a la palabra escrita sigue las mismas dos fases: al principio el problema reside en descifrar las letras, en aprender qué es lo que pone en los textos. Una vez automatizada esta habilidad, cuando ya tenemos acceso a la lectura y escritura, pasan de ser un fin en sí mismas para ser un medio que nos permite adquirir la mayoría de los conocimientos que poseemos. Así, no resulta descabellado pensar que, en la sociedad de la información, las personas sin acceso a los nuevos recursos de información mediados tecnológicamente sean una especie de “iletrados contemporáneos” que necesiten un nuevo proceso de “alfabetización” (Villar Posada, 2005).

Envejecimiento Activo
            Habiendo comentado los procesos facilitadores del acceso a las nuevas tecnologías y de sus beneficios, deberíamos detenernos en los problemas y barreras que han de afrontar los mayores para acceder a las TIC y cómo podemos facilitar este acceso.
            Cuando una persona mayor no muestra interés por las nuevas tecnologías puede estar reflejando falta de información y desconocimiento de los beneficios y es por eso que siempre que se desarrolla un programa de formación, debe plantearse una vía de entrada que ponga en evidencia la utilidad y ventajas que se asocian a la propuesta de aprendizaje.
A pesar de todo, habrá muchas personas mayores que no estén interesadas en absoluto en este tema y que no vean la utilidad que tienen para sus vidas. A veces el profesional está tan convencido de la bondad de determinado avance que ignora el punto de vista de los usuarios destinatarios. Evidentemente, no podemos forzar a nadie a acercarse a un tema que no le interesa.

Problemas y barreras
            Dentro de los distintos obstáculos que podemos plantear para el acercamiento del adulto mayor hacia las nuevas tecnologías, tenemos sin lugar a dudas el tema económico. No dudamos que es una de las razones que puede apartar a cualquier potencial usuario de los avances tecnológicos, pero no es un tema que afecte con exclusividad al colectivo que nos compete en este módulo, por eso sin descartar que es un tema que obstaculiza y mucho, le dedicaremos nuestro tiempo a otros problemas y barreras en la que, como facilitadores, podemos ayudar a sortear.
            Estereotipos de la vejez. Comúnmente se asocia a la vejez con el descenso en la capacidad de aprendizaje y/o con el declive de las capacidades mentales necesarias para llevar a cabo estos nuevos aprendizajes. Indudablemente, si existen estas creencias, se hace imposible animar al adulto mayor a acercarse y hacer uso de novedades tecnológicas.
            Educación tradicional. Otra de las creencias que conspiran en contra al momento de querer incursionar en estas nuevas tecnologías es la de suponer que la educación estaría circunscripta a cierta etapa de la vida. Se torna imperioso respetar las distintas etapas del ciclo vital: la etapa de la formación, es durante la cual la persona adquiere todos aquellos conocimientos y habilidades que le servirán en la vida adulta. La etapa de la producción es en donde la persona está plenamente integrada en la sociedad y dedica su tiempo a potenciar todos los conocimientos acumulados previamente. Y por fin, la etapa del descanso en la que la persona abandona las capas productivas de la sociedad, dedicándose a disfrutar de actividades sin ninguna finalidad lucrativa, ni remunerada.
            Las personas mayores, de acuerdo a este esquema de educación normalizada, quedarían absolutamente excluidas. De hecho, esta última etapa es la que se vería intervenida por el advenimiento de la necesidad de educación que permita cumplir la función de incluir al adulto mayor en una sociedad de información.
            En un primer momento, la finalidad de educar al adulto mayor, fue casi exclusivamente compensatoria para luego permitirse contemplar este proceso como un medio para promover el desarrollo personal y la participación social (Gómez de Castro, 1994).
            Este nuevo modelo de sociedad llamado sociedad de la información (muy próspera en los países desarrollados), se caracteriza, entre otras cosas, por una aceleración en la tasa de generación de nuevos conocimientos, aceleración provocada principalmente por el desarrollo y expansión de nuevas tecnologías de la comunicación e información.       
En esta sociedad, el modelo de educación tradicional es cada vez menos válido, ya que las distinciones entre etapas están perdiendo claramente validez.
Por ejemplo, nos encontramos ahora ante las primeras generaciones de jóvenes en los que los conocimientos adquiridos durante la supuesta etapa de formación no les van a servir ya para toda la vida, sino que van a tener una caducidad relativamente rápida, por lo que necesitarán programas de formación permanente. Las personas de mediana edad se ven obligadas a actualizar sus conocimientos para adaptarlos al cambio que las TIC generan. Concebir la formación como algo con inicio y con punto final, para ellos, representaría una desventaja competitiva en el mercado del trabajo (Villar Posada, 2005).
Lo perverso de este modelo tradicional es que hace que los mayores supongan que la educación no es para ellos, por no estar “en edad” para aprender “cosas nuevas”; lo que los deja claramente fuera de contextos formativos formales no pensados para mayores.
            Dentro del conjunto de barreras que hacen que el adulto mayor reniegue de instruirse en temas tecnológicos, encontramos ciertas creencias infundadas que generan alarma:

Recordemos que hasta hace pocos años manejar ciertos ordenadores requería conocer líneas de comando que no siempre tenían sentido coloquial y por lo general en idioma extranjero, que resultaban en una gran barrera para muchos. Hoy en día la tecnología es mucho más amigable, pero muchos prefieren no volver a enfrentar ese fracaso.
Dicho todo esto, se sobreentiende que cualquier intervención que intente acercar las TIC a las personas mayores, tendrá que desactivar estos factores desfavorables. Por ejemplo, es muy importante que el primer acercamiento del adulto mayor a las tecnologías sea gratificante. Que sus resultados sean lo más satisfactorios posibles y que reflejen que la tecnología se pone a sus órdenes. Este sentimiento de autoeficacia ante los ordenadores ha demostrado ser un importante estímulo para seguir adelante venciendo miedos y vergüenzas.

Formación en TIC
Indudablemente, una de las barreras más importantes en el acceso de las personas mayores a las TIC es la falta de formación. Por eso se han creado numerosos cursos de formación centrados casi en exclusividad en el aprendizaje del uso en aplicaciones informáticas, Internet y el uso de redes sociales.
En nuestra experiencia en educación orientada a adultos mayores podemos distinguir que las personas mayores son perfectamente capaces de aprender nuevas habilidades y conocimientos informáticos, pero que los tiempos y las condiciones definitivamente son diferentes, respecto al mismo aprendizaje en grupos de aprendices jóvenes.
Al igual que otras capacidades físicas declinan con la edad, existen datos que indican que las capacidades de procesar e incorporar nueva información, conocimientos y habilidades, aunque se mantienen hasta el final de la vida, tienden a disminuir a medida que se envejece.
En relación a las edades avanzadas, queda demostrado que existe una disminución en la velocidad de funcionamiento mental que provoca una merma en el rendimiento del adulto mayor en tareas cognitivas. Lo mismo ocurre con los procesos psicomotores, razón por la que los tiempos de reacción no son justamente admirables.
A medida que envejecemos, los recursos que nos permiten procesar información (como atención y memoria) van disminuyendo y este déficit podría ser causante de descensos de rendimiento en tareas cognitivas (especialmente aquellas en donde se necesita prestar atención a más de un parámetro o a más de un estímulo).
Asociado a esto último, encontramos que las personas mayores son más proclives a distraerse y desgastar los recursos cognitivos en información irrelevante que podría interferir ante la que sí es relevante. Esto se traduce en que el rendimiento global del sistema se resiente, especialmente ante tareas para las que se necesitaría todo el recurso cognitivo.
Es importante tener en cuenta los cambios provocados por el proceso de envejecimiento a la hora de diseñar e impartir cursos de formación para personas mayores, aunque no explican acabadamente las dificultades que las personas mayores experimentan con el aprendizaje de habilidades informáticas.
Evidentemente existen algunos aspectos relacionados con la pertenencia a cierta generación que podrían explicar también estas dificultades. Los que hoy son jóvenes, nacieron y crecieron en un mundo tecnológico que, aunque sea en forma intuitiva supieron manejar desde muy niños e introducirlo en la vida cotidiana. Para las personas mayores el panorama es totalmente diferente, las TIC y su cultura son algo más lejano y desconocido.

Estrategias
Existen parámetros fundamentales con los que se valora un curso de formación, entre los que se cuentan el grado de aprendizaje logrado por los alumnos y el impacto sobre la motivación e interés de los mismos.
Si estos puntos de interés se cumplen, lograremos que los adultos mayores sigan con la mayor fidelidad los programas de formación en TIC y que crezca en ellos el deseo de continuar profundizando en el conocimiento de los contenidos adquiridos.
A la hora de valorar un programa de formación para personas mayores, ya sea de TIC o de cualquier otra cosa, hemos de estimar aspectos instrumentales, relacionados con el rendimiento y grado de adquisición de conocimientos y habilidades, pero sin olvidarnos de valorar también sus efectos expresivos sobre la motivación, los intereses y las relaciones sociales.
A partir de la experiencia acumulada y tomando en cuenta todas las dimensiones que recolectamos en este módulo, hay recomendaciones que se pueden hacer al momento de diseñar un programa de capacitación en TIC para adultos mayores. Son puntos muy simples, pero valiosos que garantizan el éxito del proyecto:

Se debe tener seriamente en cuenta las características del público al que va dirigido el taller. En nuestro caso, la edad será el criterio más importante a observar.
No es aconsejable mezclar generaciones en una misma aula. Este es uno de los pocos casos en que los grupos intergeneracionales no arrojan resultados positivos, por la diferencia y disparidad de aprendizaje y de rapidez de respuesta a las consignas.
En el colectivo que nos ocupa, generar grupos de edades similares permite garantizar que ciertas variables como la experiencia educativa, los intereses, el lenguaje, etc. sean en principio, semejantes. Esto facilita la interacción entre los participantes.
            En todo caso es importantísimo que el grupo sea lo suficientemente pequeño como para poder recibir una atención lo más personalizada posible.

La mayoría de los programas de formación para personas mayores se realiza con un ordenador por pareja de alumnos, ya que es una forma de optimizar los recursos y que más personas aprovechen las clases. Es verdad que este es un aspecto meramente práctico, pero trae aparejado el beneficio de que al ser dos frente al monitor tienen con quien filtrar dudas y problemas. Esto es importante sobre todo en los primeros niveles del programa, donde todavía existen muchas dudas, miedos y vergüenzas.
Avanzando en los niveles, el alumno gustará de estar solo frente al dispositivo ya que es la forma en que realmente aprenderá los conceptos y podrá volcarlos eficientemente, según su decir, “para cuando esté practicando solo/a en casa”.
Volviendo al trabajo en pareja, se llegará a un nivel de complementariedad interesante y estaremos invitando al adulto mayor a un ambiente de trabajo cooperativo, lo que favorece el establecimiento de relaciones sociales profundas y de compañerismo.
Es necesario hacer hincapié en un aspecto negativo del trabajo en pareja y es que puede suceder que sea siempre uno de los dos alumnos el que trabaja activamente frente al dispositivo y el otro sea un espectador pasivo. Esta falta de interacción provocará que el alumno pasivo adquiera conocimientos muy pobres o que no termine de pasar las etapas de temor a “atreverse”.
Dependerá de la atención que preste el facilitador, propiciando que los participantes intercambien sus roles frente al dispositivo, cada cierta cantidad de tiempo o trabajos.

Las personas mayores se caracterizan por ser los portadores de mayor caudal de experiencia previa, simplemente por haber vivido más años. Una estrategia muy interesante a la hora de impartir formación en TIC es establecer conexiones entre los nuevos conocimientos y habilidades y aquellos que los alumnos ya poseen (Villar Posada, 2005).
Estas relaciones permitirán ver lo nuevo, potencialmente difícil y oscuro, a la luz de lo que ya se sabe, relacionándolo. Un buen ejemplo es usar la muy bien recepcionada metáfora que relaciona Internet y sus elementos con una biblioteca púbica: “Internet sería la Biblioteca pública, sus portales los libros y la página web, las hojas de los libros”. Se trata de una metáfora que permite acercar lo abstracto a términos concretos y familiares.
Es aconsejable no reposar completamente en este aspecto, en realidad hay que estar muy atentos para detectar cuándo estos conocimientos previos pueden, en lugar de facilitar, interferir con el conocimiento de lo nuevo que es parecido en ciertos sentidos, pero diferente en otros. Por ejemplo, sugerir la máquina de escribir como referencia para explicar cómo funciona un procesador de texto, donde son muchas más las características que la diferencian que las que la equiparan. Definitivamente crearía confusión.
 • Difícil equilibrio.
Un aula de mayores aprendiendo TIC, es un aula con alumnos con marcadas diferencias que de inmediato se ponen de manifiesto.
Apenas comenzar, el facilitador podrá notar que además de las diferencias propias que se manifiestan por facilidades de adaptación a algo nuevo, riqueza cultural y experiencias de vida; también notará que quedan de manifiesto aquellos que porten problemas psicomotores que dificulten el uso del mouse (como artritis, artrosis, temblores, etc.), se manejen con silla de ruedas, tengan serios problemas de visión, etc.
 Estas diferencias en ocasiones, crean un difícil equilibro en el aula: los alumnos ‘avanzados’ sienten que van más lentamente de lo que podrían y/o que la clase se les hace aburrida. En contraste, los alumnos con menor facilidad pueden observar como los demás avanzan y a ellos les cuesta más.
Intentar adaptar el ritmo de la enseñanza a estas diferencias individuales es la clave para evitar los problemas que pueden derivarse de ellas. Algunas estrategias útiles para conseguirlo son las siguientes:
- Establecer los periodos más largos de práctica en el tramo final de las sesiones, para que aquellos que vayan más rápido puedan pasar a hacer otras cosas o incluso irse en lugar de estar esperando a que el último acabe.
- Preparar ejercicios y práctica adicional que se proporcionará a aquellos que acaben más rápidamente.
- Disponer de más horas, a parte de las sesiones ordinarias, para que los mayores puedan acceder a los ordenadores y practicar lo aprendido.
- Disponer de un número suficiente de instructores para poder atender todas las dudas de forma personalizada.
- No solicitar prácticas donde la motricidad fina se ponga muy especialmente de manifiesto.
Por otra parte, y respecto a la cuestión de las comparaciones entre alumnos (que, abiertamente o no, a veces se producen), es importante que el instructor no enfatice este tipo de comparaciones, sino más bien la comparación entre las habilidades de la persona en un momento dado y cómo eran en el momento de comenzar el curso. Es decir, hacer consciente al alumno del aprendizaje logrado, de que su esfuerzo realmente ha tenido un rendimiento. Como este avance se produce realmente (muchas veces incluso en contra de las expectativas iniciales del propio alumno), ayuda a fomentar un sentido de competencia (‘soy capaz de aprender cosas nuevas a pesar de mi edad’) que favorecerá posteriores aprendizajes y esfuerzos (Villar Posada, 2005).
Curso tipo Taller Teórico Práctico.
Es esencial que este tipo de programas de formación para adultos mayores sea casi enteramente práctico. Por eso debería ser curso del tipo Taller. Es la práctica lo que hará que ciertos procesos se conviertan en automatizados y esto se logra con mucha práctica y realizando las ejercitaciones, repetidas veces.
Por otro lado, es necesario que cuenten con algún tipo de material de apoyo, de repaso o de refuerzo que esté conformado con premisas concisas, letra clara e interlineado generoso. El texto deberá estar acompañado por gráficos que representen las pantallas que ellos verán en el monitor, con explicaciones de cada objeto que la compone. Deberán ser claros y precisos sin ahondar en detalles que pueden llevar a confusión.
Versiones.
Es un detalle muy importante que las clases del programa de formación se basen en una versión de la aplicación popular. Vale decir, no siempre es esencial que se maneje en el aula la última versión de la aplicación, aunque sí la más popular. Esto hará que los alumnos encuentren en sus casas los mismos espacios de trabajo o investigación que recorrieron en el aula.
También hemos trabajado en aulas donde varios de los alumnos trabajan con sus propias máquinas portátiles o tablets, no está mal ni molesta en la medida que se traten de ordenadores con instalaciones de sistema operativo y/o aplicaciones de versiones iguales o a lo sumo similares a las locales del aula.

Siempre tengamos en cuenta que abandonar es la primera línea de defensa cuando los usuarios se encuentran con una dificultad. Entonces, en resumen, al momento de impartir conocimientos en esta área debemos evitar algunas situaciones tales como visitar Sitios Web difíciles de usar o poco claros; indiscretos o con poca seguridad que les provoque inseguridad y exposición. Al menos hasta que ellos se sientan seguros con su navegación y el ambiente. Evitar también interfaces sobrecargadas de contenido que provoquen confusión en la interacción
En resumen, para el adulto mayor estar en línea y “conectados”, puede traerles infinidad de beneficios. Más de dos tercios de sus usuarios adultos mayores aseguran que usar Internet ha mejorado la calidad de sus vidas. Ya sea por el uso de redes sociales y Skype para mantener contacto social y familiar, sentirse incluidos, activos y entretenidos; Web Logs (Blogs) para registrar sus opiniones y finalmente, navegadores para investigar y leer sobre temas de su interés.
           

Conclusión
Las investigaciones realizadas hasta el momento en este ámbito nos han permitido arribar a dos conclusiones principales: Que las personas mayores no tienen especial aprehensión hacia la tecnología y que tras programas de formación en los que las personas mayores entran en contacto con diversos tipos de TIC y tienen la oportunidad de aprender a utilizarlos, las actitudes mejoran significativamente (Morris , Baldi, Morell, Park, & Mayhorn , 1994 - 1997).
Las personas mayores presentan una tasa muy baja de acceso a las TIC, pero retos y beneficios juegan una contienda que al parecer se inclina hacia el interés puesto en lo que les ayuda a mantenerse activos, integrados y actualizados. El visible aumento de la calidad de vida propiciado por esta nueva alternativa de educación permanente, posibilita mitigar o compensar ciertos déficits o sus consecuencias adversas asociadas.
Nos encontramos antes dos grandes retos: 1) Fomentar el acceso de las personas mayores, identificando y eliminando los elementos que lo obstaculizan y una vez conseguido ese acceso, 2) generar servicios que, utilizando las TIC como instrumento, satisfagan las expectativas de este colectivo. Respecto al primero de los retos, se ha enfatizado el papel que los factores económicos, los estereotipos y creencias, la falta de formación y el diseño de los dispositivos tecnológicos, podrían tener en el escaso uso de las TIC por las personas mayores.
Respecto del segundo reto, se debe analizar el tipo de recurso dirigido a un público mayor que encontramos en Internet, destacando los contenidos, herramientas de comunicación y servicios que se ofertan y las utilidades que pueden tener para el usuario.
Quizá lo fundamental sería en este tema, no insistir en la comparación con los jóvenes, sino demostrar que la gran mayoría de las personas mayores pueden aprender a utilizar las TIC autónomamente y de acuerdo a sus necesidades.

Bibliografía
Caro Sevilla, M., Solo Salgado, M. d., & Osuna Millán, N. d. (2007). Envejecimieto activo. Las TIC en la vida del adulto mayor. Revista Iberoamericana para la Investigación y el Desarrollo Educativo.
Castells, M. (2001). Internet y la sociedad red. Lección inaugural del programa. Catalunya.
McConaha, J.T., McConaha, D., Deaner, S.L., & Dermi. (1995). A computer based intervention for the education of institucionalized older adults. Education Gerontology.
Villar Posada. (2005). Personas Mayores y TIC. Universitat Oberta de Catalunya.

Lectura Recomendada
Tecnología en Adultos Mayores https://es.slideshare.net/maripazvargas1/tecnologia-en-adultos-mayores
Las personas mayores y las nuevas tecnologías: una acción en la sociedad de la información http://uom.uib.cat/digitalAssets/255/255998_perales3.pdf
La integración de las TIC en la tercera edad https://es.slideshare.net/Lidsy1/proyecto-la-integracion-de-las-tic-en-la-tercera-edad
Gerontología Educativa en España – Trabajo de Grado realizado por Juan Lirio Castro – Facultad de Educación, Depto. de Psicología Evolutiva y de la Educación.

Gerontología: un análisis reflexivo de los problemas que afectan a los adultos mayores -
http://es.calameo.com/read/001679244536004f1c422

 

Volver al Indice del número 34 de Tiempo

PsicoMundo - La red psi en Internet