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Número 6 - Noviembre 2000

La inclusión de la vivienda en la consulta diagnóstica

Graciela Tolchinsky
morgan@arnet.com.ar

 

"Hacerlo todo, rehacerlo todo,
dar a cada objeto un
gesto suplementario"

Vincent Van Gogh

La experiencia recogida en la atención de pacientes en proceso de envejecimiento me señaló la necesidad de integrar en el proceso diagnóstico la vivienda donde habita la persona que consulta.

Las premisas que sustentan dicho abordaje privilegia la salud, la dignificación de la figura del anciano, la administración de los recursos internos y externos y el mantenimiento ó recuperación de su autonomía.

Integrar la vivienda en el proceso diagnóstico apunta a que se cumplan dichos objetivos.

La perdida de la casa ó la falta de un espacio destinado específicamente al viejo, su exclusión de la vida familiar y comunitaria son acontecimientos correlativos con el modelo social moderno.

El momento alrededor del cual queda implicada la idea de improductividad es coincidente con manifestaciones más ó menos evidentes de declinación de la energía física. En esa situación se actualiza el juicio social y familiar en torno a la autonomía del viejo.

La viudez, la presencia de niños ó adolescentes en la casa, las tensiones en adultos medios, el cuidado de los síntomas de envejecimiento a veces acompañados de enfermedades, son en general factores que adelantan y profundizan una mala lectura a propósito de la situación del anciano. Cuando vive solo, los hijos tienden a representarse la imagen de que "no se arregla bien", que la casa se ha vuelto muy grande e inmanejable para él, que no está bien comunicado, que ante cualquier clase de accidente doméstico ó de necesidad práctica inesperada, la respuesta del mismo será insuficiente ó deficitaria.

La soledad y el aislamiento se traduce en sufrimiento y dolor para el anciano.

En la visión de los hijos ó familiares revierte como creciente pre ocupación y suele estar en la base de diversas soluciones geriátricas, ambulatorias, institucionales, en general fuertemente atravesadas por prácticas y discursos segregativos.

La fase en la que el viejo no requiere de atención médica permanente, que su estado psicofísico es bueno, ayudarlo a encontrar soluciones en forma gradual, que vayan acompañando las necesidades reales del mismo a medida que éstas se manifiestan, es una tarea sencilla, que no requiere grandes esfuerzos, ni materiales ni emocionales.

Hay que señalar aquí la abrumadora extensión del mito según el cual todo adulto mayor de 70 años requiere atención permanente, lo que según los estudios más rigurosos, es enteramente falso: sólo un 30% de la población que pertenece a esa franja requiere verdaderamente atención continua.

Una mayor permanencia donde se ha vivido, donde el anciano reconoce su historia personal de manera inmediata a partir del contacto con las marcas y proyecciones del tiempo en los espacios físicos hace a su identidad, seguridad, control, pertenencia, continuidad y orgullo. Son algunos de los sentimientos que los viejos atribuyen a su hogar.

Sin embargo, la mayoría de las viviendas demuestran grandes carencias en sus equipamientos, difíciles de solucionar por la escasez de un servicio especializado. Estas circunstancias, más la soledad, la inseguridad y el aislamiento social, obligan a numerosas personas mayores a abandonar este importante lugar: su casa.

Se trata de promover ayudas para mejorar el hábitat con intervenciones que contribuyan a facilitar la vida cotidiana. Realizar un diagnóstico y proporcionar alternativas de prevención que tiendan a disminuir los riesgos de accidentes, mejorar la comunicación y manipulación de objetos promueven gran satisfacción, porque los resultados son multiplicadores.

Es percibido por el anciano como una ganancia de autonomía con relación a la dependencia a la que debe sujetarse.

Es una sensación nueva y compleja donde se mezclan la alegría y un poco de terror. Sabe que es posible gobernarse pero conociendo los propios límites en el tiempo y en el espacio sin angustia excesiva.

El viejo no pierde su relación con los objetos, pero la misma cambia de cualidad y obedece a nuevos juegos de fuerza.

Llegado a este punto considero importante recordar que durante la vida, cada individuo se construye sobre un conjunto más ó menos estable de apegos.

Por apego solo entiendo la idea de un vínculo afectivo muy fuerte con situaciones, estados, signos y finalmente objetos. Vínculo por medio del cual el sujeto accede al sentimiento de una existencia.

El adulto sostiene su vida psíquica y corporal por ese mantenimiento, por la sustitución de los objetos que se otorgan, con un polo permanente de influencia más ó menos rica y variada que justifiquen intereses, amores y odios que le hacen existir.

El imperativo de apego no parece disminuir en el curso del tiempo mientras el Yo sigue encontrando los objetos susceptibles de ser cargados pulsionalmente.

La casa es un objeto singular entre los objetos de apego. " Ha recibido y conserva como efecto de transferencia y transmisión, una vitalidad que concierne a historias humanas que hacen de ella una intimidad protegida."

(Arq. Eduardo Frank – Vejez, arquitectura y sociedad 1998.)

Margarita y Juan – Ejemplo clínico

Cuatro hijos varones me consultaron por su mamá, Margarita, que ya sumaba tres caídas provocando distintas fracturas. En el momento de la consulta tenía enyesada la mano y el brazo derecho.

Relataban que se resistía a salir a la calle y todo esto lo relacionaban con la enfermedad del padre, Juan, que permanecía la mayor parte del tiempo en la cama pues cursaba hace mucho tiempo diferentes afecciones (respiratorias, cardíacas y motoras)

Describen al padre como un hombre de gran carácter, con mucha autoridad y total participación en la vida de Margarita, mujer coqueta y sonriente que vivía para su Juan.

Los visité en su domicilio situado en un barrio tranquilo. Se entraba por un pasillo donde la primera puerta correspondía al taller de uno de los hijos. Al final del mismo, estaba la casa del matrimonio.

La atención del timbre estaba a cargo del hijo ó de alguno de los empleados. No contaban con ningún sistema que les permitiera atender la puerta. Juan padecía una sordera importante y Margarita le temía al pasillo, pues una de las caídas había sido en el mismo un día de lluvia.

Este espacio no contaba con ningún elemento para defenderse de las inclemencias del tiempo ni iluminación adecuada.

- Fíjense Uds. que aún no había llegado a la vivienda y si pensamos quienes la habitan ya tenemos varios elementos para tomar en cuenta. La falta de un llamador ó portero eléctrico ajustado a las necesidades de los usuarios, con un pasillo en condiciones poco adecuadas para ser transitado favorecen inhibiciones, fobias, carencias físicas y consecuencias de todo tipo. Una mirada renovadora permite una tarea preventiva. –

La vivienda era una típica casa con un patio central donde las habitaciones, baño y cocina, daban al mismo. Era un día frío y noté que no contaban con un sistema de calefacción adecuada. Sólo tenían una estufa que calentaba el dormitorio donde me recibió Juan en la cama y Margarita sentada junto a la misma.

La habitación contigua era el comedor. Al entrar tuve la sensación de estar mirando el álbum familiar. No sólo por los muebles, adornos y fotos expuestas en orden cronológico sino que la luz baja y el olor a humedad daban la impresión de ser un espacio habitado por el pasado.

En realidad era así, ya que el dormitorio era el lugar de múltiples usos. Esto impedía que los visitantes permanecieran un largo tiempo y los hijos, nueras y nietos, se agolpaban en la pequeña cocina. La vida de esta pareja estaba reducida a este ámbito; sólo salían ocasionalmente para ir al baño que podían hacerlo por el patio. El acceso al mismo, como sus instalaciones, no se adaptaban en particular a las dificultades del anciano Juan.

- Podemos observar que en la unidad doméstica no se habían realizado cambios y mantenía la misma conformación que durante la edad adulta.

Esto permite evaluar los recursos con que cuenta el anciano para el desempeño de su rutina cotidiana. –

- Esta sucinta descripción tiene por objetivo señalar la importancia de incluir una mirada integradora para la comprensión de la multideterminación de síntomas, patologías variadas, conflictos generacionales, dinámicas familiares e ideologías subyacentes.

Estas deben ser las que a él le pertenecen y convencen tratando de respetar y proteger su intimidad, ayudándolo a vencer la resistencia al cambio. -

Conversando con Margarita y Juan, luego de varias visitas, me contaron que existía una puerta que daba al baño por dentro del dormitorio. Estaba tapada por uno de los tantos muebles que ocupaban la habitación.

Juntos pensamos en la posibilidad de redistribuir los muebles del dormitorio. No solo por el hecho de liberar la puerta del baño sino que permitió que Juan y Margarita pudieran cambiar sus lugares en la cama. Como consecuencia podían mirarse, situación que hasta ese momento era imposible.

En la visita siguiente, me agradecieron el cambio pues habían podido hacerse mimitos.

- Considero importante señalar el valor del soporte familiar (como en éste caso, los cuatro hijos y sus familiares) que provee el indispensable apoyo afectivo y brinda al anciano una amplia gama de cuidados, servicios y recursos que no pueden ser obtenidos a través de instituciones.

Indagar y profundizar la compleja problemática de la familia y su red de ayuda resulta de especial interés para una tarea de integración y respuesta en la consulta diagnóstica.-

 

Conclusión

Si bien provengo profesionalmente del psicoanálisis y mi esquema referencial se ha nutrido principalmente de los autores que en él se inscriben, a lo largo de la práctica cotidiana se me fue imponiendo la necesidad de recurrir a conocimientos y abordajes de distintos campos que hacen a una concepción interdisciplinaria.

Dicho enfoque no solamente convoca a jerarquizar el abordaje integral e historizado del anciano, sino también a superar variados obstáculos inherentes a su propia dinámica y al encuentro de respuestas favorecedoras. Pues considero que no hay una sola manera de tratar las necesidades de la vejez.

Parafraseando a Gastón Bachelard "La casa luminosa de cuidados se reconstruye desde el interior, se renueva por el interior."

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