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Comentario al artículo de Freud
"El delirio y los sueños en la Gradiva" de W. Jensen

Sonia Cruz

 

ABSTRACT

En la alianza que hace Freud con la incertidumbre, con las oscuridades del quehacer humano. W Jensen le sirve de corroboración de su postura teórica respecto a que la realidad cotidiana es efecto de la realidad psíquica. Más estrictamente, nuestra única realidad es la realidad psíquica. Norbert Hanold ,personaje que huyendo de su destino no hace sino atraerlo, que negando su realidad no hace sino cumplirla. En este relato ve Freud la estructura propia de la neurosis: no querer saber nada de su deseo, o sea la compulsión de repetición a falta de hacer consciente lo inconsciente.

 

Poco después de la publicación de la Interpretación de los sueños, Freud reafirma su hipótesis fundamental : los sueños son realización de deseos. Afirmación nada sencilla pues el deseo es inconsciente, de él no sabemos.

Son los sueños, los actos fallidos, los síntomas, los que pueden dar cuenta del deseo del sujeto. En la Gradiva Freud se centra de nuevo en el sueño como valioso instrumento para la teoría y la cura psicoanalítica.

Tenemos en esos años 1900- 1906 a un Freud por un lado con fuertes creencias aún en las ciencias positivas, y por otro a un Freud abriéndose a la oscuridad de lo insabido, de lo inseguro de lo menos creíble.

Los sueños como realización de deseos, el sueño como un texto donde el sujeto despliega sus jeroglíficos, sus rebus.

Ya desde la Interpretación de los sueños Freud se atiene a lo popular, a las creencias del vulgo más que a las descripciones científicas demostrables.

La superstición , las tradiciones antiguas, las religiones inspiran a Freud, o sea lo desconocido por la razón, lo que la ciencia no avala.

Freud presentía que ahí había un saber desconocido, un lenguaje no dicho o dicho de otra forma que la convencional.

Por un lado se sostenía de la ciencia, por otro se iba soltando hacia los temas forcluídos por la ciencia: la sexualidad, la muerte.

Freud se va despegando en soledad, no había otro camino, sus interlocutores sabían de él y no sabían lo que Freud quería decir. Unos fueron abiertos disidentes, otros tolerantes, otros más lo siguieron.

Freud empieza a soñar aparte, de la mano de la incertidumbre Se aísla sin enemistarse con la ciencia ni con sus allegados pero empieza a marcar una diferencia que va radicalizando su teoría.

Muchas veces Freud trata de articular en vano la ciencia y el naciente psicoanálisis. Trata de hacer una especie de negociación, esfuerzo que poco a poco se irá desvaneciendo.

Antes de la Interpretación de los sueños, estos eran arte popular, poco creíbles, hundidos en las supersticiones y asociados a presentimientos. El sueño era menos creíble que el síntoma. Pues del síntoma se ocupaba la medicina a su manera.

Hablar del sueño como posibilidad para acercarse a la verdad del sujeto podía sonar a delirio en esa época. Al delirio de un shamán. Es usual en Freud ir aclarando cada punto tratando de evitar interpretaciones indebidas.

De la Salpetriere aprende Freud lo que allí no se dijo, solo se insinuó, se manifestó en otro lenguaje, de otro modo. Es por eso que Freud se siente atraído por la literatura, por los poetas ya que estos expresan lo que otros reprimen En este sentido Freud encuentra un aliado.

Hay entonces un saber médico en Freud y un saber literario. La literatura le parece mejor guía en la oscuridad de lo que no es aparente.

Hay un saber de la literatura que no es ficción, en todo caso, con la literatura Freud se da cuenta que la ficción oculta una verdad más certera que lo dicho y comprobado por la ciencia.

Al leer a W. Jensen Freud encuentra una similitud con su teoría. Hay en el texto de Jensen un saber del cual Freud parece saber de que se trata. El pretexto es Jensen, para encontrar aliados a su nueva posición teórica.

Freud empieza a sentirse cómodo con lo inestable y lo sin sentido. Se va percatando que el sin sentido es aparente.

Freud hace resistencia al saber de su época. No se deja atrapar por el conocimiento seguro de su época.

Por la diferencia Freud encarna la desolación, la que a su vez tiene que ver con lo que va encontrando: el mundo de desolación del sujeto.

Freud texto abierto a toda posibilidad, privilegiando lo insólito, desfigurando el sentido para que éste produzca su verdad.

El sueño era tomado por la ciencia como producto marginal del organismo, el síntoma, como un error de la buena marcha de los órganos. A esta posición organicista Freud opondrá el dolor del ser y del no ser. Es el revés de la ciencia, ahí donde la ciencia es ciega y sorda, ahí se afinca Freud a echar raíces.

La Gradiva, "esa fantasía pompeyana" al decir de Jensen ayuda a Freud a emparentar la realidad cotidiana con la realidad psíquica, mejor dicho, a demostrar que la realidad cotidiana es la realidad psíquica. Jensen se propone hacer consciente lo inconsciente en su narración literaria. Esto atrae a Freud pues le sirve para sus particularidades teóricas nacientes.

Cada cual porta y soporta un inconsciente que al fin y al cabo determina nuestro actuar cotidiano. Esto lo observa claramente Freud en el héroe de la Gradiva, Hanold.

Hanold es cautivado por la mujer de mármol, la imposible, mientras que es ciego a las mujeres de carne y hueso, ahí donde se jugaría su deseo. Esta represión es propia de la neurosis, de la estructura subjetiva. El sujeto se aparta de sus posibilidades, vela su deseo mediante el fantasma, se ofusca en sus posibilidades mediante sus miedos y sus temores.

Dice el arqueólogo Norbert Hanold que el matrimonio es una locura incomprensible. Locura en el sentido que el otro hace entrega de su deseo y de su libertad. Hanold teme acceder a la mujer, pues ésta le marca su falta, su propia castración que permanece vedada mientras esté solo.

La Gradiva o sea la que avanza, es la mujer soñada, por imposible, por la protección marmórea.

Hanold emprende un viaje en busca de su destino, en busca de sus raíces. Hace la arqueología de su vida, o sea, averiguar de donde vienen sus más recónditos deseos. A la par vivía la vecina que le atraía pero de eso no quiere darse cuenta Esa vecina - común y silvestre- y la Gradiva – excelsa escultura- son la misma persona. Una cotidiana, la otra idealizada para que fuera inalcanzable.

Hanold, como todo sujeto, da infinitos rodeos para huir de sus deseos, marca su ruta con ideales para soñar sin acto. Aquí Freud encuentra la estructura psíquica del sujeto, no un hecho ni una casualidad, sino un bagaje inconsciente característico de todo sujeto.

A Hanold las mujeres le parecen como "pegajosas moscas meridionales". Las prefiere de mármol, limpias y mudas. Inalcanzables.

El desasosiego de Hanold, su angustia, es cuando se da cuenta que la represión le falla, que sí puede acceder al amor cotidiano. Hanold está malhumorado, no sabe lo que quiere, no sabe lo que busca, padece de una irritación íntima que cualquier situación externa venía a empeorar. Freud plantea que el remedio sería el amor, o sea, acceder a la castración, a la falta del otro, a la falta propia. Jensen coincide en lo mismo.

La falta de amor de Hanold y al mismo tiempo que Hanold acceda al amor que es falta. Al amor que sostiene pero no por mucho tiempo si no se alimenta de la decepción, ahí donde el otro solo puede sostener sus propias ilusiones.

Quizá el mal humor de Hanold por tener que aceptar el amor con falta, por tener que renunciar al amor como plenitud. Poco a poco Hanold tiene que trasladar su entusiasmo por la Gradiva hacia la mujer más corriente que algo promete y que en algo puede cumplir.

En el arte vemos nuestra admiración por lo que parece pleno, contrapuesto a lo finito e inexacto de los seres de la vida diaria. No es que se tenga que renunciar a la admiración por el arte. Pero Hanold usaba el arte para esconder su deseo, no para extenderlo.

Hanold delira con la Gradiva, delirio no psicótico dice Freud. Delirio en el sentido de negación de la realidad de la castración, montaje fantasmático para seguir creyendo en ideales. Estructura propia de la neurosis, de la determinación subjetiva.

Lo que Jensen plantea como relato literario, Freud lo convierte en teoría psicoanalítica. El psicoanálisis es la posibilidad de curar mediante el relato literario de cada sujeto. La literatura en sí nos marca el vacío, la falta, la castración. La imposibilidad. Pero Freud se encarga de enseñarnos a descifrar la literatura para que ésta tenga sus efectos en el sujeto. No se trata entonces de ser un gran lector, un sujeto muy cultivado. Freud nos enseña que entre más leemos, más vacío, más fehaciente se muestra nuestra verdad de sujetos hablantes o sea de- limitados por la palabra.

 

 

BIBLIOGRAFIA

Sigmund. F. (1907) El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen/ Obras Completas. Madrid Tercera Edición. Biblioteca Nueva.

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