Psicoanálisis, estudios feministas y género

Aborto ysubjetividad.
Un estudio uruguayo

Elina Carril Berro* y Alejandra López Gómez**

Existen razones más poderosas que la sanción jurídico – legal y la censura moral, para que una mujer opte por interrumpir un embarazo que no desea. Una mujer que aborta lo hace porque no encuentra otra salida ante un embarazo no planificado o no deseado y al hacerlo, decide arriesgarse a los efectos de la clandestinidad exponiendo su salud y su vida. Cuando en contextos legales restrictivos se considera el aborto voluntario fundamental o únicamente como un problema de salud pública, de justicia social o de violación de los derechos reproductivos, queda relegado o ausente el conocimiento y la posterior reflexión acerca de las condiciones de subjetivación de las mujeres en este contexto y en los efectos psicológicos que eventualmente resulten de la práctica. Quienes se oponen al aborto o a su despenalización, han intentado documentar la existencia de un "síndrome post aborto" (SPA) como el efecto universalmente mórbido del aborto; desde posiciones radicalmente opuestas aparece en ocasiones un discurso que minimiza la experiencia, lo que redunda entonces en representaciones de un acto producto de la pura racionalidad, banal e inocuo para quien lo practica. En ambos casos se toma como sujeto a la práctica en sí (Rosenberg, 2004) y queda por fuera la consideración tanto de las significaciones sociales sobre el aborto, como los sentidos que cada mujer en particular le asigna y los modos singulares con que lo procesa psicológicamente.

Son numerosos los estudios –tanto en el ámbito uruguayo como en el regional- sobre los aspectos médicos, jurídicos, políticos, sociales y éticos del aborto voluntario, pero las dimensiones subjetivas y los posible efectos psicológicos derivados del aborto inseguro, han sido escasamente explorados por quienes investigan en este campo.En el Uruguay como en el resto de la región el aborto es un proceso y una práctica que se dirime y se resuelve en la clandestinidad, con sus características de secreto, situación al margen de lo legal, ocultamiento y aislamiento, generando efectos de diferente tipo en las mujeres (y/o parejas) que por él transitan.

A partir de una investigación que realizamos con mujeres residentes en Montevideo de diferentes edades y niveles educativos 1 (Carril, López, 2007), centraremos nuestra exposición en torno algunas de las dimensiones subjetivas presentes en los embarazos no intencionales, así como mostrar cómo la ilegalidad del aborto y los sentidos y representaciones que tienen de la maternidad, construyen sus significaciones sobre el aborto y determinan el mayor o menor grado de sufrimiento psíquico. 2

 

El embarazo no intencional

El embarazo no deseado o no intencional es un hecho frecuente en mujeres en edad reproductiva de cualquier condición social y una situación crítica que obliga a tomar una decisión. Por la función biológica que permite la reproducción quienes no han buscado voluntaria y concientemente un embarazo, se enfrentan a una maternidad posible o para algunas, imposible. Las transformaciones sociales y culturales, que han tenido desde mediados del siglo XX a la mujer como la gran protagonista, han producido fisuras, quiebres en la representación hegemónica de la mujer como madre. El agenciamiento de otras prácticas fuera del ámbito doméstico, la coexistencia de representaciones sociales que ya no definen a la mujer por la maternidad, con otras más tradicionales, instituyen nuevas significaciones imaginarias produciendo cambios en la subjetividad. Por lo tanto, la consistencia o fragilidad de estos cambios y el grado de tensión entre el mandato atávico y las nuevas ofertas identitarias, condiciona el posicionamiento subjetivo frente a la maternidad. Es desde este posicionamiento subjetivo y/o de las condiciones económicas, sociales y relacionales en que desarrollan sus vidas, que toman la decisión de abortar o seguir adelante con el embarazo.

También las significaciones que cada mujer le da al aborto, están en relación directa con lo anteriormente expuesto y emergen de un contexto en que el aborto es ilegal y por lo tanto clandestino y punible. Las condiciones de clandestinidad ligadas a la penalización determinan por su parte, el diseño de una escenografía subjetiva signada por el secreto, el temor, la inseguridad, la condena moral y el temor al riesgo.

Pero cabe preguntarse cómo a pesar de que la mayoría de las mujeres -en este estudio- pusieron en evidencia un discurso informado y articulado acerca de los métodos anticonceptivos, escasas barreras para su acceso y una relativa apropiación de sus derechos sexuales y reproductivos, algunas no los usaron o lo hicieron de forma incorrecta. y en algunos casos les fue difícil negociar el uso del preservativo con el compañero sexual. 3 El peso de las representaciones de género y las relaciones de poder entre varones y mujeres, imponen posicionamientos y prácticas diferenciadas respecto a la sexualidad que inciden en estas conductas y permiten comprender la no utilización de medidas preventivas de ITS, así como las dificultades para el no uso o el uso incorrecto de anticonceptivos. Pero este eje de análisis que resulta imprescindible para comprender tanto las prácticas sexuales (heterosexuales) como los comportamientos reproductivos en clave de derechos, no alcanza para comprender la realidad de los embarazos no deseados. Como dice Martha Rosenberg:

"El feminismo, toma el desafío de redefinir los términos que dominan la constitución de nuestra subjetividad. Pero al mismo tiempo, por efecto de la inercia de los valores patriarcales, se prefiere pensar que los embarazos involuntarios ocurren sólo porque los anticonceptivos fallan, o por el desequilibrio de poder en las parejas heterosexuales, que develar qué deseos inconscientes nos implican y actúan en nuestras prácticas sexuales cuando éstas son potencialmente fértiles." (2004:s/p)

El embarazo se significa generalmente como un hecho inesperado, concientemente no buscado y al que no puede darse un sentido. Irrumpe en la existencia de las mujeres y subvierte su continuidad actual, generando montos de ansiedad muy grandes, desorganizando el proceso de pensamiento y poniendo en marcha mecanismos de defensa: de negación y/ o de renegación y de regresión. Además de estas reacciones, los relatos de las mujeres dejaron en evidencia por un lado la ambivalencia respecto al autocuidado y la posibilidad de un embarazo y por otro, la no infalibilidad de los métodos anticonceptivos y/o los factores subjetivos asociado a su uso incorrecto. Así lo expresan algunas de las entrevistadas:

"Por boluda, no sé... sí, ponele que la primera bueno, ta, nunca me había pasado, que era chica… pero si ya sabía lo que hacía… Pero ya ahí, la segunda y la tercera sí, se puede decir que por boludos los dos." (Noelia, 22, NEM)

"Me dio rabia conmigo misma, yo sentí mucha rabia por mi descuido, por mi desorden, que no aprendas, porque si me dijeras: no me tuve que hacer ninguno, pero ya el primero había sido patético...me dio mucha rabia ¡qué pelotuda!" (María, 47, NEA)

Estos casos de embarazos no buscados o no intencionales que ocurrieron como consecuencia del no cuidado, pueden iluminarse si tomamos en cuenta la fuerza de las motivaciones inconscientes. Parafraseando a Spinoza: "nadie sabe lo que puede el inconsciente"… En muchas ocasiones, estos embarazos pueden expresar la confirmación de la potencialidad fértil, una manera (vicaria) de terminar una relación afectiva, una forma de cumplir el destino establecido por sus madres y/o la expresión de una conducta punitiva por el ejercicio de la sexualidad (el embarazo como un castigo). Como sea, estos (u otros) significados están ocultos para la protagonista, que sin "quererlo", quiere. Esta contradicción aparente, que escapa a la intencionalidad conciente deja en evidencia que el tema del aborto, la información, la educación y el acceso universal a métodos anticonceptivos como componentes centrales de una estrategia de prevención de embarazos no deseados/esperados, no son suficientes para impedir que éstos se produzcan. Precisamente cuando se trata de la condición humana, el diseño de las políticas no puede soslayar las dimensiones subjetivas implicadas en la sexualidad y la reproducción.

El embrión-bebé-niño y la culpa

En la Antigüedad, el aborto era considerado fundamentalmente una cuestión de mujeres, así como también lo eran la gravidez y el parto. El feto era representado como una especie de apéndice del cuerpo de la madre, y en muchos casos como parte de sus vísceras. Es a partir de la diseminación en Occidente de la doctrina cristiana, cuando empieza a equipararse el aborto con un homicidio, pero deberán pasar varios siglos más para que se teorice y se pueda ubicar el momento en que tiene lugar la animación del feto. Entre los siglos XVII y XVIII el feto adquiere su autonomía gracias a los descubrimientos científicos y después de 1789, ingresa en la esfera pública. Luego de la Revolución francesa, el Estado se constituye en el árbitro que define qué vida es más importante: ¿la de la madre o la del futuro niño/a? En épocas de escasez de recursos disponibles para las guerras y el desarrollo productivo de los nuevos estados, el "futuro ciudadano" debería ser preservado y las mujeres comienzan a ser severamente castigadas por abortar. Según Galloti (2004) este paradigma permaneció inalterable hasta los años 70 del siglo XX, cuando los movimientos feministas comienzan a realizar un trabajo de concientización y reivindicación que tiene en su centro los derechos de las mujeres y su capacidad para decidir qué hacer con su cuerpo.

Contemporáneamente a la lucha de las mujeres y a la paulatina incorporación del paradigma de Derechos Reproductivos, se dan a conocer las primeras fotografías de fetos vivos in utero que permiten a través de una cámara registrar imágenes del proceso de formación de un ser humano (Lamas, 2003). La observación, cada vez más detallada y documentada de la vitalidad del embrión ha dado pie al argumento de que el feto es una persona. No desarrollaremos acá por razones de espacio, la extensa y actual discusión ética y filosófica en torno a este concepto y en qué momento de la vida humana es dable enunciarlo.

El feto como persona –y por lo tanto entidad separada de la madre- es uno de los principales argumentos de los movimientos antiabortistas que apelan a una noción biológica que define que el hecho de estar vivo y tener el ADN propio de la especie humana, es razón suficiente para adscribirle al embrión y antes aún, al óvulo fecundado, estatuto de persona.

"Pero la verdad que como mujer me sentí horrible. Ah! fue horrible, fue horrible hacerlo porque sabía que iba a matar un niño, que se me movía aparte, ya diez semanas yo sentía al niño; obvio que no es legal, estás matando una vida, una vida que está adentro tuyo pero ya vive, tiene su corazoncito, todo, porque yo me hice la ecografía y el corazoncito latía todo como una persona, o de un bebito. Un bebito que estaba enterito y que se ve que era un hermoso niño, yo sabía que iba matar a un niño, por eso soñaba que el niño me hablaba y me decía ‘mami, mami, ¿por qué me mataste’". (Josefina, 35, NEB)

La cadena semántica: embrión-bebito- niño, denota una entidad que habla, siente y culpabiliza con sus reproches. ¿De qué discursos, de cuáles representaciones se hacen eco las mujeres cuando imaginan al embrión como una persona completa? En los últimos años y como parte de la campaña en contra de la despenalización del aborto, los grupos "pro-vida" han llevado a cabo una intensa difusión acerca de las características del embrión. Folletos con fotografías intrauterinas donde se ve al feto ya formado (correspondientes a 20 semanas de embarazo) con leyendas que rezan "mamá, no me mates" o "mamita, dejame vivir", inundaron las calles de Montevideo mientras tenían lugar los dos últimos debates parlamentarios. No son éstos mensajes inocuos, sino que sustentados en argumentos supuestamente científicos, están diseñados para ser captados e incorporados a la subjetividad como prueba de realidades materiales tangibles. Una de esas "realidades" es la caracterización del feto como un ser humano fí sica y psicológicamente completo o la del cigoto o el embrión – según la etapa de gestación de que se trate- como un niño capaz de comunicarse con su madre. Este es el efecto de un movimiento que tiende hacia el borramiento de la madre como sujeto, al privilegiar al embrión o al feto y visualizarlo como alguien separado de la madre (Cornell, 1985.) El feto como persona completa que piensa y siente, se constituye así en una construcción imaginaria que le da un sentido particular a la experiencia de aborto de muchas mujeres y que traza el camino hacia la culpa y el autorreproche. Esta entrevistada lo ejemplifica:

"Siento que quede con mi moral rota, porque yo pensaba que cuándo yo me colocarla las pastillas ¿no? y expulsará algo nunca me imagine que iba a expulsar a mi hijo porque era mi hijo el que estaba ahí, estaba formadito ¿no? piernitas, bracitos, todo y fue es-pan-to-so, porque yo quise agarrarlo por instinto de madre creo que fue, quise agarrarlo y ahí reaccioné que era yo la que había provocado eso, que lo había abortado." (Gimena, 38, NEB)

Este tipo de respuestas provinieron fundamentalmente de mujeres de sectores pobres, con escasos recursos simbólicos y materiales que han escuchado a personas que por su investidura (religiosa, profesional, política o moral) suponen poseedoras de un conocimiento único y verdadero. Es razonable suponer que sus percepciones acerca de lo que observan durante el sangrado vaginal (en los casos de abortos con medicamento) hayan estado contaminadas por estos discursos. Ellas "ven" lo que les aseguran se ve.

Los sentimientos de culpa se originan en diferentes fuentes: podrán depender entre otros factores, de la cualidad de los deseos (lícitos o ilícitos), del monto de agresividad permitida o prohibida, de la no satisfacción de las exigencias del superyo o resultar de una identificación básica de culpable, producto de la identificación con padres culposos (Bleichmar, 1998). Resulta simplificador adscribir a todas las personas una génesis similar, tomando como referencia única la fenomenología de la culpa. Es por ello que, al referirnos a los sentimientos de culpa que directa o indirectamente surgieron del discurso de las mujeres, tomamos el recaudo de no suponer que en su origen hubo un denominador común, sino que fueron el resultado de diferentes y complejos procesos subjetivos, siempre singulares. En algunos casos pudo ser la expresión de un conflicto entre el (los) deseo(s) y el mandato prohibidor, en otros la convicción de estar transgrediendo un ideal. Pero los mandatos, los ideales, no surgen automáticamente en el sujeto por su sola condición humana, sino que son el resultado de un proceso de subjetivación que se realiza siempre con otros desde los primeros momentos de la vida. Y son estos otros, quienes transmiten las significaciones acerca de lo permitido y lo prohibido, lo que es legítimo y lo que no lo es, según el momento histórico, la sociedad y la cultura en la que se constituyen como sujetos.

Muchas mujeres que optaron por abortar y cuya decisión estuvo signada por el conflicto entre sus creencias, mandatos de género y posiciones éticas y sus realidades familiares o económicas, dudaron y algunas resolvieron el dilema transformando el sentido de la conducta adoptada en la única solución posible. El significado del aborto quedó convertido de acción condenable a conducta/sacrificio tomada por el bien de los demás, generalmente sus otros hijos. Podría resumirse la negociación entre estos dos términos: "soy pecadora, asesiné a mi hijo, pero seré mejor y más madre para los que ya tengo". La representación del self desvalorizada y descalificada por el juicio superyoico por el filicidio (supuesto), se atenúa al sobreinvestir una representación de sí mismas como madres sobrevaluadas en sus atributos de sacrificio y renuncia. Esta negociación interna que intenta restablecer el balance narcisista (Bleichmar, 1987) no se resuelve sin costo psíquico, sin angustia. Es esperable que surja la culpa que muchas veces reclama un castigo: para algunas será en el más allá para otras en el tormento cotidiano de la vida terrenal. Como dice una de nuestra entrevistadas:

"Ay, después, después que lo hice le pedí a Dios que perdonara todo lo que había hecho, haberme sacado, haberme hecho el aborto y todo eso. Porque me sentí con mucha culpa (…) es por creencia, es porque yo creo en Dios, entonces claro para mi yo cometí un pecado, haberme hecho un aborto ¿verdad? porque sea lo que sea era una vida, ya estaba creciendo dentro de mí. Entonces por eso yo le decía a Dios que me perdonara por lo que había hecho, pero que él tenía que darse cuenta, que yo no lo podía traer al mundo porque no lo iba a poder mantener." (Alicia, 31 años, NEB)

De todas maneras y a pesar de sus debates internos, logran apropiarse de la decisión sobre sus cuerpos al reconocer y legitimar las razones para realizarse el aborto. cuerpos (Amuchástegui, 2005)

Con historias y condiciones de vida diversas, las mujeres entrevistadas refirieron que lo primero que sintieron una vez abortado, fue alivio. Luego, fueron esas diferencias las que determinaron los sentimientos posteriores como la tristeza, la angustia o la vivencia de pérdida. Sentimientos y respuestas emocionales esperables frente a una situación vital difícil, crítica y en ese sentido, el aborto no es una excepción. En este sentido, este hallazgo es consistente con otras investigaciones (Zamudio, L; Rubiano N.; Viveros, M.; Salcedo H.1999; Major B. et al., 2002 Lee, E; Gilchrist, A., 1997; Amuchástegui, Rivas, 1998) que también reportan que las mujeres sienten en primera instancia alivio al concluir el proceso.

La ilegalidad, penalización y clandestinidad del aborto, las relaciones desiguales de poder entre los géneros, las prescripciones, prohibiciones y mandatos de género que, centrados en un modelo hegemónico de femineidad ubican a la maternidad, a partir de la capacidad reproductiva de las mujeres como la función más trascendente en sus vidas, es el texto en el que tienen lugar las condiciones de subjetivación de las mujeres. Las significaciones que cada mujer le da al aborto no son entonces ni homogéneas ni lineales y de ellas dependen que la experiencia se viva como un evento crítico pero superable o un drama que conmociona y desestabiliza su equilibrio psíquico.

Notas

*Psicóloga, psicoanalista. Profesora Adjunta e investigadora en la Cátedra Libre en Salud Reproductiva, Sexualidad y Género y en el Área de Psicoanálisis, Facultad de Psicología de la Universidad de la República. Miembro Habilitante y docente de la Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica. Publicó numerosos trabajos sobre género, subjetividad, psicoanálisis y salud reproductiva en revistas y libros a nivel nacional e internacional.

**Psicóloga. Profesora adjunta, investigadora y coordinadora de la Cátedra Libre en Salud Reproductiva, Sexualidad y Género de la Facultad de Psicología, Universidad de la República. Investigadora activa del Sistema Nacional de Investigadores (SNI, Agencia Nacional de Investigación e Innovación). Miembro del Consejo del Global Forum for Health Research desde 2004. Fundadora y directora ejecutiva de MYSU, Mujer y Salud en Uruguay. Cuenta con numerosas publicaciones a nivel nacional e internacional en temas de salud sexual y reproductiva, género y derechos.

1 "Aspectos psicológicos del aborto voluntario en contextos de ilegalidad y penalización. Prácticas y significados en mujeres uruguayas". Cátedra Libre en Salud Reproductiva, Sexualidad y Género, Facultad de Psicología con el apoyo de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC), de la Universidad de la República. Se desarrolló un estudio de tipo cualitativo en base a entrevistas en profundidad con mujeres que transitaron por la experiencia de aborto voluntario. El universo de estudio incluyó a mujeres montevideanas jóvenes y adultas comprendidas entre edades de 20 a 59 años y de diferentes niveles educativos, que hubieran vivido la experiencia personal del aborto voluntario en los últimos 10 años (considerando los plazos de un año, cinco años y hasta diez años).

2 El estudio incluyó la exploración de los significados acerca de la maternidad, el embarazo, la anticoncepción y el deseo/no deseo de hijos.

3 En el estudio recientemente concluido"Aborto voluntario, la perspectiva de los varones", (Carril, López. CSIC, 2007-2009) encontramos que el uso del preservativo sigue siendo problemático, a pesar de las campañas que promueven su uso para prevenir las Enfermedades de Trasmisión Sexual en particular el VIH-SIDA. Estas opiniones fueron más frecuentes en varones mayores, quienes asocian el uso del preservativo a una merma del placer sexual.

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