Investigación à Psicoanálisis

Trabajos de Investigación Clínica y de Inserción del Psicoanálisis en diversas Áreas Temáticas
Arte, Psicoanálisis y Subjetividad

Figuras de acción
Notas sobre usos y abusos del semblante

Marcelo Chaparro
chaparro.marcelo@gmail.com
(Argentina)

Las apariencias engañan, dice el saber popular. Que engañen no quiere decir necesariamente que mientan.

No es común oír decir que la mentira engañe pero si que la verdad a veces es engañosa.

En el teatro por ejemplo, la dimensión del engaño admite la posibilidad en algún punto de que algo del orden de la verdad se revele.

Tanto juegan los actores con sus personajes que a veces terminan siendo eso que la ficción les suponía.

Klaus Kinski dice en un momento de su autobiografía: "Actuar tiene su precio, me he vuelto tan sensible que no puedo vivir en circunstancias normales y la horas entre función y función son las peores".

El actor siente que sobre el escenario se "juega" una intensidad que no encuentra en la cotidianidad, se "es" mas sobre el escenario que en "la vida". Hay allí un grado de mentira sostenida por la convención del lenguaje pero eso no es lo que subyuga sino la algo que aflora por momentos, por instantes. No es solo algo del orden del saber, del oficio. Es más bien un accidente, en el saber.

Los actores de la escena amorosa danzan entre la apariencia y lo imposible, entre el saber y el accidente, entre el semblante y lo real. Juegan con las apariencias y ese juego, se sabe, siempre contempla un peligro. Ciertos engaños no pueden sostenerse todo el tiempo.

Cuando algo de lo real irrumpe en la escena amorosa, decíamos en la presentación de nuestro taller, pasan por lo menos tres cosas: El semblante cae, el fantasma vacila y el síntoma se transforma.

Decimos que el semblante cae, no decimos que trastabilla, ni que se arrastra. Decimos que eso "cae".

Otra expresión que Lacan uso en el seminario 20, en el capitulo VII alude al vocabulario de la navegación, cito:

"Lo que el discurso analítico hace surgir es justamente que el sentido no es mas que semblante" y en el párrafo siguiente dice al final: "El sentido indica la dirección hacia donde va a encallar".

Mas adelante en el cap VIII va a ubicar al semblante en dirección a lo real, desde lo simbólico y ubica también bajo el semblante al objeto a, estableciendo una afinidad entre el "a y su envoltura" (el semblante). Distinguiendo esa afinidad de aquello que no puede inscribirse "Sino como un "impase en la formalización": Lo real.

El semblante de ser se dirige hacia lo real y fracasa en su intento de abordarlo.

¿Como se percibe en la práctica clínica este fracaso? Particularmente en lo que concierne a lo que hemos dado en llamar Las postales de la vida amorosa.

Voy a desarrollar unas pequeñas viñetas de un caso que, creo ilustra estas cuestiones:

Laura dice una sesión ante la inminencia de una audiencia de divorcio:

Siento que tengo que dar un examen.

"El ya no es ese que yo conocí ni el que estuvo con migo".

"No lo conozco, no se con quién me case".

Y sabes de quien te estas divorciando?.Le pregunto.

Si, de un infame, me contesta.

¿Que es un infame?

Un mentiroso, un traidor.

Bueno, parece que algo sabes para el examen.

El ex marido de Laura supo sostener durante cinco años el semblante acorde al síntoma de impotente, ella colaboro con el en la escena "me anule como mujer" decía con bronca. Hasta que un día se canso de dar lo que no tenia y le dijo: "Te vas" Y el se fue sin muchos reparos.

Un día recibe una llamada anónima, una vos de hombre le anuncia a ella lo que ya era un mal presentimiento.

El siguió actuando, la obra en la que trabajo durante cuarenta años parecía haber bajado de cartel y el seguía siendo el mismo personaje con algunos aditivos nuevos: El impotente, el hombre que decía que había perdido todo con la separación y ya no tenía nada… "Primero ese mal" que los médicos del Boston Medical Grupe dijeron "no tenía remedio" "y ahora esto de tener que vivir en una pensión".

Las llamadas del amigo anónimo se reiteraron y fueron dando lugar a una puesta en escena digna de una de Almodóvar: Seguimientos y persecuciones automovilísticas que incluyeron a un remisero corto de vista y su mujer embarazada, a las amigas de ella encargadas de documentar y traer las novedades, encargadas de seguir al impotente al hombre que decía que había perdido todo y ya no tenia nada...

Y resulto que el hombre que no dio dirección ni te donde encontrarlo tenia otra mujer, otra mujer "mucho mas joven" a la que pasaba a buscar todas las tardes al salir de su trabajo y juntos partían hacia un departamento del otro lado de la General Paz..

También para Laura las horas entre función y función eran las peores, esperando ansiosa la llegada de sus amigas o el informe del remisero, hasta que ya no le basto con el relato de los otros y quiso ver con sus ojos:

Lo que he visto "Me dio ganas de vomitar", me dio asco.

Que viste?

Un hombre saliendo de su casa, un hombre que esperaba en la puerta de su casa un remis, un hombre, un marido, su mujer no salió a despedirlo.

El ex marido de Laura supo tener en un tiempo pasado un pequeño velero, supo ser un timonel dominar cierto discurso y al llegar el momento intentar ante ella sostenerlo: Ahora estamos escorando a estribor, decía, ahora a babor, ahora llevamos un buen gobierno, ahora nuestro gobierno es dudoso…

Lo que ella vio aquella mañana fue "un marido", ahí algo cae, o si prefieren: Esa postal que a ella le da nauseas es la de un barco encallado.

Se hace semblante al andar y al volver la vista atrás ¿que se ve?

De que lado queda la verdad? Del lado del infame? O del impotente? Acaso no hay algo de verdad en ese significante de impotente?. Impotente para que? Esta claro que no para coger, por lo menos del otro lado de la General Paz.

"Era impotente con migo" dirá Laura, "No entiendo como fui tan boluda".

Nadie se ríe en una mesa de póquer, se sabe. Nadie ríe en una audiencia de divorcio.

Laura dice que no sabe con quién se caso pero descubre que la escena pendiente no se lo exige, si le exige saber quien es ese ahora a quien tendrá que ver en la audiencia.

A la sesión siguiente me dirá que "ya paso" que dio el examen y que después de que les pusieron la nota se sintió aliviada.

¿Qué te pusiste ese día? Pregunto.

"Lo mismo que llevo puesto ahora".

No le pregunte por la nota, bastaba con verla para saber.

MARCELO CHAPARRO.


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