Investigación à Psicoanálisis

Trabajos de Investigación Clínica y de Inserción del Psicoanálisis en diversas Áreas Temáticas
Psicoanálisis <> Psicosis

¿Qué amor para la psicosis?

Juan Cruz De Lellis

juancruzdelellis@hotmail.com

La idea de este trabajo es determinar las coordenadas del lazo transferencial en la psicosis vía el amor. Intentare articular dichos conceptos con un recorte clínico de un sujeto paranoico; tomare del mismo algunas frases y con ellas intentare articular los conceptos antes mencionados.
El desafío principal del texto es como enlazar la noción del amor entendido desde la falta, si suponemos que en la psicosis no hay registro de la misma. En este punto desde la neurosis podemos afirmar que la noción del sss, se establece a partir del amor, del amor al saber. En este punto la falta de saber se enlaza con la búsqueda de la verdad. El analista encarnara quizás en un primer momento ese otro saber que complementa dicha falta. Podría pensarse el amor en términos de ilusión complementaria. El amor como consecuencia de la falta. El panorama en la psicosis ya no puede ser el mismo.
En el artículo “La neotransferencia” del libro “Las Psicosis ordinaria”, Miller afirma: “… el sss no puede ser aquí lo que motiva la transferencia, ya que el saber ya está ahí del lado del psicótico…”(1)
Entiendo que en este punto a lo que se refiere Miller, es que no hay saber supuesto, ya que no hay terceridad, no hay nada por descubrir, no hay un sujeto a producir; más que un saber supuesto podría pensarse un saber expuesto.
Desde aquí se desprende entonces otra pregunta: Si el sujeto que viene a consultarnos no supone otro saber que dé cuenta de su sufrimiento, si tampoco nos supone a nosotros un saber; a que viene, que viene a buscar? ; Interrogantes que solo se podrían elaborar en el caso por caso; lo que si es cierto y patente es que vienen, con lo cual alguna dirección al Otro hay.  Entiendo que en esta búsqueda de algo en el otro hay un atisbo del amor.
Michel Silvestre dirá, en su texto de la psicosis y la transferencia: “…La demanda del análisis del psicótico proviene de esta forclusion”…. Luego continua: “… el psicótico se esfuerza por re-encontrarse en esos fenómenos (en domesticarlos) o sea cuando se esfuerza por darles una significación cuando busca un saber para operar esta mediación”(2)
 Entonces lo pareciera que va surgiendo es una suerte de disyuntiva en el punto en el cual, podríamos preguntarnos si el psicótico nos supone algo, si supone otro saber, o más bien hay un saber que lo desgarra, un saber que lo invade y busca en algún otro una atenuación, un límite a ese desenfreno, a simbolizar aquello de lo cual él no puede dar cuenta, a hacer algo con ese saber.
Lo que subyace de estas concepciones es la posición ética del analista. En cualquier caso la posición del analista coincide con su acto, el acto de la “completa sumisión a las posiciones propiamente subjetivas del enfermo”(3); esto implica que pueda acompañar al sujeto en su armado restitutivo y oficiar muchas veces de representante del lazo social,  aquel al que se le puede confiar el delirio, pero no para que se lo modifique, o se lo adapte a su "norma" sino más bien que pueda garantizar con su acto que es por ahí, por donde pueda elaborarse algún recurso para dar cuenta de lo real. El analista debería estar advertido de que la nueva realidad que ocasionalmente podrá restituir al sujeto a cierto lazo social, puede no coincidir con la realidad consensuada vía el falo. El punto es que el NP vehiculiza la significación fálica y esto hace lazo, en consecuencia se comparten ciertos valores sociales y culturales y  en consecuencia el neurótico cree entenderse con los demás al compartir cierto sentido; el psicótico desde esta óptica esta un poco mas solo, ya que en ocasiones puede no “entenderse” con los demás que los rodean. El psicótico sufre que el significante  no se pueda enganchar con otro y así producir significado,  sufre el estar a la deriva, sin la ayuda de los discursos establecidos que ordenan y otorgan lugares. Una de las vertientes del amor entonces es pensar ese movimiento como un intento de restitución, amor a algún significante, alguna escena a la cual volver que lo apacigüe, acompañar en ese armado, prestar alguna significación.
En el libro “El amor en las psicosis”, se exponen varios casos de analistas que se interrogan acerca de esta articulación entre psicosis y el amor, se preguntan si es posible el amor en la psicosis. En uno de esos casos, un analista (Pierre Ebtinger), comenta un caso de una joven que se siente desbordada por un deseo sexual intenso y no puede responder ante esa exigencia. No voy a extenderme sobre este caso aunque me parece pertinente, citar lo siguiente: “…Mas allá del cansancio, su relación con los otros se reparte en las categorías de quienes la comprenden y quienes no… ¿Qué hacer? Esa es la pregunta esencial que dirige a Dios, a los otros y a mí, y que se plantea frente a cada dificultad todos los días, No hay brújula interna, ni carretera general, solo caminos vecinales inciertos. ¿Busca un maestro? Indudablemente no, si una palabra que oriente y con la cual pueda conformarse, de la que pueda decir” eso me hizo bien”(4)
En referencia al caso clínico, las frases que pude recortar son las siguientes:
“yo necesito que me frenes, yo no puedo concebir que haya algo que no pueda hacer, no me gusta que mi cabeza tenga un límite”
En este punto lo que pareciera demandar este paciente  es que le otorgue cierto marco, cierto límite, prestarle una palabra que lo apacigüe, sabiendo que lo que cuenta es que el  saber ya está allí, lo que se demandaría es que su particularidad no se le vuelva intolerante para sí mismo, oficiar como aquel que organiza, que establece pautas, ciertos cortes, pero siempre teniendo como norte el testimonio del paciente.
En otra oportunidad afirma: “… yo confió a quien le creo”
En este caso se me ocurrió pensar en que analista deberá pivotear entre aquel al que se le puede confiar el delirio sin quedar ubicado desde un lugar Otro, no tentarse con la posición del saber, aunque si a veces con un discurso categórico que sirva para dirigir, para ayudar al sujeto en este armado restituido, pero no desde aquel que sabe y que comanda, sino más bien del que acompaña; el que guarda, o el que ofrece la posibilidad de enlazarse con el otro, o con su propio cuerpo.
Por ultimo me gustaría describir un poco la relación de este sujeto con el saber.
El mismo dice desconfiar del saber médico, de los psiquiatras, y de todo saber occidental, por ello busca significaciones a partir de la lectura del “I Ching”; que es una suerte de libro oracular chino, la cuestión es que el lo ve como un lugar en el cual se consulta sobre lo que lo interroga; el afirma: “cuando tengo algún interrogante, alguna pregunta  le consulto y me responde todo lo que necesito”
Veo esto como una suerte de suplencia, ante el desconcierto, ante el enigma del Otro, este paciente se inventó un recurso,  encuentra sentido en la filosofía oriental, y esto le permite por un tiempo circular sin mayores inconvenientes.
Para ir concluyendo, podría pensarse que existe el amor en la psicosis, quizás una de las diferencia con la neurosis sea que es un amor que no busca la complementariedad sino la restitución de sentido allí donde no hay significante para responder; es un amor al sentido.
Concluyo con Freud: “lo que nosotros consideramos la producción patológica, la formación delirante es en realidad, el intento de restablecimiento, la reconstrucción”; (5) podría agregar vía el amor.

Juan Cruz De Lellis

Notas

(1) Jacques Alain Miller; “Las psicosis ordinarias”; pág.  132.

(2) Michel Silvestre: “Transferencia e interpretación en la psicosis: Una cuestión de técnica.

(3)  Jacques Lacan, De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, en escritos II pág. 511.

(4) “El amor en las psicosis”, Pierre Ebtinger; El amor posible, pág. 64

(5)  Sigmund Freud, sobre un caso de paranoia descripto autobiográficamente; AE toma XII; pág. 65

 

 


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