Investigación à Psicoanálisis

Trabajos de Investigación Clínica y de Inserción del Psicoanálisis en diversas Áreas Temáticas
La investigación psicoanalítica en la Clínica de la Discapacidad

El elogio de la sombra

Elena Goldin

Trabajando con niños y adolescentes ciegos me pregunté como ha podido condensarse una luz tan intensa en un lugar tan sombrío.

Pensé primeramente que era una engañosa belleza la creada por las penumbras y no una auténtica belleza, pero sin embargo estos niños crearon belleza haciendo surgir sombras en lugares en sí mismos insignificantes. Elogio pues el de la sombra, ya que confiere todo su valor a lo que esconde y hace emerger, permite percibir extrañadamente, estéticamente lo que la mirada imprecisa de la cotidianeidad ha sepultado.

 

Taller Literario con niños ciegos.

Mi primera impresión fue que éramos los videntes quienes estábamos un poco ciegos a causa del continuo bombardeo de imágenes, y ahí creí que era preciso atravesarlas para hallar las verdaderas y pensé ¿ Qué mejor que nos alumbre el camino un invidente ya que en la dimensión de nuestro interior, de realidad invisible, ellos nos llevan ventaja.

Me propuse, pues cerrar los ojos, para que la vista no enturbie ni distraiga mi concentración o placer, y así los cerré para dejarme ir en ellos.

Se transformó al aula tradicional en un aula taller, creando un espacio de relación entre los docentes y el alumno, mutuamente modificante, aceptando el error, integrando la interpretación, la teoría, la práctica, fue allí donde la trasgresión se tornó base del acto creativo, develando lo oculto del pensamiento que lo sujetaba..

El taller operó como una alternativa de aprendizaje creador, apuntado a que el sujeto de este aprendizaje fuera un sujeto protagonista, con pensamiento crítico y capaz de problematizar.

No existieron géneros menores con estos niños, no se buscaron escritores, pero sí en el ejercicio de la escritura se formaron lectores maduros, ofreciendo el taller un sistema privilegiado de creación y circulación de textos.

Se transformó al taller en una situación óptima de aprendizaje de la lengua escrita en una situación de comunicación real, generando que los actos libres sean trabajo y dieran como resultado un producto: un texto, un afiche, una obra de teatro, un cuadro, obras que se exponen, no para juzgar su corrección, si no para transformar al resto del grupo en público y así poner en escena el compromiso crítico.

Se transformó también en un espació escenográfico, tomándolo como terreno a la curiosidad, propiciando una nueva actitud frente a la palabra, esa palabra literaria que cada uno se animó a manipular, amasar, transformar, e hizo fluir, en los ríos del relato.

Tomaron palabras y le armaron ritmos elegidos, cada uno le dio un sonido luego gestos, luego le inventarían significados, se planteaban preguntas en potencial. Hasta que descubrieron que la literatura no parece ser lo mismo que la realidad, tiene otras reglas, y experimentaron en esa aula que pueden inventar y contestar cosas distintas a lo real, descubriendo que enfrentándose a una palabra desconocida, descubrirán también quizás el deseo de escribir como modo de conocer.

Exploraron las palabras, se contactaron con ellas a través de juegos con consignas claras y no preguntas sobre elementos que podrían resultar una mera copia de la realidad.

Tenían que trabajar, articulando sonido, musicalidad, rugosidad, en fin apelaron a todas las estructuras posibles, haciendo el referente real rico en elementos que lo volviera fácilmente descriptible.

Se plantearon así los polos del trabajo, por un lado con situaciones nuevas que despierten su inventiva y por otro lado incitándolos a que recurran a la ficción y la usen libremente, creando o bien desarrollando sus propios criterios.

Se evaluaron, corrigieron, perfeccionaron su estilo, su relación con los demás al escribir, al narrar, desarrollaron su lenguaje, su poética, utilizaron todos sus sentidos recogiendo datos de la realidad.

Armaron y desarmaron hipótesis, conjeturaron, hicieron pronósticos, predicciones, verificaciones, respuestas a sus preguntas, se pusieron curiosos, exploraron, investigaron, y compararon u organizaron los resultados y luego lo más interesante, fue que reflexionaron.

Utilizaron a las palabras como fuente de inspiración, las poesías, los textos, sobre todos aquellos que creaban situaciones disparatadas, absurda, los convocaba a parajes inolvidables, llegaron a decir que algunas palabras son oscuras ó más claras y que parecían una alfombre mágica, ya que los podía transportar donde quisieran solo quizás dando vuelta una página.

En fin, se planteó el trabajo como montajes, se construyó la escena literaria, como un sueño, como una película, siendo el tamaño lo que adquirió significado, aquello que se mostró con lente de aumento se hizo importante para la historia.

Me moví con el resto de los sentidos y abusé de todas las posibilidades, ya que trabajar con estos niños es trabajar con niños sensibles, que quizás sigan el camino de la enseñanza por atajos diferentes, interviniendo en su aprendizaje lo artístico, lo musical, creando de esta forma marcos que les permitieran entre otras cosas desarrollar activamente lo que sufrían pasivamente.

De ahí que surgieran propuestas de aprendizaje en los museos, por ejemplo, donde descubrieron no solo que las manos ven, sino que no hay que ver para emocionarse. Se les presentaron ideas para despertar su interés en el arte sirviéndonos luego éstas para aumentar su vocabulario y su conocimiento, transformándose así en herramientas para trabajos posteriores.

Los objetivos de este trabajo estuvieron más que logrados, quería generar de esta forma una comunidad cultural adherida también a la integración, pudiendo así producir escuelas más democráticas.

El proyecto se convirtió en disparador de experiencias posteriores y dejó en la escuela sentadas bases para seguir con su funcionamiento y organización, despertando el interés y la necesidad de participar en todo momento como grupo con los maestros, ya que lo más difícil para ellos fue deconstruir lo real y aceptar esta propuesta convocante como proyecto personal y no solo de los niños, estableciendo un vínculo de la comunicación a la producción y de allí a la tarea, logrando que se convierta en una espacio para la experiencia reflexiva, intercambio de ideas y problematizaciones de las mismas.

2. El «deseo de imagen»: No hay que ver para emocionarse. (Taller de Fotografía).

¿Por qué se arriesga un ciego a hablar de pinturas que nunca ha visto y mucho menos como se atreve a desear tomar fotografías?

Fue ahí donde empecé a pensar que la imagen no es algo necesariamente visual, y cuando un ciego dice que imagina, significa con ello que también tiene una representación interna de realidades externas.

Podríamos empezar a pensar que lo importante es la necesidad de las imágenes y no como son producidas; simplemente cuando imaginamos cosas existimos, no podemos pertenecer a este mundo si no podemos decir que lo imaginamos a nuestra propia manera. Pensemos que la imagen no es algo necesariamente visual. Cuando un ciego dice que imagina, significa con ello que también tiene una representación interna de realidades externas, su cuerpo también media entre él y el mundo.

El ciego vive en la intimidad de lo táctil y lo espacial; estas formas visuales que definen nuestra principal relación con lo real, ya no son para el ciego, más que tacto y distancia, y finalmente solo tacto ya que la distancia es lo que recorre tocando. Tiene un conocimiento de las cosas más íntimo, cercano y concreto, lo suave, lo duro, lo blando, lo rugoso son para él presencias diferentes y más intensas que para nosotros, para quizás una distraída mirada rápida y resbaladiza.

El ciego sabe hacer hablar la tactilidad de las cosas, no ve las formas, las toca, las imagina y probablemente pueda prescindir de las mezclas impuras que nos imponen las miradas orientadas constantemente por la utilidad y el razonamiento.

Las fotografías de un ciego nos dicen que su anhelo de imágenes puede ser comparado con la voluntad de todos aquellos que quieren responder a las preguntas del mundo por sus propios medios, creando sus propias imágenes más que aceptando pasivamente lo que otros puedan imaginar en su lugar.

Como cualquier otro grupo social marginado, los ciegos han sido obligados a expresarse con las palabras de otros y en su nombre, en vez de invocar el suyo propio.

¿Qué nos sorprende ante tal hecho, porqué nos sorprende que un ciego tome fotos?

Probablemente el deseo de imágenes consista también en resistir las ideas concebidas y recibidas acerca de los ciegos. Cerremos pues los ojos para que la vista no enturbie ni distraiga nuestra concentración o nuestro placer, cerremos los ojos para dejarnos ir en ellos..

Un fotógrafo no fotografía "objetivamente" lo que ve, sino aquello que le agregan sus palabras, sus deseos, sus amores o su historia, algo así como que es imposible concebir a la fotografía sin sueños pero si es posible concebirla sin ojos.

El ciego es aquel que, al no poder mirar, no puede sino tocar, y la fotografía es el arte que no toca nada, sino que deja ser a distancia.

Entre el espectador y las fotos de un fotógrafo ciego, hay por lo menos dos codificaciones, dos mediaciones, la lingüística y la mecánica, la de las palabras y la de la cámara fotográfica; esto me recordó la situación clínica en el psicoanálisis, pues también entre el psicoanalista y su paciente se despliegan igualmente dos mediaciones: la de las palabras por un lado y la de la técnica psicoanalítica por el otro, es decir, colocar en un molde seguro aquello que aún no conocemos y queremos conocer.

Del conocimiento que tenemos del molde podemos ir sacando conclusiones sobre aquello que contiene; sabemos como funciona la cámara fotográfica, como también sabemos de qué modo procede la teoría psicoanalítica de manera que podemos "analizar" todo lo que quepa en ella; de ahí que pienso que para analizar algo es necesario que se exprese objetivamente, es decir, se encarne en una fotografía o bien en el relato de un paciente, ya que en ninguno de los dos casos tratamos directamente con el objeto. No tratamos con las imágenes internas del fotógrafo ciego ni con los sueños directamente, solo analizamos el relato que hace del sueño el paciente, pero no el sueño mismo.

Entonces, diría que la objetivación misma es ya una interpretación, y que las imágenes que nos entrega un fotógrafo que no ve no están más mediadas que las de un fotógrafo que ve, ambas son expresión, representación.

En definitiva colaborar con ciegos, sería hacer el campo visual más inteligible para aquellos que ven, ya que como decía más arriba los videntes permanecemos profundamente ciegos ante nuestra propia ceguera, y los ciegos creando sus imágenes se tornan más visibles para nosotros, los videntes.

Elena Goldin

Lic. En Psicología (Universidad Nacional de Rosario); Posgrado en curso de Literatura y Estética (U. N. R). Actividad profesional en la Escuela 2081 para niños ciegos y disminuídos visuales Lidia Rouselle; Rosario, Sta-Fé, y en la Escuela EGB3 ESPECIAL de Rosario. Coordinadora de talleres de Literatura y Expresión. Miembro de Ciudades Educadoras, Delegación América Latina – sede Barcelona.

E-mail : elenagoldin@sinectis.com.ar


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