Investigación à Psicoanálisis

Trabajos de Investigación Clínica y de Inserción del Psicoanálisis en diversas Áreas Temáticas
Investigaciones teórico conceptuales

La atemporalidad del síntoma (1)

Gabriel Moreira
 gabgmoreira@gmail.com 

En los mismos ríos entramos y no entramos,
[pues] somos y no somos [los mismos]. (2)
Heráclito.

Muchas veces, se nos presenta necesario articular los procesos de la clínica analítica, en relación al tiempo en que suceden los mismos. Cuándo es que ocurren los cambios, cuándo empieza el análisis, cuándo intervenir y cuándo es interceptada esa intervención por parte del paciente. Estas preguntas nos pueden conducir a reflexiones que giran en torno a la temporalidad del inconciente, y sobre todo, a qué tiempo es el que transcurre allí. Por otro lado, notamos recurrentemente, a pacientes que parecieran resistirse a ciertos cambios que ellos mismos consideran necesarios, presentando así evidencia para pensar una postergación y/o retraso de los procesos que el tratamiento implica. Nada de esto nos debería sorprender, ya que son advertencias referidas por Freud mismo en sus trabajos. En ellos remite a repeticiones asociadas a resistencias estructurales, a modo de defensa, frente a episodios, recuerdos y situaciones traumáticas en la vida anímica de cada sujeto.
Freud se encuentra con estas elucidaciones y las explica a partir de la lógica après-coup, es decir, de la retroacción del significado de dicho episodio. La vivencia ocurre en un momento de la historia del sujeto, pero es significado como traumático en otro tiempo, habitualmente posterior. Sería este un primer acercamiento a la diferencia entre el tiempo como concepto y el tiempo que se rige en los procesos inconcientes. Los desarrollos freudianos afirman que la separación temporal entre la vivencia y el movimiento retroactivo del sujeto conforman la predisposición a resistirse, y comúnmente, a reprimir dichos episodios. Como resultado de esta represión, se da lugar a la formación de síntomas que se presentan, las más de las veces, como motivos de consulta para el inicio de un tratamiento psicoanalítico.

Podríamos pensar que los síntomas que los pacientes presentan en las consultas, ya tienen en sí mismos una desarticulación temporal. Es decir, esa queja de hoy remite constantemente, de forma repetitiva, a un afecto pasado, un episodio anterior, un recuerdo difícil de recordar. Partiendo, entonces, de esa atemporalidad del síntoma, es que empezamos a pensar en el valor temporal que tiene la posibilidad de recordar y poner en palabras un hecho del pasado histórico del paciente. En el decir de Freud, nos encontramos con su apreciación sobre los inicios de tratamiento de los pacientes, a lo que refiere “que el analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, desde luego, que lo hace” (3). Nos da la sospecha, hasta aquí, que la resistencia esconde un vínculo con el paso del tiempo singular del sujeto, muy distante y diferente, del transcurrir temporal ordinario y cronológico.

De esta manera, sería posible empezar a pensar en una vertiente sintomática de la repetición o, más bien, tomar a esta última como un síntoma. Es así que nos encontramos con el paciente Miguel, quien se presenta a la consulta diciendo que acude para cambiar y cuestionarse sus modos de actuar, pero no deja de postergar insistentemente sus intereses, entre ellos, leer un libro, salir con una chica, cursar una materia que le gusta, hablar con sus padres acerca de su sexualidad. Cada vez aparece una razón suficiente para no dar lugar a esos encuentros, al punto de que él mismo puede predecir algo de su comportamiento, al mismo tiempo de que se lamenta. Sigue repitiendo ahí donde quiere dejar de repetir.

Siguiendo la propuesta de Fabián Naparstek en su artículo “Sobre la eficacia freudiana y el síntoma”, podemos entender al síntoma como una fusión entre una parte pulsional, somática, autoerótica, y una parte referida a la fantasía, a la palabra y al sentido psíquico. “Todo síntoma histérico requiere de la contribución de las dos partes. [...] No se produce más que una sola vez, si no posee un significado psíquico, un sentido” (4). Es entonces mediante ambos componentes que el síntoma puede presentar su faceta insistente y repetitiva. Lo pulsional necesita de la fantasía, y viceversa, para que se puedan  constituir como síntoma.

Teniendo en cuenta la dimensión temporal que nos interesa interrogar, no podemos hacer oídos sordos de las articulaciones que Hegel hizo respecto de la famosa frase de Heráclito, citada al comienzo de este trabajo. Si consideramos que las cosas están en un perpetuo movimiento, a partir del cual, nunca pueden volver a ser lo que fueron, nos encontramos ante una saturación de la identidad de cada cosa. Es entonces Hegel quien propone pensar que el tiempo de cada cosa es lo que hace a la diferencia. Es decir, cuándo ocurre es lo que define al hecho, más que el hecho en sí. Así, nos encontramos, en un primer acercamiento articulado por Lacan, con que el tiempo del inconciente es el inconciente mismo, lo que le permite reproducirse en cualquier soporte material y de cualquier forma, lo que nos lleva de lleno al campo de la repetición. (5)

Volviendo a Miguel, se logró poner en palabras, luego de un período de indagación acerca de estas postergaciones tan características, que la razón principal por la cual no llega nunca a hacer lo que le interesa es la idea de que se siente permanentemente observado por los demás, una observación cargada de críticas y juicios negativos sobre él. Miguel estudia una carrera vinculada a las artes visuales, y justamente, una materia, cuya cursada viene postergando, consiste en actuar frente a todos sus compañeros. Aclara que es de su máximo interés poder hacerlo, pero que es demasiado el temor que tiene de sentirse incómodo ante tantas miradas.

Fue recién a partir de intervenir en relación a hacer escuchar su motivo de consulta inicial, con el cual acudió a comenzar un tratamiento, referido a cuestionarse y replantearse sus formas de actuar frente a estos intereses, la que lo llevó a decir, entrevistas más tarde: “Voy a cursar esa materia. Si no es ahora, ¿entonces cuándo? No quiero que esto [el tratamiento] sean seis meses más de lo mismo”. Podemos pensar que contando con el espacio para hablar y apoyado por la transferencia, se abre la posibilidad de poner en palabras su síntoma y no repetirlo en acto. Esto va a llevar, entrevistas más tarde, a la aparición de recuerdos infantiles ligados a esas miradas a las que teme.

El intento es el de descomponer el síntoma y librar la trama fantasmática de la moción pulsional. Siguiéndolo a Freud en “Recordar, Repetir, Reelaborar”, nos animamos a hablar aquí de los síntomas significados por la transferencia, apuntando a sustituir su neurosis ordinaria por una neurosis de transferencia. Para ello es que intentamos descomponer del síntoma cada una de sus partes, a fin de que se vuelvan a recomponer pero con la articulación del espacio transferencial, con el objetivo de que el paciente no vuelva a caer en las mismas repeticiones que lo llevan a tomar las mismas decisiones. Eso implicará “retener en un ámbito psíquico todos los impulsos que él querría guiar hacia lo motor” (6), de esa forma se podrá tramitar mediante el recuerdo algo que el paciente preferiría descargar por medio de una acción.

Para finalizar, retomemos la parte temporal del síntoma. Allí donde se repite sintomáticamente una escena, una acción, podemos animarnos a decir que el sujeto se encuentra detenido, sin saberlo, en aquel tiempo que el síntoma representa, es decir, el momento de la historia del sujeto que da cuenta en la trama fantasmática del síntoma. Aquella escena se repite una y otra vez en el síntoma, y el sujeto se encuentra detenido en ese tiempo. Nos llama la atención el aporte de Miguel al interrogar “¿cuándo?”, ya que sin darse cuenta pone al tiempo en movimiento para abrir esa repetición a una nueva acción y dar curso a lo que podríamos llamar, primitivamente, su deseo. En lo concreto, podríamos suponer que las postergaciones a sus intereses están sostenidas debido a que se sigue sintiendo observado por aquellas miradas de sus recuerdos infantiles. Freud considera que el trabajo terapéutico consiste, en buena parte, en la reconducción al pasado, poder ponerlo en palabras y traer a la conciencia esos recuerdos y afectos que conforman la repetición sintomática, en vías de una reconstrucción de la historia del sujeto. Pero, ¿de qué se trata esa reconstrucción?

Es importante articular lo hasta acá dicho con los aportes de Lacan a la cuestión del tiempo y del sujeto. Al poder poner en palabras un recuerdo o un afecto, el sujeto no hace simplemente eso. Para Lacan la utilización de la palabra o del lenguaje reconduce a un terreno distinto, al terreno de lo simbólico, y como tal, implica la dirección a un Otro, o más bien, lo hace en el campo del Otro. Al decir que el sujeto se constituye en el lenguaje, no solamente nos ayuda a entender el valor simbólico que cobra esa palabra, ese recuerdo, sino también, nos devuelve a la dimensión temporal de la que venimos hablando. La puesta en palabras de la historia del sujeto, para Lacan, no representa el movimiento del tiempo en dirección al pasado, sino justamente lo inverso. “Lo que vemos bajo el retorno de lo reprimido es la señal borrosa de algo que sólo adquirirá su valor en el futuro, a través de su realización simbólica, su integración en la historia del sujeto” (7) . Pasado y porvenir confluyen, el sujeto reescribe su pasado en el presente, y eso abre las puertas a una posterior reelaboración, el sujeto ya no es el mismo, porque su tiempo no es el mismo. La temporalidad que rige en lo inconciente no parece transcurrir según el tiempo de las horas o minutos, sino que transcurre según el tiempo de la palabra.

Bibliografía:

Notas

(1) Trabajo presentado en las Jornadas de la Fundación Causa Clínica, diciembre del 2019.

(2) La traducción es tomada desde el alemán, consultado en Die Fragmente der Vorsokratiker, Diels-Kranz, Berlín, 1952.

(3) Freud, S., “Recordar, repetir, reelaborar” (1914), en Obras Completas, Amorrortu Ed., Tomo XII, pág. 151-152.

(4) Freud, S. “Fragmento de análisis de un caso de histeria” (1905), en Obras Completas, Amorrortu Ed., Tomo VII, pág. 37.

(5) Lacan, J., “El Seminario de Jacques Lacan, Libro 1. Los escritos Técnicos de Freud” (1953-1954), Paidós, pág. 352.

(6) Freud, S., “Recordar, repetir, reelaborar” (1914), en Obras Completas, Amorrortu Ed., Tomo XII, pág. 155.

(7) Lacan, J., “El Seminario de Jacques Lacan, Libro 1. Los escritos Técnicos de Freud” (1953-1954), Paidós, pág. 240.

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