Investigación à Psicoanálisis

Trabajos de Investigación Clínica y de Inserción del Psicoanálisis en diversas Áreas Temáticas
Problemas contemporáneos en la clínica de las neurosis

Tentación flotante
Interferencia en la escucha analítica

M. Auxi Scarano

Antes y después del 11 de abril, dada la severa crisis política acontecida, los venezolanos hemos estado expuestos a situaciones emocionales nuevas, extremas, caracterizadas por la amenaza, frustración, improvisación, confusión, incertidumbre, inestabilidad, intrusión, impotencia y pérdida.
En ese contexto, la tarea analítica ha resultado más exigente de lo normal: la escucha analítica, la observación fina, la atención flotante, la intuición, la función continente, se ha visto interferida. Así, los acontecimientos ocurridos en estos tiempos, han activado intensas ansiedades persecutorias que han alterado nuestras vidas, y en nuestro ámbito laboral han incidido en la tarea y función psicoanalítica.

Podríamos hablar de varios elementos que pueden verse afectados por circunstancias de crisis como esta. Me dedicaré a uno de ellos, y desde uno de sus vértices. Lo he llamado «tentación flotante», refiriéndome así a la provocación —dada la situación de angustia real externa— de salirme del rol analítico —de observación y escucha al paciente— para «conversar elaborativamente» de la tensión nacional vivida. Se trata de una interferencia a la función alfa del analista, de captar, recibir, procesar, digerir y contener mentalmente la experiencia propia y la del paciente.

El riesgo de tener el «foco alterado», el instrumento de observación interferido, es que se distorsiona la realidad o verdad del paciente (su O) por ende no es posible ofrecer al paciente la interpretación adecuada para su momento mental. Impide poder articular los datos, ordenarlos y seleccionar el hecho central.

Es importante considerar este sentimiento de «tentación flotante» a fin de rescatar la función analítica.

Identifiqué dicha «tentación» cuando se fue configurando el caos a través de la serie de hechos acontecidos. Desde aquel «aló presidente» incitador de odio, la ironía de «aquí no está pasando nada», la defensa de PDVSA, la huelga de la CTV, la Opción¹ Carmona Estanga, la potencia de los medios de comunicación, la ilusión de la marcha, la decisión de ir a Miraflores, el presidente en cadena nacional diciendo «que todo estaba normal» y las televisoras dividiendo la pantalla mientras Chávez hablaba, mostrando las imágenes de la marcha y de la violencia que comenzó a cobrar vidas, los muertos, los manifiestos de los oficiales, los círculos bolivarianos actuando, y, la incertidumbre de qué es lo que realmente estaba pasando, se transformó en protagonista. La expectativa del desenlace de los acontecimientos, madrugadas interminables, el país no durmió durante esas noches, impactado frente al aparato de TV para no perderse episodio alguno de una historia que avanzaba a zancadas tras el incierto anuncio de la renuncia presidencial, más la noticia de que Carmona Estanga asumiría la jefatura del país, los aplausos de aquellas frases categóricas donde se instaló el gobierno de transición —supuestamente contando con el apoyo de la Fuerza Armada— que luego se revirtió. Así, Venezuela y el mundo interno de los venezolanos estuvieron estremecidos: enfrentamientos, saqueos, marchas y caravanas, ola de rumores, cacería de brujas. Una TV que se quedó muda ese domingo generó aún mayor angustia y ansiedad, luego se desbordó la información. El golpe se convirtió en contragolpe, regresa Chávez, retoma el «poder», y arranca la supuesta rectificación, las irrisorias comisiones de la verdad, las insólitas interpelaciones, la sensación de que las cosas andan peor y, el rumor de que «ahora es cuando viene lo peor» continúa manteniendo al pueblo en ascuas.

En los últimos dos meses el diván ha estado conteniendo estos contenidos, la mente del analista ha estado arduamente pensando. Ha sido una oportunidad importante para aprender muchísimo. La herramienta fundamental ha sido el autoanálisis, contener las ansiedades persecutorias personales, y discriminar las ansiedades de cada uno de los pacientes, un esfuerzo psíquico por poder pensar en tiempo de confusión, entender en tiempo de caos, tolerar el miedo, (un miedo nuevo: sentir por primera vez amenazada la vida y la de los familiares, necesidad de armarse, de pensar en estrategias para la guerra, proveernos de alimentos externos ­ y los internos). Con todo ello trabajar, esperar al paciente con su propia percepción y vivencia, y lidiar con la tentación, deseo y curiosidad de saber con qué vendría entonces cada paciente a su sesión.

Freud escribe en el artículo Sobre la Iniciación del Tratamiento. Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis I (1913) en relación a la regla fundamental del psicoanálisis, «Uno mismo, por su autoanálisis, tiene que recordar cuán irresistible aflora la tentación de ceder a aquellos pretextos críticos para el rechazo de ocurrencias cuando aparece en la comunicación algo íntimo sobre terceras personas. Es imposible llevar a cabo un tratamiento analítico en que se excluyera de la comunicación los vínculos del paciente con otras personas, y sus pensamientos acerca de estas». En Recordar, repetir y reelaborar. Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis II (1914) agrega Freud: «En esas circunstancias (de reelaboración) el médico no tiene más que esperar y consentir un decurso que no puede ser evitado, pero tampoco apurado. Ardua tarea para el analizado y una prueba de paciencia para el médico».

Muy útil resultan los trabajos de W. Bion sobre «Experiencias en grupos» para entender la conflictiva vivida, «la presencia del enemigo: la psicosis», la incapacidad de la comunidad para integrase, el funcionamiento mental del «grupo de supuesto básico» (dependiente, apareamiento y de lucha-fuga). Igualmente resultan útiles los trabajos sobre esquizofrenia, arrogancia, ataque al vinculo, la tabla y su columnas 2 y 6 (mentira y acting out), la noción de la búsqueda de la verdad (K) y el odio a la verdad (-K) y más aún, los conceptos de función alfa y elementos beta y el modelo continente-contenido para proveer un aparato que pueda proporcionarle a la personalidad, el tipo de experiencia de la que surge la «sensación de confianza» para discernir la verdad y para favorecer el crecimiento mental.

Trabajé toda esa semana del paro, y hasta el medio día del 11 de abril día de la marcha, yo me incorporaría después de atender al último paciente. Todos los pacientes de esa mañana irían a dicha marcha. Identifiqué especiales interferencias en la escucha de ese día, cacerolazos, cornetas, pitos y cohetones que se escuchaban dentro del consultorio a pesar de que estaban afuera. Los primeros minutos de cada paciente eran un reporte de lo que decía el noticiero de esa mañana, en una conjunción de fantasías esquizoparanoides del paciente junto con las mías, y yo con la tentación de sentarme a conversar cual vecinos sobre el asunto. Los siguientes minutos de sesión eran más sobre lo mismo, rechazo a la situación política, a la provocación, a la agresión, preocupación por la economía, temores por el futuro. En el edificio donde trabajo habían pocas oficinas funcionando, no había estacionamiento ni aire acondicionado, se escuchaba un radio a lo lejos que también distraía, entre sesión y sesión hablaba telefónicamente con familiares que ya estaban en la marcha esperándome, todo ello me exigía una concentración especial tarea que hice con dificultad y con esfuerzo.

Participé en la marcha, me uní de Chuao a Miraflores. Había participado en otras marchas, pero a diferencia de las otras, en esta yo esta estaba alerta, por las lecturas sobre la situación política suponía que los «muertos vendrían», y mantuve una actitud paranoide útil que me permitió captar los riesgos, y saber que a la altura de la Av. Bolívar, cerca de las 4 de la tarde, debía regresarme a casa. Entre el temor de seguir y el temor de regresarme, porque el regreso lo exponía a uno.

Evidentemente cada paciente y cada analista, ha vivido esta situación en función de sus objetos internos, de la fortaleza o fragilidad de su Yo, del manejo de la culpa, etc. Cada uno ha procesado la experiencia según sus recursos.

Presento a continuación algunas situaciones y viñetas de pacientes, cuyo contenido fue lo que me animó a pensar sobre esta situación de interferencia en la escucha analítica que hoy comparto con Uds.

Frente a pacientes periodistas, tuve y he tenido la necesidad de estar alerta en cuanto no dejarme seducir por la información nueva que traían, al igual que contener mi curiosidad por el último dato sobre el asunto.

Una de ella, que hacía semanas venía «demasiado cargada», angustiada por la amenaza del posible golpe, agotada del lleva y trae mediático generador de inestabilidad, temerosa de la amenaza de cierre de su empresa y de las agresiones de calle, traía noticias «calienticas» para que yo estuviera al tanto, como si trabajara con ella en el canal, en su canal interno... De nuevo lidiaba yo con la tentación de conocer la noticia más fresca, como si en esos días lo valorado era la noticia de último minuto, instrumento de la «verdad» que no alcanzábamos a entender, la verdad como urgencia, como forma de procesar la circunstancia.

El 10 de abril expresó, «Auxi, las cosas están horribles, se dicen cosas, ¿estás al tanto?, viene algo feo, están llamando al canal, arriba están asustados (arriba es presidencia del medio de comunicación) hay que comprar comida para varios días, enlatados, galletas, compra velas, pilas, agua, no sabemos exactamente que es lo que viene pero es algo feo, en la empresa están armados, nos da miedo salir, cada vez que ven una de nuestras cámaras nos tiran piedras, que arrechera, Chávez quiere cerrar el canal, los círculos bolivarianos nos tienen amenazados, y hay mucha gente reuniéndose, los militares se están organizando, el trabajo está muy fuerte, es demasiado, yo no aguanto y todavía tengo que regresar al canal a terminar unas cosas nuevas que surgieron, no hay mucho tiempo para dormir ni para atender a la familia».

Otro paciente periodista, el mismo 11 de abril decía con indignación y rabia: «Esto es un desastre Dra. Esto no tiene arreglo, esta gente está destruyendo al país, lo ha violentado, lo ha mediocrizado, lo ha marginalizado, es gente demasiado resentida y envidiosa, demasiado odio, es mucho el esfuerzo que se necesita para reconstruir de nuevo todo, especialmente la institucionalidad, no tolero la mentira, ¿cómo tolerarla? ¿qué hacer? Yo intento separar las cosas, no es fácil con mi trabajo, trato de cuidarme, de no estar envenenado, pero no es fácil, me siento muy deprimido, alrededor de uno está la gente mal, por lo menos yo tengo este espacio para sacar todo este malestar, pero uno ve a le gente mal, de dónde sacar esperanza, yo sé que me puedo fajar para no perderla pero es que la realidad se impone. ¿Ud. ya tomó sus precauciones, yo le recomiendo que tenga sus dólares afuera, lo mejor es irse de este país, sobretodo por sus hijos, Ud. sabe lo mal que la van a pasar sus hijos, Ud. no quiere darle una mejor educación a sus hijos? Yo lo estoy pensando, es que no provoca quedarse en el país, reconstruir esto va a tomar demasiado tiempo, tres décadas por lo menos...»

La enseñanza de Bion sobre el abandono de la memoria y el deseo fueron fundamentales para poder escuchar y conocer con todos los sentidos lo que decía cada paciente.

Al día siguiente de la marcha —12 de abril— trabajé en la tarde para aquellos pacientes que no tenían inconvenientes en acudir a su sesión. Ese viernes, ingenuamente sonreída, celebraba yo la caída de Chávez sin mayor análisis de la tragicomedia que estaba planteada. Me resultó muy duro especialmente el trabajo con MU., quien ese día, después de 6 meses de haber iniciado su tratamiento, «confesó» ser chavista. Antes no necesitó tocar el tema porque estaba muy metida trabajando otras áreas de su conflictiva afectiva asociada a separación de pareja. Ese viernes mientras yo sentía no poder disimular una sonrisa (que por cierto no duró mucho), la paciente lloraba con un dolor profundo que viví con sorpresa; ella estaba realmente desconsolada, desesperada, asustada por su hermano, asesor del presidente, amenazado ahora por la terrible «cacería de brujas» planteada, estaban buscando lugares clandestinos para protegerlo, su padre venía en camino del interior del país para tomar decisiones. También sufría por una fuerte decepción con su tío PE, protagonista fundamental del antichavismo quien tenía retenido al presidente en no se sabía donde. Así la familia de MU. estaba dividida. Ella no se sentía dividida, por cuanto estaba con la «revolución», una revolución entendida a su manera y bajo la premisa de sus conflictos internos inconscientes aún para ella. Yo analista estaba dividida entre lo que la paciente me traía y mis sentimientos de ese momento. Para ella fue difícil ir a su sesión porque imaginaba que yo era antichavista y ella se debatía entre ser respetuosa y temer que alguien antichavista no pudiera trabajar con una chavista. El trabajo de lo transferencial fue decisivo en estas primeras sesiones. Durante la sesión no me resultó difícil asumir mi rol, separar mis sentimientos y mis juicios. Fuera de sesión me resultaba difícil.

El lunes siguiente a esa sesión, las cosas habían cambiado, se habían revertido, ella andaba con una gloriosa sonrisa y yo con una fuerte depresión. Ella disimulaba ahora su alegría organizando sus argumentos chavistas y yo hacía el ejercicio de escucharla, disociando mis emociones. La paciente sentía culpa por haber manejado información cercana de lo que pasaba en Miraflores y no llamarme ese domingo para avisarme. «Yo sabía y tu no, y eso me mortificaba».

Escuchar, contener, esperar fue mi mejor actitud.

Una paciente, ingeniero en computación decía en una de sus sesiones: «Estoy muy preocupada, anoche no pude dormir, ando con diarrea hace varios días, es que cada día las cosas que ocurren en el país asustan más ¿ qué va a pasar?¿cómo tolerar a esta gente, con sus mentiras, con su incompetencia, con su agresión? El país está hecho un desastre, las interpelaciones dan asco, parece una novela, cada uno dice más cosas insólitas que el anterior, ya ha pasado un mes y aún faltan piezas para armar este rompecabezas, me doy cuenta que ando irritable, regañona, no tolero a los niños, los pobres andan que no entienden, igual que uno, no me separo de «Globovisión», es una adicción, en el carro el radio no tiene ya música, para la oficina también me llevé otro radio, tengo la necesidad de escuchar, para saber qué pasa, para entender que es lo que está pasando con mi país, y con sus repercusiones en mi, no puedo hacerme la loca con esta realidad, lo que más me calienta de Chávez es su actitud, su agresión, produce un sentimiento de odio que jamás yo había sentido por nadie, y eso me impacta. Su gente es de terror, dígame la cochina de pelo largo en la asamblea, no la soporto, tan irónica, estoy indignada de tanta mentira, y que están buscando la verdad, mientras tanto el país trancado, mi esposo no tiene nuevos contratos hace tiempo y ya hemos tocado demasiado los ahorros, tratamos de no angustiarnos, de administrarnos, intentamos no recargar de más las cosas, he intentado en estos días reforzar los valores de unidad y convivencia en casa, ayudando a mis hijos a tolerar las cosas, pero yo siento odio y rabia, ando disimulando frente a mis hijos que lo que siento es arrechera, tampoco se trata de protegerlos y decirles que vivimos en Disney, pero me parece muy toxico envenenarlos a ellos, que difícil tolerar esto...».

En esos días críticos, sentí que lo que correspondía era escuchar, escuchar-me, pensar, reconocer, contener, contener-me. Lo común de esas sesiones fue la necesidad de los pacientes de descargar lo intolerable, posteriormente cada paciente fue procesando la circunstancia nacional en función de su conflictiva interna característica. En algunas situaciones fue necesario hacer ajustes momentáneos al encuadre y sugerir directamente al paciente medidas de protección.
En realidad, no creo estar trayendo material distinto a lo que Uds. Han estado escuchando en sus divanes, pero a partir de estos he podido percatarme cuan impregnable podemos ser cuando la realidad externa tiene cosas comunes tan abrumadoras tanto para pacientes como analistas y he podido reconocer y valorar la importancia de poder esperar por el proceso del analista y del paciente.

¿Cómo ser la O del paciente, cuando uno se siente identificado por esa O o parte de esa O? Ser la O del paciente, entender al paciente, llegar a su verdad, implica un proceso de encuentro con las ansiedades esquizoparanoides (PS), poder mirar lo que está disperso, mirar todos los fragmentos, tolerar dicha observación, armar una conjunción constante del hecho seleccionado y ver qué decir (interpretar). «El analista tiene que unir en su propia mente los aspectos difusos, confusos o escindidos de los procesos previos al pensamiento del paciente, de forma que poco a poco tomen sentido y adquieran un significado. Esto supone la necesidad de una actividad integradora y organizadora por parte del analista». (H. Roselfeld. 1987)

Bion habla del aparato adecuado para intuir la realidad, el cual depende de la existencia de una personalidad y de un mínimo grado de capacidad intuitiva, sana y operativa, pero la intuición psicoanalítica puede verse opacada, interferida, deteriorada, por la intrusión de la memoria, del deseo o de la comprensión, por la sordera o ceguera del analista² (mayo 1970- Cogitaciones). Para él, es necesario recoger la experiencia con tranquilidad y entenderla como parte de un conjunto mayor, una vez se ha logrado eso, queda abierto el camino para el descubrimiento de configuraciones (oscilaciones Persecución 1 Depresión). (Reverencia y Asombro, marzo 1967- Cogitaciones)

«Considero que ésta cuestión es de gran importancia. La información dada acerca de conflictos no elaborados completamente tienden a despertar expectativas en el psicoanalista, haciendo que le sea muy difícil tener una disposición mental abierta. Mientras espera la aparición del material que ha sido inducido a esperar, no está en condiciones de observar correctamente el material que se presenta realmente. Hay que cuidarse de la repetición de tales fallos, ya que deterioran la observación y por tanto, la profundidad y agudeza de las interpretaciones». (Reverencia y Asombro, marzo 1967- Cogitaciones)

«Debo explicar que considero importante que el psicoanalista observe y absorba todo cuanto le sea posible del material, esto le permitirá combinar lo que oye con la experiencia que ya tiene del paciente, de esa forma poder interpretar las circunstancias de la sesión presente. A la vez, observará aspectos que no comprende pero que contribuirá a la comprensión del material posterior. He descubierto que es importante contemplar cada sesión, no importa lo familiar que parezca ser el material, como si uno estuviera observando los elementos de un caleidoscopio antes de que se remuevan formando un modelo definido. La tentación siempre es terminar prematuramente el estado de incertidumbre y duda acerca de lo que está diciendo el paciente. El que yo haya sido analizado por Melanie Klein, no me excluye de experimentar sentimientos persecutorios; sería imprudente para cualquier analista pensar que no los tiene. Dado que estos sentimientos son muy dolorosos es natural que el analista desee que desaparezcan cuanto antes. Sugiero que para interpretar correctamente es necesario que el analista pase por la fase de persecución incluso si, como espero, se trata de una forma moderada, sin hacer ninguna interpretación. Tampoco debería interpretar mientras siente la depresión. El cambio desde la posición esquizo-paranoide a la posición depresiva debe completarse antes de interpretar. A la inversa, mientras escucha al paciente, el analista debería atender cuidadosamente aquellos aspectos de la comunicación del mismo que más se acercan a la emergencia de sentimientos persecutorios y depresivos. En mi experiencia, esto permite comprobar los fundamentos de la validez interpretativa más que ninguna otra cosa que yo conozca. Total, estoy más satisfecho de mi trabajo si percibo que he pasado por dichas experiencias emocionales que si siento que la sesión ha sido mas agradable». (Reverencia y Asombro, marzo 1967- Cogitaciones)

«Como individuo, el analista tiene dos contactos principales: sus pacientes y la sociedad, debe tener en cuenta que la importancia fundamental de nuestro trabajo exige aquella clase de fortaleza y moral alta, que antepone el buen hacer del grupo psicoanalítico al buen hacer del analista individual, y a veces, incluso al buen hacer de un paciente particular. Esto, unido a la soledad en que trabajan analista y paciente, significa que el analista debe poseer, además de su reconocida formación, una conciencia social muy alta, nunca debe permitirse que el sentido común se enturbie, incluso cundo el trabajo se concentra en los atributos más arcaicos y narcisistas de los pacientes, el analista no debe dejar de ser nunca, incluso en medio de su trabajo analítico, un miembro de uno o mas grupos sociales». (Bion 1959) «¿Hasta que punto la constante transición desde la posición esquizo-paranoide hasta la posición depresiva, y al revés otra vez, es el mecanismo esencial de aprendizaje a lo largo de la vida?» (1960).

Gracias.

 

1 Reproducimos a continuación la nota con la cual la autora ha enviado su artículo, por resultarnos de sumo interés.

«Lic. Urbaj: Reciba mis saludos y un reconocimiento a tan importante iniciativa. Sabemos cuan difíciles están las cosas en Argentina hace ya algún tiempo. Hemos estado pensando en la experiencia de Uds. con el deseo de conocer el abordaje que han tenido en torno a la crisis, ya que en Venezuela estamos también viviendo momentos muy duros y nuestro trabajo por ende se ve afectado. Justamente ayer, en un sábado científico de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis - ASOVEP- una serie de colegas (a propósito de la despedida de un colega que emigra pronto en búsqueda de mejor calidad de vida) presentamos un grupo de trabajos dentro del contexto de la situación actual venezolana, la mesa redonda se tituló «Antes y después del 11 de Abril. Sus repercusiones en el diván». Le ofrezco a continuación mi presentación. Con ello quiero expresarle que es muy oportuno el intercambio que proponen y personalmente estoy sumamente interesada en participar dado que sus preguntas coinciden con las nuestras. Para cualquier otra información, quedo a sus órdenes».

Dra. M. Auxi Scarano.

Referencias bibliográficas.

Bion W. Cogitaciones
- Sentido común 16 de mayo 1959
- La comunicacion1960
- A y posición esquizoparanoide (sin fecha 1960)
- Reverencia y asombro. Marzo 1967,

Freud S. Conferencias de introducción al psicoanálisis
- Sobre la iniciación del tratamiento, nuevos consejos sobre la técnica del psicoanalsis i. 1913. Amorrortu tomo12.
- Recordar, repetir y reelaborar. Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanalsis II. 1914. Amorrortu. Tomo 12

Rosenfeld H. Impase e interpretacion 1987
- La identificacion proyectiva en la practica analitica.

Steiner J. Conferencias clínicas sobre Klien y Bion- Anderson 1994
- El equilibrio entre la posición esquizoparanoide y la posición depresiva.


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