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N° 9
FRENESI DE LO VISIBLE

Consustancialidad entre locura y democracia

Elena Rangel Hinojosa

INTRODUCCIÓN

Dany-Robert Dufour, filósofo, escritor de ensayos y novelista, nombra Folie et democratie1[1], Locura y democracia, uno de sus ensayos dedicado al estudio de una forma de razonamiento que denomina unaire, aquí traducida al español como unaria. Este título me sugirió que esta forma de razonamiento se encontraría mezclada en la locura y en los discursos democráticos de nuestra época.

 

El término unaire, en francés, es de inspiración lacaniana y refiere -según el autor- a un verbo forjado por Jacques Lacan, a la manera de un neologismo. Este verbo es UNIER2[2]. Unaria/o, es utilizado en este ensayo como adjetivo. Califica a diversos sustantivos como: proposición, lógica, figura, locura, universo, error, etc. La forma unaria conserva en todo lugar su significación. Se caracteriza sobretodo, por la subversión de la diferencia de dos valores y la prolongación dramática del equívoco.

Se encuentra en el sustrato de la obra del gran teórico Lewis Carroll. En su cara lúdica, aparece en el género de la comedia. Basta al respecto, observar el orden invertido en las ocurrencias del famoso dúo formado por Stan Laurel y Oliver Hardy, conocidos como el gordo y el flaco.

Dufour avala esa faz lúdica del esquema de pensamiento irracional y barroco. Al inicio de su trabajo, cuenta como se divierte con su sobrino, con un juego unario, dónde el sí, quiere decir no y el no, quiere decir sí. Pensemos en la diferencia de este juego con el juego binario Fort-Da, con el que se entretenía Freud con su nieto.

Alienta a buscar la forma unaria, en diversos objetos heteróclitos: los objetos gráficos de Escher, los objetos teóricos de Lacan; entre estos -el objeto "a" minúscula-, la banda de Moebius, la botella de Klein. Objetos teológicos como Dios. Objetos narrativos en Kafka. Objetos matemáticos, como los monstruos de Cantor y de Peano.

Dufour señala:

quiero sobretodo hacer evidente la necesidad en el discurso, de estos objetos como indispensables3[3].

Cita también otras obras que por su contenido auto referencial, pertenecen al mismo objeto de estudio. Se refiere al cuadro "Las Meninas" de Velásquez que incluye al pintor mismo dentro del cuadro. En literatura, cita dos novelas de Samuel Beckett: El Innombrable, por su intento de llevar al personaje a un momento anterior a la constitución de un lazo social y La última banda seguida de cenizas, en la cual el personaje se desdobla con la finalidad de escucharse a sí mismo, en un tiempo anterior, mediante una grabación. Del campo de la lingüística, menciona el enunciado auto referencial de Emile Benveniste: "Soy yo quien dice yo". En psicoanálisis, otro enunciado auto referencial: "Un significante representa al Sujeto para otro significante", de Jacques Lacan.

Dufour se explaya sobre estos dos últimos enunciados de contenido autoreferencial en un ensayo anterior, El Tartamudeo de los Maestros4[4]. Este ensayo propone una correspondencia entre la desaparición histórica del Otro, la aparición de una definición autoreferencial y el advenimiento de un nuevo Sujeto. Tres factores que desembocan en un tratado sobre la locura unaria.

La metodología empleada, se basa en una estructura binaria. Transcribe un diálogo entre dos personajes, Logos y Sogol. El autor utiliza un palíndromo: Sogol que escribe de izquierda a derecha el nombre de Logos. En correspondencia con esta inversión, Logos asume el amor por el orden del encadenamiento del argumento, Sogol, la otra cara, el gusto dudoso por el vagabundeo y por la fórmula centellante.

Logos duda en acompañar a Sogol, en la expedición a través de la forma unaria. Hacerlo, equivale para él a recorrer el borde de un abismo, soportando una sensación de vértigo. ¿Aenturarse en el goce? Explica sus razones:

La lógica unaria, introduce en el corazón de todo sistema demostrativo y argumentativo, definiciones catastróficas que se diseminan inmediatamente por todas partes. En lugar de anudar, de concluir, la proposición unaria suspende indefinidamente toda conclusión, inserta una acumulación de incomprensión y de incertidumbre, en un sistema. De éste, emana el espectro absoluto para todo pensamiento que se organiza: el de la regresión al infinito5[5].

Logos –no obstante lo anterior- acepta participar con Sogol, nosotros haremos lo mismo.

Lo que guía mi exposición es lo siguiente: La forma unaria se encuentra en el instante anterior a la constitución subjetiva –como leeremos después- y reaparece históricamente al momento de la caída del sistema de referencia terciario, con el nacimiento de las sociedades democráticas.

 

EL ESTADIO DEL ESPEJO, DE FACTURACIÓN UNARIA

Logos afirma que El estadio del espejo en Lacan es de procedencia unaria. Sin embargo, el análisis de la facturación unaria del mismo se perdió en el camino. Algunos lectores introdujeron allí un sistema binario. Esto les permitió pasar rápidamente a la solución, saltando por encima de lo unario. Esto último mantuvo alejado el sin sentido del sistema unario, al cual esos lectores no le atribuían ninguna oportunidad de lograrse. Añade que es seguramente más fácil salir de la fascinación del dos que del enrollamiento intestino de lo mismo sobre el mismo, al estilo de la serpiente "uroboro"6[6].

Comenta que el espejo es el lugar donde Lacan, como buen hegeliano del Uno indivisible, observó la manifestación de poderosos mecanismos de inversión, de reduplicación y de desplazamiento. Identificarse a sí mismo, es para Sogol, identificarse con ese error unario.

El estadio del espejo de Lacan, acabó por titularse: El estadio del espejo como formador de la función del yo, seguido en caracteres más pequeños, tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica.

Desde el título, el desdoblamiento espacial operado por el espejo y la división discursiva producida en el lugar del yo están relacionados con el fin de sostener la hipótesis central de una división psíquica constitutiva. [...] El espejo juega en la unión del desdoblamiento de la vista y el desdoblamiento de la voz. [...] Es allí donde aparece esa locura, donde nosotros debemos instalarnos, sin lo cual, seríamos todavía más locos o menos preparados para entrar en el comercio favorito de los hombres, el discurso7[7].

Un aporte de este ensayo sobre la forma unaria, consiste en intentar una clínica de la lengua y apoyarse en la geometría de los pliegues:

el espejo procede en el espacio psíquico como los deícticos, y en particular el "yo" operando en el espacio discursivo, es decir por medio de un pliegue. El pliegue es un lugar donde un acto furtivo de desdoblamiento sobreviene en una continuidad temporal o espacial"8[8].

En el corazón del lugar donde se forma cada Sujeto hablante -acuerdan- se deposita una forma loca que no pide sino expresarse. En este momento Logos y Sogol examinan el problema que tiene el Sujeto para instalarse en el tiempo, en el espacio y como persona. El problema consiste en pasar por la deixis, denotación hecha mediante elementos de la lingüística que indican persona, lugar y tiempo. Una vez que hemos pasado por el estadio del espejo, creemos en nuestra propia evidencia y olvidamos la operación que hicimos para llegar allí. La certidumbre íntima de la presencia proviene de un error doble en el espacio y en el tiempo, hace falta anticipar el fin del proceso para autorizar el inicio. Invertir el aquí y el allá, el antes y el después.

El espejo es fascinante porque allí podemos invertir todos los valores y las relaciones de sentido. Volvemos a mirarnos en el espejo para ver allí si todavía estamos acá. Nunca dejamos ese lugar íntimo, en el cual nos identificamos a nosotros mismos. Sin embargo, para devenir sujetos, tenemos que cometer el error unario. Citan a Blaise Pascal:

es por medio de un innegable giro loco que nos volvemos finalmente normales9[9].

Treinta años después del Estadio del espejo, Lacan incorpora a ese mismo instante de constitución subjetiva, la voz en función de "a" minúscula, en su conferencia La Troisième10[10]. Habla de los sonidos (no constituidos todavía como fonemas) y no contando todavía en una operación significante, por lo tanto, no inscritos en el lenguaje.

¿Podríamos incluir el desdoblamiento de la voz a otros factores que conforman la forma unaria, como son la desorientación temporal, inversión de categorías espaciales derecha-izquierda, confusión de la localización espacial, aquí–allá, equívocos de operaciones de suma–resta?

En este ensayo, no se menciona el concepto de goce del Ser, que permite la invención de espacios eróticos allí dónde todavía no hay alguien.

 

UN SUJETO AUTOREFERENCIAL

Dany-Robert Dufour, traslada un drama que se juega al nacimiento de cada Sujeto, a un espacio político, ¿todos los sujetos se verían afectados por igual, ante los cambios históricos? Reitera que al centro de cada sistema de pensamiento, de trabajo, de construcción, de habitación, de consumo, se encuentra la impronta de la definición de un tipo de Sujeto que esas estructuras promueven. Algo, sin embargo, generaliza dicho sistema... "Por definición precisa, se entiende el hecho capital que, siempre y por todas partes ese Sujeto ha sido definido por otra cosa que por sí mismo"11[11].

Proporciona algunos ejemplos: cuando un sistema de pensamiento colocaba a Dios como una referencia terciaria, la fragmentación y la disociación inherentes al ser humano encontraban allí un soporte. Para evadir el vértigo, el delirante colocaba al centro a Dios. Grandes psicóticos jugaron de igual a igual con Dios. Sogol menciona como ejemplo, los casos del presidente Schreber, del presidente Wilson y a Guillaume Postel12[12] quien creó una fantástica teología delirante.

Las referencias que ha ofrecido la historia, para la entrada del ser en el universo han sido las de un sujeto referido a Dios, al Rey, a la República, al proletariado. Logos repara en la heterogeneidad y en la distancia que existe, entre esas referencias. Los delirios de nuestra época, donde Dios se desdibuja, son infinitamente menos ricos -postula Logos. Sogol pregunta: ¿Cómo delirar correctamente, sobre un fondo cultural de películas o series de televisión norteamericanas? ¿Qué ofrecen estos delirios sobre el Otro y su misterio unario?

Este ensayo afirma que el advenimiento de la democracia de masas surge después de la Segunda Guerra Mundial y teje una conjetura: la última definición histórica de Sujeto que acaba con el ciclo de las definiciones referenciales fue la implicada en esa Guerra. Anuda la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, dónde el hombre habría encontrado una siniestra forma referencial -pureza racial- para liquidarse, con la constitución de una nueva definición autoreferencial que supone inherente al Sujeto producido por la democracia.

Aclara:

Esto no quiere decir que no se encuentren otras definiciones referenciales después de aquella. Sabemos bien que hoy todavía han madurado otras formas, igual de severas, de reivindicaciones en función de una etnia, de un Dios, de la patria, de la religión, (...) pero esto no impide que hayan perdido el papel motor en la marcha del mundo. No son sino referencias reactivas, fantasmas13[13].

Este ensayo postula que estas formas ajustadas a un extraño principio de inversión se presentan al final de una época, cuando las diferencias que fundaban el orden anterior se vuelven inservibles. Las nuevas diferencias, terminan por contaminar y poner en peligro todo el sistema de relaciones espaciales, temporales y semánticas.

Una propuesta de este ensayo es que todo se invierte cuando se osa definir al sujeto no por medio de Otro sino por sí mismo. La caída del tercero provoca el pasaje de una definición binaria del tipo: A es definida por B, o x función de y (donde también tenemos dos términos relacionados), a una definición a un término: A es definida por A. Esta definición unaria, se conoce como proposición recursiva. Riza el inicio, con el final de una frase. Pertenece al campo de la lengua y la inteligencia natural. Se esconde en un pliegue de la lengua, dónde las teorías casuales o binarias no penetran. Se distingue del campo de la lengua y la inteligencia artificial.

El recurso lingüístico del enunciado auto referencial signa un cambio; en el ensayo se escribe:

La aparición de una definición auto referencial, después de todas las definiciones referenciales que miden la historia humana, ha firmado el advenimiento en la historia de una nueva y última forma histórica, la democracia de masas, fundada sobre un nuevo Sujeto autónomo jurídicamente14[14].

Logos argumenta en contra de Sujetos jurídicamente autónomos. Pregunta:

¿Cómo pueden disponer de autonomía, si dependen de sistemas económicos gigantescos, de tecnologías y máquinas tan indispensables como sofisticadas, sin las cuales las personas no podrían vivir? Son los megasistemas dentro de los cuales evolucionamos los que se han vuelto autónomos, no nosotros (...). O es que se pretende que la dependencia material y económica ¿produce la autonomía jurídica?15[15].

Para Sogol, gracias al grado de desarrollo de las bases económicas, técnicas y materiales de las grandes democracias postindustriales, cada quien reina sobre un pequeño mundo, donde dispone de medios infinitamente superiores a las que tenía un emperador romano.

La nueva definición del Sujeto por el mercado invade todo, comenta Logos.

Sogol sostiene su postura:

La dominación absoluta del mercado lejos de representar una nueva definición referencial no se puede pensar sino como la suma, el triunfo absoluto, de la auto-referencia. (...) Como la autonomía jurídica, la libertad del mercado, eventualmente total, es una efectuación socioeconómica de la definición autoreferencial del Sujeto16[16].

Sogol y Logos no están en contra de la democracia; tan sólo advierten sus riesgos. ¿Cuáles son estos riesgos?

La democracia, primer régimen donde la libertad puede subyugar, es también el último, simplemente por que no se puede salir de él: si se quiere por ejemplo combatir el liberalismo salvaje engendrado directamente por la democracia, no se le puede hacer si no se invoca eso que viene a fallar para ciertos sujetos, la libertad, que no es otra cosa que el principio de base de la democracia. ¿Qué se podría hacer contra un régimen que no se puede atacar sino arrojando sus propios principios?17[17]

Sin un Otro que prometa una resolución final -en la opinión expresada por estas dos voces- no resta sino interiorizar el conflicto. Esto acelera fuertemente la privatización de los individuos, obligados en adelante a vivir habiendo renunciado a cambiar todo, forzados a la aceptación de un principio de indeterminación, sin conclusión:

La democracia es un conjunto vago, pleno de conflictos, sin anclaje, donde las fronteras clásicas se ramifican como en la imagen de un objeto fractual a punto de pasar al interior del individuo mismo18[18].

Sogol y Logos se interesan en explorar "este nuevo malestar, no psicológico sino estructural, surgiendo en el punto exacto del reencuentro entre la autonomía jurídica y la definición auto referencial del Sujeto, es decir en el punto preciso de la experiencia más íntima entre estar con otros o estar consigo mismo"19[19].

 

LOCURA COTIDIANA

No exento de humor irónico, este ensayo ofrece una reflexión sobre los cambios que se producen cuando el lugar de la locura ya no encuentra anclaje, en una referencia terciaria.

En el transcurso del diálogo se escucha... Podemos decir que vivimos en una sociedad que en lo esencial ya no delira. Espera a Godot. Se contenta con estar perdida en el tiempo y el espacio "Es Beckett el gran novelista de la locura cotidiana, en nuestras democracias de masas"20[20].

El caso de locura cotidiana consiste para Sogol y Logos en una súbita pérdida del sentido común, en cierto desfallecimiento de referencias simbólicas, en su opinión, frecuentemente observable. Sogol expone un ejemplo extraído de una visita médica, en el marco de una campaña de educación de salud familiar. Es el caso de una abuela que de pronto se siente torturada por el hecho de no saber si debe, o no debe, darle de comer huevo a su nieto. ¡Una abuela que ya ha tenido hijos, a quienes ha dado huevos revueltos, estrellados, de todas formas, entra en pánico hasta el punto de creer que pone una vida en peligro, por darle de comer huevo a su nieto!

Reflexionan... ¿Cómo puede ser que un Sujeto que vive en una sociedad sobreinformada como la nuestra, pueda bloquearse ante una nada y petrificarse en el discurso hasta el mutismo? Ella sufre un quiebre simbólico.

Otro caso. Se trata de un señor que tiene un perro al que quiere mucho, Droopy. Un día, entra a casa cubierto de lodo, después de un paseo campestre. El propietario lo baña y como el animal tiembla de frío, su dueño sólo escucha su propio corazón y lo mete a secar dos minutos en el horno de microondas. El espectáculo es terrorífico. Toma el teléfono y llama a su abogado. Inicia una demanda al fabricante por no advertir al consumidor que no había que secar en el horno a los perros. Gana así una buena cantidad de dinero que lo recompensa de la pérdida de su fiel amigo. Este es para ellos un ejemplo de un nuevo tipo de Sujeto producido por la democracia de masa. Un sujeto que como se supone no sabe nada, debe estar prevenido siempre. El tribunal, vía la jurisprudencia, ratifica: un Sujeto que sufre ante la autonomía jurídica. Un Sujeto supuesto nada saber de eso que todo mundo sabe. Un Sujeto preso, entre su autonomía jurídica y su definición autoreferencial.

 

EL SISTEMA BINARIO, UN REFUGIO DE AUTISTAS

Los sujetos llamados autistas son para Sogol y Logos quienes se abstienen obsesivamente de cometer el error unario. Sus referencias no dependen de desplazamientos, sino de leyes físicas, independientes del contexto. En resumen, ellos rechazan la superchería y quieren vivir en un espacio y tiempo fijos que no dependieran de aquel mismo que los crea, en lugar de que tiempo y espacio se crearan partiendo del punto movible del que allí cuenta reflexivamente, ese tiempo y ese espacio son referidos partiendo de puntos fijos externos a quien los utiliza21[21].

¿ No se incluyen ellos allí como sujetos?

Nada les hará cometer los errores que todo mundo comete para devenir Sujeto. Sin cometer estos errores no se pueden exorcizar, estos los encantan por siempre22[22].

Los autistas rechazan sistemáticamente el tiempo y el espacio que dependen de la posición del Sujeto. Aceptan solamente referencias externas que dependen de leyes físicas. No disponen de una temporalidad que se apoya en el momento que la enunciamos y otra temporalidad sostenida por referencias externas. No solamente estamos aquí y ahora sino que hace falta situarse dentro de un tiempo cronológico y una cartografía espacial.

Para explicar la postura autista, Sogol se refiere al taxista más confiable de París. No se pierde porque es capaz de olvidar el espejo retrovisor que le muestra la inversión y refiere la posición de su vehículo a los puntos cardinales y consulta un mapa, un mundo binario, cualquiera que sea su forma –música, matemáticas, informática-, será el mejor refugio para aquellos que se saben particularmente amenazados por el arrinconamiento autista o por la inundación esquizofrénica de lo unario23[23].

De este diálogo desprenden que se pueden crear dos clases: la de los autistas que rechazan el error unario -error de las expresiones deícticas- y la clase de los psicóticos que caen en ese error unario sin nunca poder salir. La tesis de Dufour es que con la democracia, estaríamos precisamente a punto de convertirnos en autistas.

 

LOCURA Y DEMOCRACIA EN ROUSSEAU

Sogol y Logos intentan anudar la circunnavegación emprendida sobre la consustancialidad entre locura y democracia, en el escritor Jean Jacques Rousseau.

Para Sogol fue Rousseau quien inventó la autonomía jurídica del individuo y exploró todos sus avances y retrocesos, hasta la locura. Logos duda en amarrar locura y democracia en Rousseau. Se adhiere a la idea de Michel Foucault acerca de que la obra, por definición es no loca. Es una idea manifestada precisamente en un prefacio a la obra de J.-J. Rousseau24[24].

La locura individual de Rousseau, de la cual se han escrito tantos diagnósticos, no le interesa a Sogol. Le interesa el punto exacto, donde esa locura, ya no le pertenece, le interesa resaltar el ángulo estructural, sobre el abordaje individual de la locura de Rousseau, comprender como un giro singular de locura, se transfigura de pronto en un trazo del devenir histórico -pues, usted lo sabe, la época no tarda en reconocerse en Rousseau25[25].

La obra funciona como nexo entre la locura y la historia: en ocasión de la locura de alguien, alguna cosa habla, resuena en el mundo, al punto de exprimirlo -de cambiar su curso- como si la historia hubiese estado esperando un giro singular para revelarse26[26].

Era la época de la monarquía. No era obispo como San Agustín, ni noble como Montaigne. No se podía autorizar de ningún don particular; el golpe de genio estuvo allí. Esa nada sería su ventaja:

Este hombre que se veía solo, enfermo, frágil, escondido en los bosques, rechazado por sus amigos, enfrentando todas las adversidades, se imagina a punto de cambiar por su ejercicio solitario, las bases del mundo27[27].

Sogol añade que este giro corresponde seguramente a un gesto unario de la más bella estirpe. Logos advierte que no hay que incurrir en el error de comprender los títulos de sus obras, Confesiones y Ensoñaciones de forma literal, pensando que remiten a un ejercicio singular: esta singularidad no tiene de hecho sentido sino al reencontrar la universalidad28[28].

Logos piensa que la conversión de esa nada de Rousseau en un todo es un acto de factura unaria y pregunta si todos los actos fundadores serían de factura unaria. Sogol responde afirmativamente. Menciona dos ejemplos: el conocido enunciado del Dios de la Biblia, un enunciado autoreferencial y el proletariado de Marx, fundado en una definición autoreferencial: la clase que no puede hacer nada es la misma que puede hacer todo y no puede fundarse sino en referencia a ella misma.

Sogol dice... "parece que en todas partes dónde hay instauración de un gran sujeto fundador de genealogías y de universos simbólicos, se encuentra este gesto unario"29[29].

Logos quiere saber cómo es que un gesto unitario puede ser a la vez loco y fundador. Sogol responde, el acto unario corresponde a un gesto de desestructuración de principios y de ideas aceptadas, es por eso mismo portador virtual de descubrimientos de trabajos y porque no, de actos creadores —siempre con una condición: que la historia, es decir el contexto, lo valide como tal. Si es validado sería un acto creador, si no es validado sería un acto loco30[30].

Rousseau escribe sobre si mismo en obras como Confesiones, Paseos, Ensueños, y sobre la democracia en, Emilio, El origen de la desigualdad entre los hombres. El contrato social incluye un capítulo sobre la democracia. Dany-Robert Dufour encuentra aquí la posibilidad de trasladar un drama particular en Rousseau a un espacio universal político.

26 de noviembre, 2001

México, D. F.

Notas

1[1]Dufour, Dany-Robert, Folie et democratie, Essai sur la forme unaire, Gallimard, Paris, 1996.

2[2] Lacan, Jacques, Seminario hablado e inédito, …Ou Pire, Sesión del 14 junio de 1972.

3[3]Dufour, Dany-Robert, Folie et démocratie, op. cit., p. 20.

4[4] Dufour, Dany-Robert, Le bégaiement des maitres, Francois Bourin, París, 1988.

5[5] Dufour, Dany- Robert, Folie et democratie, op. cit., pp. 26–27.

6[6] Ibídem, p. 79.

7[7] Ibídem, pp. 75-76.

8[8] Ibídem, p. 75.

9[9] Ibídem, p. 96.

10[10] Lacan, Jacques, La Troisième, Conferencia impartida en Roma, en la Academia musical de Santa Cecilia, el 1 de noviembre de 1974. Grabada y difundida por France Culture.

11[11] Dufour, Dany-Robert, Folie et democratie, op., cit., p. 29.

12[12] Dufour, Dany-Robert, Folie et democratie, op. cit., p. 127, n. 2 : El caso de Guillaume Postel ha sido trabajado por el psiquiatra Jacques Simonnet. Cf "La gloire de Dieu est de cacher la parole", Revue d’histoire et de philosophie religieuses, nn. 3 y 4, septiembre y octubre-diciembre, 1983.

13[13] Dufour, Dany-Robert, Folie et democratie, op. cit., p. 32.

14[14] Ibídem, p. 30.

15[15] Ibídem., pp. 36- 37.

16[16] Ibídem., p. 34.

17[17] Ibídem., p. 35.

18[18] Ibídem., p. 40.

19[19] Ibídem., p. 40.

20[20] Ibídem., p.148.

21[21] Ibídem., p. 123.

22[22] Ibídem., p. 118.

23[23] Ibídem., p. 124.

24[24] Rousseau, J.-J., Rousseau juge de Jean- Jacques, París, Armand Colin, 1971.

25[25] Dufour, Dany- Robert, Folie et democratie, op. cit., p. 201.

26[26] Ibídem., p. 202.

27[27] Ibídem., p. 205.

28[28] Ibídem., p. 204.

29[29] Ibídem., p. 208.

30[30] Ibídem., p. 208.

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