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Revista temática de carácter independiente

Número 20
[Edición 20 Aniversario – número doble]:
La segregación
[168 páginas. Ediciones de las 47 picas. Rosario, 2020]

Sumario

LECTIO:

SEMINARIO Nadja 2017: «La segregación»

SERMO:

LECTUM:

LIBRARIUS:

La mancha. Suplemento

20 Años de la revista Nadja, Lo inquietante en la cultura. [Completo]
Ricardo Bianchi

Nadja es una publicación independiente. El lector puede encontrar, apenas abre los números ocho y nueve, dos de las escasísimas oportunidades en que la revista declara auspicios institucionales. «Esta publicación está auspiciada por la Escuela de Posgrado de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario». En esa época Nicolás Rosa era su Director concursado1. Por mi parte, me permito ahora una abducción: Nicolás fue analizante de Oscar Masotta. Presento mis indicios. Una vez, cuando le preguntaron públicamente «¿Lo conociste a Masotta personalmente?», respondió: «Es curioso, ¿no? Es una cosa incidental, en el sentido propio de la palabra incidental, en donde se mezclan los significados de intempestivo y sorpresa. Yo no era amigo de Masotta, no lo frecuentaba mucho, pero mi primer libro Crítica y significación fue presentado por Masotta»3. Durante la misma entrevista, esclareció su vínculo con Oscar Masotta: «Quizás no se podría hablar de relación en un sentido estricto. Quizás habría que decir que si existió esa relación, fue siempre muy sesgada. Podría decir que fueron siempre encuentros, con todo lo que tiene de peregrino esta idea. Hay un dato biográfico que creo importante para definir la personalidad de Masotta: era sordo, cosa que agudizaba su sensibilidad, miraba de soslayo, nunca de frente, ponía el oído, como se dice…». Y un rato después retornó a ese hilván: «La oreja es un objeto ridículo por su carácter de adminículo. Pero la experiencia clínica reivindica su función. Masotta inclinaba la cabeza para oír mejor, hecho que lo acercaba a su interlocutor, esto establecía una proximidad unheimlich. Me pregunto, ¿un psicoanalista sordo? ¿un psicoanalista sordo no se acerca al héroe lacaniano por definición, aquél que escucha el bla-bla-bla, el deterioro de la significación convirtiéndose en significante?»4.
La revista Nadja comenzó a publicarse en Junio de 2000. Hasta la fecha fueron editados 20 números de unas doscientas páginas cada uno, donde casi 150 autores han participado a través de 20 años ininterrumpidos. Nadja no tiene un staff5 fijo, por lo que se van sumando nuevos colaboradores. La revista no tiene comité de referato. Agradezco por esto a mi amigo Roberto Retamoso, quien hace muchos años, consultándolo sobre este punto me preguntó que para qué designaría un comité de referato con lecturas ciegas que nunca leen, ni siquiera los abstracts que muchas veces, además, se exigen en inglés. Era una tontería y una pérdida editorial de tiempo y un trabajo -un goce- en favor de la maquinación universitaria. La revista tiene su ISSN 1850-0021. Y con eso basta, por lo menos para conquistar desde hace veinte años a bibliotecas de universidades americanas y a lectores que la solicitaron desde Santiago de Chile, Granada, Londres, Cañada de Gómez, Buenos Aires o Rosario. Por otra parte, Nadja fue presentada o estuvo presente en encuentros internacionales en Buenos Aires, Rio de Janeiro, Córdoba y Rosario. Y desplegó durante trece años un seminario anual en la Librería rosarina Homo Sapiens, y ahora charlas y mesas redondas en la Universidad Nacional de Rosario o en diferentes auditorios.
Desde el comienzo la revista promovió encuentros de extensión. Presento un caso: el 5 y 6 de Noviembre de 2004, Germán García visitó la ciudad de Rosario invitado por el programa radial que dirigíamos con Ángel Fernandez y por la revista Nadja. El viernes 5 celebramos un concurrido encuentro en la Librería Homo Sapiens9: «Lo que fundó Masotta. 30 años después»10 del que participó también Juan Ritvo. Mas tarde, durante la mañana del sábado, volveríamos al auditorio Rodolfo Shcoler, esta vez para presentar la recién editada novela de Germán, La fortuna.
A media tarde del sábado 6 de Noviembre, nos despedíamos, después de la presentación y de charlar un rato más en el bar emplazado en la planta baja del edificio patrimonial de San Lorenzo y Entre Ríos, donde además Germán había pernoctado. Recuerdo que nuestro invitado encontraba esta ciudad como una hipérbole, un ícono o diagrama de Buenos Aires, y que como cualquier ciudad, estaba edificada -decía- para que se entienda que no existe ningún refugio. El remisse11 que devolvería al visitante a Buenos Aires estaba esperando por San Lorenzo. Nunca olvidaré a Germán de quien ya nos habíamos despedido, dándose vuelta una última vez, caminando con prisa por la vereda de Mitre, para gritarnos a Ángel y a mí: -¡Ustedes son muy generosos!-
Durante estos veinte años, Nadja mantuvo su vigencia mediante dos lemas. Uno la transferencia de trabajo. En la revista se edita exclusivamente: o lo que la propia revista auspicia o lo que sus hilvanes transferenciales le aportan. Otro que enunciamos así: Transferencia sin burocracia. En una época donde puede registrarse un extraordinario extravío transferencial, espero que resuene con extrañeza.
La bruja que la revista adoptó como su logo-type desde que comenzó a editarse, corresponde a un dibujo de Bruegel, manu propria. El pliego donde se encuentra, junto a los bocetos de otras figuras, está guardado en el Museo del Louvre en un Gabinete de dibujos del pintor [num 19721 rª]. Durante algunos años un malentendido determinó que fuera atribuida a la autoría de Hieronymus Bosch. La lectura de un libro de M. Gauffreteau-Sévy quizá pueda presentarse como origen del enredo. Como en Nadja se publican también ficciones, y a veces mensajes entrelíneas, los lectores entusiastas encontrarán una imaginativa rectificación de ese equívoco en las páginas de alguno de los primeros cinco números.
Del nombre de la revista también cuento una historia. Hace más de veinte años había seleccionado un par de nombres cuya resonancia no me agradaban enteramente. Eran significantes que evocaban nada. Lo consulté a Juan que también los desestimó sugiriendo ecos y pautas. Esperé unas semanas. Y entonces recordé una conferencia que impartió en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia en el mes de Abril de ese año. Para referirse al surrealismo propuso entonces, como ejemplo, una novela corta de André Breton. Evocando a Masotta, advirtió que no podía desconocerse lo propio de la literatura: la técnica. Afirmó que era preciso comenzar por reconocer el significado de los medios con los que se hace y se delinea un contenido específico. Y anticipó que no hablaría de la relación entre Breton, el autor de manifiestos, y del psicoanálisis, sino de esa novela particular con Lacan. Habló del Preámbulo, Navidad de 1962. Y remarcó dos observaciones. Que Breton elimina toda descripción, que no hay retrato, y que el formato está calcado de la observación psiquiátrica, con notas tomadas con la técnica fugaz del diario. Estableció después una analogía con de Giorgio de Chirico para quien la pintura iba contra el orden previsto. De Chirico pinta sorprendido -dijo Juan- abierto a dejarse sorprender. Análogamente la novela corta de Breton sólo cuenta al margen del relato, y entonces el relato de la novela se reduce a su margen. Ese es su plan, entregarse a los azares pequeños o grandes. Y esta es la contingencia del objeto, o el rehallazgo -según Freud- del objeto. El objeto -que nunca estuvo ahí- conserva la huella de lo contingente. Indica un agujero ocupado por cualquier objeto. Aunque si previamente es contingente, a partir de ese momento es necesario. Juan Ritvo mostró, mediante ese rodeo por la novela, cómo es el objeto de Lacan. Breton contaba la historia de un amor loco. Como para Lacan, también lo prohibido es lo que estando fuera de hábito se acerca súbitamente. Nadja indica en la novela -dijo terminando- el amor más allá del ideal. ¿Qué se ama? Nadja es el nombre, el emblema, la figura. No nombra una nada absoluta. Y en el caso Breton, aparece interrumpiendo.
Pasó entonces que ese significante, Nadja6, en un instante irrumpió, asociando para mí la sorpresa a la instancia inquietante del objeto lacaniano. Ése sería el nombre de la revista7. El 15 de Octubre de 2001, cuando los amigos porteños que organizaron el Coloquio Internacional Deseo de ley, tuvieron la amabilidad de presentar la revista en el marco de ese encuentro, conté esa historia que recién termino de repetir. Y después, Rogelio Fernández Couto, amigo sutil porque practica el psicoanálisis, me obsequió la edición de Gallimard, Le libre de poche, donde leo debajo del nombre, Édition entiérement revue par l’auteur. Rogelio también tuvo la gentileza de organizar una presentación de la revista entre amigos, en la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino de Buenos Aires.
Por último y porque hay quienes8 a veces me consultan: ¿Cómo publicar una revista? Cuento que entonces sonrío nada más, invitando, instando a cada uno para edite la suya, para que le encuentre su nombre y se lo imponga. Y que después empuje, empuje veinte años, o quien sabe… ¿no?

Notas:
1 Recuerdo que junto a María Inés Laboranti y otros, acompañamos al candidato, inquieto, durante la espera y la instancia de ese concurso.
2 Confrontar «La fisiología es el destino» en revista Nadja Nº 11, «El deseo». Ediciones de las 47 picas. Rosario, Abril 2008.
3 Cfr. «Entrevista a Nicolás Rosa [11/91]» en Puzzles(s) Masotta de Rosângela Rodrigues de Andrade. Homo Sapiens ediciones. Rosario, 1997. Pág. 137.
4 Idem ant. Pág. 139.
5 Aunque hay muchos que participan reiteradamente y desde el comienzo en esta historia. Agradezco entrañablemente a cada uno por su generosísima implicación. Por otra parte, recuerdo que durante los primeros cinco números la revista contó con la colaboración editorial de José Giusto Zimmardo, a quien agradezco en este aniversario por su dedicación.
6 Nicolás lo pronunciaba de acuerdo a su resonancia eslava, haciendo sonar la j como y; me imagino que bajo la influencia de su proximidad con Laura Estrin, quien también publicó en la revista. Véase Nadja Nº 9, «Del meteoro y la contingencia». Ediciones de las 47 picas. Rosario, Marzo 2006.
7 Y de yapa, en el nombre de la novela corta de Breton, Nadja, también resuena nada.
8 Hace poco, antes de la irrupción del virus chino, me encontré con Henri Borel y su editor de entonces. Discutían cómo delinear el diseño de una nueva publicación. Esperaban mi opinión. Escuché un rato a Borel, mostrando su vigoroso deseo editorial, después al editor. La discusión viraba hacia lo irreconciliable: la escena era la de un matrimonio desavenido. También recuerdo otra vieja y prometedora publicación editada en esta ciudad. Cuatro reconocidísimos personajes la dirigirían. Duró 4 números. Las pequeñas diferencias…
9 Gabriel Riestra y los amigos de Homo Sapiens también son muy generosos. La revista está en la librería desde el comienzo y nos reciben en su auditorio desde que ocupaban la anterior locación en la calle Sarmiento.
10 Confrontar «Oscar Masotta y la fortuna del psicoanálisis» en revista Nadja Nº 8, «Vacilaciones: la aporía y la paradoja», ediciones de las 47 picas. Rosario, Abril 2005.
11 Fue un poco difícil, al comienzo, coordinar el viaje desde Buenos Aires. Germán insistía en charlas telefónicas que sosteníamos indefectiblemente los días Viernes, que averiguara los horarios de vuelos desde Aeroparque a Rosario. Finalmente, el editor del libro que presentamos aquí en Rosario, costeó un remisse.   

Presentación de La segregación. [Completo]
Ricardo Bianchi

En “Lo monstruoso, lo inquietante, lo inaccesible” 1, prólogo al libro de Perla Sneh y Juan Carlos Cosaka, la shoah en el siglo, Juan Ritvo escribió un aforismo que repitió antes y después, muchísimas veces, siempre atribuyéndoselo a Oscar Masotta: “basta que dos se asimilen a un tercero para que aparezca inevitablemente, fatalmente, un cuarto excecrado, degradado”. Escribía entonces sobre “el concepto de masa”. Y continuaba: “…el sitio del cuarto excecrado está dibujado en hueco antes de su aparición efectiva”. A este “cuarto” inscripto -inevitablemente, fatalmente- en la lógica del movimiento, de la marcha, de una masa determinada, Juan lo usaba entonces “para indicar, tan sólo indicar, un sitio inédito”, que no se confunde con el objeto a, ni causa movimientos fantasmáticos, pero que de un modo contingente puede permitir “el paso terrible que va de la segregación (destierro, exilio, expulsión) al exterminio”.

Freud en su libro sobre la cuestión de la política de masas, advirtió sobre dos figuras: la iglesia y el ejército. Para nosotros la iglesia, es la iglesia católica. Y el ejército… ya sabemos cómo es el ejército.
Nuestra joven historia es demasiado pródiga en aventuras dirigidas por generales o papas. Esas aventuras tendrán como escenario plazas. Las masas requieren espacios públicos amplios. No como la sofística o la clínica psicoanalítica que, aunque también tienen sus ágoras, operan discretamente, seduciendo, persuadiendo o erotizando al otro.
Pero… ¡Ah! El Líder y la asimilación. Producen un Todo!
Los generales y los papas, y sus plazas repletas… jugando con el Universal.
Entre nosotros ese paso pequeño, de la segregación al exterminio, fue dado tantas veces! ¡Cuántos pasajes al acto! Y como pasa con tantos pasajes al acto… son crímenes.

Las guerras venideras no serán por la economía productiva. Serán por la economía improductiva. Por eso que Lacan nombraba como goce del Otro, o también Otro del goce. En 2010, aprovechándose de la erótica psicótica, Pablo Zöpke reconoció en su libro Rigodón que el Verga abandonaba lentamente la ciudad2. Detrás, permanece una procesión de bacantes, como las de la única tragedia de Eurípides que encomiaba Nietzsche. El goce fálico entonces, va desapareciendo de los erotismos dominantes en nuestra ciudad.
Augures mirando el cielo anticipan Venideros erotismos del Otro. Entretanto, los católicos y su síntoma -masoquista según indicó Jacques Lacan, un hereje- desplegándose en sus seminarios, conventos, obispados, iglesias. Iglesias como las que asedian esas mismas bacantes.

En 1999, a fines del siglo pasado, la cátedra de Clínica 2 A presentó en la Siberia un Proyecto de investigación inspirado en Freud: “El psicoanálisis como arqueología de lo político”, lo dirigiría su titular.
Un impiadoso comité evaluador rechazó su acreditación.
El Plan de investigación comenzaría por reconocer la estructura de las masas, pasaría al concepto de lo político, opondría después ciudad y pueblo, reservaría un capítulo al extranjero -cuarto o no- y finalizaría pasando de la Psicología de las masas a Moisés y la religión monoteísta. Un trayecto textual fundamentado en la lectura de Freud que además concluiría en una sutileza: un salto de discurso, un pase hacia la Teología, ciencia del Otro y su goce.
Jean Allouch celebraría la presentación del proyecto.
Henri Borel, me imagino, se habrá reído hasta llorar, enterado de tan infortunado destino.

¡Quién podría como Michel Houellebecq hacerse sacrificar durante un par de sus novelas! ¿Houellebecq Acéphale?
En un email de mediados de Enero de 2017 Jean Allouch me responde que “Houellebecq est, à mon avis, l’un des plus importants romanciers contemporains en France”.
Soumission, apareció en las librerías de París el 7 de Enero de 2015. Un éxito editorial. Leí la novela de regreso de las vacaciones, durante un agobiante Enero, de un tirón.

En ese conjunto heterogéneo, de una heterogeneidad absoluta, que en otra época se nombraba como “minorías sexuales” y hoy conquistó un lugar hegemónico en el derecho al goce de nuestra ciudad contemporánea, no han advertido todavía, hacia el enfrentamiento que marchan. Hace unos años Juan Ritvo habló de algo que a mí, entonces, me sorprendió: el nacimiento, no de una Nación, sino de “un fundamentalismo blanco”. El Amo triunfante, finalmente, ha reconocido a su enemigo.

Hay que retornar a… Bataille. En su célebre artículo de 1933 dedicado al gasto improductivo enunciaba -no sin violencia- lo que La parte maldita esquematizaría de un modo más amable: “…el principio de una economía general en la que el gasto, el consumo de riquezas es, comparado con la producción, lo más importante”. El primer apartado de la tercera parte se dedica a una tercera religión del Libro y la asimila a la conquista.
El 7 de Enero de 2015, a las 11 de la mañana de París, fueron cometidos los crímenes contra Charlie Hebdo.
Augures miran inquietos volar compactas bandadas de pájaros o aviones, que ensamblados por Escher, no dejan pasar ni una hendija de sol. Auguran Venideros erotismos del Otro.  
Ese erotismo porvenir será batailleano, la segregación es inseparable de lo sagrado.
George Romero ya no volverá a filmar zombies. La asimilación abandonará todo semblante de metáfora.

Revisito ahora un libro que el autor me dedicara, reconociéndome su “amigo y discípulo” con fecha 3 de Julio de 2006. “La visión turística de las masas se opone abiertamente a la visión política de las masas políticas. Las masas que asolaron el Palacio de Invierno en San Petersburgo, las masas fascistas que vitoreaban al Duce en Roma, Milán o Turín, las masas militares del Tercer Reich, o las masas de obreros que vivaban a Perón y Evita en la Plaza de Mayo, no se pueden igualar en el plano ideológico, pero sí son la prueba más clara de su enfrentamiento semiótico con las masas de turistas que pueblan la plaza de San Marcos en Venecia. Las masas políticas intentan ordenarse en el tiempo de la acción futura transformadora; las masas de turistas son heterogéneas en su composición social, maleables en su acción, son ahistóricas porque no tienen finalidad y son dispersivas en el nivel temporal: son fugaces. En ella alcanza su mayor densidad el recuerdo domesticado por la técnica”3.
 
Cuando el seminario publicado en este número de la revista se encontraba en marcha, Juan Ritvo me confesó, en una conversación telefónica, que la cita tantas veces atribuida a Oscar Masotta, no pudo encontrarse en ninguno de sus escritos.

Después, Slavoj Zizek publicaría, en formato digital, “PANDEMIC!: COVID 19 Shakes the World”.
Y a continuación, otro autor, también de la escuela de Miller, presentando semejante pandemonium, apelaría a las religiones del Libro [quizás sólo a dos] y a las fuerzas armadas.

Presento al lector de este número, una recopilación de índices. Indican que el ánfora de Pandora, ya fue abierto. En una vigésima revista Nadja titulada “La segregación”, parece oportuno reconocerlo. Nada más.

 

Notas:
1. Juan Ritvo. Lo monstruoso, lo inquietante, lo inaccesible. Prólogo a la shoah en el siglo. Perla Sneh y Juan Carlos Cosaka. Xavier Bóveda. Buenos Aires, 2000.
2. “Se notará que el Verga abandona lentamente la ciudad. Las ménades no tienen consuelo. O no hemos visto y leído La Tercera? En ese nudo conviven en la más estricta vecindad, la vida y la muerte, el síntoma y el sentido, el goce fálico y el otro, sin la menor referencia a la instancia paterna. ¿Qué es esto? Una suma? Una teología sexual? Es cierto que el Verga todavía no hizo su exit. También la sombra del Buda, decía Nietzsche, permaneció mil años delante de la caverna en la que murió. La partida del Verga deja tras de sí un cortejo de psicóticos”. Pablo Zöpke. Rigodón. Segunda parte. Rosario, 2010. Pág. 89-90.
3. Nicolás Rosa. “Una teoría del naufragio” en Relatos críticos. cosas animales discursos. Santiago Arcos. Buenos Aires, 2006. Páginas 38-39.

Los envoltorios de la mediatización: Segregación y Extimidad [Fragmento]
Sandra Valdettaro
 
“Considerando la creciente complejidad que en la construcción de lazos producen las llamadas “redes sociales” en nuestra contemporaneidad, parto del equívoco que supone la mención de “amigos” que circula en las distintas plataformas digitales. Es preciso, ante todo, deconstruir el sentido de “sociales” atribuido a las redes, debido a que -por lo menos desde un punto de vista clásico- no se advierte la conformación, en sus diversos espacios discursivos, de “sociedad”, esto es, de una estructura de lazos estables y previsibles. A estas modalidades vinculares vía digitalización se las podría nombrar, de manera general, como asociaciones en red, pero tomando recaudos, a su vez, sobre el término asociación, con el propósito de evitar cualquier sesgo semántico que implique entenderlo como una comunicación basada en valores de cooperación, hospitalidad, reciprocidad, etc. Este tipo de intercambios guiados por valores que podríamos llamar altruistas y colaborativos, por supuesto, sucede en las redes, y sus efectos sobre la sociedad seguramente podrán ser juzgados como positivos, pero lo que mayormente circula no es dicha utopía de comunicación libre y consensuada basada en criterios de amistad en tanto espacio de libertad con el otro, sino, al contrario, se advierte una preeminencia de distintos tipos de asociaciones simuladas, en las cuales lo que parece primar son comportamientos ligados al gusto narcisista por el lucimiento personal, o a una desmedida competencia con los otros, o a actitudes resentidas que impugnan aquello que se perciba como una diferencia con los modos de ser y estar propios.
El propósito de este texto es indagar, entonces, esa dimensión de odio al goce del otro que se desliza de manera virósica y transversal en las distintas interfaces y plataformas, tomando como vectores exploratorios las nociones de extimidad y segregación”.

 

Medea, la extranjera: lo segregado amenazante en la tragedia de la ficción jurídica [Fragmento]
Osvaldo R. Burgos

“He querido iniciar estas líneas –y, en este gesto arbitrario y discrecional, dar inicio, inaugurar, hacer lugar, abrir el tratamiento del tema que nos ocupará durante los próximos minutos- con este argumento de Jasón.
Es un desvergonzado, Jasón. Y eso es lo mínimo que podemos decir de él, a la vista de este convencimiento que expresa -aun cuando no sepamos si de verdad lo tiene- aunque desconozcamos la historia. Pero la historia la conocemos; y sea en estos nombres o en otros, la hemos visto, nos ha llegado, hemos tenido noticias de ella más de una vez.
Repasémosla juntos: al mando de una selección de héroes, un grupo de elite, un dream team que la mitología griega no volvería a reunir hasta la siguiente generación, en la que una pandilla de héroes juramentados iría hasta Troya a rescatar de su propia decisión a una mujer enamorada –y todavía esta equiparación es bastante discutible, podríamos aceptar que resulta notoriamente forzada, forzosa- Jasón llegó al país de Eetes, hijo del sol, padre de Medea, a robarse –literalmente a robarse, remarquémoslo- el vellocino de oro.
Estamos hablando de los límites del mundo conocido, el confín de lo que puede ser imaginado, simbolizado y luego intuido como real.
Más allá de la Cólquide, terror y temblor. Lo impensable.
Pues bien; Medea se enamora perdidamente del extranjero –a quien sus extraordinarios compañeros llevan hasta allí, pero allí lo dejan solo frente a su exigencia de heroísmo, sin intervenir, sin quitarle mérito, sin hacer nada que pudiera opacarlo ni facilitarle las cosas- pero, cosa de bárbaros, más propia de hechizados que de hechiceros, extrema ese ardor amoroso hasta lo indecible...”.

Liderazgo y segregación [Fragmento]
Juan Ritvo

“...voy a tratar de ser sintético, porque realmente el tema es vastísimo, pero antes que nada quiero aclarar que no voy a hacer psicoanálisis aplicado, en general trato de no hacerlo nunca, y menos en esta ocasión. Pero ¿por qué? No se trata de aplicar el psicoanálisis a otras disciplinas, sino de ver en qué sentido algunas operaciones del psicoanálisis tienen una facilidad enorme de penetrar en territorios, generalmente muy cerrados por la censura social, cerrados a la investigación. Pero también hay que admitir el movimiento contrario, que hay operaciones de la crítica literaria, de la filosofía, de las ciencias sociales que son necesarias para poder obviar muchas de las dificultades, más que obviar, poder contribuir a superar muchas de las dificultades internas del campo psicoanalítico. Entonces yo no hago psicoanálisis aplicado, más bien hago transfusiones, no sé si son demasiado sangrientas, pero son transfusiones. Tampoco quiero hacer mezclas inadecuadas porque me parece que, si uno proyecta operaciones psicoanalíticas sobre un campo que no es psicoanalítico, antes que nada, tiene que tomar en cuenta el campo mismo. Hay gente que usa salvajemente la versión de segregación, leyendo simplemente los textos básicos de Freud, por ejemplo, El malestar en la cultura. Pueden solucionar problemas sociales o pueden solucionar los problemas de las ciencias sociales. Es imposible. Entonces yo quería integrar la operación de la segregación en una perspectiva más amplia. Es complicado, siempre he usado una fórmula que tantas veces creí que era de Masotta, no la encontré nunca en Masotta, asique no importa de quién es, pero la definición para mí más perfecta de segregación, al menos desde el punto de vista psicoanalítico, es que basta que dos se identifiquen con un tercero para que aparezca un cuarto excluido. A ver, ya en esa operación aparecen varias cosas complejas. Por empezar, identificación, noción típicamente psicoanalítica, aunque no solo psicoanalítica. ¿A qué? A un líder y a los valores que encarna. Por otro lado, que dos se identifiquen con un tercero, crea entre ellos un lazo de fraternidad pero todos sabemos, al menos desde el punto de vista psicoanalítico que la fraternidad es una fraternidad feroz. Los franceses inventaron un neologismo, fré-ro-cité, la ferocidad de la fraternidad. Es el término tan promovido por la revolución francesa y cuya estructura nunca fue despejada porque sobre libertad, igualdad hay mucho, pero sobre fraternidad hay muy poco. Entonces, se crea un lazo de fraternidad en relación a un líder, pero la fraternidad es segregatoria, este es el punto. El termino segregación tiene muchísimas vueltas, generalmente se lo deriva de un término que usa Freud que es Austossung, que es expulsión. Pero la expulsión es supresión, también desprendimiento. Freud lo usa en el artículo sobre la negación. A ver, quiero ser claro y no confundir las cosas, lo que se traduce por segregación es otro término alemán que no lo tengo en este momento presente. La Austossung, se la confunde con la segregación por una cierta deriva muy típica de nuestros campos que consiste en confundir todas las cosas. Es muy típico en nuestro campo mezclar todo del modo más indiscriminado posible. A ver, la Austossung, lo que Freud llama Austossung, es una operación que tiene en común con la segregación esto: que el yo se funda expulsando al no-yo, pero el no-yo, es lo que en el espacio interno se expulsa, lo cual quiere decir eso que está ahí afuera declarado nulo y fuera de mí, es lo más íntimo de mí que lo repudio. Esto Freud no lo planteo en relación a la masa, lo planteó exclusivamente en relación al individuo. Se entiende ¿no?”

Baudelaire o el exilio [Fragmento]
Sergio Cueto

“El motivo del exilio se presenta ya en la dedicatoria, pues Víctor Hugo se encontraba entonces exiliado en Guernsey. El poema está dedicado, puede decirse, al exilio, es un poema al exilio. Sin embargo, la primera palabra del poema, un nombre propio, un apóstrofe, que cae como un rayo abriendo la bruma, es el nombre de Andrómaca, la esposa de Héctor, que, tras la muerte de su esposo, vive, así la evoca Baudelaire, en su exilio en el Epiro, casada con Heleno, su cuñado, también desterrado tras la caída de la ciudad. Andrómaca viene a la memoria de Baudelaire, o mejor, según dice el poema, el pensamiento del poeta va hacia Andrómaca, la evoca a través del espacio y el tiempo, pero de tal modo que la trae aquí, ahora, mientras pasea junto al río. Es precisamente el río, este río el que suscita el recuerdo o el pensamiento. Ahora bien, ¿qué río es éste? El Sena, seguramente, ya que el poeta dice que camina por la plaza del Carrousel, frente al Louvre. Pero el Sena es también entonces el Simois, el río troyano, o más bien el fingido Simois, el río del exilio junto al que Heleno construye una ciudad a imitación de Troya y junto al que Andrómaca levantó un túmulo en honor de Héctor para llorarlo aunque sea sobre una tumba vacía. El Simois no es el Simois. Si atendemos a la caracterización de Andrómaca descubriremos una indicación preciosa. No sólo, como se ha señalado, Andrómaca, fecunda en sus lágrimas, recuerda la fecundidad literaria de Hugo en el exilio, sino, lo que nos importa más aquí, su majestad, perdida, es cierto, pero presente en cuanto perdida, es la misma que se dice de la paseante en ese otro célebre poema de los “Cuadros parisinos”, “A una que pasa”. De Andrómaca se recuerda, reflejada en el Simois o en el Sena o en un río que no es ninguna de los dos y corre en la memoria, “la inmensa majestad de tus dolores de viuda”. A la paseante parisina se la describe como “alta, delgada, de riguroso luto y majestuoso dolor”. La evocación de Andrómaca en el exilio no es, pues, una evasión, pues el recuerdo devuelve al poeta al aquí y ahora de su paseo, a un exilio más próximo que recién empieza a descubrirse.  Porque si el Sena puede hacer pensar en el Simois es porque tampoco es del todo el Sena, porque hay en él una diferencia, una distancia respecto de él mismo que lo aleja y lo extraña, lo exilia de sí. París cambia, indudablemente, y cambia más rápido que el voluble corazón de los mortales. El viejo París ya no es, ya no queda, como dice la glosa de un tango de la vieja calle Corrientes. Al pasar por el nuevo Carrousel, el poeta atraviesa también, en espíritu, es decir, en el recuerdo, los viejos arrabales que arrasó la piqueta de Haussmann. Como Andrómaca, Baudelaire pasea por un falso París, por un París que ya no es y por un París que no es París, o que él, en su recuerdo, ya no reconoce, no puede ni quiere reconocer como París. Exiliado de París en París, Baudelaire es la figura de aquél que, olvidado por la ciudad que cambia, no quiere olvidar lo que ha sido y ya no es”.

Modos de segregación en la Grecia antigua: Arístides y Sócrates [Fragmento]
Marcela Coria

“El término “ostracismo” (ostrakismós) proviene, como se sabe, de óstrakon, trozo de vasija donde se escribía el nombre del ciudadano que sería expatriado después de la votación de la Asamblea. En efecto, el ostracismo es la expatriación momentánea a que se condenaba a los ciudadanos que sobresalían en exceso, sobre todo por el recelo y la desconfianza que ellos provocaban en la comunidad. La práctica, que no debe confundirse con el destierro, existía en Atenas y en otras ciudades democráticas como Argos, mencionada por Aristóteles, y Mégara y Mileto, según un escolio a Aristófanes, pero también, de acuerdo con Aristóteles, en los regímenes tiránicos y oligárquicos. Para el Estagirita, estas ciudades “parecen perseguir la igualdad por encima de todo; de modo que a los que parecían sobresalir en poder por su riqueza o por sus muchas relaciones o por cualquier otra fuerza política” se los ostraquizaba, es decir, eran expatriados de la ciudad por un tiempo determinado, aunque no perdían sus derechos de ciudadanos ni sus bienes y podían ser indultados y llamados nuevamente a la ciudad para desempeñar altas funciones públicas. Nótese que se ostraquiza a “los que sobresalen”, a los que “actúan así atendiendo a su interés particular”, o sea, de manera separada del cuerpo social. Naturalmente, se discute la justificación política de esta práctica, que muchas veces fue utilizada por intereses mezquinos de facciones políticas y por espíritu partidista, como informa el mismo Aristóteles: “En los regímenes desviados es manifiesto que responde al interés particular y en cierto modo está justificado, pero es también manifiesto que no es justo en términos absolutos”. Aparentemente el ostracismo se estableció en época de Clístenes, probablemente en 508 a.C. para evitar intentos de restablecer la tiranía, aunque se habría puesto en práctica unos veinte años después”.

El último Foucault [Fragmento]
Pablo Zöpke

“El anuncio es el último Foucault. Que no sé muy bien qué es “El último Foucault”. Casi siempre se dice de eso que fue “el gran giro ético de los años 80”. Vamos a tomar esta opinión, una opinión bastante compartida. “Giro ético de los años 80” para alguien que había hecho un sorprendente análisis del saber, luego del poder.
Pero si me permiten vamos a ir al Foucault primero. Ustedes sabrán que Foucault debuta con un libro sorprendente que es “La histoire de la folie” [La Historia de la locura]. En el momento de la tesis de Michel Foucault en 1961, el nombre de la tesis era “Folie et déraison” [Locura y sin razón]. Naturalmente yo no tuve acceso en una época a ese texto, pero cuando yo vivía en el hospital psiquiátrico –como practicante, no era médico, ni menos todavía psiquiatra- cuando yo vivía ahí, todo practicante tenía que hacerlo –vivir en el hospital- me llegó, ya no recuerdo cómo, una edición de bolsillo de Plon. Plon había sido una editorial que le había publicado la tesis. Y en 1964, Plon edita un libro de bolsillo que resumía considerablemente la tesis. Pero de cualquier manera no le quitaba, sobre todo de ninguna manera le quitaba un bellísimo estilo. No sé si hay algún estilo que me haya hipnotizado más que el de Michel Foucault. Sobre todo, el Michel Foucault de los años 60.
Con esta edición de bolsillo de Plon del 64, en el año 1966 -insisto no era médico todavía- avancé en el hospital psiquiátrico, probablemente hacia fines de ese año, algún resultado de lectura de esta Historia de la locura.
Yo saqué dos hilos, muy tímidamente, unos hilos que yo podía extraer de ese corpus, de ese texto, de ese estilo suntuoso de Michel Foucault. En realidad, eran dos hilitos que formulé por otra parte bastante tímidamente, puesto que la audiencia de alguna manera no dejaba de intimidarme.
Yo… dos cosas, había captado allí como clínico. Primero el hecho sorprendente de que una Historia de la locura se pudiera redactar sin ninguna referencia al sexo. Es decir, Michel Foucault en Histoire de folie lo que presenta, es una locura sin sexo. Y a partir de 1976, “La historia de la sexualidad” será, la de una sexualidad sin locura. Dos historias que parecen separadas por un gran impasse, por un gran blanco, por un enorme bostezo.
Entonces el primer punto fue ese. Mostrar la extrañeza… cualquier delirio –créanme- es siempre un Ersatz -diría Freud- un sustituto de una satisfacción sexual que no tuvo lugar. Sorprendentemente en todo el gran árbol de locos, no aparecía ninguna referencia a la sexualidad.
Pero la segunda observación y esa nos concierne porque va directamente al debate Foucault/Derrida. La segunda observación que yo había hecho era que me parecía que esa tesis, en la cual el cogito era expulsado de la locura, esa tesis que era un encierro filosófico de la locura, ese cogito en la lectura de Foucault, desatado de toda posibilidad de locura… Si cogito, si pienso, no puedo estar loco –para decirlo en muy pocas palabras- me parecía que eso -ese cogito- era una especie de subjetividad ideal. ¿Por qué? Porque lo que yo tenía en la cabeza era un texto célebre de 1909 de Sérieux y Capgras que se llama “La locura razonante” donde precisamente se le daba al loco toda la posibilidad de su razón. Se le daba la razón a la psicosis. ¿Se dan cuenta? Y esto sin tener la menor idea en esa época –obviamente- del debate Derrida/Foucault.
Me pareció que era un gesto excesivo, un gesto editado –evidentemente- por ese hiato que describe Foucault entre la razón y la expulsión de la locura. Porque Foucault lo que intentó en ese libro era una especie de prosopopeya de la locura -moi, le folie, je parle!- que a los lacanianos -si hay alguno aquí presente- les hará acordar la prosopopeya de la verdad en Lacan.
El intento de Foucault era hacer hablar a la locura, quitárselas a los psiquiatras, quitar ese pseudo diálogo con el psiquiatra y recobrar la pobreza de una locura que era solo murmullo o que era un silencio obstinado...”.

Técnica psicoanalítica. La escucha a destiempo de un lenguaje que juega [Fragmento]
Carlos Basch

“El término técnica ha pasado por diferentes vicisitudes en las distintas corrientes psicoanalíticas a partir de Freud. Particularmente en la transmisión lacaniana, en cuyas coordenadas se inscribe mi experiencia como analista prácticamente desde su inicio, parece haber caído algo en desuso, acaso en relación a la progresiva prevalencia de otros términos (dirección de la cura, ética, deseo del analista, posición del analista). Es un hecho que tras la importancia explícita que Lacan le concediera en los inicios de su enseñanza (al punto de estar presente en el título de sus dos primeros seminarios) las menciones a la técnica se tornan menos frecuentes en su obra ulterior, aunque ya en esa etapa inicial el abordaje fuera distinto al por entonces predominante entre los analistas posfreudianos. Así por ej., en el Seminario I reivindica la técnica freudiana como un estilo, propio de la búsqueda de una verdad singular, y en sintonía con los desarrollos de Heidegger sobre la técnica en perspectiva de la tekné de los griegos la contrapone a lo que denomina “método objetivante de la ciencia”
Sea como fuere, la insistencia del término “técnica” en Freud a propósito de diferentes producciones (técnica de la interpretación de los sueños, del chiste, de la creación poética) hace que valga la pena reabrir su consideración.
Al respecto voy a enumerar, someramente, algunas insistencias.

En “El poeta y la fantasía” la técnica poética designa algo concerniente al juego lenguajero. Freud subraya ese ingrediente de juego en la tragedia (trauer spiel, literalmente juego de duelo), la comedia (lust spiel, literalmente juego de placer) e incluso en el actor (schauspieler, literalmente “el que juega el espectáculo”). Mediante ese juego con el lenguaje la técnica -dice Freud- produce “atemperación por variaciones y encubrimientos” de las fantasías del poeta. Ahora bien, a estas últimas las caracteriza a su vez como el encubrimiento de algo traumático, algo a lo que designa sucesivamente como “lo penoso, lo inacabado, eso imposible de figuración, tensiones en el interior del alma” que tales juegos de lenguaje llevan “fuera de sí”, de modo que la técnica resultaría así del (mal) encuentro entre la serie de representaciones y eso real penoso, inacabado e imposible de figuración. Variación y encubrimiento, entonces, de lo ya variado y encubierto por la fantasía, que acorde a la lógica freudiana por la cual la duplicación de un elemento pone de relieve su insuficiencia operaría un des-encubrimiento de eso encubierto, articulando en ese juego un real”.

Teatro clínico con niños [Fragmento]
Facundo Peñaloza

“En mayo de 1927 se celebró en Londres el famoso Simposio sobre análisis infantil organizado por la Sociedad Psicoanalítica Británica a pedido de Melanie Klein. Melanie le pide a Ernest Jones que organice el Simposio para poder responder a las acusaciones de Anna Freud. Anna, unos meses antes de ese mismo año en el Instituto de Enseñanza de la Escuela de Viena, pronunció una serie de conferencias en las cuales atacó duramente a Melanie Klein. Entonces, Melanie le pidió a Jones un derecho a réplica, poder defenderse de las acusaciones de Anna. Las conferencias de Anna están recogidas en este libro Psicoanálisis del niño ¿Cuáles fueron las polémicas? La primera fue en relación a la iniciación del análisis con niños. Anna plantea que antes de iniciar el análisis de un niño hay un período previo en el cual se introduce al niño en el análisis, se lo entrena para el análisis ¿Qué operaciones hay que realizar para volver analizable a un niño? Anna plantea que, a diferencia del adulto y en relación al análisis, el niño no es apto, y hay que volverlo apto para el análisis. En este período de introducción se vuelve analizable al niño. Se lo vuelve analizable mediante ciertas operaciones ¿Qué operaciones hay que realizar? Por un lado, generar en el niño consciencia de enfermedad. En segundo lugar, infundirle al niño confianza tanto en el analista como en el análisis. Y en tercer lugar, transformar la decisión de los padres en una decisión del niño ¿Cómo se logran esas operaciones? Mediante medios no analíticos. Si Anna tiene que prometerle al niño que lo va a curar, le promete. Si tiene que coser con el niño, cose. Si tiene que tejer, teje. Si tiene que aliarse con él en contra de los padres, se alía. Mediante medios no analíticos, se establece la situación analítica. Melanie Klein desestima este período de introducción al análisis porque para ella, en relación al análisis, no hay diferencia entre un niño y un adulto. Tanto un niño como un adulto son aptos para el análisis. Por lo tanto, no es necesario este período previo de entrenamiento. Para Melanie Klein no hay diferencia entre el inconsciente de un niño y el inconsciente de un adulto. Por eso, un niño y un adulto son ambos aptos para el análisis. La diferencia entre un niño y un adulto está en el yo, dice Melanie Klein, pero no a nivel del inconsciente. Es más, para ella el niño está más dominado por su inconsciente que el adulto.
La segunda controversia giró en torno a los recursos del análisis con niños. Anna plantea que, ya en el período del análisis, superado el período de prueba, los recursos con los que cuenta el analista son los recuerdos conscientes del niño, y a partir de esos recuerdos conscientes el analista construye la historia de la enfermedad. Anna dice que, como son fragmentarios esos recuerdos en el niño, es necesario convocar a los padres para que completen esos recuerdos y poder construir la historia de la enfermedad. Ese es el lugar de los padres que establece Anna en el trabajo con niños, completar la historia de la enfermedad. Además de los recuerdos conscientes, el analista cuenta con la interpretación de los sueños del niño. Para Anna, los sueños del niño son interpretables al igual que los del adulto. Y en tercer lugar, dice Anna, el analista cuenta con las asociaciones que produce el niño en análisis. Acá dice algo interesante. El niño no es apto para la asociación libre como lo es un adulto. En esto sigue lo que su padre señala en la Conferencia 34 de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. Ahí Freud pone la marca en que un niño no es un adulto, y una de las cuestiones que los diferencia es la capacidad para asociar libremente. Anna dice que el niño cuando produce asociaciones lúdicas, esas asociaciones no son asociaciones libres, el niño produce «asociaciones injertadas». El niño produce asociaciones injertadas, que no son asociaciones libres. Sobre esto de las asociaciones injertadas vamos a volver más adelante. Melanie Klein objeta las asociaciones injertadas. Para ella, el niño es capaz de asociar libremente, y si no lo puede hacer como lo hace un adulto es porque en el niño hay gran presencia de angustia, y eso no le permite asociar libremente. Pero no es porque el niño no tenga la capacidad. Melanie Klein elabora su técnica del juego como manera de sortear esa angustia y producir asociaciones libres. Para ella, las asociaciones lúdicas, es decir, las asociaciones que produce el niño jugando en análisis, son equivalentes a asociaciones libres. Esas asociaciones lúdicas son asociaciones libres.
El tercer punto controvertido fue la cuestión de la transferencia. Anna plantea algo interesante, para que haya análisis tiene que haber transferencia. Ahora bien, dice Anna, la transferencia que se produce en el trabajo con niños no es la misma transferencia que se produce en el trabajo con los adultos. En el trabajo con niños se producen «reacciones transferenciales». Y aclara, el niño produce reacciones transferenciales, pero no desarrolla neurosis de transferencia. Sobre las reacciones transferenciales también vamos a volver más adelante. Melanie Klein también objeta las reacciones transferenciales. Para ella, la transferencia que se produce en el trabajo con niños es la misma que se produce en el trabajo con adultos. Para ella, hay neurosis de transferencia.
La última polémica fue en torno a la finalidad del análisis con niños. Anna plantea que, por un lado, la finalidad del análisis con niños es la misma que la del adulto. Es decir, liberar los impulsos instintivos reprimidos. En ese punto, la tarea es la misma que se realiza con el adulto. Pero como para ella un niño no es un adulto, el niño lo que no puede es dominar esos instintos liberados por el análisis. Por eso, requiere de una ayuda externa. Un adulto no tiene este inconveniente, dice Anna, pero los niños sí. No pueden todavía controlar, dominar esos impulsos instintivos liberados por el análisis. Entonces, se pregunta: ¿Pueden ser los padres los encargados de hacer dominar al niño sus impulsos instintivos liberados por el análisis? Acá señala algo interesante. Responde que no, porque esos mismos padres son aquellos que le producen al niño la neurosis. Las exigencias desmedidas de los padres producen una represión inapropiada en el niño, es decir, le producen la neurosis. Por lo tanto, no pueden ser los padres quienes se encarguen de hacer que el niño domine estos instintos liberados por el análisis. Tiene que ser el analista quien se encargue de hacer que el niño domine sus instintos liberados por el análisis ejerciendo un influjo educativo sobre el niño. Por eso, la recomendación técnica de Anna de que el analista desde el comienzo tiene que estar seguro de ocupar el lugar del ideal del yo del niño para poder dominar esos impulsos instintivos liberados por el análisis. Este objetivo educativo también es objetado por Melanie Klein. Para ella, la finalidad del análisis con niños es la misma que con el adulto. Es más, en el mismo momento que el analista ejerce este influjo pedagógico-educativo no hace más que convertirse en un representante de los agentes represores que le causan la neurosis al niño.
Hasta acá, brevemente, las controversias: la iniciación del análisis, los recursos del análisis, la transferencia en el análisis y la finalidad del análisis. Todas las controversias suponen una premisa suprimida, es decir, una premisa que no entra en el régimen de las controversias ¿Cuál es esa premisa suprimida sobre la cual giran todas las controversias? La premisa es que «hay análisis de niños», que el niño es analizable, que se puede analizar a un niño. Cada una a su manera, tanto Melanie Klein como Anna Freud, suponen que se puede analizar a un niño”.

¿Por qué y cómo urge crear en la Facultad la carrera de Acompañante-Secretario? [Fragmento]
Ricardo Bianchi

“Recordemos a Bárbara Cassin cuando tituló: Jacques el sofista. El discurso psicoanalítico, afirmo, viene de la tradición de la retórica y la sofística, no de la ciencia. Y ahí añadimos el pasaje por Hegel. La clínica psicoanalítica supone el montaje de un artificio colectivo. Cuando Lacan dice, en el seminario de La angustia, que todos estamos sobre la escena, evidentemente ahí se trata del reconocimiento, en el caso de la clínica psicoanalítica, de un artificio colectivo porque no están solos el psicótico y el secretario, sino que, además, está el Otro con mayúscula, que evita que el esquematismo del artificio sea reducido a un esquema dual, binario. Siempre se trata de construir un esquema ternario para interrumpir lo que va por la vía de la identificación histérica en el caso que estamos conversando hoy. Estoy diciendo que el montaje del artificio analítico es un montaje colectivo. Lacan decía: yo recibo del otro mi propio mensaje en forma invertida. Lo decía a propósito de la clínica del síntoma. Pero justamente esto, es lo que no tiene lugar en el caso de la psicosis. El psicótico no recibe del otro su propio mensaje en forma invertida. No hay dialéctica, como sí la hay en el caso del síntoma. No hay dialéctica del psicótico con el otro. El otro para el psicótico es un Otro absoluto, no barrado, como cuando Hegel habla del Amo absoluto. En las psicosis, el Otro, no está barrado, no está dialécticamente dispuesto con el psicótico. Espero mostrar que, en la psicosis, hay algo del orden de la comunicación que no funciona. Pero acá no en el modo del malentendido. Por eso, Lacan habla del secretario del alienado, hilvanando que hay un decir psicótico, pero que el psicótico no habla. Todo comienza por el malentendido, la única comunicación que recocía Lacan. Hablamos porque no nos entendemos y porque nos angustia precisamente la distancia que nos aparta. En la psicosis, además de un problema de historia como señala Katherine Kolko, hay un problema de comunicación. El equívoco no funciona, lo que no se embraga, además del shifter, es el equívoco. El shifter es embragar el equívoco. Entiendo, junto con Lacan, que toda comunicación es equívoca, que toda comunicación está fundada en el malentendido. En Comunicación Social, donde desde hace unos años estoy cursando mi doctorado, no lo interpretan de esa manera. Cuando hablan de comunicación, hablan de comunicación. Nosotros cuando hablamos de comunicación, hablamos de malentendido. O como estamos trabajando con Eduardo en Teoría de la Lectura, como habla Kierkegaard, de donde extrae Lacan la comunicación indirecta. Kierkegaard dice: no hay comunicación directa, toda comunicación es comunicación indirecta ¿Por qué toda comunicación es comunicación indirecta? Porque la preocupación de Kierkegaard era cómo pasar el cristianismo, cómo se comunica equívocamente el cristianismo? El malentendido es el pase, el salto de un discurso al otro, como decía Jean Clavreul. Hay algo en la psicosis que no funciona, que no permite el progreso dialéctico de la comunicación, el malentendido. El psicótico está fuera del intercambio simbólico que suponen el malentendido y el equívoco. Y esa es una de las dificultades que conviene reconocer. Porque, por ejemplo, en la conferencia Ustedes están al corriente, hay una transferencia psicótica, Allouch pretende que en vez de estar en el lugar del sujeto supuesto saber, el analista sería quien transfiere al psicótico. Eso no tiene ninguna consecuencia clínica. La fascinación por la psicosis, Foucault ya habló de eso, es algo ya fatigado. Calligaris dice a propósito, y Allouch podría perfectamente suscribirlo, que entre el delirio de Schreber y la metáfora delirante que sostiene la religión cristiana no hay diferencia, que no hay heterogeneidad. Pero eso es mentira. Por una cuestión muy simple. Porque el delirio de Schreber no está tomado en ningún movimiento de intercambio simbólico. El delirio de Schreber no tiene ninguna consecuencia, en cuanto a lo que supondría la difusión de una religión. La religión cristiana sí tiene consecuencias. Y una de las consecuencias fundamentales es la puesta en circulación de la metáfora paterna, según Lacan! Entonces, hay algo de la metáfora delirante que está fuera de juego en esto de la comunicación indirecta, en esto del malentendido. Entiendo que es ahí donde viene la función del secretario. Porque el secretario es el que enhebra y le devuelve a la metáfora delirante la condición de posibilidad para que vuelva a circular en un intercambio simbólico. De algún modo, le devolvería la función que no tiene, en términos de Marx, la función de mercancía. El secretario sería el que aportaría la condición de posibilidad de restituir la dialéctica y movimiento de intercambio, al modo de la mercancía, a la metáfora delirante”.

Auto-presentación del libro Del padre. Políticas de su genealogía1 de Juan Ritvo [Completo]
Juan Ritvo

Ricardo Bianchi: Bueno, vamos a cederle, para concluir la reunión, la palabra al autor, así que vamos a escuchar a Juan Ritvo, hablando de su propio libro.

Juan Ritvo: Eh, no, de sí mismo no, por suerte no, espero!

Y sí, justamente, ¿qué quiere decir cederle la palabra al autor? En Buenos Aires lo habíamos presentado y como de costumbre cuando uno escucha cosas que ha escrito, repara que se han acentuado cosas de un modo que uno no pensaba acentuarlo, obvio. O se leen propuestas o tramas que no son las que uno ha pensado. Finalmente es así, acá me vuelve a ocurrir lo mismo. Me llama la atención la insistencia de Ricardo en la relación Beckett-Heidegger. Es cierto que está en el texto y es cierto que está en otro texto. Yo creí que tenía menos importancia, se ve que él le ha dado una importancia mayor que la que creí concederle yo. Porque para mí Beckett ha sido más bien un pretexto para reformular ciertas cosas heideggerianas, más que un rechazo de Heidegger, pero bueno, es así, lo mismo la intervención de Carlos, mencionó a Sartre de entrada, pero después trajo el guión y es, efectivamente, el guión formidable, el guión que hizo Sartre para la película de John Huston, Freud, pasión secreta, tiene cosas sensacionales. Yo no sé si lo tuve presente o no en algún momento, pero obviamente entra en juego con algunas afirmaciones mías, o me doy cuenta ahora.
Bueno, entonces lo que puedo hacer es algún comentario, una tercera versión sobre algunas cosas. Ni más interesante, ni menos interesante que la de ellos, ¿no? Por supuesto les voy ahorrar contar qué quise hacer, todos mis proyectos con respecto al libro, etcétera, etcétera. Son todas pelotudeces, delego todo eso. Y la verdad es que la experiencia, la experiencia de escribir un libro es una experiencia de desposesión, la verdad que sí, y creo que es una buena experiencia de desposesión, porque cuando no hay experiencia de desposesión es porque uno no escribió nada. Sólo se puede leer ciertas proyecciones. Me parece que algunas cosas he escrito, y bueno, ahí sí, siento que el libro se ha escapado de mis manos, que incluso como libro ya ni lo puedo pensar, y que por momentos me cuesta resumirlo incluso.
Entonces, digo, bueno, en función de lo que he escuchado ahora, de lo que recuerdo haber escrito y haber pensado, pero mucho de las cosas que pensé, obviamente, no escribí y escribí otras que no pensé, obvio. Me aparecen algunos hilos que quisiera yo simplemente decírselos como cuadrantes de mi lectura, a posteriori de haber escrito el libro.
Dos cosas, primero un intento de hacer un traslado del acento puesto sobre la función paterna, en el libro ya Carlos también lo comentó. Objeto el uso fácil de un término matemático que está usado siempre, en un sentido no matemático. Pero entonces, un desplazamiento desde la función, a lo que, en términos tradicionales, que odio, pero que los empleo sólo por razones didácticas, desde la función al agente que soporta la función. También odio agente y soporte. Todo ese lenguaje estructuralista me produce, tirria! Pero a veces no veo más medio que usarlo porque ha sido constantemente usado. Ese es un primer punto.
El otro punto que me parece a mí lo más claro, y voy a empezar por el segundo, y además no los voy a entretener demasiado, es el siguiente. Creo que en un sentido estricto no hay, al menos esa es mi creencia, no hay una teoría psicoanalítica del padre. Terminémosla con esa, no existe. Si pensáramos que existe, todos los reproches que desde cierta avanzada esquizoanalítica y también derridadiana, se le ha hecho al psicoanálisis tendrían razón. Porque por entonces no se sabría por qué diablos construimos una figura paterna atravesada por la religión y no la religión cristiana en general si no católica apostólica romana. Porque estaríamos del lado de la iglesia, estaríamos del lado de lo reaccionario, en un momento donde todas esas instancias están cuestionadas y demolidas incluso. ¿Qué estamos haciendo? Bueno, pienso que plantearlo así es falso, pero a esta falsedad se hace eco constantemente el psicoanálisis cuando toma los conceptos elaborados por Freud y por Lacan, y no sé si muchas veces hablar, vale la pena hablar de concepto, porque en Freud hay un trabajo de escritura que desborda, gracias a Dios, a lo conceptual, pero bueno, para usar los términos convencionales. Entonces, estos conceptos de Freud y de Lacan se los toma como una especie de autorreferencia, cuando hay un sedimento histórico complejo que tiene uno de sus epicentros en la tradición cristiana, y la relación que esta tradición cristiana tiene con el paganismo. Y cuando digo paganismo no digo la religión griega y la religión romana sino ese fantasma de la religión griega y romana que el cristianismo vive, y lo vive a través del falo, obviamente.

Si planteamos la cosa de este modo entonces lo que tenemos que decir es que la paternidad es un síntoma. Es un complejo sintomático que es un factor estructurante de la neurosis. Parto de que la neurosis no es un desvío patológico, sino que es el primer modo de alejamiento de una normalidad inhibitoria, pero que es la estructura. La estructura en psicoanálisis es la neurosis. Esto sé que es discutible, pero lo afirmo rotundamente. Bueno, lo cual nos lleva muchísimas discusiones, porque ustedes saben bien de que algunos dicen, pero entonces si es así la psicosis es una estructura deficitaria con respecto a la neurosis, sí, y sé que esto es muy polémico, pero es así. Desde el psicoanálisis si usted quiere construir una teoría de la psicosis, si quiere efectivamente construirla, no le tiene más remedio que construirla de un modo deficitario, o abandonar las premisas de Freud y de Lacan, terminemos con esa demagogia, esto es una polémica y bastante intensa…
Últimamente a esto lo único que se ha querido oponerle es una especie de empiria, donde la experiencia del analista quiere correr por fuera de las categorías clásicas, empezando por la famosa Verwerfung y lo único que hace es mal traducirla con análogos tomados de cualquier lugar y de cualquier manera. Respeto el esfuerzo que se ha hecho, pero creo que, de golpe, pareciera que hemos vuelto a quedar contaminados ¿por qué? por la tradición psiquiátrica pero no la de derecha sino por la progresista, que es la peor. Bueno, adviertan entonces que acá hay una discusión fuerte, pero lo que quiero decir, en esta discusión yo no les prometo eso, sería interesante que hubiera entrado en ese terreno, pero en este libro, se ha quedado más acá. Lo que quiero decir que entonces, si la estructura de la paternidad es sintomática y es como dice Carlos, el malestar en la cultura como columna vertebral, hay ahí una ambigüedad fundamental, porque es a la vez protesta contra la enfermedad y afirmación de la enfermedad, ambas cosas…
Pero la trama, la trama de occidente, de la paternidad es inconcebible sin la tradición religiosa. El malestar en la cultura es inconcebible sin una función religiosa. Esto es para mí, absolutamente claro. Lo cual no quiere decir que uno deba someterse a ella, pero debe reconocer que sin eso no habría transferencia.
Ahora, digo religiosa y hay que volver a valorar el gesto audaz de Freud y de Lacan y ¿en qué consiste? Este gesto consiste en que ambos pudieron traer algo esencial de la religión, pero traerlo ¿qué quiere decir? Traer lo que la tradición reprime, no confabularse con la represión de la tradición. Traer lo que la represión reprime y mostrar cómo en el cristianismo donde la generación, a diferencia de las otras religiones llamada pagana, deja de ser, la generación divina quiero decir, deja de ser una generación sexual. Cómo esto que es repudiado, retorna constantemente bajo la forma del paganismo, que es uno de los fantasmas por excelencia del cristianismo y que se manifiesta en toda la historia de la cultura de occidente y que por supuesto nuclea los discursos patológicos, porque articula las formaciones del inconsciente. Entonces, a lo que quiero ir, es que esta reunión exótica, que hay que reconocer el gesto, porque está tan banalizado, tan estúpidamente banalizado, que estamos perdiendo de vista ese gesto que consiste en evocar la función y la figura del padre en vinculación con el falo que es algo que proviene del pre-cristianismo, y que en el cristianismo no se ha dejado de censurarlo pero reteniéndolo, a través del trinitarismo, a través de la promoción de la virgen María, etcétera. Habría que hablar mucho del culto mariano porque quienes hablan hoy en día de la feminidad, no saben que ahí hay uno de los secretos que habría que explorar, más allá de ciertas menciones escolares.
Entonces, esto a mí me permite moverme de otro modo, y leer de otro modo, para terminar con ese cansado repetir, donde el término lógica viene a suplir la falta de pensamiento, porque ahí donde no se sabe de qué se habla, se dice lógica. Y por supuesto que cada vez que hay un problema, cae el significante y el objeto a, a resolver todo. Pero esto es como el ratón Mickey, vieron, la proliferación de la famosa película Fantasía, ¿no? Empieza la multiplicación del agua y cada vez se ahogan más. Es una locura esto, yo estoy indigesto, totalmente indigestado de esto. Este uso mecánico de los conceptos que lleva a lo peor, lleva exactamente a lo peor, porque parecemos troskistas. El viejo lenguaje troskista, cristalizado, está en casi todos los textos, incluso de gente enormemente inteligente.
Bueno, entonces, este es el primer bloque, no hay concepción psicoanalítica del padre, sino que el padre es lo que leemos en el malestar de la cultura que es la columna vertebral de la neurosis. A partir de ahí el psicoanalista tiene que trabajar en los límites de la resistencia que también son las posibilidades. Porque aquí quiero alertar frente a cierta tontería estupidizante que es el llamado esquizoanálisis, que proclama una especie de juego abierto a cualquier cosa en un mundo, donde las cristalizaciones son muy rígidas y muy jerarquizadas.
Entonces, ignorar la jerarquía en nombre de un esteticismo de la clínica lleva exactamente a lo peor. Es esa demagogia que es la contracara exacta de esa especie de estupidez religiosa donde estamos todo el día hablando de la fórmula de la metáfora paterna, que es un obstáculo para pensar lo que Lacan ha producido. Si alguien cree que con esas estúpidas fórmulas que imitan fracciones, y que el propio Lacan dice que no son fracciones, alguien puede regir algo, yo creo que estamos perdidos, realmente, porque eso no es ni rigor lógico, ni rigor matemático y menos es un rigor conceptual.
Bueno, ese es el primer punto, el segundo punto que quiero destacar es este. Desplazamiento, entonces decía, en términos tradicionales desde la función al agente, pero ¿qué quiere decir? Claramente esto, y esto he podido por suerte leerlo, en textos de autores de los cuales discrepo profundamente pero que a veces plantean las cosas más claramente. ¿Cuál es el punto? El punto es que quizá no sepa exactamente qué es ser un padre, pero puedo plantearme que, si soy demandado, a esa función, siempre que me excede, tengo que responder yo… ¿Cómo qué? como hijo. Entonces, el desplazamiento consiste en plantear tres términos, un padre que es cualquiera en tanto asume la terceridad de llamarse padre en relación a un hijo. Mi padre que es el padre que yo construyo sobre el fondo del padre. Y este padre sí, es el padre que es lo más parecido a lo que, con un término bueno, que Carlos se ha encargado de fustigar, podríamos llamar estructural. Pero no es sino ese que no existe, que nunca existió porque está muerto en su nombre. Pero a partir de aquí hay un desplazamiento hacia las decisiones de cada sujeto en la medida en que se ve confrontado con algo que permanentemente lo desborda. Porque este es el problema. La interpretación de la ley paterna supone trabajar con un equívoco que siempre, siempre nos obliga a inventar ahí donde efectivamente sólo hay huecos. Aquí hay, lo que estoy manejando es un modelo de relación de interpretación a la ley que me parece central.
El punto es este, la ley, no estoy hablando de la ley jurídica, aunque el problema ha sido abordado, y muy inteligentemente por varios a nivel de la ley jurídica. La ley, la ley de la castración, al igual que la ley jurídica, en un cierto respecto formal, no en otro, son contenidos diversos. Es una ley que por definición es ambigua, y digo es ambigua, es lacunaria. Voy a usar el término matemático mal usado: es inconsistente. Digo que está mal usado, perfectamente mal usado, ¿por qué? porque de la inconsistencia yo puedo hablar de un sistema formal, pero si no hay sistema formal ¿qué sentido tiene emplear el término inconsistencia? Hasta son títulos de libro eso. La falta de rigor nuestro es asombrosa. Pero bueno, a veces lo uso por inercia, porque, vieron, a uno se les pega, pero digámoslo simplemente así: es profunda e indespejablemente lacunaria. Frente a eso, frente a eso, hay que interpretar. Pero el punto de un sujeto llamado a la función que lo excede es un punto histórico. El libro abunda en este punto. Es un punto histórico que tiene que ver, estrictamente hablando con el nacimiento del capitalismo y el nacimiento de esa nueva entidad que se llama individuo. Ahí, en ese punto, la ley se vuelve inconsistente, y recién ahí, vieron, empleé el término ¿no? Bueno, recién ahí, uno puede decir, esa inconsistencia, entre comillas, es la prueba de que hay la posibilidad de plantearnos la paternidad en el psicoanálisis. Porque, una vez más, y esto es otro frente polémico.
Quienes me han seguido mis artículos en Imago Agenda saben bien que yo machaco con esto y voy a seguir machacando porque, la imbecilidad avanza a pasos agigantados y nos desborda. En este momento, se empieza hablar, no se empieza, hace decenas que se está hablando del modo más estúpido posible de la caída del padre. Yo me pregunto, lo mismo que este personaje ridículo, Zizek, que ahora viene a decirnos que este es un siglo violento, como si la historia humana no fuera violencia. Lo que aportó el siglo es la violencia administrativa de la Shoah, eso es cierto, pero lo demás, ¿de qué me están hablando? ¿Pero qué, el padre, en la época de Freud estaba en el cenit? Si justamente el padre que nace en el psicoanálisis, esto se lee a cielo abierto en Freud y Lacan, si uno tiene alguna capacidad mínima de poder leer, es el padre caído. Si el padre no es caído, es el padre de las tribus africanas o el padre de la tragedia griega, que no es un padre. Porque no es un padre, porque está confundido con sus antecesores. Esos padres que son tan potentes que el hijo no tiene otro remedio que acatar sus órdenes sin vacilar y ese es el fondo sobre el cual la tragedia griega empieza a tramar su despegue sin conseguirlo, y por eso es tragedia. Ese padre no es un padre del que podamos hablar nosotros. Y ahí no hay sujeto en el sentido psicoanalítico, porque esa es otra barbaridad: sujeto no es igual a ser humano. No se puede empezar pelotudamente psicoanalizando a cualquier personaje de una tribu africana o de la Atenas clásica. No sirve eso, no sirve bajo ningún punto de vista. No es sujeto. La noción de sujeto no equivale a entidad, a ser humano, a psiquismo. Hay psiquismo a lo largo de toda la historia humana pero la noción de sujeto es muy estrecha. Tiene que ver con la modernidad capitalista. No hay otra forma de entenderlo. Es ya mucho lo que estamos diciendo si digo esto. Yo ni siquiera sé si hay sujeto en la tradición japonesa o china. Esto los mismos japoneses lo han dicho, que no son analizables. Hasta podríamos decir, no tienen inconsciente, lo cual no es un insulto, porque los cubanos tampoco tienen inconsciente y yo no los estoy expulsando de la humanidad. ¿Se entiende lo que estoy diciendo? Sí, es claro, pero es clarísimo. La noción de inconsciente ni siquiera sé si es un privilegio. Pero hay que establecer una suerte de, hay que establecer un principio de método, una restricción. Lo de los cubanos es un chiste, pero no es tanto.
[Risas]
Bueno, hay que establecer una restricción de cuál es nuestro campo, y entonces la pregunta es esta: ¿de qué estamos hablando? Es exactamente lo mismo que esto que ahora aparece como proliferación de los goces. Como los psicoanalistas queremos opinar sobre la actualidad y tenemos los criterios que tenemos, bueno, mejor ni hablar. No tenemos ninguna formación histórica ni sociológica, ninguna, absolutamente. Estamos lleno de los prejuicios que tiene todo el mundo y nos creemos autorizados porque, además, cierto fracaso de las ciencias sociales, que están en una etapa de crisis profunda, porque los parámetros clásicos, el marxismo y el estructuralismo han caducado, pero no hay nada que los reemplace. Entonces, en ese punto, nos llaman a nosotros, y nosotros estúpidamente empezamos a hablar del goce, entonces por todos lados hay irrupción de goce. Lo curioso del caso es que se usa el término de un modo tan desmesuradamente imbécil… ¿no? que se ha llegado ahora, incluso a teoría, propiciado por psicoanalistas franceses que se difunden mecánicamente en Buenos Aires, Rosario, Tucumán, en todos lados, de que esta sería una época donde domina el goce sobre el deseo. Es un grado de estupidez infernal, con lo cual no quiero decir que no haya modificaciones en la actualidad, pero lo que hay que plantearse es si han cambiado los paradigmas históricos, o esto no es más que la culminación del paradigma freudiano, que creo, es mi creencia, además.
Por supuesto que, contra lo que estamos luchando es contra el mismo psicoanálisis, porque ahora evidentemente nosotros hemos escuchado la canción, los análisis duran mucho, se empantanan, no hay garantía de los resultados, no se puede hacer público las cosas, no tenemos la eficacia de la ciencia, y estamos invadidos por corrientes psicológicas y psicotécnicas que amenazan desplazarnos del territorio que en algún momento ocupamos, hay demasiada competencia porque la facultad de psicología produce muchos analistas y dónde van a encontrar trabajo, el Estado no les da abrigo, bueno, entonces ahí aparece la ilusión. Hay que renovar la ilusión… ¿no? Los líderes de las pequeñas o grandes capillas renuevan la ilusión. Y renovando la ilusión, de golpe, lo que empiezan a descubrir es que ahora hay condiciones que ya no son las anteriores, entonces, ¿qué deberíamos hacer? Evidentemente es una encrucijada para el psicoanálisis, pero el psicoanálisis es lo que articuló Freud y si eso desaparece, desaparece el psicoanálisis. Ustedes me dirán, ¿subsistirá el psicoanálisis? No lo sé, no tengo la menor idea, ustedes tampoco. Sólo queda renunciar a la tentación de la actualización. Son las locuras actuales, pero eso nos obliga a ser más riguroso que nunca, y a esto quiero volver para terminar. Ser más riguroso que nunca quiere decir, a mi juicio, terminar con la pavada, cuando cada vez que aparece un problema le tiramos encima significante, objeto a, el fantasma, bla… bla… bla, matema, concepto, porque ¿vieron la palabra lógica? Fructifica por todos lados! Todo es lógica, lógica de la percepción, lógica de la estructura, lógica de lo que sea. En lugar de tirar mecánicamente… ¿por qué no revisamos nuestras categorías?
En el libro dedico un ensayo a la noción de significante, y creo haber descubierto cierto desvío desde el propio Lacan, donde Lacan en determinado momento yo creo que se empantana. Se empantana con la noción de significante, la vuelve pobre, desdeña ciertas cosas que él mismo elaboró. Yo exploro Lacan contra Lacan constantemente. Me parece que mi modo de ser lacaniano, es mostrar las antinomias en Lacan y no tratar de disimularlas, que es lo que se suele hacer. El mismo Lacan alguna vez dijo: intentar coherentizar a cualquier costo la obra de Freud es una empresa pobre. Bueno, lo mismo está ocurriendo con Lacan. Y lo mismo cuando se empiezan a hacer cuestiones evolutivas, que son de una estupidez infinita. Lacan habría empezado con lo imaginario, después con lo simbólico, y en la última etapa… ¡ahhh! accedimos a la maravilla de lo real. ¿Qué mierda es lo real? ¿De qué están hablando? Real se ha convertido entre nosotros, la palabra, la consigna, para el peor de los irracionalismos. Lacan dijo una vez, algo que se le puede caer encima a él. Él dijo que, injustamente a mi juicio, pero lo dijo y malhumoradamente: que Kant era un señor caduco que llamaba cosa en sí a lo que no entendía. Nosotros estamos corriendo el riesgo de llamar “real” a todo lo que ya no entendemos y hemos hace tiempo dejado de entender. En este sentido yo creo que el ternario, un mal sustituto del trinitarismo cristiano, hay que revisarlo y muy profundamente.
Bueno, podría seguir horas, pero lo que quiero insistir es que hay, ellos no marcaron demasiado, y creo que también, las facetas más virulentas, porque el texto tiene bastante, yo lo estuve ojeando, más virulencia polémica de la que pensaba. De todos modos, por suerte, está escrito, y uno cuando escribe pretende ser más elegante que cuando habla. Acá yo hoy estoy en una función de agitador, así que, con eso, bueno, termino.
[Aplausos]

Notas:
1. Juan Ritvo. Del padre. Políticas de su genealogía. Letra viva. Buenos Aires, 2004.
2. La Presentación estuvo organizada por la revista Nadja. Lo inquietante en la cultura, durante su Seminario en la librería rosarina Homo Sapiens, el 16 de Junio de 2005. Panel: Carlos Kuri, Juan Ritvo y Ricardo Bianchi.
3. El escrito leído esa noche por Ricardo Bianchi, La espada de la lengua, se encuentra publicado en su libro Stimmen. Ediciones de las 47 picas. Rosario, Abril 2020.
4. Desgrabación de la intervención final de Juan Ritvo a cargo de Juan Pablo Carrascal. Revisión de Ricardo Bianchi.

 

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