Volver a la página principal
Número 1 - Julio 1998

"ESTAR DE LA NUCA"* O RETORNO A FREUD
(Hipótesis para pensar el síntoma y el fenómeno psicosomático en la clínica freudiana)

Edgardo Schapachnik


No es posible hallar en toda la obra de Sigmund Freud referencia alguna al concepto que hoy denominamos "fenómeno psicosomático" (FPS). Simplemente no es un concepto que él haya desarrollado.

Pocas menciones de la incidencia del psicoanálisis sobre las afecciones orgánicas encuentran a Freud citando a Groddeck, Jelliffe; Jelliffe, Groddeck, Félix Deutsch.

Sin embargo, pueden hallarse algunas consideraciones en su Obra que nos habilitarán a desarrollar una hipótesis de cómo pensar el FPS basándonos en su material clínico y deslindarlo del síntoma conversivo, tal como se desprendería de su atenta lectura y tal como propongo sea leído.

Veamos, pues, el material al que hago referencia, recortando las menciones pertinentes a este desarrollo. Nos remitiremos a Estudios sobre la histeria, 1895.

La paciente miss Lucy R., de 30 años, le es derivada a Freud a fines de 1892 por "un colega y amigo" que la "tenía en tratamiento a consecuencia de una rinitis supurada crónica. La causa de la tenacidad de su padecimiento era, como más tarde se demostró, una caries del etmoides".

Podría traducirse la palabra "caries" que utiliza Freud para designar la afectación otorrinolaringológica, como una osteomielitis del citado hueso. Es decir, un serio padecimiento de los senos paranasales y de la propia nariz.

Sin embargo, el propio colega que efectúa la derivación, "muy perito en la materia", que bien podría tratarse de W. Fliess, debía considerar extraños a ese padecimiento nasal toda la serie de "síntomas" olfatorios que refería la paciente: anosmia y "una o dos sensaciones olfatorias totalmente subjetivas", al punto de llamar en consulta a un psicoanalista, que nada menos era Sigmund Freud. Este, lejos de atribuir como causa de estos "síntomas" la citada afección, acepta a miss Lucy como paciente.

El curso del tratamiento efectivamente permite corroborar la naturaleza histérica de las "sensaciones olfativas de carácter subjetivo", pero no de la anosmia a la cual relacionaba con la afección orgánica.

Esta interesante observación de Freud, nos permite extraer algunas conclusiones:

* existencia de un padecimiento orgánico

* coexistencia de un síntoma histérico que se construye sobre aquel padecimiento orgánico

¿Qué hace suponer a Freud la citada coexistencia? ¿Por qué no explicar los "síntomas" olfatorios por la afección nasal, como tienta a hacer un pensamiento asentado en el discurso médico?.

Freud da una primera respuesta fenomenológica: distingue tales sensaciones olfatorias de la anosmia, que tiene un carácter constante, "por su calidad de alucinaciones periódicas".

 

Es decir, otorga a las sensaciones del olor a harina quemada o tabaco la misma condición alucinatoria periódica que atribuyera a la fórmula "¡Estese quieto! ¡No me hable! ¡No me toque!" de Emmy de N.. Por esa condición sospecha el mecanismo conversivo.

Pero además, aquellas sensaciones olfativas entran en el circuito asociativo, en la cadena significante. Hay desplazamiento S1-S2. "Harina quemada" se resignifica desde el amor al viudo padre de las niñas. Es la estructura de lenguaje, la metáfora existente allí, la que da consistencia de síntoma a las citadas quejas de la joven inglesa. Hay allí, más allá de la organicidad, significantes reprimidos, una formación del inconsciente.

Es instructivo comprobar cómo procede Freud: por un lado ubica a la enfermedad orgánica y a la anosmia a ella vinculada; por otro ubica al síntoma conversivo como fenómeno de otro orden, acaecido en el lenguaje, tal, que llega a esta conclusión sólo luego que se pusieran en circulación los significantes de miss Lucy R.

Emmy de N., de 40 años, es la primera paciente en la que Freud, a partir del 1º de mayo de 1889, (fecha discutida por Strachey) ensayara el método catártico que Breuer aplicara a su paciente Ana O.

Mediante esta técnica puede desentrañar uno a uno los floridos síntomas histéricos que constituían el padecimiento de la rica mujer alemana (dolores de brazos, de piernas, tics, etc.).

Sin embargo, Freud tropieza con uno de ellos, pero de otra naturaleza: son los "calambres en la nuca" que "consisten en una sensación de 'presión helada' en la nuca, rigidez y frío doloroso en las extremidades, incapacidad de hablar y postración. Suelen durarle de seis a doce horas". Y continúa Freud:

"Mis tentativas de reducir este complejo de síntomas a una reminiscencia (subrayado E.S.) fallan por completo, siendo contestadas negativamente las preguntas, a dicho fin encaminadas, sobre si su hermano, al que asistió en ocasión de hallarse delirando, la cogió alguna vez por la nuca. En definitiva, no sabe (subrayado E.S.) de dónde proviennen tales ataques".

En este punto del texto, remite Freud a la nota Nº 50, en la que dice: "Reflexiones posteriores me han llevado a suponer que tales 'calambres en la nuca', según los denominaba (subrayado E.S.) la enferma debían de ser estados orgánicamente condicionados, análogos a la jaqueca".

En la página 81 de la misma traducción castellana de López Ballesteros, agrega Freud:

"No es posible aceptar para todos los síntomas somáticos [se refiere a los síntomas somáticos de una paciente histérica, E.S.] la misma génesis. Por el contrario, incluso en el caso de Emmy de N....nos muestra que los síntomas somáticos de una histeria surgen de muy diversos modos. A mi juicio, una parte de los dolores de la sujeto se hallaba orgánicamente determinada por aquellos leves trastornos (reumáticos) musculares...En cambio, otra parte de sus dolores era...un símbolo mnémico de las épocas de excitación...Estos últimos dolores pudieron tener también, alguna vez...una justificación orgánica, pero después fueron objeto de una elaboración que los adoptó a los fines de la neurosis".

Y más adelante insiste Freud:

"Otros de los síntomas somáticos de la enferma no eran de naturaleza histérica; por ejemplo, los calambres en la nuca, que hemos de considerar como una jaqueca modificada, debiendo incluirse, por tanto, entre las afecciones orgánicas y no entre las neurosis".

Es decir, acerca de los "calambres en la nuca", Emmy de N. "no sabe". No hay saber inconsciente constituído allí. Emmy sólo puede denominarlos "calambres en la nuca". Les otorga un nombre pero no hay formación del inconsciente. No hay cadena significante donde se incluya; no hay S2 que resignifique. "Calambres en la nuca" es sólo S1. No hay enunciacón, es tan sólo enunciado. Tiene condición de holofrase. No hay "reminiscencia" a la que desplace, al decir de Freud. No hay metáfora. No hay Otro.

Sólo hay un cuerpo que fue marcado por la afección reumática, tan orgánica como la rinitis supurada de miss Lucy.

Sin embargo, se desarrollaron sobre estas afecciones del organismo dos órdenes de acontecimientos que podemos situar en el discurso de miss Lucy y Emmy:

a) un síntoma histérico como mensaje cifrado dirigido al Otro (el olor a "harina quemada" o "tabaco") y por lo tanto con estructura de lenguaje.

b) un síntoma (en el sentido médico del término), al que Freud negara el estatuto de histérico, dado no tener estructura de lenguaje (no remitir a reminiscencia alguna) al que provisionalmente consideraremos como un fenómeno; un fenómeno que Freud detectara en el discurso de su paciente y al que por las características señaladas, podríamos considerar bajo la categoría de lo que hoy discutimos bajo el concepto de "fenómeno psicosomático" (los "calambres en la nuca"). Es cierto que Freud atribuyera un origen totalmente orgánico a tal queja, lo cuál no es materia de discusión; tampoco lo era la rinitis purulenta de Miss Lucy. De lo que se trata es determinar qué estatuto adquiere tal "real", la enfermedad médica "rinitis purulenta" o la "afección muscular reumática", cuando es atrapado por el discurso. En otras palabras, qué lugar pasa a ocupar en relación al Otro. Desde esta óptica es que propongo su consideración como FPS.

Es interesante aquí consignar que Freud mismo, en la discusión de la epicrisis del caso de Isabel de R. señala: "El primer ataque de dolores en las piernas padecido por Isabel de R.,...fue, así, a mi juicio, de carácter orgánico, pues al buscarle una causa psíquica no obtuvo resultado ninguno, y confieso sinceramente que me inclino mucho a dar a mi método de provocar la emergencia de recuerdos ocultos un valor de diagnóstico diferencial, siempre, claro está, que se practique con acierto" [subrayado E. S.].

Ambas situaciones, el síntoma histérico y el fenómeno psicosomático, son en sí diferentes de la enfermedad sobre la que se asientan. La enfermedad -la rinitis supurada y la afección muscular reumática-, "afectan lo real del cuerpo, pero...están fuera de lo simbólico". Tanto uno como el otro, (el síntoma y el FPS), aparecen en el discurso dado al analista.

Este, por lo tanto, es condición indispensable para que "algo" dicho adquiera dimensión de tal o cuál. Será un síntoma si aquel a quién va dirigido descifra allí una metáfora, si algo del orden del enunciado permite su deslizamiento a la enunciación. Será un FPS si hay quién lo sancione como tal por su condición de holofrase. Si estoy con gripe y tengo fiebre, la fiebre será una manifestación de la enfermedad viral; pero si en el transcurso de mi análisis digo "tengo fiebre", ello será sancionado como holofrase, y por ende como FPS, si no remite a otro significante. Podría haber sido también una conversión, de acuerdo a su relación con la estructura. Pero una u otra situación se dan al margen de la elevación de la temperatura que me hizo decir "tengo fiebre".

Al síntoma conversivo lo situamos en el cuerpo afectado por el significante, "es decir el cuerpo, pero sin su real. Se trata entonces de conversiones simbólicas".

El FPS, afecta el cuerpo real, es decir el organismo considerado con su pulsación de goce (los calambres) tomándolo en su consistencia imaginaria (que permite señalar la nuca como el lugar del goce).

"En el caso de las afecciones psicosomáticas, un órgano se sustrae a la función unificadora de la imagen y es en este órgano en el que se fija el goce al modo del autoerotismo".

Por lo tanto la hipótesis de que se trata ubica en primer lugar el FPS en el discurso de un analizante o de un paciente en el transcurso de las entrevistas preliminares. La lesión orgánica en cuestión (no importa si se trata de una psoriasis, asma, infarto de miocardio, hepatitits, gripe, etc.; es decir no importa la etiología de la enfermedad ni el lugar que ésta ocupa en la nosología médica; no importa tampoco que esta nosología le otorgue o no el rótulo de "psicosomática") producirá un FPS siempre que allí no se represente un sujeto; siempre que el significante "calambres-en-la-nuca" no represente a un sujeto para otro significante y se comporte por ende como una holofrase; siempre que no se produzca la afanisis; siempre que no haya efecto metafórico. Podrá haber un "nombre propio" que a lo sumo representará a la persona, al paciente, pero no al sujeto.

Por eso el FPS será escuchado en el discurso (único elemento puesto en juego frente a un analista, por otra parte), recortado de los significantes de quién lo padece (¿o lo porta?). No es un fenómeno de lenguaje en la medida que el significante holofraseado que da cuenta de él no ha sido el Vorstellungrepräsentanz de la represión no guardando por lo tanto el FPS relación alguna con el inconsciente.

Por ello, el FPS está por fuera de la estructura como lo ejemplifican magníficamente los calambres en la nuca de Emmy de N.

Estar de la nuca pudo ser el camino que condujo a peregrinas teorizaciones sobre la enfermedad psicosomática.

Frente a ello, propongo el retorno a Freud.

BIBLIOGRAFIA

*Estar de la nuca: modismo usado por los adolescentes de Argentina en los últimos años mediante el cual hacen referencia a "estar mal de la cabeza" o sencillamente, estar loco.

1) Freud, S. Esquema del psicoanalisis, ed. Biblioteca Nueva, 1923, pag.2741.

2) Freud, S. Psicoanalisis y teoria de la libido, ed. Biblioteca Nueva, 1922, pag.2671.

3) Freud, S. Estudios sobre la histeria, ed. Biblioteca Nueva, 1895

4) ibid., pag 89

5) ibid., pag 90

6) ibid., pag 55

7) ibid., nota 6

8) Strachey, J. en Freud, S. Estudios sobre la histeria, Introduccion, ed. Amorrortu, pag. 6

9) Freud, S. Estudios sobre la histeria, ed. Biblioteca Nueva, 1895, pag. 68/69

10) ibid., nota 9

11) ibid., pag. 81

12) ibid., pag. 84

13) ibid., pag. 132

14) Valas, Patrick. El cuerpo en la biologia, la medicina y el psicoanalisis. Vectores del acontecer analitico, 4/5, 1988, pag. 5

15) ibid., nota 14

16) Ciampa, Noemi y cols. Psicosomatica en el campo del psicoanalisis. Ricardo Vergara ediciones, 1993, pag. 7


Volver al sumario del número 1

PsicoMundo - La red psi en internet