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Los mayores: una nueva edad adulta en el siglo XXI
Trabajo monográfico para el
Curso Virtual Educación para el Envejecimiento

Encarni Pedrero García
encarnipedrero@eresmas.com

 

1.- LOS MAYORES: UNA NUEVA EDAD ADULTA EN EL SIGLO XXI.

1.1 Introducción:

Una nueva sensibilidad creciente se extiende en el umbral del nuevo milenio hacia las personas mayores. Los motivos del fenómeno son diversos: el hecho innegable de la prolongación de la vida; el dinamismo e influencia de los mayores con capacidad y recursos para participar en la vida social como sujetos activos –en contraste con el concepto de clases pasivas-; el peso específico de su opinión y voto en la sociedad democrática; la capacidad de asociación y reivindicación de las asociaciones de mayores.

1.2 Crecimiento general y distribución de los mayores en el mundo:

Según cálculos de las Naciones Unidas, en 1950 había en todo el mundo alrededor de 200 millones de personas de 60 o mas años de edad. Ya en 1975, su número había aumentado a 350 millones. Las proyecciones demográficas de las Naciones Unidas para el año 2000 indican que ese número aumentará a 590 millones –casi el 300% en 50 años. En cuanto a la distribución de la población mayor en el mundo, cabe observar la tendencia al aumento constante en los países en desarrollo. Si en 1975 más de la mitad (52%) de todas las personas de 60 o mas años vivían en los países en desarrollo, se prevé que para el año 2000 más del 60% de todas las personas de más edad del mundo vivirán en países en desarrollo y se calcula que esta proporción alcanzará casi a las tres cuartas partes (72%) para el 2025.

El aumento de la esperanza de vida al nacer será de un año aproximadamente en las próximas décadas en las regiones más desarrolladas y se elevaría 2,5 años en las regiones en desarrollo. En los 17 países más industrializadas, entre los que se encuentra España, el porcentaje medio de población que en 1995 se estimaba que no llegaría a los 60 años, era del 10%; la esperanza media de vida, en cambio, se acercaba a los 75 años. Esta longevidad creciente está poniendo creciente está poniendo en tensión los logros del complejo sistema de Seguridad Social existente, por ejemplo en la Unión Europea y que reclama soluciones imaginativas para el futuro.

Si se mantienen las tendencias actuales, cabe observar que la relación de masculinidad en las personas de edad seguirá siendo desequilibrada en las regiones desarrolladas, pero con una ligera mejora. En la mayoría de los casos, ésta es la conclusión de las Naciones Unidas: "las mujeres constituirán una mayoría cada vez más grande de la población de mas edad".

Otro aspecto importante a considerar es la distribución de la población de edad entre el medio rural y urbano. En las regiones más desarrolladas, las dos terceras partes de los ancianos vivían en zonas urbanas en 1975 y la tendencia prevista aumentaba esa proporción hasta las tres cuartas partes para el año 2000, como se ha confirmado.

En el marco de la planificación del desarrollo económico y social general, y en orden a satisfacer las necesidades esenciales de toda la población, los principales indicadores tendenciales muestran que:

se prevé un aumento notable de la población de más de 60 años en el futuro, particularmente de las personas de 80 años o más.

Se prevé que, en muchos países, el aumento de la proporción de la población de más de 60 años proseguirá en los próximos decenios.

Las mujeres constituirán la mayoría de esa población de más edad y esa mayoría aumentará continuamente.

A partir de datos y hechos comprobados, tanto por Naciones Unidas como la Unión Europea en su ámbito regional, se plantea una doble preocupación:

por una parte, la exigencia de un equilibrio adecuado entre los factores sociales, económicos y ambientales y los cambios en el crecimiento, distribución y estructura de la población. Los países deberán reconocer y tener en cuenta las tendencias demográficas y los cambios de estructura de su población para optimizar su desarrollo.

Por otra parte, los problemas humanitarios relativos a las necesidades particulares de las personas de edad deben ser afrontados con políticas adecuadas referidas a: salud, alimentación, vivienda, medio ambiente, familia, bienestar social, seguridad de pensiones y empleo, y el reto de la educación continua.

Contamos con un conjunto de principios ya aceptados por la comunidad internacional destinados a servir de criterios reguladores de las políticas regionales y nacionales a favor de los mayores. Suponen un reconocimiento generoso de la dignidad y derechos del mayor con detalladas prescripciones que ningún ciudadano debe ignorar (IMSERSO, 1999).

La designación del año 1999 por las Naciones Unidas como el Año Internacional de las Personas Mayores, bajo el lema "una sociedad para todas las edades", no fue algo puntual o circunstancial, sino un último jalón de la necesaria y justa preocupación por los mayores, que ha ido en aumento en la sede de las Naciones Unidas desde casi dos décadas.

En el caso concreto de España, los cambios experimentados en la mortalidad y en la fecundidad han sido extraordinarios, de manera que en el momento actual se disfruta de una de las esperanzas de vida más altas de Europa y, por tanto, del mundo (82 años las mujeres, 75 años los hombres), y junto con Italia, es el país con la tasa de fecundidad más baja del mundo (1,2 hijos por mujer en 1997). El proceso de envejecimiento de la población española, a causa de estos cambios, se ha acelerado en estos últimos años, aunque es inferior al observable en otros países occidentales, debido a que se partía de estructuras demográficas más jóvenes por la tradicional alta fecundidad de la población española y de las poblaciones del sur de Europa en general.

En la actualidad, pocas realidades hay en la vida comunitaria tan importantes como el hecho de la prolongación de la vida media del ser humano, pocas de tanta trascendencia y pocas tan frecuentes entre las que ocupan la atención de los gobiernos de la sociedad en general y de los grupos ciudadanos en la mayoría de los países del mundo. No solamente los demógrafos y los sociólogos, cualquier observador atento a la sociedad de nuestros días, podrá descubrir fácilmente que el mundo de hoy, especialmente en los países de mayor desarrollo económico y social, se halla, sin duda, en los umbrales de una nueva era, la era de la longevidad.

No hay precedentes del envejecimiento de las poblaciones del mundo ni de soluciones a los problemas que esto crea. La tarea no respeta generaciones, fronteras internacionales, ni los límites e instituciones económicas y políticas tradicionales; requiere nuevas formas de pensar, un amplio sentido de la responsabilidad social y la disposición para imaginar y crear de la nada algo totalmente nuevo.

1.3. Actitud social y personas mayores

Es evidente después de la descripción realizada que plantea la posibilidad de llevar a cabo diversos programas de intervención socioeducativa con la tercera edad como sujeto fundamental. Pero todo ello no es posible conseguirlo, si no hay una actitud positiva, que es determinante en la consecución de la calidad de vida, tanto por parte de la sociedad, como de las mismas personas mayores, en relación a su rol, sus posibilidades, su independencia, su autonomía, su autoestima, etc. No cabe ninguna duda, pues, que el colectivo de personas mayores se caracteriza por no reunir las condiciones y características que se valoran en las sociedad actual como base para el reconocimiento individual y social: ciertos cánones estéticos, ciertas aptitudes y potencialidades, la condición de no activo, no rendir económicamente, amplias demandas de servicios sanitarios, económicos y sociales, etc. Son características que pueden generar, y de hecho generan, un comportamiento negativo hacia ellos.

Debemos cambiar los mitos que impregnan la percepción de las personas mayores por hechos científicos que permitan un acercamiento realista a su bienestar, evitando el ebadismo o la discriminación por razones de edad y lo que ello significa, entre otros, en términos laborales, económicos, mentales y sexuales. Así, el acceso al tratamiento de la información es un factor decisivo en la discriminación social. siguiendo con la reflexión de estos autores, ese acercamiento realista pasa por la utilización de criterios adecuados a la realidad individual y grupal de este colectivo, y no a la realidad de otros colectivos como los niños y los jóvenes, por ejemplo:

la ancianidad no se establece cuando el individuo deja de producir, la ancianidad tiene que ver con el estado físico, con la historia personal, con el equilibrio familiar y social, etc.

La ancianidad al igual que otras épocas de la trayectoria evolutiva tiene potenciales propios; es así como las demandas que efectuemos deben adecuarse a esos potenciales y no a otros que el individuo no posee porque en este caso estamos utilizando un criterio inadecuado.

La ancianidad es un época vital con sus propias peculiaridades, ni mejores ni peores que en otras edades como la niñez, la adolescencia o la adultez.

Por tanto la percepción social (factor decisivo en la discriminación social), la imagen que los medios de comunicación dan de este colectivo tiene unas consecuencias importantes y significativas.

Los medios de comunicación social tienen una gran responsabilidad en la definición que se tiene sobre las personas mayores, y por tanto, sobre la propia percepción que los mayores tienen de si mismos. Se desprende de esto que el colectivo de las personas mayores presentan unas características, que necesitan de un trabajo serio y riguroso que pueda cambiar las actitudes sociales negativas sobre este sector de la sociedad.

Cuando en 1982, las Naciones Unidas adoptaron el eslogan "añade vida a los años que añadiste a tu vida", también incluían cinco fundamentos rectores de las políticas sociales: independencia, participación, cuidado, dignidad, y desarrollo personal. Estos principios son opuestos a los principales estereotipos de la vejez (periodo de retiro, reposo). Por el contrario, constituyen elementos imprescindibles en el proceso de envejecimiento satisfactorio junto a otros aspectos como una larga vida, salud física, eficacia cognitiva y control personal. Si bien, este concepto de envejecimiento óptimo supone un ideal, cada vez más se impone la idea del surgimiento de una nueva vejez.

1.4 Los estereotipos de la vejez

Los estereotipos, como creencias generalizadas sobre los atributos o características que definen a un determinado grupo social, se conforman en el pasado y se transmiten a través del proceso educativo, sin apenas transformación, con el paso del tiempo. Con ello se afianza una de las características más significativas de los estereotipos, mitos, que vienen a agravar el problema: su resistencia al cambio y el efecto anticipador de la conducta y de la posibilidad de su cumplimiento. Los estereotipos o prejuicios se convierten en esquemas funcionales que activan o dirigen la actuación mucho más que la propia realidad.

Respecto a los mayores, estas creencias previas, estereotipos, en la medida que funcionan como esquemas mentales previos, anticipadores de la realidad y sus características, comprometen nuestras actuaciones respecto a ello, pudiendo provocar, en su caso, actitudes antimayores, viejistas, que por falta de objetividad son inadecuadas a la correcta valoración de este sector de la población.

Las teorías de la desvinculación, de la subcultura y de la modernización intentan explicar estos fenómenos del conocimiento. La primera, desvinculación, inspirada en el interaccionismo, defiende que entre la sociedad y el individuo, aparece en el proceso de envejecimiento, de forma natural y de adaptación, la tendencia a la desvinculación entre ambos: individuo y sociedad. Esta teoría ha influido mucho en las políticas sociales y de aproximación a la vejez como etapa. La segunda, la subcultura, mantiene como normal que el periodo de la vejez conlleve aislamiento, en la medida que los mayores tienen unas características similares respecto a intereses, valores, enfermedades, etc; de ahí que sean percibidos como subgrupo específico. La tercera, modernización, viene a determinar que la interacción entre el estatus de los mayores en nuestra sociedad es inversamente proporcional al nivel de industrialización.

Si pudiéramos realizar una descripción de aquellas características capaces de definir a las personas mayores no sería difícil encontrarnos con expresiones tales como:

Todo esto no deja de ser el reflejo de un substrato cultural que determina esta forma de pensamiento en nuestro entorno. Esta muy extendida la idea, estereotipo, de que los cambios que se producen en la vejez son exclusivamente negativos: pérdida de habilidades y capacidades conseguidas en los periodos anteriores. Incluso las personas de mas de sesenta y cinco años se niegan a reconocer el periodo en el que se encuentran, estimándose todavía como personas que no han cambiado tanto y considerándose de mediana edad.

Lo viejo, no se valora positivamente es infravalorado. Debería ser al revés, un valor, dada la acumulación cognitiva que conlleva y el uso social que de ella se derivaría. Lo patológico, la enfermedad, también se tiene la creencia de que el paso de la edad y la vejez, en particular, conllevan un aumento de las patologías, enfermedades de todo tipo y aumento del uso de fármacos.

Todo lo dicho vendría a potenciar la idea de la vejez como problema de carácter social, idea que está bastante extendida entre la población. Frente a ello cabría la opción de reconocer este periodo como grupo a respetar con un rol social que desempeñar.

La palabra anciano conlleva unas connotaciones socialmente negativas, unas falsas concepciones que convienen conocer. En diferentes ambientes, incluidos aquellos profesiones dedicados a la atención en el ámbito de las personas mayores, nos podemos encontrar con estas ideas negativas sobre las características que podrían definir a las personas mayores. Estas falsas concepciones pueden igualar vejez a decadencia y deterioro de todo tipo: físico, mental, funcional, etc. Hecho este que no coincide con la realidad. La sociedad desde tiempo remoto, ha creado unos formatos mentales, perpetuando una imagen equivocada de las categorías que vendrían a definir este periodo. Nuestros estereotipos negativos no se ajustan a la realidad de la mayoría de los adultos mayores. Tan es así que ni ellos mismos se reconocen en la definición de anciano dando el valor social negativo que se le atribuye.

1.5. Respuestas y desafíos a la mayor longevidad de vida:

San Martín, Pastor y Aldeguer (1990), ofrecen una serie de recomendaciones para prolongar la longevidad individual. Recomendaciones que plantean la necesidad de una educación integral a lo largo de toda la vida, y especialmente, en esta etapa:

Todos los factores, ponen de manifiesto la necesidad de potenciar una educación gerontológica, basada en el concepto de la Educación permanente o educación a lo largo de la vida . El desarrollo de un buen envejecimiento viene condicionado por necesidades propias del ser humano en todas las edades, pero, en la vejez, lo dificultan los estereotipos o mitos que hay sobre esta etapa y que están enraizados en nuestro contexto cultural, que influyen no sólo en las personas mayores, sino también a nivel de toda la sociedad tienden a aislar al anciano e inutilizarlo, de ahí la necesidad de hacer un especial hincapié en las características facilitadoras de un buen envejecer en las personas mayores. Destacamos las siguientes:

Las teorías actuales destacan la necesidad de establecer una nueva cultura del envejecimiento, una cultura que considere a las personas de edad agentes y beneficiarios del desarrollo. Una cultura que esté basada en un modelo de desarrollo, participación y auto-realización del ser humano en esta etapa de la vida. Es necesario reconocer que el ciclo de vida consiste en una serie de etapas relacionadas entre si y un todo integrado. El bienestar de la edad avanzada depende en gran parte de las experiencias anteriores, es decir, de las posibilidades que se hayan tenido de llevar un estilo de vida sano, de la educación permanente y el desarrollo de aptitudes, de los incentivos para ahorrar, de los planes de pensiones y de las medidas para fomentar la creación de empresas y redes familiares y comunitarias que incluyan a personas de todas las edades.

Dos concepciones de vejez conviven en este comienzo del nuevo siglo:

Es necesario considerar la vejez como una etapa más de la vida de toda persona.

En un estudio llevado a cabo por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas, 1997), se pone de manifiesto que los temas que más preocupan a los mayores en nuestra sociedad española actual son: la soledad, la enfermedad, la dependencia de otros; sentimiento de inutilidad....

El plan Gerontológico de carácter estatal de 1992 editado por el Instituto nacional de Servicios Sociales (1993) plantea su actuación sobre el colectivo de las personas mayores en base a cinco áreas:

En base a estas cinco áreas, y las aportaciones de los diferentes planes territoriales para personas mayores las diversas propuestas de actuación que se proponen son las siguientes, en función de las tres perspectivas fundamentales de la educación social:

La educación especializada:

La animación sociocultural y el ocio:

La educación permanente y la animación socioeconómica:

2.- GERONTOLOGÍA Y EDUCACIÓN: GERONTAGOGÍA.

2.1. Características de las personas mayores: factores cognitivos, motivacionales y educativos.

Las personas tienen una serie de características cognitivas: memoria e inteligencia que cambian con la edad. También analizaremos los factores no cognitivos, esto es: motivación, pérdida de velocidad, salud y educación. Repasando finalmente las implicaciones que traen cara al aprendizaje de los mayores.

La inteligencia: actualmente sabemos que la inteligencia general está formada por dos tipos: la inteligencia cristalizada y la fluida.

la inteligencia fluida se corresponde con los procesos cognitivos básicos: está muy relacionada con las estructuras del sistema nervioso, por lo que tal y como funcione uno, así lo hará el proceso. Se refiere al procesamiento de las relaciones percibidas, capacidad para realizar correlaciones, razonamiento rápido, espacial, de abstracción, formación de conceptos, resolución de problemas de forma divergente, etc. Son por lo tanto, tareas de baja significación e influencia cultural y educativa.

La inteligencia cristalizada se define como el conocimiento de las habilidades de la propia cultura, inteligencia colectiva, es decir, refleja el grado hasta el cual una persona ha absorbido el contenido de la cultura. Esto indica que va a estar muy determinada por factores educativos y sociales.

Desde el punto de vista educativo se puede concluir señalando dos cuestiones principalmente:

con el paso de los años se produce un deterioro de los procesos cognitivos. Aquellas que hacen referencia a la inteligencia fluida declinan antes (comenzando hacia los 30), esto es, aquellas capacidades que están directamente influenciadas con lo biológico y con la velocidad de ejecución. Mientras que las que corresponden con la inteligencia cristalizada, es decir, a las que están altamente influenciadas por las condiciones culturales, declinan a edades muy avanzadas o no lo hacen nunca.

Entre las propias personas mayores existen diferencias en el deterioro cognitivo, determinadas tanto por condiciones personales como culturales.

La memoria: se puede definir como la capacidad cognitiva de registrar una información, retenerla o elaborarla y posteriormente recordarla. La memoria permite recordar quienes somos, guardar los recuerdos y conocimientos, mantener las relaciones con los demás, aprender cosas, ser participes de una cultura, en definitiva es la capacidad que nos permite ser inteligentes. El envejecimiento va acompañado de cambios de memoria. Algunos aspectos que dificultan el proceso de memorización en las personas mayores son los siguientes:

El problema de las personas mayores se encuentra en la recuperación de la información, ya que el proceso de codificación o registro de la información no ha sido realizado adecuadamente. Las personas mayores recuerdan peor porque tienen tendencia a utilizar estrategias de aprendizaje menos eficientes o a no utilizarlas.

Otro de los aspectos a señalar que influyen en la memoria serán factores más de tipo afectivo que cognitivo. La ansiedad, ideas negativas sobre su mala memoria, imagen de si misma negativa, tendencia a la depresión, infelicidad, etc.

Factores no cognitivos: destacamos la motivación, la pérdida de velocidad, la salud, la educación y diferentes estrategias que afectan a la realización de pruebas.

la motivación: diversas han sido las investigaciones que tratan de identificar las motivaciones de las personas mayores a la hora de participar en actividades educativas pero cabe destacar de forma especial la realizada por Morstain y Smart (1974) basada en la triconomía de Houle que identificaron seis motivos por los que las personas mayores participaban: relaciones sociales, expectativas externas, bienestar social, ascenso profesional, evasión o estimulación y por intereses cognitivos.

La perdida de la velocidad: cuanta más velocidad requiere un trabajo de aprendizaje, más diferencia existe entre el rendimiento de una persona mayor y otra joven. La disminución de la velocidad afectará, especialmente, a la evocación de los datos registrados en la memoria y a la capacidad psicomotriz.

La salud: la enfermedad es una importante variable diferente a la propia edad que puede justificar que las personas mayores tengan más mermadas sus capacidades mentales y por lo tanto el rendimiento y las ganas de aprender sean menores que en edades más tempranas. Las personas de edad no solo pueden rendir peor porque tengan más años sino porque tienen más probabilidades de padecer algún tipo de enfermedad.

La educación: el nivel educativo es uno de los índices que influye directamente en el aprendizaje en esta etapa de la vida. Estas personas mayores al haber tenido menos años de instrucción formal, no están tan preparados para realizar exámenes y pruebas que miden el conocimiento del sujeto. Situaciones que generan mucha ansiedad y miedo y que influyen directamente en el rendimiento.

Las estrategias para la realización de pruebas: esta apartado hace referencia a las características con las que las personas mayores se enfrentan a una tarea de aprendizaje. Los mayores se muestran ansiosos en la realización de las pruebas que miden su nivel de inteligencia o memoria generando esto que los resultados obtenidos sean peores, a esto se añade la prudencia excesiva de estas personas que hacen que aunque crean saberlo no respondan al ejercicio si no están completamente seguros y la fatiga o el cansancio que les producen realizar tanta prueba. A esto le añadimos la falta de familiaridad con las pruebas.

2.2. Distinción entre Gerontología y Gerontagogía

La gerontología es la ciencia que estudia la ancianidad, la vejez en las personas mayores y los fenómenos que producen el envejecimiento humano y la atención a las personas mayores. Dentro de la gerontología, la gerontología educativa especifica los procesos relativos a la educación. Ignorando lo biológico, lo psicológico y lo social.

La gerontología educativa es un intento de aumentar y aplicar lo que se conoce acerca de la educación y el envejecimiento con el fin de alargar y mejorar la vida de las personas mayores (Peterson, 1980: 68).

Glendenning retoma las aportaciones de Peterson y defiende que la Gerontología Educativa es una especialidad de la Gerontología, es el ámbito disciplinario más adecuado para ocuparse de todo lo relacionado con la educación dirigida a las personas mayores. Sin embargo, esta posición ha cambiado. Battersby junto a Glendenning (1990) en un planteamiento crítico sustituye el término gerontología educativa por el nuevo de: Geragogía crítica. En un intento de emancipación frente al corte conservador y domesticación que predominaba en los paradigmas tradicionales.

Glendenning reconoce que no exista un marco teórico y práctico. En busca de una disciplina se estaba haciendo educación de adultos, educación de personas mayores, andragogía, geragogía, pero realmente se buscaba una disciplina en vez de abordar el verdadero problema que era encontrar las ideas más apropiadas para la educación de los mayores. Martha Tayler en 1983, utiliza el término geragogía como educación de personas mayores con personas de su misma edad. André Lemieux corrigió la propuesta de la geragogía (también denominada Geriagogía), ya que según la etimología griega, la geragogía debería ocuparse de la Educación de las personas mayores que presentan algun deficits. De cuyo estudio se ocupa la Geriatria y Lemieux propone el termino gerontagogía como el término más adecuado. Utilizado por A. Lessa y C.R. Bolton en 1978, Lemieux desarrolla el significado del nuevo término.

La GERONTAGOGÍA es la ciencia educativa interdisciplinaria cuyo objeto de estudio es la persona mayor en situación pedagógica. Este autor defiende que al igual que la pedagogía tiene como base teórico a la psicología educativa, la gerontagogía tiene a la gerontología educativa como la suya (Lemieux, 1997).

Mientras la gerontagogía educativa se presenta como una especialidad de la gerontología. La gerontagogía es situada por Lemieux como una disciplina de las Ciencias de la Educación, y parte de espacios científicos diferentes. La gerontología educativa parte de la aceptación de que es necesaria la existencia de una disciplina: la gerontología, que tiene como objeto de estudio a los mayores y los factores relacionados con el envejecimiento. El hecho de ser viejo es lo que marca desde el principio el proceso educativo.

Lemieux sitúa a la gerontagogía en las ciencias de la educación, que se preocupa ante todo por el procedimiento de enseñanza-aprendizaje, más que centrarse en el hecho de que los educandos sean personas mayores. La gerontagogía solo tiene razón de ser si se presenta como alternativa distinta a la gerontología educativa. Se presenta como ciencia aplicada que tiene por objeto el conjunto de métodos y de técnicas seleccionadas y reagrupadas en un corpus de conocimiento orientado en función del desarrollo del discente mayor (Lemieux, 1986). Etimologicamente proviene del griego "geron" (viejo, mayor), y "ago" como verbo o "agogía" como sustantivo (conducir/conducción), que viene a significar "conducir a un viejo". Así pues, el criterio edad es lo que diferencia la gerontagogía de la pedagogía.

La gerontagogía se enmarca dentro del ámbito de lo social y, por tanto, conlleva la necesidad de considerar los procesos educativos, en contextos determinados, a partir de circunstancias concretas sociales, históricas, culturales y evolutivas. La novedad de la gerontagogía, es la referencia al carácter educativo del mayor como un aspecto más de la persona, que en su modo de ser y actuar demanda las necesidades que han de ser interpretadas desde su vertiente personal y social, en conexión con sus intereses y capacidades. La gerontagogía podría entenderse como herramienta de trabajo, que utilizada de manera más o menos innovadora pero siempre adecuada a nuestro ámbito de actuación, permite potenciar y dotar a cada persona, de las habilidades necesarias para que se pueda desempeñar un papel propio en su contexto, que en muchos casos será transformador y crítico, otras veces ayudará a la persona en su adecuación al entorno, pero siempre partirá de los diferentes condicionantes que la posicionan en el mismo. De ahí, la importancia de adaptar nuestras formas de trabajo a las necesidades y los fines que los mayores plantean. Si el gerontagogo, se nutre en su intervención del carácter interdisciplinar y fundamentalmente socio-educativo de la gerontagogía, está claro que no puede identificarse con un educador social, un trabajador social, un pedagogo de la vejez, o un terapeuta, aunque tenga un poco de todo ello. La actuación del gerontagogo debe enmarcarse desde el paradigma crítico, facilitando procesos de adaptación que permitan a la persona desenvolverse lo más consecuentemente posible en su entorno, facilitándole ante todo nuevos modos de afrontar determinados conflictos. Es un profesional que ante todo es capaz de mantenerse siempre a la escucha atenta de la realidad, a las necesidades que, de manera explícita y a veces latente, son sentidas por los mayores. Habremos de escoger los modos de actuación que en mayor medida faciliten la intervención, porque de lo que se trata es de conseguir que sean los verdaderos protagonistas en el cambio que significa siempre "aprehender" Las cosas desde perspectivas individuales o colectivas, pero siempre independientes. Esos procesos de reflexión deberían ser facilitados, impulsados y orientados, hacia la propia autodeterminación. Y en esa labor, el gerontagogo tiene mucho que decir, ahí es donde realiza su labor más distintiva en relación al resto de profesionales que trabajan en el campo de las personas de más edad, y en la continua retroalimentación de su actuación de donde tendrá sentido hablar de calidad educativa y profesional.

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