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Número Aniversario (10 años!!) - Noviembre 2008

Terapia narrativa grupal de pacientes adultos mayores
con trastornos mentales y médicos crónicos

Julio Enrique Correa y Carmen de Grado
jecorrea@mail.retina.ar / carmendeg2002@yahoo.com.ar

RESUMEN

En este trabajo se realiza un estudio de campo acerca del empleo de la narración de cuentos como instrumento psicoterapéutico grupal para la asistencia a pacientes con trastornos mentales crónicos alojados en una Clínica de Psico-geriatría. Para ello se realizó una experiencia de narración de cuentos con un grupo de 12-14 internos en el contexto de su tratamiento de psicoterapia grupal bisemanal, que fue evaluada durante y después de cada encuentro. Se discute desde un marco teórico psicoanalítico, la acción terapéutica psico-geriátrica en ambos niveles individual y grupal.

A Ofelia Ravaschino de Vázquez y su creencia en
que "lo fundante es el afecto", de que da testimonio vivo
en su libro de cuentos infantiles "Del Corralón a Freud".

Introducción

La práctica clínica de la disciplina de la Psiquiatría Geriátrica abarca propuestas de organización asistencial psicogeriátrica que incluyen servicios multidisciplinarios con diferentes técnicas terapéuticas para los ancianos con trastornos de salud mental alojados en residencias especializadas (Agüera, Cervilla Ballesterios y Martín Carrasco, 2006). Se han desarrollado diferentes intervenciones de asistencia psicogeriátrica en programas de evaluación y tratamiento psicogeriátrico (Kominski et al, 2001), que señalan la posibilidad de que ciertos esquemas terapéuticos aplicados a ancianos con demencia (Bleathman & Morton, 1991), puedan lograr una socialización con sus pares (Anderson, Culliton & Brill, 1995). Asimismo la experiencia de psicoterapia de grupo que demostrara ser un modo de tratamiento eficaz para las poblaciones de adultos mayores (Wood & Seymour, 1994), ha enseñado aumentar las relaciones interpersonales y mejorar la auto-estima (Wood & Seymour, 1994), variando su impacto de acuerdo a la intensidad de los factores de enfermedad física y cronicidad del trastorno mental (Radley et al, 1977).

La terapia de grupo para adultos mayores con trastornos mentales (Cooper & Doherty, 2000) comprende desde enfoques de abordaje cognitivo-conductual de la ansiedad (Radley et al, 1977), a los de psicoterapia de grupo orientada psicodinámicamente, que destacan la enfermedad médica y la demencia como factores de complicación a tener en cuenta (Saiger, 2001). La psicoterapia de grupo con orientación psicodinámica permite asimismo diseñar abordajes integradores de terapia cognitiva y técnicas de revisión de la historia vital (Puentes, 2004). De estos últimos, la terapia de reminiscencia caracterizada por reuniones grupales -en que al menos semanalmente los participantes son alentados a hablar de eventos pasados y pueden producir un volumen de historia vital-, se ha aplicado a la demencia -apuntando a efectos en el humor, la cognición y el bienestar- (Woods et al, 2005), como a la depresión de adultos mayores de sexo femenino –hallándose efectiva en reducir los síntomas- (Jones, 2003). Un programa de reminiscencia estructurada ensayada en pacientes con demencia moderada indicó que las historias que narraron, generaron valores vitales enriquecedores de la identificación del self que pueden traspasarse a la juventud de hoy en día, por lo que este grupo de personas participarían entonces de las metas cognitivas y espirituales de la edad de la vejez (Gibb, Morris & Gleisberg, 1997).

La narración de historias pasadas o cuentos ha sido un hábito tradicionalmente ligado a las personas mayores con una función de transmisión de cultura a las nuevas generaciones. El desarrollo de programas terapéuticos con características culturales que incluyen a la narración de cuentos entre otras técnicas han mostrado incrementar la calidad de vida de pacientes con demencia tanto como fortalecer el desempeño del sus cuidadores: en sesiones semanales llevadas a cabo durante dos meses se evidenciaron relaciones entre los pacientes que los ayudaron a expresar emociones, aumentar su auto-confianza, recordar y realizar asociaciones experimentadas tempranamente en sus vidas , enseñar mayor interés en su ambiente y mostrar conocimientos y habilidades que previamente sus cuidadores desconocían (Lepp et al, 2003). El rol terapéutico de la narración de cuentos en pacientes con demencia indica que esta técnica estimula la comunicación de los pacientes a través de tomar parte en conversaciones asociativas, ayudando a interaccionar entre sí y con los cuidadores (Holm, Lepp & Ringsberg, 2005). Por otro lado, del mismo modo que para la técnica de reminiscencia mencionada antes, mujeres añosas con diagnóstico de depresión tratadas con un programa de narración de cuentos grupal conducido por enfermeras en una clínica psicogeriátrica, produjeron cuentos que fueron centrales para la experiencia grupal y la exacerbación del aprendizaje de sus miembros (Phoenix, Irvine & Kohr, 1997). Las narrativas individuales producidas en reuniones grupales de adultos mayores que fueron niños sobrevivientes del Holocausto, entretejieron un texto común que sirvió para el reconocimiento mutuo, diálogo y restauración del significado de memorias infantiles fragmentadas en el contexto de un duelo no elaborado (Dasberg, Bartura & Amit, 2001). Todo ello desafía recuperar funciones narrativas sociales de la ancianidad que avalan la memoria y la transmisión de cultura, desacreditadas en esta época histórica (Oddone, 1982)

En este trabajo abordamos un estudio de campo del empleo de la narración de cuentos como instrumento psicoterapéutico para la asistencia psicogeriátrica de pacientes con trastornos mentales crónicos alojados en un establecimiento acondicionado a tal fin. Para ello se diseñó una experiencia de narración de cuentos con un grupo de pacientes en tratamiento de psicoterapia grupal, que permitió una evaluación previa, simultánea y posterior a la experiencia. La acción terapéutica a las narraciones individuales y grupales se estudió en la respuesta que los integrantes del grupo exhibieron durante la experiencia,

la que se fundamentó desde un marco teórico psicoanalítico, que se complementó con aportes de la etnografía (Ogbu, 1981) y la biblioterapia (Rubin, 1979).

Marco Teórico para la psicoterapia grupal psicogeriátrica

Las reflexiones de Bleger (1979) sobre la naturaleza del grupo y el problema de la simbiosis y el sincretismo, posibilitan un abordaje comprensivo de la población de pacientes con trastornos psíquicos alojada en una residencia psicogeriátrica, tanto como aporta una concepción teórica acerca de la inclusión del psicoterapeuta en ese medio. Según Bleger un grupo no es "un conjunto de personas que entran en interacción entre sí, pero además y fundamentalmente el grupo es una sociabilidad establecida entre un trasfondo de indiferenciación y sincretismo en el cual los individuos no tienen existencia como tales y entre quienes opera un transitivismo permanente. El grupo terapéutico se caracteriza también por estas mismas cualidades, agregado el hecho de que uno de los integrantes del grupo (el terapeuta), interviene con su rol especializado y predeterminado, pero que por ello (esta última función) se realiza sobre una base en la cuál el terapeuta está involucrado en el mismo trasfondo de sincretismo que el grupo ". Los individuos que cohabitan en una institución geriátrica, estén en interacción entre sí o no, constituyen esencialmente un grupo sobre un trasfondo de indiferenciación o sincretismo.

Un ejemplo de la anterior afirmación puede ser el siguiente: En un mismo dormitorio pasan sus días dos individuos globalmente desorientados que no se hablan ni se miran, de los que podría decirse que no existe interacción objetiva. Sin embargo, cuando uno de ellos muere, el otro comienza a exhibir un incremento de los efectos del proceso involutivo: aumenta su incomunicación, se niega a recibir alimentación, etc. Por lo tanto, dos personas que desde el punto de vista naturalista juzgábamos aisladas, muestran por otro lado presentar un tipo de ligamen profundo, que podría caracterizarse como pre-verbal, que las conecta a través de un estado compartido de fusión o indiscriminación.

Bleger señala tres clases de grupos o de tipos de individuos que pueden integrar el mismo o diferentes grupos: "uno de los grupos está dado por individuos dependientes o simbióticos, que van a utilizar de inmediato al grupo como grupo de pertenencia o dependencia, y que tratarán de esterilizar su identidad a través de la identidad grupal como identidad más completa alcanzada por ellos en el curso de la evolución. Se trata de individuos en quienes la organización simbiótica ha persistido más de lo necesario, o bien que dicha organización simbiótica nunca ha sido normal como para poder resolverse y dar paso a los fenómenos de individuación" (Bleger, 1979). La progresiva disolución de la identidad constituida por los niveles más integrados de la personalidad que, debido a razones de orden multicausal, entre las que deben destacarse factores psicológicos y las características actuales de la internación psicogeriátrica, afecta a un grupo mayoritario de los residentes, explica que sujetos que alcanzaron a lo largo de sus vidas los aspectos más individualizados, involucionen a un predominio de sociabilidad sincrética: "Estos individuos van a tratar de transformar en forma manifiesta el grupo en una organización estable: la interacción será superficial, en una tendencia a no dar al proceso lugar a una dinámica" (Bleger, 1979). A este grupo de gerontes psiquiátricos se sumarían entonces pacientes psiquiátricos no gerontes, que en un porcentaje generalmente bajo es incluido habitualmente en nuestros institutos geriátricos. "Un segundo tipo de individuos son los llamados neuróticos o normales, que han alcanzado y mantienen cierta individuación y personificación. Tenderán a moverse en la sociabilidad de interacción. Pueden presentarse como muy activos..." (Bleger, 1979). Los individuos que -con estas características-, ingresan en una institución geriátrica, sienten su inclusión en ella (tanto como su inclusión dentro del grupo psicoterapéutico conformado en su mayoría por pacientes del primer tipo), como una seria amenaza a su identidad adulta.

Tratarán por todos los medios de mantener el clivaje entre un tipo de individuos y otros como una forma de preservar sus aspectos más personalizados frente a la probable y temida irrupción de aspectos sincréticos. Dentro del grupo, los individuos con estas características se transforman en mutuos aliados, demandando asimismo una alianza con el terapeuta. Cuando toman el liderazgo grupal parecen sentirse muy a gusto, dándole una especial dinámica. "Parecen contribuir particularmente al proceso grupal a condición de detenerlo y bloquear la aparición de ciertos contenidos o fenómenos" (Bleger, 1979). Pero como su inclusión está dada en un grupo de "clivaje roto" -y en lo individual su estado involutivo favorece la ruptura del clivaje-, son frecuentes los momentos de fusión frente a los cuales se genera en ellos un incremento de mecanismos defensivos (fóbicos, obsesivos, caracteropáticos, etc.) y un muy variado espectro de reacciones que van desde la ansiedad paranoide al insight respecto de la identidad sincrética. Bleger (1979) conceptualiza dicha ansiedad paranoide como "el miedo a no poder seguir reaccionando con las pautas estabilizadas que tienen asimiladas y el miedo al encuentro con una sociabilidad que los destituya como personas y los convierta en un solo medio homogéneo, sincrético, en el cuál cada uno no sobresalga del trasfondo, lo que implica una disolución de su identidad sincrética estructurada...". El "insight" respecto de su identidad sincrética supone una cierta plasticidad yoica, para pasar de un momento de fusión –de predominio de lo irracional/ emocional- a otro donde se es capaz de poner distancia del mundo interno y el sujeto pueda referirse a él mismo con cierta objetividad: "Si las experiencias vividas han sido a la postre incorporadas al acervo vivencial y de una forma u otra han enriquecido las simbolizaciones, capitalizándose en mejores técnicas de comunicación, los dinteles de la vejez no reproducirán en el individuo el mismo pánico infantil que las habitaciones oscuras" (Rolla, 1962). "Un tercer tipo está dado por aquellos que nunca han tenido una relación simbiótica y que tampoco la van a establecer en el grupo sino después de un arduo proceso terapéutico; entre estos individuos las personalidades psicopáticas, perversas, las " as if personalities". En ellos el grupo parece jugar un papel muy subsidiario, poco importante. No es así. Son los que tienden al grupo de sociabilidad sincrética, no manifiesta, más pre-verbal (Bleger, 1979).

Pacientes y Métodos

Pacientes: Se seleccionó una población de adultos mayores con trastornos mentales crónicos alojados en una Clínica Geriátrica con provisión de atención psicogeriátrica, seguridad y contención suficientes para mantener la compensación clínica y psiquiátrica. Mediante el estudio observacional y descriptivo, se detectó en ellos diferentes grados de deterioro con discapacidades y capacidades remanentes: enfermedad clínica crónica, incapacidad motriz de relativa a grave y deterioro cognitivo de diverso grado, en la memoria reciente, la orientación temporo-espacial, el pensamiento abstracto y la fluidez verbal.

Campo y Grupo Psicoterapéutico: El grupo funcionó en uno de los sectores de una Clínica Geriátrica durante dos años previo a la realización de esta experiencia, coordinado siempre por la misma psicoterapeuta –licenciada en Psicología-, recibiendo la co-coordinación de un médico psiquiatra en su inicio y durante los primeros tres meses. La admisión de los pacientes fue realizada en todos los casos luego de la realización de por lo menos una entrevista libre. Las reuniones se efectuaron con una periodicidad bisemanal, en día, hora y lugar establecidos. El lugar de reunión varió de acuerdo a las estaciones: en un jardín interior durante el verano, y en una sala con calefacción durante el invierno (la misma sala se empleó para los días de lluvia en el verano). Previo a la reunión algunos de los pacientes colaboran llevando al lugar sus propios asientos; mientras que los dos pacientes en sillas de ruedas fueron conducidos al lugar generalmente por la coordinadora.

El número de integrantes osciló entre trece y quince en cada reunión, con un promedio de asistencia del 70%. Al primer año de comenzado, nueve de diez pacientes que se mantenían internados continuaban su concurrencia voluntaria a las sesiones. Otros once internos participaron por lapsos más breves –entre uno y diez meses-, correlativos al tiempo de permanencia en la Clínica por distintas causas: fallecimiento (cinco), alta clínica (cuatro) o alta debida a otros motivos (dos). En ningún caso se aplicó un criterio de selección para la participación en el grupo, sino únicamente continuar alojado en el sector de la Clínica donde se hallaban consignados los ambientes de reunión y que abarcaba dos comedores, una cocina, lavadero, patio y siete dormitorios con baño privado. La división de la Clínica destinada a la atención psico-geriátrica en tres sectores siguió un criterio de conveniencia para la atención de los residentes. La edad promedio de los pacientes fue de 78 años –excepto uno de 55 años con el antecedente de una larga permanencia en un instituto neuro-psiquiátrico-. Considerando el marco teórico para la psicoterapia grupal psicogeriátrica anteriormente desarrollado, de un total de 20 pacientes, 13 (65%) correspondió al primer grupo de individuos "dependientes o simbióticos"; 4 (20%) al de individuos "neuróticos o normales", y 3 (15%) al grupo de personalidades psicopáticas/ perversas. Vale la pena resaltar que los integrantes de este último grupo asistieron muy ocasionalmente a las sesiones durante los dos primeros años, pero en cambio si lo hicieron durante el curso de la presente experiencia. Si bien sería necesario analizar con mayor rigor este fenómeno, puede en principio especularse que tal modalidad de asistencia coincide con las características de falta de pertenencia por un lado y por la tendencia al sincretismo por el otro. En términos generales todos los integrantes presentaron una modalidad de comunicación que alternó entre los lenguajes simbólico y pre-verbal, exhibiendo una gran amplitud dentro de la gama entre la flexibilidad y la estereotipia. Finalmente, las características socio-económicas y de extracción cultural del grupo fue de una marcada heterogeneidad, lo que se consideró conveniente para la evaluación de la técnica narrativa.

Dicha evaluación fue realizada por la psicoterapeuta grupal que a más del conocimiento del campo donde se realizó la experiencia, no tenía al momento de la misma ningún conocimiento previo acerca del empleo de la técnica de narración de cuentos en grupos, ni de la persona del narrador, lo que permitió una evaluación objetiva de la incidencia de la misma en la dinámica grupal, a través de la reacción inmediata que observó tras las narraciones en los pacientes como mediata en el material de fantasías que estos aportaron con posterioridad.

Metodología de narración de cuentos: Se aplicó una técnica de selección, creación y narración de cuentos previamente ensayada en diferentes contextos individuales (Correa y Vázquez, 1980, Correa y Otros, 1979) y grupales (Correa, 2002, Correa & Hobbs, 2007). La narración puede constituir un medio para el aprendizaje permanente en la comunicación a implementarse a través de "talleres organizativos de la comunicación" (Weber y Correa, 2001): "La comunicación efectiva de cualquier individuo requiere de la constitución de espacios de habilitación y entrenamiento en el ejercicio de su propia construcción narrativa, capaz de confrontar o bien co-construir con las autoridades narrativas de los sistemas familiares y sociales" (Correa, 2000a). El empleo de talleres de narración grupal/ multifamiliar de cuentos en ámbitos institucionales de internación psiquiátrica (Correa, 1997) –incluida la geriatría psiquiátrica (Burte, Lamarsaude et Lagarde, 1997)-, debe enfocar un análisis de orientación sistémica (Saiger, 2001), que permita la comprensión de la respuesta de los sistemas grupales e institucionales del enfermo mental crónico: tanto el papel inhibidor de la ausencia de sistemas comunitarios en la rehabilitación social del enfermo mental crónico (Correa, 1999), como el del nivel de ansiedad en todos los sistemas intervinientes [Ver Tercer Encuentro Grupal].

Experiencia de Narración de cuentos

La narración de cuentos puede definirse como un relato breve en prosa que se origina en el hábito familiar y popular de contar historias (Etchebarne, 1975), que tiene la característica psicológica de generar una atmósfera emocional profunda. A través de la descripción de una acción intensa y concentrada, en un pasaje permanente entre la realidad y la fantasía (Held, 1981), se expone un contenido afectivo significativo (Adams, U.P.; Bettelheim, 1978), que impacta en el inconsciente (Bettelheim, 1978), pudiendo registrarse luego su estructura en los sueños. Freud señaló esta característica como orientación para la interpretación de los cuentos infantiles (Freud, 1949). Ofelia Ravaschino de Vázquez (Correa y Vázquez, 1980) propuso que estos cuentos "expresan la fantasía de abandono y protección por los padres, que se remueven por igual en la infancia –a causa de la condición desvalida del niño- como en los estados regresivos del adulto, ya sean éstos promovidos por enfermedad mental o por deterioro orgánico grave". Quizás debido a ello, la avidez por escuchar cuentos en ámbitos institucionales no se limita al público infantil de escuelas y hospitales, sino que abarca también a ancianos, ciegos y reclusos alojados en instituciones (Etchebarne, 1975).

Tales fundamentaciones avalan abordar desde un marco teórico psicoanalítico el estudio psicoanalítico, el estudio del empleo de la narración de cuentos como instrumento psicoterapéutico para la asistencia de grupos de la tercera edad alojados en establecimientos geriátricos.

Por otro lado, la inclusión de la narración de cuentos dentro de un contexto de psicoterapia grupal que estimule la discusión consiguiente acerca de los contenidos despertados por la misma, la define como técnica biblioterapéutica (Rubin, 1978): desde el punto de vista de la biblioterapia puede considerarse narración terapéutica a aquella que combina el relato de un cuento o historia seleccionados con la intención de expresar una situación afectiva/ emocional de una conflictiva específica del paciente o grupo de pacientes, seguida de los comentarios de los mismos en un contexto psicoterapéutico. La técnica puede aplicarse por lo tanto a grupos como a pacientes individuales, incorporando a la narrativa las vivencias contra-transferenciales y simbolismos del inconsciente colectivo despertados en el terapeuta narrador durante el relato (Correa y Vázquez, 1980).

En esta experiencia el terapeuta narrador desconocía por completo las características particulares del grupo y campo de trabajo, a excepción de las de una paciente por quién concurrió a la Clínica a contarle cuentos. Ello dio lugar a la posibilidad de evaluar el impacto de la narración de cuentos en esa misma paciente y el grupo psicoterapéutico del que ella fuera parte integrante. Junto con la Coordinadora del grupo psicoterapéutico, el narrador programó la experiencia de narrar cuentos, que fue posteriormente íntegramente evaluada por la primera.

La experiencia completa consistió en tres únicos encuentros semanales de narración grupal precedidos por uno de narración individual, seguido de narraciones individuales quincenales durante la peoría física de la paciente, aumentando a una frecuencia semanal durante su último mes de vida. La coordinadora grupal estuvo presente en todas las oportunidades, tomando registro de todas las intervenciones del narrador así como de la respuesta de la paciente, familiar y grupo de pacientes en los diferentes encuentros.

Los cuentos narrados en los encuentros individuales fueron originales del autor [O.A.]: "Las dos hermanas" y "La ardilla y el topo", o se obtuvieron de la colección de cuentos de repertorio del Gabinete de Investigaciones en Literatura Infantil-Juvenil dirigido por la Dra. Dora Pastoriza de Etchebarne [G.I.LIJ.I.S]: "La cigüeña encantada" –Folklore japonés- y "La margarita blanca" –Elena Fortun-. Estos cuentos se crearon o eligieron de acuerdo a una estructura literaria maravillosa empleada previamente en otros contextos con enfermos terminales (1). Para la experiencia de narración grupal el terapeuta seleccionó cuentos de repertorio [G.I.LIJ.I.S], por la temática de reparación de las vivencias de pérdida transformadas en una de ganancia/ premio -valor moral en "El hacha de oro" (leyenda china); protección afectiva en "El loro pelado" (Horacio Quiroga); camaradería/ compañía en "Los músicos de Bremen" (Hermanos Grimm); reconocimiento en "Los ancianos venerables" [O.A.]-, simultánea a un castigo/ lección a los ofensores. Los dos cuentos narrados inicialmente a la paciente en el contexto individual, fueron nuevamente narrados en el grupo en las últimas dos reuniones, tras las que los miembros realizaron la expresión corporal y plástica de las imágenes compartidas a través del relato; 1) con "la cigüeña encantada" , el movimiento corporal del ave en vuelo fue realizado agitando y extendiendo los brazos mientras permanecían sentados en sus sillas, hasta contactar con las manos de los vecinos, tomarse las manos entre sí y dirigirlas hacia arriba, en un movimiento similar al de un vuelo grupal; 2) dibujar y pintar alguna imagen de uno de los dos cuentos narrados ("Los músicos de Bremen"/ "Las dos hermanas"), en el último encuentro. Cuando culminaron sus pinturas [Ver Fotos], el terapeuta compaginó un cuento con esas ilustraciones en forma encadenada, mostrándolas a cada paciente a medida que la relataba: una narración entre individuos y grupo.

Experiencia

A fin de realizar una exposición que siguiera el orden cronológico de la experiencia, se consideró sucesivamente el encuentro narrativo con la paciente y  la experiencia de narración grupal. Cada uno de los encuentros es precedido por la descripción –dentro de un estilo de registro etnográfico (Ogbu, 1981)-, de las características del pre-encuentro, las respuestas de los pacientes y sus propias impresiones y reflexiones como observadora participante del grupo psicoterapéutico. Sus vivencias contratransferenciales ponen en juego observaciones sobre los pacientes y la institución que se desarrollan desde los momentos anteriores al encuentro con el narrador –preencuentro-: luego de realizar un breve resumen del contenido del relato, enuncia sustituciones de significados que hace como expresión de vivencias durante la narración, emite conceptos que motiva la reflexión sobre los sucesos narrativos y finalmente anota las respuestas simultáneas e inmediatas a los cuentos, así como las impresiones y comentarios de los pacientes en las sesiones de psicoterapia de grupo posteriores. Los hechos observados cobran significación a través de lo que se percibe a nivel sincrético. Con la finalidad de guardar coherencia con las descripciones, las conclusiones de los dos tipos de experiencia –individual y grupal-, son consignadas al término de cada una –para la experiencia individual éstas hacen referencia a las impresiones acerca del primer cuento narrado: "Las dos hermanas" [O.A.] y el último "La ardilla y el topo" [O.A.]. que también respondió al último creado y narrado a la paciente junto a su cama en la última etapa de su vida.

Primer encuentro

Pre encuentro: llega el narrador a la Clínica por primera vez. Hacemos una breve presentación introductoria. Veo que está dispuesto a ofrecer narraciones generosamente al grupo donde Mira está integrada, debido a que esta paciente es la mamá de una amiga personal de él. Aclara que habitualmente el servicio no es gratuito, ya que se trata de una especialización profesional. Le digo que aprecio mucho su participación y que he conversado con las personas de la Clínica sobre esto. Planificamos tres narraciones grupales de frecuencia semanal. El menciona que al terminar su concurrencia al grupo podrá continuar las narraciones un miembro del club de narradores del Instituto SUMA (1) Hablamos sobre las características del grupo psicoterapéutico al que pertenece Mira, con el que ambos realizaremos la experiencia. También hablamos sobre ella a quien Julio conoció sólo se vista. A partir de ello piensa en los cuentos que narrará, compagina uno ¨in mente¨, le toma unos breves instantes. Atravesamos buena parte de la casa hasta llegar a la habitación de Mira. Esta vez le narrará a ella sóla. Nos detenemos antes de entrar y consideramos la eventual presencia de otras personas. Efectivamente la hija está con ella. Entramos y saludamos

Narración: El narrador hace su presentación. Observo su disposición para empezar a contar. Pienso:- Es como si trajera un regalo y está deseando que sea abierto-. Narra primero el cuento que compuso: ¨Las dos hermanas¨

El cuento trata de dos hermanas muy unidas que no pueden estar la una sin la otra. Sin embargo, a veces, una de ellas va a la playa mientras la otra permanece en la casa trabajando. Un día, la que pasea por la playa ve acercarse un barco, entonces conoce al Capitán. En poco tiempo se enamora y se va con él. Antes de partir, le deja a su hermana un libro. Cuando ésta, buscando consuelo, intenta leerlo descubre que está en otro idioma y no puede entenderlo. A la mañana siguiente, la mujer que ha quedado sola prepara las cosas de la casa como si su hermana estuviera aún allí. Pero no está y la extraña. Finalmente, un día llega otro Capitán de barco a la isla donde ella vive: él sabe leer en otro idioma y la ayuda a entender.

A continuación el narrador anuncia el otro cuento: ¨La cigüeña encantada¨. Se trata de una leyenda del folklore japonés que cuenta sobre un matrimonio mayor: Ambos esposos vivían felices a pesar de sus anhelos, nunca satisfechos, de tener un hijo. El esposo sale un día a caminar por el campo y encuentra una cigüeña con la patita rota; la cura, y entonces la cigüeña abre sus alas blancas y vuela. Cuando le dice a su mujer lo sucedido, golpean a la puerta y al abrirla encuentran una niña. La niña pone una condición para quedarse: que no abrieran la puerta de su cuarto cuando ella la cerrara. Durante esas horas, cuando ella se encierra se escucha una música hermosa. Al salir regala a los ancianos bellísimas telas que luego ellos venden para salir de su pobreza. Pero, no pudiendo aguantar su curiosidad, un día, abren la puerta y encuentran a la cigüeña haciendo los preciados tejidos con las plumas de sus alas. Al ser descubierta, la niña-cigüeña anuncia que ya conocido su secreto no puede continuar viviendo con ellos. Extiende sus alas y se pierde en el cielo azul de la tarde

Impresiones contratransferenciales y reflexiones de la terapeuta:

1) Relación de las dos hermanas: relación entre Mira y su hija. Observo el rostro de la hija, mira a su madre ensimismada, y ésta al narrador. Pienso que están mirando en un espejo.

2) Partida de una de ellas: ingreso de Mira a la clínica, casamiento de su hija…

3) Un libro en otro idioma: ¨algo¨ que la otra persona sola no entiende, lo que no está consciente

4) Llegada del Capitán que traduce el libro: llegada del narrador, que transforma lo hablado anteriormente conmigo en una metáfora

5) Cigüeña con la patita rota: Mira que no puede caminar (usa silla de ruedas) que expresa necesidad de ayuda y despierta un complementario deseo de brindársela… función acompañante del narrador

6) Cigüeña encantada: tendencia a solucionar mágicamente el daño

7) Ver al abrir la puerta del cuarto a una cigüeña, la cigüeña que se había transformado en niña para satisfacer la necesidad de esos esposos de protegerla: la hija de Mira, el narrador, yo también, estábamos allí para satisfacer desde distintos ángulos a nuestras propias necesidades, Mira desde su lugar contribuía a ello.

8) No entrar en el cuarto: importancia de mantener el secreto, de no violar la intimidad, de no romper la simbiosis, de evitar el dolor. ¿Hasta dónde descubrir? ¿Hasta dónde preguntarse? Nunca más allá de lo soportable.

9) Descubierto su secreto, la cigüeña se va, y el matrimonio se queda sin su niña: el narrador estaba penetrando en los secretos de estas dos mujeres. De alguna forma reconocía también mediante su narración, la importancia de mantener el secreto.

En varios momentos durante la narración pensé: él se sensibiliza especialmente ante las pérdidas. Noté que llevaba unas rayas negras en su remera y pensé: debe estar elaborando algún duelo.

Respuesta inmediata a la narración: Mira dice: ¨Creo que a los chicos les puede gustar mucho.¨Cuenta entonces un cuento sobre el porotito manchado. Su hija la ayuda y explica: ¨Cuando yo era chica me contaba este cuento¨. Se refieren a su infancia y pienso en esa infancia recreada ahora por Mira. Agradecen al narrador, noto el sentimiento de gratitud, que me hace pensar que ha existido mutua colaboración entre ellos en otras circunstancias. Refiriéndose a los demás compañeros de Mira la hija se lamenta de que no responden en la medida que su madre lo requiere: ¨Hay un gran vacío¨ , dice. Por mi parte señalo que algunos integrantes del grupo participan bastante y se comprometen. Me pregunto por qué tiene ella una imagen de tal vacuidad y lo expreso. ¨Es un manejo de mi madre para obligarme a estar más pendiente de ella¨, responde. En esta oportunidad el narrador le dice a Mira que proximamente también narrará cuentos a todo el grupo de sus compañeros.

Experiencia grupal.

Cinco días después del primer encuentro, hacia el final de la sesión psicoterapéutica grupal, anuncio que vendrá una persona amiga de Mira a narrar cuentos. Aclaro que ha querido hacerlo generosamente, como forma de manifestar su amistad. Me piden que informe algo más. Samuel pregunta si tratará problemas sociales. Mira responde: ¨No nada de problemas, los problemas después¨. Daniel le objeta su ¨no¨ rotundo y expresa: -¨ Yo me pregunto qué ideología tiene esa persona¨- Intervengo diciendo, que a mi entender, no hay en las narraciones un compromiso ideológico sino literario y escénico. A esto Daniel responde: ¨Eso es lo que dice usted¨. Agrego que de todas formas, todas las preguntas que tengan pueden hacérselas al narrador, y él se las responderá adecuadamente. A continuación hablamos sobre la hora. Ellos me comunican que a la hora propuesta terminan con el grupo de jardinería y comen una hora después. Daniel argumenta: -¨tenemos que venir disparando del jardín hasta aquí. No veo porqué tiene que ser a esa hora¨-. Finalmente convenimos en adelantar la hora quince minutos previa solicitud al grupo de jardinería. Hablo con el narrador, quien confirma su venida y aviso al grupo en la próxima sesión que la narración será el día siguiente en el horario acordado: 17.45 hrs. Han estado hablando sobre el tema; noto interés. Bernardo se ofrece para avisarles a todos en la mesa, cuando están reunidos. Convenimos el lugar: el hall; Bernardo llevará las sillas.

Primer encuentro grupal

Participan: Bella, Bernardo, Carmen, Daniela, M Teresa, Mira, Noemí, Ovidio, Pedro, Paz, Samuel, Sofía (12)

Pre encuentro: Llego a la Clínica. La enfermera está hablando con personal de la Administración. Me dicen de la conveniencia de que nos reunamos en el comedor de planta baja. Ya han llevado allí a Mira. Expreso que no era lo acordado. Pregunto si ya han anunciado el programa a los residentes de planta baja porque eso no está en los planes y va a ser mucha gente. ¨No, pero ellos están también interesados¨, es la respuesta. Digo que se tendrá en cuenta esa opinión, pero que la reunión se hará en el lugar convenido previamente aunque para ello necesitemos un poco más de ayuda. Traslado a Mira con ayuda del personal. Hay que alzarla entre dos para pasar el escalón entre la cocina y el comedor, porque la silla de ruedas no pasa. Advierto mi ansiedad. Temo que Mira se caiga, son las 18.05 hrs y pienso: -¡A ver si el narrador no viene!- Bernardo pasa llevando sillas a la sala donde nos reuniremos. Llego tarde y me disculpo. Me preguntan por la persona que va a venir. ¨supongo que estará por venir¨, es mi respuesta. Noemí habla mucho Daniel hace gestos de disconformidad Bernardo le indica a Noemí que está confundida. Todos se van acomodando.

Narración: Llega el narrador y se presenta brevemente, son la 18.10hs. ¨Problemas para estacionar¨, dice. Pedro H agrega: ¨es difícil estacionar por acá¨. El narrador pregunta si hay alguien enojado. Yo me adelanto a decir que si. Noto sin mencionarlo la impaciencia de Daniel. Es irascible y se nota corporalmente, por sus movimientos. Pienso: el narrador llegó tarde, dificultades en estacionarse por acá, ¿qué le asusta? Espero que no los trate como a niños. Daniel pregunta su nombre al narrador, ¨Julio¨, es la respuesta. ¨Usted tendrá un apellido¨, irrumpe Daniel. El narrador explica que sólo el nombre importa en este momento. Luego volverá a tomar esto para explicar porque no antepone apellido u otros datos a la narración. Dice: ¨Estoy aquí para que me conozcan un poco y también yo empezar a conocerlos¨, siento que comienza a acercarse. Introduce los cuentos haciendo alusión a las reuniones en el campo, alrededor del fogón…..el fuego en la sala está encendido, el lugar es cálido, el narrador concentra totalmente la atención con sus palabras y presencia. A medida que avanza en la narración nos olvidamos de él… nos transporta.

Narra ¨El hacha de oro¨: el cuento trata de una familia pobre de la China. El padre, ya muy anciano, le dice a su hijo mayor que debe trabajar para mantenerlos a todos. El hijo, Chin, va a trabajar a lo de un señor muy severo: Lu. El narrador ha descripto cuidadosamente el lugar y luego hace lo mismo con los personajes. Chin trabaja afanosamente y recibe poca paga por ello, pero cree que si es perseverante, tal vez, algún día su situación cambiará. Un día, cuando va a trabajar, en camino hacia el aserradero de Lu, se le cae su hacha en el río. Chin se esfuerza por recuperarla, pero es imposible. Llora por haberla perdido, entonces aparece, repentinamente, un anciano que lo ayuda. Este hombre, que conoce muy bien el lugar, se interna hábilmente bajo las aguas extrayendo un hacha de oro. Le pregunta a Chin si ésta es su hacha. El responde que es muy hermosa pero que no es la suya. Lo mismo ocurre con el hacha de plata que el anciano saca de las aguas. Finalmente encuentra el hacha de Chin y se la entrega. Chin trabaja con ella más rápido y eficazmente que nunca. Cuando Lu se entera de esto, va a esa misma región del río y finge perder su hacha. Aparece también el anciano que se interna en el río a buscarla. Cuando le entrega el hacha de oro, Lu dice que es suya y le pide al buen anciano que busque la que ha extraviado en esta oportunidad. Cuando el anciano le entrega el hacha de plata, Lu ata cada una al costado de su cuerpo. Pero al cruzar el río, las hachas golpean en las tablas del puente y Lu cae, ahogándose. Chin, mientras tanto, sigue trabajando en el aserradero, que finalmente quedará para él y su familia.

Impresiones contratransferenciales y reflexiones de la terapeuta

Siento pena por Chin, quisiera que no dependa de Lu, que sea libre y pueda ayudar a los que ama. Cuando Lu le arroja como paga una moneda de poco valor y Chin la guarda celosamente… pensando que tal vez… algún día…, me siento muy conmovida. Pienso en el paso del tiempo vivido trabajosamente, con cierta tolerancia a la frustración y cierta esperanza. Pienso en el tiempo vivido: ¿por quién?, ¿por ellos?, ¿por mi?... La caída del hacha en el río es una pérdida lamentable, significa no poder trabajar. Pienso simultáneamente en la caída de Daniel, su imposibilidad de caminar, la decisión de cerrar su Escribanía, en el deterioro de Mira, en su llanto, su miedo a salir sóla, a no poder hacer más las compras o las cosas de la casa. Pienso luego en la pérdida como límite del tiempo, temporalidad que me remite a la muerte. Chin dice que el hacha de oro no es suya; adquiere lo que es de él buscando lo que le pertenece y obtiene una sabiduría que no tenía antes con lo que logra trabajar más eficazmente que nunca. Lu miente, no pone su tiempo-vida en obtener lo que desea conseguir y no busca lo que le pertenece. No puede entonces encontrarse y se pierde bajo los efectos de su propia trampa.

Respuesta inmediata a la narración: El grupo comenta acerca del personaje que ayuda a Chin: ¨Era un anciano¨, dicen, ¨como nuestros padres que recordamos siempre¨. Sobre el por qué de la muerte de Lu, Carmen dice: ¨Su avaricia lo mató¨. Yo sustituyo, sin decirlo, avaricia por constipación (es esta una paciente con serios problemas al respecto.) Paz, persona del interior que ha vivido su infancia y juventud en el campo, pregunta al narrador si sabe algún cuento de un loro. Este cuenta entonces uno de Horacio Quiroga: ¨El loro pelado¨. Al terminar esta narración, Noemí agradece varias veces y dice que le ha gustado mucho. Diego ha participado haciendo gestos mientras se identificaba con los personajes del cuento. Noto que alguien del grupo está disconforme, es Daniel que golpea repetidamente su bastón contra el piso. Por otra parte el narrador concentró totalmente la atención de todos. Hay agradecimento. Sin embargo no se ha creado aún el clima para que ellos expresen ampliamente lo que sienten

Impresiones y comentarios de los pacientes en el grupo psicoterapéutico

Daniel se refiere a la narración y dice: ¨Ese señor no saludó. Cuando uno se encuentra por primera vez con una audiencia, lo que debe hacer es presentarse. Podría también haber pedido conocer a cada uno de nosotros. Llegó 20 minutos tarde. No dijo su nombre. Nosotros no estamos para cuentos de Caperucita. Bueno, diciendo esto, que es lo que yo pienso, quedo tranquilo con mi conciencia¨. Mira interviene varias veces en lo que va diciendo Daniel. Se muestra comprometida con el tema que se está tratando. Refieriéndose al narrador dice: ¨El hace su trabajo con mucho amor. Daniel responde a esto:¨Yo no pongo en duda eso. No cuestiono el sentimiento que tenga ese señor¨. Entonces interviene Samuel diciendo: ¨Daniel le da mucha importancia a la forma, pero no tiene en cuenta la narrativa. A mi me parecieron muy buenas sus narraciones. Me trajeron a la memoria un leyenda que alguna vez oí contar¨. Ante el pedido del grupo la cuenta; es la leyenda de la Verdad- Mentira. El protagonista de esta historia busca la verdad, imagina que es hermosa y finalmente, un día, después de mucho buscarla, la encuentra y descubre que está personificada en una mujer muy fea. Tan fea es esta mujer, que nuestro hombre se angustia profundamente y se preocupa por cómo dar a conocer semejante noticia a los demás. Los diarios de París, Londres y Nueva York, todos lo medios de comunicación tendrían que publicar esta triste noticia. Entonces, la Verdad, al verlo tan angustiado, le dice: ¨Di que soy hermosa, di, pues, una mentira¨ Bernardo, refiriéndose a las narraciones dice: ¨A mi me gustaron mucho, incluyendo esta que contó Samuel. Las narraciones que contaron nos hacen ver otros lugares¨. Otros residentes coinciden con el buen rato que los cuentos les hicieron pasar. Señalo que se comprometen mucho al dar sus opiniones, que se sienten movidos afectivamente por lo que dicen, que aunque algunos parecen coincidir, cada uno se expresa a su manera. Tomo cosas que se han dicho y las relaciono con la personalidad de cada uno. Digo que la discusión que sosteníamos me hace recordar las discusiones familiares de padres hijos y hermanos. Hay un clima de calidez y encuentro, algunos sonríen. Luis interrumpe para invitarnos con bombones porque fue su cumpleaños. Pide que yo me encargue de repartirlos. Terminada la sesión Noemí me sigue al jardín y dice: ¨Yo estoy muy agradecida por todo lo que ustedes hacen. Quiero que estén siempre aquí¨

Segundo encuentro grupal

Participan: Alfredo Diego, Bella, Bernardo, Carmen, Juan, Luis, M Teresa, Mira, Noemí, Ovidio, Pedro B, Pedro H, Sofía (13)

Pre-encuentro: Juan y Alfredo Diego están en la sala de reunión, sentados en sus sillas de ruedas esperando al narrador. Este llega apurado y disculpándose por no haber llegado antes y explica que lo detuvieron un paciente muy enfermo y su familia. Pide hablar por teléfono, mientras yo reúno a todos los demás que vienen enseguida porque lo estaban esperando. Hay algunas ausencias y otros que se han incorporado. Daniel había avisado que no asistiría, Samuel había sido dado de alta visiblemente recuperado, Paz se quedó en el jardín

Narración: Julio saluda a todos particularmente. Se ubica cerca del fuego. Cuenta La cigüeña encantada (ya incluído en narración individual) y Los ancianos venerables.

El segundo cuento trata de tres ancianos y en su dificultad de vivir donde habitaban con sus hijos, nietos y demás familiares: ruidos, incomprensión, falta de comunicación. Para lograr cierta paz debían encerrarse. Finalmente deciden mudarse a un lugar tranquilo, un paraje hermoso en lo alto de una colina que el narrador describe detalladamente. Allí se identifican con los sonidos de la naturaleza: el mar, el viento, los pájaros, a los que aprenden a imitar. Viven felices. Cierto día ven levantarse en el horizonte un gran hongo de humo acompañado por una enorme explosión. Se escucha también el rumor de los pobladores de la ciudad que huyen de los efectos de la explosión y se acercan al encuentro de los tres ancianos en la colina. Estos, entonces, con los sonidos de la naturaleza que habían aprendido devuelven la serenidad y la paz a aquellos habitantes. Durante la narración Diego realiza comentarios varias veces; pero cuando el narrador descríbe el enorme hongo y explosión, lo interrumpe refiriéndose a Medio Oriente y lo que dicen los diarios de lo que está pasando. Cuando Bernardo le pide que no interrumpa, Diego se agarra la cabeza, hace muchos gestos, canta bajito. Al terminar la narración se realiza un ejercicio corporal con el tema de la cigüeña encantada. Ante la consigna, el primero en levantar los brazos es Luis, los últimos Carmen y Ovidio. Algunos pueden levantar una sola mano, el que está al lado ayuda espontáneamente. Al levantar los brazos y moverlos Luis dice:¨Busco la libertad, es lo que yo quiero, como la cigüeña, que se va por ahí, ¡quien sabe dónde!¨Julio propone que la próxima podrían representar los cuentos con pinturas. Hay aceptación general. El narrador se retira despidiéndose de cada uno. Yo prefiero prolongar un poco más este encuentro.

Respuesta inmediata a la narración: Bernardo dice: ¨Estamos todos unidos, en compañía, como los ancianos del cuento¨. Luis agrega: ¨ellos encontraban la unión de lo natural, de lo que brota del hombre¨. Noemí se expresa con fluidez, parece serena, se comunica bien, habla de lo importante que es la comunicación, lo que entretiene y gusta. Recuerda la época feliz de su niñez: ¨papá nos traía juguetes, autitos, muñecos. Pero esa época hermosa ya pasó. Los que vivían entonces están todos muertos¨. Se la ve conmovida. La frase siempre repetida por ella es que ante las dificultades hay que seguir adelante; pero ahora se atreve a evocar los recuerdos de sus seres queridos. En otro momento dice: ¨Algunos son orgullosos, se creen más, no participan con nosotros de esto¨ Bernardo comenta: ¨me siento como si hiciera paseos a distintos sitios¨. Luis agrega: ¨cuando oigo el ruido del viento o del mar me parece que estoy en el lugar que él cuenta¨

Tercer encuentro grupal

Participan: Alfredo Diego, Bernardo, Carmen, Gregoria, Luis, M Teresa, Mateo, Mira, Noemí, Ovidio, Pedro B., Pedro H., Rodolfo, Sofía (14)

Narración. Esta vez la reunión se realiza en el comedor, a fin de usar la mesa para realizar la actividad plástica después de las narraciones. El narrador cuenta Los músicos de Bremen y una nueva versión de Las dos hermanas, que había relatado a Mira en forma individual. En el primer cuento los personajes centrales son: un burro, un perro y un gato, que son echados de sus casas por su vejez e ineficiencia. En el encuentro, a lo largo del camino, van reconociendo que tienen problemas y anhelos comunes y cada uno sabe animar su largo peregrinar con música, dirigen su meta a la ciudad de Bremen. Después de un tiempo llegan a una posada donde descubren a unos bandidos que han robado muchas piedras preciosas, lo que festejan con una cena opípara (el narrador describe minuciosamente este momento) Los animales, hambrientos, deciden asustar a los ladrones; aunándose logran el objetivo. Las peripecias que siguen provocadoras de un gran desorden, desencadenan en situaciones muy graciosas. Los bandidos son vencidos y los músicos de Bremen se quedan como felices dueños de la posada. En las dos hermanas modificado, una familia numerosa vive en la isla. Cuando los padres mueren los hijos se van yendo poco a poco de la isla, quedando sólo dos hermanas. Cierto día, una de ellas descubre, mientras está en la playa, un barco que trae a su hermano. En el bote hay sólo un lugar para la vuelta; entonces ella decide irse y separarse de su hermana. A pesar del dolor que le provoca esta despedida, la hermana que queda en la isla ayuda a la otra en sus preparativos de viaje (el narrador describe la despedida haciendo resonar el sonido del beso, y el de los remos sobre el agua cuando el bote se aleja) La secuencia final del cuento es similar a la original, con la variante de que el Capitán del barco, que llega finalmente y encuentra a la hermana que se queda, es el padre.

Respuesta simultánea e inmediata a la narración: al contar las peripecias de los músicos de Bremen, Diego interrumpe, hace gestos etc. En las situaciones graciosas hay risas, especialmente de Gregoria, Sofía, Bernardo y Noemí. Julio anuncia al terminar este cuento que una narradora proseguirá los encuentros de narración y recuerda que esta es su última concurrencia aunque probablemente se vuelvan a ver en alguna otra ocasión en que visite la Clínica. Cuando al narrar el segundo cuento describe la despedida de las hermanas, hay una profunda emoción, todos lo miran en silencio. En ese preciso momento entra al comedor Sara, una de las enfermeras, gritando el nombre de alguien; la siguen dos personas. Una de ellas se detiene y saluda a una de las residentes que se pone muy inquieta y pide permiso para retirarse. Para que pueda salir hay que mover a varios. El narrador retoma el cuento diciendo que, si bien estas interrupciones no son convenientes, ésta le ha permitido recordar algo que había olvidado (yo pienso:- no pierde oportunidad de reparar-) Explica entonces que la hermana que se fue deja un libro a la que queda (otra reparación, pienso). Cuando termina este cuento hay lágrimas en los ojos de algunos. Pienso que quizás Bernardo se sienta identificado con ese padre. Después él lo dibujará. Noto que Julio atrapa la atención de todos mientras narra, así como cuando reparte plasticola de color en los vasos para que pinten. En un momento alza en brazos a Diego y lo pone en una silla al lado de la mesa para que pueda dibujar. Diego está excitado, toca mucho su hoja y la arruga.. Mientras dibuja, varias veces dice que está dibujando un burro, que le hizo un solo ojo, señala repetidamente cual es la cabeza, que no le hizo patas. Pedro B comienza con su ¨ta- ta- ta-¨, hace señas de que él no puede dibujar ni hablar. Está emocionado. Luis fue el primero en comenzar. Se refiere a lo que va haciendo con sentido crítico: ¨es un mamarracho, no se entiende si es gato, gallo o qué¨. M Teresa saca la punta del pincel, no sabe qué hacer con él. A su lado Noemí dibuja muy concentrada; poniéndole un título y su nombre completo al dibujo. Aclara: ¨es el lago en el medio de la isla, donde están todos juntos y felices¨. ¨Como en el arca de Noé¨, agrega Gregoria. Julio va colocando los dibujos en un cierto orden, de acuerdo a la narración que está ideando. Les había dicho que haría un cuento con los dibujos que ellos realizaran (otra vez un regalo, pensé yo) Muestra cada dibujo a medida que narra para que todos lo vean. Los autores se reconocen espontáneamente como tales. Comienza por el burro que dibujó Diego. Cuenta que el burro está en dificultades, triste, pero que al conseguir lo que busca, se pone contento. Así se transforma en el personaje que dibujó Luis, más grande y vistoso (los dibujos de Diego y Luis se corresponden con la diferencia física entre ambos: Diego es pequeñito, contrahecho, no puede caminar; Luis es alto, apuesto, entra y sale de la casa por sus propios medios) El burro ahora sigue muy contento en sus avatares que el narrador describe en el dibujo de Gregoria, quien ha participado con mucha alegría de esta sesión de narración , especialmente del primer cuento por su característica jocosa. Cuando el protagonista de la historia busca un lugar dónde estar sereno, encuentra la casa entre árboles que dibujó Mateo (Mateo siempre dice no poder estar bien, ni tranquilo en ninguna parte). Luego de recorrer todos los dibujos y llegar a esta casa apacible, el cuento termina. Entonces Julio da un beso a Mira, y con este beso dice despedirse de todos los demás. Hay emoción. Noto en qué medida está comprometido Julio con su rol de narrador: Se entrega totalmente y a ello le responden los pacientes también. Hay un clima de profundo intercambio afectivo. Sin embargo cierta ansiedad flota amenazante. Las enfermeras pasan varias veces, hablan fuerte, hay varias interrupciones. La encargada del sector ha pasado gritando ¨¡Está la cena lista!¨. Cuando miro al narrador, pienso varias veces:- debe tener calor-. Pienso también que desea salir de allí. Esta vez, luego del cierre, vamos a la oficina a hablar un momento. Se sienta y dice: ¨bueno yo tengo que irme enseguida, si querés hablarme de algo en especial te escucho¨. Yo entiendo confirmando lo expuesto anteriormente:- tengo urgencia de salir de aquí- En el camino a la oficina y luego de atravesar buena parte de la casa, cuando pasamos por uno de los comedores, una de las ancianas ubicada en él exclama: ¨¡que se vayan ya!, ¡que se vayan de aquí ya todos! Julio ya ha pasado.

Conclusiones

Sobre las narraciones

Observo que las narraciones, aspectos que parecen ser secundarios son tratados con gran lujo de detalles. El narrador se detiene minuciosamente en ciertos momentos que evocan el placer experimentado. Se detiene en significantes que se inscriben en el inconsciente. Las narraciones están saturadas de descripciones minuciosas. Tomemos por ejemplo una: en el cuento original Las dos hermanas, en un momento de profunda emoción, cuando una de ellas se despide de la otra y es llevada por su hermano, el narrador detalla ambos instantes –emite el sonido de los remos al internarse en el agua, mueve su tronco y brazos rítmicamente de adelante hacia atrás, indicando la actitud de remar-. Su presencia física, los sonidos que emite, el uso de su propio cuerpo con movimientos y gestos otorga a las narraciones una vivacidad particular, la vivacidad del deseo. Leclaire (1971), denomina deseo a «la fuerza de cohesión que mantiene en un conjunto coherente los elementos de pura singularidad» (que a su vez) «se hallan caracterizados por total ausencia de vínculos lógicos». Propone como ejemplo los siguientes significantes elementales al inconsciente:

Sobre como se inscriben en el inconsciente estos significantes elementales, dice: "sobrevienen en el preciso instante del placer experimentado, fijan y delimitan la zona erógena o la conmoción sexual en el inconsciente" (Leclaire, 1971). Gracias a estos significantes, el sujeto se prende a lo real. La "magia" de los cuentos se debe a que dicha narrativa favorece la evocación de tales significantes elementales en el inconsciente. Con ello se crea un clima de intimidad que da preeminencia a los niveles sincréticos de la personalidad: los pacientes se identifican con los personajes del cuento y éstos a su vez se confunden con la persona del narrador. A este nivel de sincretismo, los pasajes de un momento a otro de la historia son revividos emocionalmente.

La temática de los cuentos surge de las vivencias contra-transferenciales del narrador. Tal hecho es comprobable en base a que, excepto la primer entrevista donde ambos terapéutas programaron la experiencia (acordando las sesiones y comentando las características de una sola paciente), no existió comunicación interpersonal entre ambos acerca de las características de los pacientes ni del grupo hasta luego de la reunión final. Por lo tanto la selección de los cuentos a narrar no fue programada de antemano, sino que el narrador los eligió sobre la marcha; algunos son cuentos de repertorio, recreados para esta oportunidad (Correa y Vázquez, 1980); otros son originales creados en forma libre por él. En ambos casos resulta fácil detectar que va incorporando elementos que son emergentes de la situación grupal dentro de los cuentos. Es esto lo que crea una dinámica de la comunicación de características peculiares. Observo que en la narración, los cuentos relatan repetidamente situaciones de extrema carencia, ya sea en forma de pérdida o separación de un ser querido ["Las dos hermanas"], del bienestar y confort ["Los ancianos venerables"], de la salud, de la propia autoestima ["Los músicos de Bremen"], de los elementos de trabajo ["El hacha de oro"], que son comunes a experiencias humanas centrales. El narrador acompaña al paciente a internarse en situaciones dolorosas, entrando y saliendo también a momentos de plena gratificación, con la compañía aseguradora del narrador: a través de su recorrido descriptivo detallado, pasan de una circunstancia a otra; efectúan el pasaje emocional de una situación de carencia, a otra de completa esperanza y plenitud en la fantasía. Tal ejercitación puede ayudar en el logro de conductas que satisfagan todo aquello que más se desea, partiendo de una situación de incapacidad frustrante, pasando por ciertas pruebas y dificultades, y obteniendo la ayuda de los otros. Por ejemplo, al mes de la actividad plástica realizada al final de los encuentros, varios miembros del grupo preguntan por el narrador. Uno de ellos, Diego, comenta acerca de un "lápiz especial que permite que cada uno pueda dibujar lo que realmente quiere". Recuerda el dibujo que realizara en aquella oportunidad y comenta: "el burro me salió sin patas, no podía dibujar bien lo que quería. Quisiera conseguir uno de esos lápices para hacer el dibujo bien y completo, para dibujar al burro como realmente es". Este paciente está postrado desde su nacimiento (dificultades en dibujar patas), es contrahecho, pequeño y con inconvenientes en su expresión oral –identificación con el burro-. Se queja de ser dejado de lado, no querido, objeto de castigos en otros lugares donde ha estado, y de recriminaciones por parte de sus compañeros actuales [ver segundo encuentro grupal]. Así como el personaje que dibuja –que después de muchas peripecias se convierte en uno de los admirables y virtuosos músicos de Bremen-, él sigue recreando en su fantasía esta esperanza, contando para ello con algo que le daremos y le permitirá sentirse "bien y completo", apreciarse a si mismo "como realmente es".

Experiencia Grupal: Respuestas de los pacientes

En esta experiencia se evaluó la respuesta de un grupo de pacientes de la Tercera Edad a tres encuentros narrativos, dentro de un contexto de grupo psicoterapéutico.

Aquellos pacientes que lograron un nivel de comprensión verbal, toman del cuento un simbolismo accesible a la generalidad. Su orientación temporo-espacial les permitió también seguir la secuencia de la narración, donde los hechos se suceden unos a otros en una relación lógica de causa a efecto. Tomarán por lo tanto los elementos más importantes y los accesorios de la historia, ordenados en una forma que es consenso. Asimismo, pueden encontrar en esta forma de comunicación, un vehículo aceptable para expresar sus propios aspectos emocionales sincréticos; por ejemplo, un paciente de este grupo con buena evolución, contó un cuento en la sesión de psicoterapia grupal posterior al primer encuentro. Por otro lado, los pacientes que lograron un nivel de comprensión pre-verbal, juegan con los elementos del cuento, con la particularidad de que la asimilación, asociaciones u operaciones que realizan entre los significantes son nuevas y estrictamente privadas, no son consenso. El empleo de la técnica de narración de cuentos favorece la emergencia de contenidos inconscientes, de lo puramente afectivo, y por lo tanto una participación mayor de lo habitual de este segundo grupo de pacientes, que en la clasificación de Bleger (1979), corresponde al primer tipo: "dependientes o simbióticos".

Hay durante las narraciones momentos de gran emotividad, que desencadena el compromiso en el grupo. Algunos se expresan durante el relato, llegando en algún caso a realizar gestos o comentarios verbales que interrumpen la narración. Otros hacen sus comentarios en las reuniones posteriores a la narración: 1) "A mi me parecieron muy buenas sus narraciones. Me trajeron a la memoria alguna leyenda que alguna vez oí contar"; 2) "A mi me gustaron mucho, pasé un buen rato, me hace ver otros lugares" (...) "me siento como si hiciera un paseo a distintos sitios"; 3) "Cuando oigo el ruido del viento o del mar, me parece que estoy en el lugar que él cuenta"; 4) recuerdos infantiles felices: "Papá nos traía juguetes, autitos, muñecas...pero esa época hermosa ya pasó, los que vivían entonces ya están muertos". También manifiestan, además, de su emoción personal, una compartida: en la actividad plástica, la misma paciente del último ejemplo dibuja un lago [Foto 1] y expresa: "Estamos todos reunidos, en el lago en medio de la isla ". Esta resuena a la formulación de otro paciente al concluir la narración: "Estamos todos unidos, en compañía, como los ancianos del cuento".

La resonancia emocional opera en los cuentos –como en toda otra literatura-, a través del mecanismo de identificación con el personaje y sus peripecias (Etchebarne, 1975). Ello se corrobora en los dibujos que realizan a posteriori de la narración: el paciente con limitaciones corporales e incapacidades correlativas, dibujó un burro contrahecho sin las patas [Foto 2], mientras que el otro independiente y auto-válido, eligió como objeto de dibujo al gato de "Los músicos de Bremen" [Foto 3]. Dos pacientes, varón y mujer, que en la Clínica son identificados como "el matrimonio", con un importante nivel de sincretismo en ambos, dibujaron por separado el mismo personaje: el viejo marino del cuento

"Las dos hermanas" [Fotos 4 y 5]. Por otro lado, una paciente de nivel muy personalizado –de tipo neurótico o normal-, que se caracterizó por estimular la interacción del grupo, integró los dos cuentos en uno [Foto 6]; mientras que aquellos que presentaban una actividad delirante importante, realizaron dibujos referidos a objetos o abstracciones en vez de a personajes [Fotos 7 y 8], similar a lo realizado por el paciente esquizofrénico residual de 55 años [Foto 9]- La dificultad de identificarse con un personaje corre paralelo al trastorno de identidad. Por último, la única paciente del grupo que empleó colores cálidos –indicando la disposición para establecer un vínculo afectivo-, fue la que motivó la experiencia y a quien le realizaron narraciones individuales [Foto 7].

Pudo detectarse tanto en los niveles grupal e individual, así como en el institucional y en el equipo terapéutico, la emergencia de ansiedades paranoides y depresivas, que hacen contrapunto con las que describen dramáticamente los cuentos. Por ejemplo, las dificultades de emplazamiento "temporo-espacial" de la actividad narrativa como hallar una hora y lugar más adecuados para el mismo encuentro entre el grupo y el narrador, recala en diferentes momentos en sus integrantes, en los terapeutas y en la misma institución; de un modo análogo al que narran los primeros dos cuentos con que se presenta el narrador, como el de los ancianos que esperan tener una niña sin lograrlo ["La cigüeña encantada"], o de el la hermana que aún arregla la casa como si la otra, ida, aún estuviera allí ["Las dos hermanas "]. En algunas oportunidades tal correlato entre las narrativas grupal y del cuento alcanzó una coincidencia sincrónica. Por ejemplo, cuando el narrador cuenta en el grupo el episodio de la despedida de las hermanas, lo interrumpe la llegada de unas personas que vienen a retirar a una pacicnte del grupo. En el curso de la misma sesión –cargada de la emoción de la despedida-, se suceden interrupciones institucionales provenientes del personal: la encargada del sector pasa dos veces gritando: "¡Está la cena lista!". Y cuando el narrador se retira de este último encuentro, de un corredor que concentra a siete internadas con muy importante grado de demencia, se escucha el grito: "¡Que se vayan ya! ¡Fuera de aquí ya todos!". Tal disociación entre el funcionamiento grupal y el institucional es también observable dentro del grupo psicoterapéutico. Los pacientes que se resisten a sus niveles sincréticos de personalidad, son los que quedan de alguna forma fuera de la narración. Esto es claramente expresado por Noemí, cuando dice, refiriéndose a la reacción negativa de un paciente: "Algunos son orgullosos, se creen más, no participan con nosotros de esto" [Ver Segundo Encuentro] . El lugar donde se narra representa en realidad un lugar de las emociones, de intensas vivencias que acercan entre sí a los componentes del grupo en una trama que los integra al mismo tiempo con el narrador, los personajes y sus propias vivencias inconscientes afectivas. Estos aspectos inconscientes son los que estimulan las narraciones, como puede deducirse del tipo de respuestas que despiertan. El cuento no hace referencia al mundo externo: aunque empiece de manera realista e invente pasajes cotidianos, impone su naturaleza irreal que apunta a los procesos internos que tienen lugar en el individuo.

Las intervenciones de un paciente con reacción terapéutica negativa [Ver Primer Encuentro], muestran una personalidad realista y lógica, poniendo a las claras las defensas que él instrumenta ante el temor a ser desbordado por las emociones provenientes de su mundo interno. Cuando se anuncia la venida de una persona a narrar cuentos, dice: "Yo me pregunto que ideología tiene". Podríamos inferir que su desagrado provenga de que tal persona sea "amigo" de una paciente del tipo "dependiente o simbiótico", en base a la objeción inicial que el primero le realizara [Ver Primer Encuentro]. Interviene luego exponiendo las dificultades en relación a la hora del encuentro. Cuando éste se realiza, espera puntualmente; pregunta nombre y apellido del narrador; y frente a la respuesta inmediata a la narración en que algunos participantes intervienen expresando su agradecimiento y compromiso emocional, golpea su bastón contra el piso con ademán impaciente. En la siguiente sesión grupal se refiere conceptuosamente a todo esto, marcando las reglas de conducta que el narrador debía haber seguido. A partir de entonces no vuelve a asistir a las narraciones y comienza a faltar a las sesiones grupales, a las que había manifestado importantes resistencias desde su ingreso. Se había integrado al grupo después de sesiones individuales donde había establecido una buena relación con la terapeuta, a la vez que comenzó a conocer más a algunos compañeros. En el grupo pasó por momentos en los que funcionó como líder, expresando sus ideas con claridad y corrigiendo las incoherencias de los otros pacientes que "están confundidos". Se caracterizó por marcar las diferencias entre aquellos capaces de un pensamiento coherente y con estado de conciencia lúcido, y aquellos otros con desorientación temporo-espacial, pensamiento incoherente y labilidad emocional. Debido a ello entra en profunda crisis cuando surgen contenidos emocionales importantes, que acercan a todos los componentes del grupo que comparten un sentimiento en común. Su inserción en un grupo de estas características es experimentado por él como un peligro, ya que las diversas alteraciones que el grupo muestra son temidas como posibles emergentes en su persona: verlas en sus compañeros reactiva el miedo que producen. En sesiones individuales pasará de la ansiedad paranoide a la depresiva y expresará la dificultad en reconocer sus emociones, las que le "resultan muy difíciles de controlar". "...A veces ni yo mismo me entiendo...todo lo vivido pes a mucho". En la experiencia de narración de cuentos posterior a ésta, a cargo de una narradora, él se integrará y propondrá parte del material en colaboración con ella. Su disposición a participar será sólo desde un rol de liderazgo y organización, sin competidores.

Experiencia individual

Mira presenta una enfermedad ateroesclerótica con notorio deterioro cognitivo y compromiso orgánico vascular y trófico de los miembros inferiores, que le impiden en conjunto el desplazamiento autónomo. Por ello es llevada en silla de ruedas a las reuniones grupales; cuando se la atiende en su habitación, permanece sentada en la silla donde es colocada, o bien en la cama. Las narraciones individuales siempre se realizaron en esta última ubicación. Posteriormente a las cuatro experiencias de narración grupal relatadas previamente, el deterioro físico se fue acentuando y el terapeuta narrador concurre quincenalmente a contarle cuentos a ella.

Llamativamente, en diferentes oportunidades parece posible inferir que la paciente mantiene el recuerdo de algunos contenidos de los relatos narrados de la experiencia grupal, a pesar de que su "lucidez" está francamente afectada: presenta marcada desorientación temporo-espacial, confunde al narrador con otros médicos y el contenido de su discurso es muchas veces fabulatorio e incoherente. Dos meses después de haberse narrado en grupo "El hacha de oro", al anunciársele que se le va a contar tal cuento, dice que quiere escucharlo "porque había tres hachas" (en el cuento se describen en efecto tres hachas, aunque el título enuncie una sola). Cuando, en uno de los encuentros, el terapeuta en lugar de la narración propone a ella y a su hija realizar en conjunto una actividad plástica –dibujo y coloreado-, aparecen más o menos definidos, y sin que se le diera tal consigna, los personajes de los cuentos, que quizás podrían haber mayor referencia a su identidad corporal: en el primer dibujo de Mira, la hija reconoce una garza-cigüeña, y a su lado, una figura de chino ["La cigüeña encantada"]; mientras que en el segundo dibujo –que pinta en colaboración con su hija-, comienza por una margarita [La margarita blanca].

Cuando se cumplen seis meses del primer encuentro con el narrador, Mira comienza con un cuadro broncorrespiratorio que la llevará a su fallecimiento al mes siguiente. Durante este mes, Mira recibe una sesión semanal de narración y en todas las ocasiones pide que se le narre el mismo cuento. Se trata de la narración de un cuento original, construío a partir de este agravamiento, donde él o la protagonista –según las variaciones que va introduciendo el narrador- se ha quedado solo/ a en medio de las montañas y busca a través de un desfiladero a su pareja o a su padre, según cada versión. En el último relato que fue narrado a Mira cuatro días antes de su muerte, el narrador reemplaza a los personajes humanos del cuento que ha creado para la paciente en estos encuentros, con animales, dándole por título: "La ardilla y el topo".

Durante las narraciones, Mira dio muestras repetidas de su compromiso emocional con las narraciones y con el narrador. Al pedir por el mismo cuento, refería algunos comentarios previos a la narración: "El vivía sólo en las montañas" y siempre recordaba a "la montaña que quedaba muy lejos". Al terminar las narraciones también hacía referencia a sus contenidos, asociándolos con recuerdos: "Nosotros tuvimos una sola hija. El médico dijo que podía haber muerto, y que la próxima vez se iba a salvar la madre, pero no la hija". Durante las narraciones acompañaba con interés al relato, haciendo gestos. La manera vívida con que acompañaba determinados pasajes del cuento, motivó al narrador a preguntarle en una oportunidad, al concluirlo, si desearía que él le llevase algunos de los deliciosos bombones que saboreaba el protagonista [secuencia reemplazada en "La ardilla y el topo" por nueces y bellotas], a lo que respondió: "No. ¡Con todo lo que Ud. me trae!".

Cuento: "La ardilla y el topo" [Julio E. Correa]

"Había una vez una ardilla cansada, tan cansada, que sólo quería dormir y echarse en el suelo: ya no quería saltar entre los árboles, trepar por troncos y ramas, descascarar nueces y bellotas. La ardilla sólo quería recostarse en la tierra húmeda y descansar. Al mismo tiempo sentía mucha tristeza porque los otros animales ya no se fijarían en ella, ni tampoco los niños la buscarían en el bosque para jugar. Pero un día ocurrió, sin que la ardilla lo esperase, que empezó a sentir a su costado el movimiento de la tierra como si una perforadora viniera horadando la tierra desde adentro hacia fuera... Y fue de este modo imprevisto como la ardilla conoció al topo. El topo asomó su cabecita decorada con terrones de tierra fresca y le dijo: -¡Hola! ¿Quieres conocer mi casa? ¿Estás buscando un lugar agradable para descansar?-. La ardilla movió afirmativamente la cabeza y resueltamente siguió al topo por el túnel que ésta había abierto en la tierra. Al comienzo, el túnel era oscuro y estrecho, lo que doblemente incomodaba a la ardilla, que no estaba acostumbrada a arrastrarse como un topo; pero al cabo de un rato el túnel se amplió y clareó, hasta convertirse en el preámbulo de una gruta enorme. Entonces el topo se adelantó y mostró su lugar de maravillas a la ardilla asombrada: -¿Ves?, éste es mi lugar secreto-. El topo señaló con su hocico las paredes cubiertas de pinturas multicolores y grabados de animales muy antiguos, le hizo escuchar atentamente la sinfonía de sonidos del agua, que caía como una lluvia pausada desde el techo cubierto de columnas de piedra o de vegetales endurecidos; le ofreció tomar el agua del arroyo de esa gruta, que no sólo calmaba la sed, sino que también producía una sensación combinada de alegría y de paz. La ardilla agradeció al topo que compartiera su secreto con ella, y se quedó descansando en la gruta. Al día siguiente la ardilla tuvo sed y tomó agua del arroyo. Pero también sintió hambre, y entonces hundió su cabeza en el agua, con la esperanza de encontrar también allí un alimento que la calmara. Buceando de aquí para allá, al final encontró un lugar lleno de piedras luminosas. Aunque en realidad no eran piedras sino monedas de oro. Tomó una y -prendiéndola con los dientes-, la llevó túnel arriba.

No muy lejos de la salida había una casa humilde habitada por tres niños que ella conocía. Saltó por la ventana y buscó a los niños, a quienes les entregó la moneda a cambio de una nuez. Y como aquel país de la ardilla era habitado por muchos niños pobres, la ardilla recorrió una y otra vez el sendero del túnel a la gruta, y de la gruta a los niños, portando cada vez una moneda de oro. Y en aquel trabajo de enriquecer a los niños, la ardilla se recuperó de su cansancio para siempre".

Impresiones contratransferenciales y reflexiones de la psicoterapeuta

"Una ardilla cansada" me hace pensar en Mira, en su cuerpo pesado por los años, su dificultad de caminar, su tristeza, las repetidas pérdidas. El "sólo querer dormir y echarse en el suelo" de la ardilla me sugieren el deseo de muerte en el sentido de descanso y liberación de un largo trajinar. También deseo de muerte procedente de haber renunciado al interés por hechos externos (pérdida de objeto libidinal e identificación con el objeto perdido, defensas depresivas de esta paciente): "ya no quería saltar entre los árboles, trepar por troncos y ramas, descascarar nueces y bellotas".

En esta introducción del cuento aparece un hecho anhelado –el de la muerte individual- : "sólo quería recostarse en la tierra húmeda y descansar"; aunque también –paradójicamente-, rechazado y resistido: "...los otros animales ya no se fijarían en ella, ni tampoco los niños la buscarían en el bosque para jugar". El apego a la vida se manifiesta en la necesidad de salvar lo más valorado: la presencia del otro. Por otro lado, puede notarse aquí un ligero esbozo de "un antes de la muerte, durante el morir, y después de haber muerto" (Abadi y Otros, 1973), que se repetirá más extensa y detalladamente de aquí hasta el final del cuento. El antes de la muerte corresponde a una aproximación empática respecto de la paciente, hecha al describir al protagonista central, la ardilla cansada. El "sólo quería recostarse en la tierra húmeda y descansar", sería una alusión breve y anticipatoria a la situación del morir, donde el descansar parece anunciar el pasaje a un mejor estado de liberación y paz. Por otro lado, el "sentía mucha tristeza porque los otros animales ya no se fijarían en ella...", alude al después de haber muerto. Las secuencias posteriores confirman esa negación inicial de la situación de muerte, dado que se conserva la posibilidad de observar a los otros y mantener, aún en el aislamiento, un vínculo con ellos. Sin embargo, "en rigor no hay en el hecho de la muerte ni objeto conocible ni sujeto cognoscente" (Abadi y Otros, 1973). Es este real desconocimiento de la muerte, el que da lugar a las más diversas fantasías. La característica común de todas estas ideas en torno a la muerte, especialmente al después de haber muerto , es la de que surgen de nuestras experiencias personales de vida y de "tomar la forma de las fantasías básicas acerca de los hechos centrales del vivir" (Abadi y Otros, 1973).

El narrador se ha acercado a la paciente, ha establecido con ella un vínculo inicial, le ha ofrecido un personaje con el cuál identificarse, la acompañará de ahora en más por los caminos que la narración recorre, confundiéndose ambos, narrador y paciente, con los personajes.

"Un día ocurrió, sin que la ardilla lo esperase", alude a la brevedad de la vida y a la sorpresa que despierta la proximidad de la muerte. La aparición del topo parece un tanto misteriosa al comienzo –"empezó a sentir a su costado el movimiento de la tierra"- como ostentosa de cierto poder y potencia "como si una perforadora viniera horadando la tierra". Estas imágenes podrían remitir a fantasías de penetración y coito. La identificación con una figura femenina, ardilla-paciente, despiertan la representación de cavidad receptora, donde la penetración podría darse por un movimiento inverso al mencionado, es decir, no " desde adentro hacia fuera" sino de afuera hacia adentro. Sin embargo el "desde adentro hacia fuera", nos sugiere la fantasía básica del parto, salida del feto, pasaje de un medio a otro, final de la vida intrauterina y comienzo de la extrauterina. "La ardilla conoció al topo" parece ser el hecho central sobre el cuál gira toda la historia. Podríamos tomarlo como el durante el morir, ligando al antes y al después en un movimiento completo, cada uno transformándose en anticipatorio del próximo. Así también durante la vida humana, hay diversas situaciones anticipatorias de la muerte como hecho final, muertes parciales que se suceden y de las que tenemos una vivencia consciente o inconsciente. Pienso en Mira, en las muertes de personas ligadas a su pasado, en las piernas como parte muerta de su cuerpo... Pero sin embargo, aún cuando estas muertes parciales puedan darnos una aproximación a la otra muerte total, falta en ellas el carácter de "lo definitivo", que significa no poder evaluar, ni elaborar, ni vivenciar la experiencia de la propia muerte. "La ardilla siguió al topo por el túnel que éste había abierto en la tierra", es una alusión al camino ya abierto que remite a esas anteriores situaciones de muerte parcial, y to das éstas básicamente a la más lejana y original: el nacimiento. A pesar de tal "camino abierto" y la animosa resolución inicial, el pasaje resulta difícil de atravesar. En ésta, como en todas las otras historias narradas, se ha de pasar por un camino lleno de dificultades si se desea alcanzar la propia y firme identidad, y obtener un mayor grado de satisfacción y seguridad. Es necesario sufrir penalidades, afrontar peligros y sentir miedos para luego salir victorioso de la batalla: "los héroes y heroínas de los cuentos de hadas libran una batalla comparable a los ritos de iniciación que un principiante ingenuo e ignorante debe llevar a cabo, y que le permitirán alcanzar un nivel superior de existencia, que ni siquiera podía soñar al principio de ese viaje sagrado. Una vez que ha encontrado el verdadero si mismo, el héroe o la heroína es digno de ser amado" (Bettelheim, 1978).

Desde el comienzo del cuento los significantes que en él aparecen despiertan asociaciones relacionadas con la situación de muerte. Contribuyen a ello las características del encuadre donde esta narración se realiza –una institución geriátrica- y la situaci ón de senilidad, deterioro y sufrimiento a quien va dirigida. Sin embargo, también las significaciones de este cuento despiertan otras cadenas asociativas que giran en torno a las de nacimiento y coito. La aparición del topo, animal de piel suave y cuerpo rechoncho, con su capacidad de horadar la tierra, despierta asociaciones relacionadas con el coito. "Asomó su cabecita decorada con terrones tierra fresca", evoca al órgano genital masculino como símbolo de fertilidad. Por otro lado, el "asomar la cabecita" también invoca al nacimiento en su momento de satisfacción plena, pasado ya los temores asociados al "durante el nacer". En un sentido, esta alusión al nacimiento –como toda otra- refiere al nacimiento de otro, porque no se recuerda el propio; como será lo que se haga de la muerte, no siendo posible conocer la propia. Siempre hay algo fundamental a lo que verdaderamente no podemos referirnos... lo fundamental que queda sin decir. Aquí se da un saludo de bienvenida y una invitación a salir de la situación de soledad y aislamiento para llegar a otra promisoria, un estado nuevo "después de nacer": "¡Hola! ¿Quieres conocer mi casa? ¿Estás buscando un lugar agradable para descansar?". Evoca éste un momento de gran ternura, en el cuál pasados los avatares del parto, la madre dice a su bebé: -Mírame, conóceme, no está solo, encontrarás en mí un lugar hermoso donde cobijarte-.

El permanente entrar y salir de situaciones difíciles se repite a lo largo de toda la narración. "El túnel era oscuro y estrecho, lo que doblemente incomodaba a la ardilla (...)". La paciente presenta serias dificultades para respirar, repetidas sensaciones de asfixia que la atormentan. "Pero al cabo de un rato el túnel se amplió y clareó, hasta convertirse en el preámbulo de una gruta enorme". La descripción se detiene más largamente aquí: "El topo se adelantó y mostró su lugar de maravillas a la ardilla asombrada: "¿Ves?, éste es mi lugar secreto". Con esta aclaración, el narrador tranquiliza a la paciente para que prosiga en su camino de desprendimiento objetal, atravesando los mojones evolutivos por los que transitó el yo a partir de su nacimiento. Así, la directa indicación de lo sensorial en la descripción despierta sentimientos tiernos y eróticos, se trata del secreto compartido en tal momento de total felicidad y encuentro con el otro, donde el yo se fortalece. Esta confianza básica lograda en la intimidad con el otro refuerza la capacidad para las actividades externas. El yo deja de emplear la identificación proyectiva, renuncia al control omnipotente del objeto y lo acepta como es. A pesar de la total satisfacción que se logra con el otro, del que se reconocen con gratitud las características del objeto, no se queda fijado a él, ya que también se reconoce los propios límites y los de los otros, recomenzándose nuevamente la búsqueda de las necesidades propias que deben satisfacerse. "El topo señaló con su hocico las paredes cubiertas de pinturas multicolores y grabados de animales muy antiguos, le hizo escuchar atentamente la sinfonía de sonidos del agua, que caía como una lluvia pausada desde el techo cubierto de columnas de piedra o de vegetales endurecidos; le ofreció tomar el agua del arroyo de esa gruta, que no sólo calmaba la sed, sino que también producía una sensación combinada de alegría y de paz. La ardilla agradeció al topo que compartiera su secreto con ella, y se quedó descansando en la gruta. Al día siguiente la ardilla tuvo sed y tomó agua del arroyo. Pero también sintió hambre, y entonces hundió su cabeza en el agua, con la esperanza de encontrar también allí un alimento que la calmara". La carga libidinal que el yo logra poner en los objetos internos y externos, lo mantienen en relación con el mundo. "La ardilla recorrió una y otra vez el sendero del túnel a la gruta, y de la gruta a los niños, portando cada vez una moneda de oro": la búsqueda de aquí para allá nos sugiere el proceso por el cuál el yo atraviesa en su desarrollo con el fin de adaptarse a la realidad y mantener un equilibrio. Tal proceso está caracterizado en buena medida por el uso de defensas maníacas y vivencia de los sentimientos de control, desprecio y triunfo. "Y en aquel trabajo de enriquecer a los niños, la ardilla se recuperó de su cansancio para siempre". En la separación objetal del proceso de morir, se recorre pues el mismo camino seguido en la posición depresiva.

En su análisis de los cuentos de Perrault, Julio E. Correa postula: "En los términos psicodinámicos de la Teoría de Relaciones Objetales, estos cuentos corresponderían a la posición depresiva" (Correa, 2000b): "Las defensas que se instrumentan a partir de la posición depresiva son maníacas e incluyen mecanismos que se manifestaron durante la posición depresiva, pero que tienen la característica de ser más organizadas, de acuerdo con una mayor integración del yo y a impedir la vivencia de ansiedad, depresión y culpa. Estas defensas pueden ceder ante una mayor fortaleza yoica a la reparación, que sería una forma más adecuada de adaptación a la realidad" (Segal, 1975). La temática de la narración recorre estos caminos necesarios en todo proceso terapéutico. El narrador se filtra y confunde con lo narrado, favoreciendo la reedición de situaciones ya vividas. Hay siempre algo latente y secreto que marca el clima emocional donde narrador y paciente se encuentran. Se detienen también a recrear esta situación feliz que brinda tranquilidad, para pasar de nuevo por otras situaciones desgraciadas que vendrán con la promesa de resolverlas en síntesis cada vez más integradoras y felices. Lo que en el mundo interno sería reconocer los impulsos destructivos como propios, y sentir el temor de dañar los objetos internos buenos y malos sin por ello escindirse en pedazos. La alegría de compartir estos secretos con otro favorece al yo en el proceso de adquirir confianza en los objetos internos y acentúa la incorporación de nuevos representantes en el mundo interno. "El objeto interno asimilado de este modo se convierte en un símbolo dentro del yo. Es a partir de este deseo de cuidar de su objeto bueno, internalizado ya, que el yo inhibe en parte sus impulsos y en parte los desplaza sobre sustitutos. Aquí comienza la formación de símbolos (...). Los procesos de sublimación y de formación de símbolos están estrechamente vinculados con conflictos y ansiedades de la posición depresiva y son una consecuencia de éstos " (Segal, 1975). "La estructura del cuento maravilloso cumplirá entonces en integrarse a la función de creatividad que se desarrolla en el proceso de duelo (...). Ello concuerda con que estos cuentos subtienden a la elaboración de la posición depresiva por medio de la elaboración de símbolos" (Correa, 2000b). La situación límite que vive el anciano, al igual que el paciente terminal, reactiva las fantasías básicas de abandono y protección (Correa & Vázquez, 1980), que pueden resolverse a través del estímulo en la incorporación de nuevas simbolizaciones. En conclusión, el cuento tenderá a la elaboración de nuevas representaciones del mundo interno, al ayudar al paciente a expresar contenidos inconscientes sincréticos.

Consideraciones Finales

Si en el niño no constituyen sino un aspecto normal y natural de su evolución afectiva intelectual, en el enfermo (...), cumplen una función primaria: la de sustraerlo de la realidad frustrante para permitirle satisfacer una realidad fundamental. Son esos aspectos los que debemos estudiar mejor para utilizarlos en una nueva psicoterapia, psicoterapia basada en la realización simbólica de las necesidades fundamentales del enfermo. M.-A. Sechehaye

En la presente experiencia con pacientes geriátricos internados, hemos observado que la narración de cuentos cumple una función psicoterapéutica a través de –por lo menos- favorecer la evocación de significantes elementales del inconsciente, relacionados en gran medida con situaciones de pérdida en las historias vitales, en las que el mismo narrado se zambulle, ofreciendo su juego simbólico para volver junto con ellos, gratificados y enriquecidos, a la relación grupal o didáctica. En el grupo, aquellos pacientes con características fusionales participan en el mayor grado que lo habitual: ello es explicable porque el código de esta narrativa de la imagen es puramente afectivo, intensamente emocional, donde la lógica de la narrativa emocional cede la prioridad a la del inconsciente. También por ésta propiedad puede explicarse que aquellos pacientes que rechazan sus niveles sincréticos la personalidad quedan afuera de la magia narrativa.

El código del cuento es isomórfico al del espacio imaginario y por lo tanto constituído por un objeto doble de características reales/ irreales, presentes/ ausentes, recreables en otro objeto –de acuerdo al modelo del espejo- a la vez que generador de una dimensión temporo-espacial manipulable por su constructor (separación/ recuperación), de acuerdo a la estructura imaginaria del juego del carretel (Sami-Ali, 1976). En el plano de la inteligencia, el cuento corresponde al juego de la imaginación. En relación a ello se ha demostrado que la narración de cuentos sin láminas favorece, a través del inter-juego dinámico de los procesos inconscientes de asimilación y acomodación, a la imaginación creadora y al descentramiento del pensamiento (Etchebarne y Otros, 1978). La imaginación creadora y el descentramiento del pensamiento tendrían a su vez un papel dinámico en la comunicación: en su ausencia el desarrollo narrativo podría seguir el camino de la imaginación reproductora de imágenes -o de "láminas"-, como lo sugiere un estudio de una niña autista que había presentado inicialmente una ausencia de lenguaje verbal, gestual o lúdico, al mismo tiempo que una capacidad imaginaria eidética exacerbada, capaz de reproducir dibujos con el talento de un artista adulto que disminuyeron en cantidad y calidad luego de adquirir el lenguaje, de acuerdo al patrón evolutivo del cerebro desde las pinturas primitivas a la adquisición del lenguaje (Gardner, 1987). En nuestra experiencia, llamó la atención que una paciente con un nivel de deterioro psicogeriátrico importante caracterizado por un discurso confuso con contenidos fabulatorios e incoherentes, realizó dibujos de los cuentos escuchados tiempo atrás que parecían tener una significación corporal/ afectiva. En otra experiencia posterior a esta informada aquí, realizada en un medio institucional geriátrico que era ajeno al de ambos investigadores (De Grado y Correa, no publicado), el grupo de gerontes participantes en todas las sesiones de narración de cuentos administradas, se sorprendió por la intervención de una anciana con severo grado de demencia, que siempre permaneciera en silencio y sin participación en el grupo: -"Ella antes no hablaba, ahora sí, porque se la escucha (...). Eso también pasa con nosotros, si se nos escucha hablamos más". Sentirse escuchado requiere por parte del interlocutor la capacidad de hablar el mismo idioma. Tal como Mme. Sechehaye (1973) ensayó con su paciente esquizofrénica una narrativa imaginaria con objetos, los padres pueden hablar el mismo idioma de los niños a través de la narración de cuentos e incidir en sus dificultades de aprendizaje (Correa, González & Weber, 1985).

En la presente experiencia, si bien en la dinámica grupal se observó una mayor interacción del subgrupo de pacientes que perdieron sus aspectos más personales e individualizados, también fue posible notar aceptación de los propios aspectos emocionales sincréticos en miembros del subgrupo normal o neurótico. Esta técnica, al apuntar a niveles inconscientes, sincréticos de la personalidad, favorece el mecanismo de identificación con personajes y situaciones del cuento relacionadas a la reedición de ansiedades tempranas, mientras que el pasaje de una vivencia a otra promueven la flexibilidad yoica, la asimilación del objeto bueno al yo y la incorporación de nuevas representaciones del mundo interno. En el contexto grupal todo ello dinamizará los aspectos sincréticos grupales, creándose una atmósfera de unión e intensa participación. La ejercitación de entrar y salir de situaciones dolorosas en compañía del narrador, a situaciones gratificantes, ayuda a los miembros del grupo a elaborar una diferenciación de sus percepciones del resto de los integrantes, sin que ello quiebre la tranquilizadora fusión grupal. Como la demuestra la experiencia individual, el anciano muriente puede necesitar un ensayo semejante en el proceso de desprendimiento del mundo real simultáneo a la certeza del amparo de la fusión inconsciente. El análisis del cuento "La ardilla y el topo" sugiere un proceso de morir que sigue un sendero de desprendimiento objetal que remite al nacimiento/ aspectos sensoriales de la relación con la madre (Correa, 2006) y a los rituales de iniciación (Correa, 2001).

El corolario evolutivo de la persona de tercera edad que tiene integrados a sus aspectos emocionales y racionales, probablemente resida en la capacidad de recrear la historia personal hecha de repetidas muertes y consiguientes elaboraciones de duelo, en otras que a su vez sean generadoras de nuevos inicios y expresiones de vida –"cuentos sabios" que podrá narrar a las otras generaciones (Oddone, 1982), que lo sobrevivirán y recordarán en la identidad profunda. Más aún, si a la narrativa se le reconoce una función trascendente en la comunicación, incentivo de pensamiento y actividades creativas (Kirkwood, 1992), el legado narrativo se mantendrá como un núcleo inquisidor activo y mutable a través de nuevas formulaciones narrativas que se generen. Desde esta consideración del potencial recreador de lo que muere, la Cultura puede repetir a la Biología en que la muerte no es antítesis de vida (Bustuoabad & Correa, 2004). Al revés, la estrecha fusión entre ambas representaciones –"Toda vida está impregnada de muert e y toda muerte es imaginada según el modelo de vivir" (Abadi y Otros, 1973)-, despoja a la muerte de las características destructivas y le adjudica condición creadora.

Notas

1 Este trabajo recibió el 3º Premio "Nelson Goldstein" al mejor Trabajo de Psicogerontología presentado en el XI Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría, realizado del 30 de agosto al 2 de septiembre de 2007, en la ciudad de Mar del Plata. Un adelanto del mismo trabajo enfocado en la composición y temática de los cuentos se presentó en el 3er. Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría organizado por la Sociedad de Gerontología y Geriatría en la Facultad de Medicina, Buenos Aires, 31 de Octubre al 5 de Noviembre de 1982: "La narración de cuentos a un grupo de gerontes internados" por Julio Enrique Correa y Carmen de Grado de Mogro, Tomo de Resúmenes: 41.

2 El Dr. Julio E. Correa, dirige y organiza el "Espacio Cultural del "Instituto de Ciencias Ambientales y Salud [ECICAS, Paysandú 752, (1405), Buenos Aires] de la Fundacion PROSAMA, dirigida por el Dr. Jorge Herkovits, Investigador de Carrera del CONICET que desarrolla un espectro de intereses de investigación que conjugan los campos de la embriología y la ecología con la contaminación ambiental. jecorrea@mail.retina.ar

3 La Lic. Carmen de Grado de Mogro [Riglos 388 4901-4981 carmendeg2002@yahoo.com.ar ] es psicoterapeuta, especializada en Psicogerontología. Creadora y realizadora del programa Arte y Vida sobre el uso de la obra de arte como material terapéutico. Es coordinadora de talleres de adultos mayores en la Universidad Maimónides.

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