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Número Aniversario (10 años!!) - Noviembre 2008

Vejez, reminiscencia y cambio social

Enrique Lombardo, Mirta Sánchez, Alicia Monchietti
mlsanche@cybertech.com.ar / elombar@sinectis.com.ar / amonchie@mdp.edu.ar
Universidad Nacional de Mar del Plata.

La memoria es una función intelectual compleja que nos permite ser lo que somos, reconocernos como personas. La capacidad mnémica consiste en un proceso que se da en tres etapas fuertemente vinculadas entre sí: la fijación, retención y recuperación, en cada uno de estos pasos la información se va filtrando, perdiendo o transformando. Esta capacidad humana esta moldeada por diversos factores, tanto anímicos como contextuales, es decir que no funciona en el vacío sino que por el contrario sólo puede entenderse su funcionamiento en situación.

El modelo clásico que intenta dar cuenta de su funcionamiento es el de almacenes que guardan la información durante distintos lapsos de tiempo, inmediata o sensorial, corto y largo plazo. También se puede hablar de una memoria: retrógrada que es aquella que recupera los hechos más recientes y la anterógrada que recupera los hechos más lejanos e incluso remotos.

Si tomamos en cuenta los aspectos afectivos involucrados en la memoria más remota podemos hablar de reminiscencia, la que puede ser considerada como una forma de pensamiento en la que se rememora el tiempo pasado enlazándolo con aspectos del presente. Es una actividad mental compleja consistente en una forma de evocación del pasado, en la que están involucrados los afectos.

Variadas son las explicaciones intentadas para esta forma de pensamiento. La principal interpretación que podemos hacer acerca de su función u objetivo sería la de permitirle al sujeto reafirmar su identidad gracias a un cúmulo de recuerdos en los cuales puede identificarse, en términos de darles unidad. En relación a esto surge cierto efecto paradojal con respecto a tal unidad: el registro del paso del tiempo sólo puede consistir en una permanente sucesión de cambios en aspectos esenciales que hacen a nuestra identidad tales como cambios en el cuerpo, en nuestra psíque, en los vínculos, en el contexto en el que vivimos. Sin embargo se produce en el recuerdo un efecto unificador, cierta idea de constancia o permanencia dentro de esas imágenes y estados cambiantes.

La reminiscencia no es discurso en vacío; ni una pura repetición. Como formación anímica se encuentra amalgamada en la realidad psíquica, la narración de la propia historia y el presente. Cobra significado como una fuente a partir de la cual se va re-construyendo una historia en un devenir permanente que alterna recuerdos y olvidos que se constituyen en un garante de una unidad reconstruida una y otra vez.

Esta forma de recuerdo aparece en distintas etapas de la vida sin embargo ha sido particularmente estudiada en la vejez. Incluso ha sido definida como un proceso natural y universal, propio de las personas de edad. Clásicamente, y en sintonía con los prejuicios en relación al envejecimiento la reminiscencia en la vejez ha sido considerada como un signo de senilidad, de deterioro cognitivo y de regresión afectiva. desestimando toda función adaptativa o algún carácter funcional al psiquismo. Fue pensada más bien, como una especie de mecanismo psíquico mediante el cual el viejo se refugia en el pasado frente al creciente aislamiento que sufre debido a deterioro cognitivo y a su retiro social. Así, en los primeros estudios psicoanalíticos se sostenía la idea de que los recuerdos en la vejez tenían una función regresiva. Los estudios de Reichard y Clark en Estados Unidos, por su parte, vinculaban una orientación hacia el pasado acentuada, con una mala adaptación.

También los olvidos, sucesos normales en nuestra vida cotidiana, cuando le ocurren a personas de cierta edad, pasan a ser significados por ellos mismos, y por los otros, de manera negativa. Rápidamente se asocian con un deterioro que se piensa como característico de la vejez. De este mismo modo, en el discurso cotidiano, es objeto de prejuicio no sólo el olvido sino también el recuerdo de hechos pasados remotos cuando se da en la vejez ya que suele interpretarse como un rasgo de deterioro neurológico de "senilidad".

Sin embargo podemos repensar hoy a la luz de nuevas concepciones acerca de la vejez estas ideas, y redefiniendo el concepto de reminiscencia, considerar su importancia en el funcionamiento psíquico de un sujeto, en particular de los viejos.

En este sentido es necesario hacer una diferenciación entre reminiscencia y nostalgia.

La "nostalgia" que etimológicamente significa regreso y dolor, se considera que es el pesar causado por el recuerdo de un bien perdido. La forma de recuerdo como nostalgia lleva a poner un énfasis en lo perdido, en aquello que no se pudo realizar y está directamente relacionada con la dificultad en la elaboración de los duelos.

Por el contrario la reminiscencia puede ser puesta al servicio de una reconciliación con la vida frente a los desafíos que se presentan en la vejez, con la aceptación de aquello que no pudo ser y afrontando el presente en su carácter de novedad y de ausencia de lo que fue.

En el caso de la vejez, la reminiscencia parece estar orientada a consolidar y redefinir la identidad ante las experiencias propias del envejecimiento. Establece entonces el sentido de continuidad con el yo conocido previamente.

Frente a los desafíos que plantean las experiencias actuales recordar puede contribuir a ampliar los sentidos ya existentes a la luz de lo vivido. Así, esta rememoración puede operar adaptativamente ya que otorga coherencia y significado al contexto e interacciones sociales presentes en función de los lazos que se establezcan con recuerdos del pasado y por lo tanto cierta ilación e integración en la línea temporal del curso de la vida.

La reminiscencia estaría orientada a consolidar y redefinir la identidad propia ante las experiencias de envejecimiento. Establece entonces el sentido de continuidad con el yo conocido previamente.

Podemos pensar la reminiscencia desde dos planos articulados entre sí e intrínsecos a la reminiscencia: un sentido intrapersonal y uno interpersonal o social.

Desde un punto de vista individual es una actividad mental como hemos mencionado con un fin adaptativo que puede facilitar al sujeto compensar los desajustes producto de las pérdidas propias de la edad. Esta forma de recordar sería necesaria en la vejez, ya que permite dar a las experiencias vividas un sentido de continuidad entramando el pasado y el presente y confirmando la identidad. Es posible poner la reminiscencia al servicio de una tarea creativa y la creatividad en la vejez es una vía de aproximación a modificaciones psíquicas que favorecen la autoestima, es decir lar elación consigo mismo y por lo tanto con los demás.

También puede pensarse como testimonio de un pasado que aporta a la construcción de la historia familiar vinculada a la transmisión de costumbres, tradiciones y mitos.

En un sentido interpersonal y social la evocación trae al momento actual formas de nuestra vida social y cultural diferentes.

La memoria es además de un hecho individua, un fenómeno que tiene una connotación social. Un sujeto recuerda en función de su experiencia así como de la experiencia que comparte con los otros.

El viejo a partir de ese cúmulo de recuerdos compartidos se constituye en un agente crítico del presente, e incluso, en un sentido, renovador de la sociedad en la que vive. Confronto el modelos del pasado con modelos del presente.

A lo largo de la Historia, muchas veces el pasado ha funcionado como un modelo, en el que las sociedades buscaron referencias para interpretar su presente.

La reminiscencia va al rescate de hechos, valores o referencias que permiten re-interpretar el presente, y esto paradójicamente puede ser innovador o por lo menos implica una ampliación de los marcos con los que interpretamos lo que pasa.

En la vejez coexistirían formas aggiornadas y reminiscentes a la hora de enfrentar problemas o simplemente de entender el hoy.

Esta consideración surge de cambiar la perspectiva con que la reminiscencia fue considerada, desde un punto de vista puramente retrospectivo y en cambio plantearla como una función prospectiva, es decir proyectada en el hoy e incluso en el futuro de forma crítica, es decir con un deseo de cambio.

Los viejos parecen decirnos, recuerden, no olviden si quieren cambiar el presente.

Indudablemente la juventud es una fuerza de cambio social, los jóvenes piensan más allá de los marcos en los que los adultos nos hemos basado. Plantean sus críticas fuera de estos marcos a partir de su invocación del futuro. Y los viejos? Porque no pensarlos también como una fuerza de cambio a partir de su invocación del pasado. Quizás la reminiscencia y su carácter casi universal en las personas de edad sea una fuente para recordar valores o experiencias que hemos olvidado, cosas que perdimos y podemos recuperar. Cosas que necesarias hoy en lo social .

Bibliografía

Monchietti, A.; Sánchez M.; Lombardo E. (2004) Contexto histórico e historia personal. Un estudio acerca del envejecimiento en la mujer. Ponencia presentada en las II jornadas nacionales "la vejez, abordaje interdisciplinario". Fac. Cs. De la Salud y S. S. UN. Mar del Plata.

Butler R. N. ( 1963 ), The Life Review: An Interpretation of Reminiscence in the Aged, Psychiatry 26, pp. 65-76,.

Reichard S., Livson F. y Peterson P. G, (1962) Aging and Personality: A Study of Eighty-Seven Older Men, John Wiley and Sons, New York.

Clark M. y Anderson B. G. (1967) Culture and Aging: Art Anthropological Study of Older Americans, Charles C. Thomas, Springfield, Illinois.

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