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Número Aniversario (10 años!!) - Noviembre 2008

Subjetividad y exclusión psicosocial.
Viejos en situación de calle en Montevideo

Robert Pérez Fernández
rperez@psico.edu.uy

Resumen

El presente artículo intenta sistematizar y transmitir una serie de reflexiones surgidas del trabajo psicológico con personas mayores de 60 años, en situación de calle en la ciudad de Montevideo. Se discute sobre diferentes perspectivas del término exclusión, para después centralizarse en el tema de la exclusión psicosocial.

Se analizan algunos aspectos sociales e históricos de la población objetivo que hacen y han hecho al tema exclusión, para luego detenerse en algunos factores protectores o de riesgo, que hacen a los mecanismos subjetivos puestos en juego en estas realidades. Dentro de los primeros, entre otros, se señala la inscripción del trabajo en sus identidades. Dentro de los segundos, se identifican la ausencia de una red social, hechos traumáticos congelados afectivamente en el tiempo, las dificultades vinculares y la ausencia de narrativa. Finalmente se plantea una serie de estrategias de abordaje de estas problemáticas.

Palabras Clave: Subjetividad / Exclusión social / Vejez / Situación de calle

Introducción

El presente artículo intenta sistematizar y transmitir una serie de reflexiones surgidas del trabajo psicológico con personas en situación de calle en la ciudad de Montevideo. Dentro de esa población, en este trabajo nos centraremos en el caso de personas de edad avanzada, tratando de analizar algunos aspectos de las producciones de subjetividad implicadas en estos procesos de exclusión, desde una perspectiva psicosocial.

Mucho se ha escrito sobre el término y la dinámica exclusión - inclusión social, desde diferentes perspectivas (p.e. Sawaia, 2004; Cortés, 2006; Solano Lucas, 2007). Cuando uno revisa la literatura reciente sobre el tema, vemos que en general, el término exclusión social hace referencia a la pobreza y a un determinado colectivo que se ve imposibilitado de acceder a los bienes y servicios sociales, muy vinculado a ruptura de lazos y vínculos sociales (Besis, 1995; Sosa, 2001; Subirat, 2004; Bonet, 2006). Mientras algunos abordajes desde la perspectiva económica jerarquizan los aspectos asociados a la pobreza, otros, desde la perspectiva social, focalizan en el tema discriminación. Sin embargo, varias críticas ha merecido este concepto. Las más cuestionadoras, plantean la ambigüedad que puede llevar su generalización, pues cuando no se contemplan las condiciones de vida cotidiana y los aspectos subjetivos e históricos de la exclusión social, se corre el riesgo de terminar ocultando un tema que está en el fondo de estos asuntos: el de la injusticia social (Sawaia, 2004; Pérez Fernández, 2007).

Estos aspectos, nos llevan a delimitar los alcances de nuestro abordaje conceptual del tema. Para ello utilizaremos el concepto de exclusión psicosocial, como forma de centrarnos en los aspectos de producción de subjetividad de estos fenómenos. Esto es, formas de significar y producir sentidos de la realidad, de producir deseo y acción, vinculado a la identidad y las dimensiones históricas - sociales. Cuando hablamos de procesos de exclusión psicosocial, nos referimos a toda una serie de fenómenos que implican singular y colectivamente una severa dificultad psíquica y social para resolver problemas vinculares, acceder a recursos disponibles, construir un proyecto de vida autónomo y una narrativa identitaria. Por lo tanto, hablar de exclusión psicosocial, implica hablar de los lugares asignados y asumidos colectivamente, de la dimensión afectiva, la capacidad de disfrute, las modalidades de afrontamiento de las problemáticas inherentes a la vida, los elementos de transmisión generacional, las modalidades vinculares, entre otras. Como dice Bader Sawaia, abordar la exclusión desde la perspectiva ética - psicosocial implica "analizarla como un proceso complejo, que no es en sí, ni objetivo ni subjetivo, individual ni colectivo, racional ni emocional" (2004: 8 3). Para nosotros implica un modo subjetivo de construir y operar en la realidad, producido social e históricamente.

Nos interesa particularmente analizar como, en algunas personas y colectivos, se va construyendo una subjetividad de la exclusión, así como las lógicas psicológicas puestas en juego en los mismos. En el caso de la actual población mayor en situación de calle, hay dos factores que se potencian negativamente en esta producción subjetiva: vejez y vulnerabilidad social.

Los desheredados de la Suiza de América

Hasta la mitad del siglo pasado, nuestro país estuvo bajo la ilusión de ser "la Suiza de América", como se lo llamaba por aquel entonces, debido a su desarrollo socio - económico. Los actuales viejos nacieron en ese tiempo y vivieron muy tempranamente varios cambios: la transición demográfica, el pasaje de una economía del ahorro a otra de consumo; la integración de la mujer al mundo laboral; el apogeo y fin de la integración social (Berriel, 2003). El trabajo era el gran organizador social y factor de movilidad social en esa época.

Sin embargo, esta bonanza económica del país, muy ligada a un estado de bienestar y a una situación mundial de guerra, invisibilizaba todo un sector de la población vinculado al medio rural y a las migraciones internas, que sobrevivía con escasos recursos culturales y bajo "capital social" 4, en condiciones de pobreza y vulnerabilidad 5, con trabajos precarios e informales. La bonanza económica de aquel entonces, permitía sobrevivir a estos sectores con condiciones mínimas de dignidad y de satisfacción de sus necesidades básicas. Es en este sector de la población con bajo capital social y sin mayores oportunidades de actualizarse, que los cambios tecnológicos, sociales y culturales de la segunda mitad del siglo XX impactó subjetivamente en forma negativa, haciéndose el actual mundo global un lugar cada vez más incomprensible.

Hoy, sin duda, poco queda de aquel Uruguay. En un contexto mundial de cambios tecnológicos, políticos y sociales muy importantes, que han llevado a una globalización de las desigualdades y la pobreza, la aplicación sistemática de un modelo económico y político neoliberal en nuestro país, ha terminado drásticamente con aquel Uruguay "de las vacas gordas". Dos aspectos han caracterizado a este modelo liberal: a) Disminuir la participación del estado en diferentes aspectos de la sociedad, principalmente en los que hace a la protección y derechos de las personas más vulnerables 6; b) ser aperturista a los mercados externos, desarrollando una "libre" competencia. En el plano político, para imponerlo, fue necesario eliminar cualquier vestigio de oposición y resistencia popular, por lo que se recurrió en la década de los 70 a la creación de dictaduras militares, que han dejado su huella sangrienta e impune en toda Latinoamérica. En nuestro país, la dictadura militar se consolida en el año 1973, señalándose al año siguiente como el del inicio de la aplicación de este modelo7.

En este punto, es necesario visualizar cómo se van montando algunos de los efectos históricos del neoliberalismo en la construcción de la situación social actual y su impacto en la subjetividad. En el plano social se produce una destrucción sistemática de los lugares de encuentro y de iniciativas colectivas y populares (sindicatos, cooperativas de vivienda de ayuda mutua, etc.). En el plano psicosocial, comienza a producirse un cambio en el imaginario social (Castoriadis, 1987). Este imaginario, compuesto por emblemas, mitos, cristalizaciones de sentido, que hacen que una sociedad se reproduzca a sí misma y regule sus comportamientos, produce roles y asigna lugares, en función de la ubicación social que cada uno ocupa. Esto determina, ya de por sí, una determinada subjetividad que produce efectos en los vínculos de las personas. El individualismo, el vínculo con el otro como competencia, la certeza de impunidad si se logra determinado lugar de poder 8, entre otros, comienzan a coexistir en este plano con los viejos valores solidarios y colectivos que caracterizó a un país con una gran población descendiente de emigrantes. Esto va produciendo un cambio en la subjetividad, generándose nuevos emblemas identificatorios que se asientan en el plano de la identidad de las personas, generando deseo (Pérez Fernández, 2007).

La crisis económica del año 20029 ha agudizado esta situación de deterioro social, impactando fuertemente en los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. En este contexto, varios de los jóvenes en situación de vulnerabilidad de aquel Uruguay del "Estado benefactor", son actualmente parte de los viejos en condiciones de pobreza y exclusión psicosocial del "Uruguay neoliberal". Dentro de este sector, las personas mayores en situación de calle es uno de los colectivos más vulnerables actualmente.

Algunas características del proceso de exclusión psicosocial en los adultos mayores en situación de calle.

Hasta aquí, hemos señalado una serie de aspectos macros (sociales, económicos, políticos, históricos) que han producido una serie de cambios en las condiciones de vida de la población, con sus consiguientes efectos en el plano de la subjetividad. Ahora bien: no todos aquellos jóvenes de la primera mitad del siglo pasado en situación de vulnerabilidad han llegado a la situación de ser hoy personas mayores en situación de calle. Cabe la pregunta entonces, respecto a qué mecanismos han operado en esa población para llegar a estas situaciones de exclusión psicosocial en esta etapa de su vida. Cómo en ellos, se han ido tejiendo las "artimañas de la exclusión" al decir de Bader Sawaia (2004). Teniendo presente los aspectos sociopolíticos e históricos anteriormente señalados, nos interesa ahora centrarnos en otra de las múltiples facetas de un tema altamente complejo, que refiere a las condiciones de producción subjetiva de la exclusión en estas personas. Nos interesa especialmente tratar de conocer algunos de estos aspectos, a los efectos de plantearse acciones de cambio en los mismos, a la vez que planificar estrategias de prevención en las generaciones más jóvenes.

Lo que sigue a continuación, son algunos de los principales aspectos subjetivos que surgen y se repiten en las entrevistas mantenidas con más de 50 personas sin techo, mayores de 60 años de la ciudad de Montevideo, durante los años 2005, 2006 y 2007. Abordaremos algunos factores que, a nuestro juicio, tienen una mayor presencia subjetiva en estas personas, los cuales se han ido tejiendo a lo largo de su historia, vinculados muy fuertemente con los procesos de exclusión psicosocial.

De vulnerables incluidos a desafiliados. Pseudoidentidades y proyecto de vida

Un primer hecho a señalar, es que, salvo aquellos casos de personas con una cronicidad de calle de muchos años 10, la mayoría de estos adultos mayores sin techo son personas que, si bien han estado siempre en una situación de mucha vulnerabilidad social y precariedad del empleo, pertenecen a una generación que ha inscripto determinados valores en su identidad. El trabajo como forma de obtener ingresos, el respeto propio y del otro, etc., son algunos de los valores que permanecen en ellos en general.

En estas generaciones mayores, esos aspectos se han inscripto en su psiquismo a modo de emblemas identificatorios, constituyendo un factor protector y primer eslabón a tener en cuenta a la hora de pensar estrategias de inclusión. Sin embargo, estos valores van quedando paulatinamente invisibilizados, ocultados por otras pseudoidentidades que van instalando el proceso de exclusión, haciendo a un determinado modo de estar en el mundo. Utilizamos el término pseudoidentidad para referimos a configuraciones y formas que toma el sí mismo, no a partir de un proceso yoico de distinción y semejanza, no a partir de la construcción de un yo futuro que habilite un proceso identificatorio que anude el deseo (Aulagnier, 1994), sino desde la instalación paulatina en el psiquismo de mecanismos y lógicas defensivas que terminan incorporándose al sí mismo del sujeto, pasando a ser parte de una especie de identidad "envolvente", desde la que no existe mucha posibilidad de investir un proyecto identificatorio. De ahí la dificultad para construir un proyecto de vida y el acostumbramiento pasivo a las condiciones de existencia.

Redes sociales y familiares

Uno de los primeros elementos que se constata en esta población, es la ausencia de una red social o familiar de sostén. No es que estas personas no interactúen con otros o no conozcan personas. Pero en general se trata de interacciones sociales funcionales a la situación de exclusión. Existe una percepción subjetiva de "estar sólo en el mundo", donde predominan los mecanismos psíquicos de aislamiento, como defensa a un medio hostil.

La situación de calle lleva a que se utilicen determinadas estrategias de adaptación pasiva, al decir de Pichón Rivière (1985), donde es común apreciar una reproducción estereotipada de vínculos marcados por la desconfianza, la negatividad o la utilización del otro. Es común que aparezca una percepción del otro como un potencial enemigo y no como alguien con quién poder construir en conjunto. De esta forma, esta adaptación pasiva a las condiciones de vida, replica y amplifica un modelo individualista de ser humano, empobrecedor para la persona y su salud, que produce continuos movimientos de exclusión dentro de los excluidos.

En investigaciones anteriores hemos señalado el peso que en los adultos mayores tiene la familia en la percepción del medio social (Berriel y Pérez, 2002 y 2006). A su vez, otros estudios han constatado la directa vinculación entre empobrecimiento de la red social y aumento de enfermedades y muertes11, y otros, han señalado el tema de la vulnerabilidad relacional, como factor de riesgo de exclusión (Bonet, 2006). Esto, válido para la población de mayor edad en general, en el caso de los mayores en situación de calle pasa a constituirse en un factor de alto riesgo psicológico y vital. Se va así construyendo una determinada subjetividad colectiva (de quién se encuentra en situación de calle como de los otros sectores) que pauta fuertemente un determinado lugar social para el colectivo excluido.

Se produce así una lógica de lo individual, una enorme dificultad para incluir al otro en el vínculo y contacto placentero. En muchos casos, esta ausencia de red y de vínculos satisfactorios, este "estar sólo en el mundo" produce una especie de efecto de "invisibilidad". Invisibilidad de los cuerpos, que van perdiendo su sensualidad para pasar a ser objetos de sufrimiento, organismos dolientes que sólo pueden ser abordados por la medicina. Esto implica un nuevo paso en el proceso de exclusión, vinculado a procesos de desubjetivación.

Hechos traumáticos encapsulados

Otro aspecto que nos encontramos habitualmente, es con diferentes aspectos de la historia de vida de cada persona, que permanecen encapsulados y congelados en el tiempo, sin espacio para su tramitación psíquica. Refieren generalmente a situaciones de pérdidas reales (tales como fallecimientos) o simbólicas (pérdida de determinado rol, del trabajo, etc.) que han quedado en un estado de afecto congelado y por lo tanto, no han sido tramitadas psíquicamente.

Es común que estos hechos marquen un quiebre en la historia de la mayoría de estas personas, pero que a su vez no puedan ser ubicados en una fecha precisa. En los casos más extremos, muchas veces parecen ocupar toda su vida, ubicando el mismo hecho en diferentes momentos vitales, y desde el cual se explica toda su situación actual. Cabe mencionar que esto no se debe a un trastorno cognitivo (una desorientación temporal o déficit en la memoria), sino a una percepción subjetiva que ocupa su historia.

De esta forma, no es de extrañar la ausencia de narrativa sobre sí mismos. El no poder poner en palabras esto, hace que el trauma quede perdido en el tiempo y asentado en su identidad. Hace unos años, Bruner (2003) ponía de manifiesto el importante papel que juega la narrativa en la constitución de nuestra identidad. Somos las historias que nos narramos de nosotros mismos y las que nos narran los otros, sostiene este autor. En función de lo que venimos desarrollando hasta el momento: ¿cuáles son las narrativas que se construyen en estas personas?, cabría preguntarse.

Se construye una narrativa de la exclusión, de lo individual, del estar solo en el mundo, del desamparo, de la invisibilidad, del sufrir. Estas narrativas pasan a constituirse en verdaderas pseudoidentidades que, a modo de acto performativo (Butler, 2001), envuelven el sí mismo de la persona. Puestas las cosas así, no es de extrañar el alto porcentaje de patologías psicológicas de esta población, posiblemente como salida de estas situaciones.

Pensando estrategias de abordaje

Sin duda, en situaciones tan complejas como la exclusión psicosocial, para producir estrategias de cambio sustentables en el tiempo, es necesario coordinar y articular toda una gama de recursos institucionales, sociales, políticos, económicos y psicológicos.

Desde la perspectiva psicológica, en la población de mayor edad en situación de calle, una de las estrategias a desarrollar tiene que ver con romper las pseudoidentidades asociadas al proceso de calle, como forma de apoyar los valores de inclusión que aún permanecen en ellos. Desde esta perspectiva, uno de los primeros elementos a tener en cuenta es la necesidad imperiosa de producir nuevos elementos de subjetivación, construyendo una narrativa diferente de sí mismo. Todos los espacios que se puedan generar para que circulen las palabras, para que se nombren las cosas y personas, para que se construyan narrativas libres, implica avanzar en los procesos de subjetivación.

Lo mismo sucede con la participación. Todos los espacios que pudiesen crearse para lograr la participación real, incluida la toma de decisiones, aporta en esa línea.

De la misma manera, es necesario diseñar propuestas que problematicen el modelo individualista, que apuesten a lo colectivo y a la potencia de la grupalidad, a la "rehabilitación" de los vínculos, al intercambio con el otro "par".

Finalmente, estos cambios subjetivos deben ser acompañados por una red de recursos sociales e institucionales, que operen como una verdadera red de sostén y apoyo de estas problemáticas. Estas estrategias deberían ser implementadas con los actuales adultos mayores en situación de calle, pero simultáneamente con otras personas más jóvenes en situaciones de extrema vulnerabilidad psicosocial, como forma de comenzar a implementar estrategias de prevención.

Montevideo, octubre de 2007.-

Notas

1 Artículo publicado originalmente en: Facultad de Psicología de la Universidad de la República (2007) Envejecimiento, Memoria colectiva y construcción de Futuro. Memorias del II Congreso Iberoamericano de Psicogerontología y I Congreso Uruguayo de Psicogerontología. Montevideo: Psicolibros Universitario, pp. 237-244

2 Servicio de Psicología de la Vejez, Facultad de Psicología, Universidad de la República. Psicólogo, egresado de la Universidad de la República (UdelaR) y tiene estudios de Maestría en Salud Mental. Psicoterapeuta de adultos, parejas y familia. En el ámbito sociocomunitario trabaja con personas y colectivos en situación de extrema vulnerabilidad social. Es Profesor Adjunto Efectivo en el Servicio de Psicología de la Vejez de la Facultad de Psicología, UdelaR, responsable de la "Clínica Psicológica de Trastornos Cognitivos". Investigador de la UdelaR. Fundador y ex coordinador de la Red Temática sobre envejecimiento y Vejez. Coautor y coordinador de diferentes proyectos de Extensión Universitaria. Ha publicado diversos trabajos científicos y de divulgación en el ámbito nacional e internacional. Coautor del Libro Alzheimer y Psicoterapia. Clínica e investigación (Psicolibros, 2007). Compilador del libro Cuerpo y subjetividad en la sociedad contemporánea (Psicolibros, 2007) y co-editor del libro Gerontología en Uruguay. Una construcción hacia la interdisciplina. (Psicolibros, 2004). Correo electrónico: rperez@psico.edu.uy

3 En portugués en el texto original. Traducción libre del autor.

4 Kaztman plantea que "cada miembro de una comunidad tiene un Capital Social, cuyo monto es directamente proporcional tanto en su confianza en que los demás miembros ajustarán su comportamiento a ciertas normas básicas de convivencia, como al grado de legitimidad de sus expectativas de movilizar la voluntad de otros en su beneficio"(1997: 92)

5 En el sentido que lo plantea Robert Castel (1992), refiriendo a aspectos de precariedad laboral, económica, educacional, vincular y afectiva, que se potencian entre sí, en un complejo proceso que da como resultado una situación de inseguridad para la persona. Esta inseguridad en cuanto al presente y futuro va paulatinamente inscribiéndose en el psiquismo, produciendo subjetividad y pautando, en gran medida, el relacionamiento vincular y afectivo, así como la representación del mundo (Pérez Fernández, 2007)

6 Derechos como salud, educación, vivienda, pasan a ser regulados por las lógicas de oferta y demanda, manteniendo el estado un soporte mínimo y muy desvalorizado en estos aspectos

7 En el año 1974 comienza la reforma financiera (libre movilidad del dinero y liberalización de los precios). A comienzos de los años 90 se implementa la reforma comercial (baja significativa del arancel para los productos importados, intención de venta de empresas públicas) y reforma laboral (desregulación de relaciones laborales, apoyo a los grandes intereses económicos, ataques sistemáticos a los sindicatos de trabajadores, impulsando negociaciones individuales). Al respecto véase Pérez Fernández, 2007.

8 A fines de los años 80, recién retomada una tutelada democracia, hay un hecho que marca mucho la construcción de subjetividad en nuestro país y una derrota de los movimientos populares y colectivos. Se trata de la consolidación de una ley, nombrada popularmente como ley de impunidad, en función que afianza estos aspectos para los militares que violaron los Derechos Humanos en la dictadura. Esta ley, más allá de su validez jurídica muy discutible, tiene el efecto social de consagrar la razón de la fuerza ante la Justicia y los Derechos Humanos

9 Crisis bancaria, devaluación de la moneda, etc. Esta crisis, corolario del modelo neoliberal, consolidó un enorme aumento en la pobreza, junto a una desproporcionada deuda externa, cuyo dinero se utilizó para salvar a sectores vinculados con el capital financiero. El aumento del desempleo, mayor precarización de los trabajos asalariados que se mantuvieron, mayor segmentación social, familias que pasan a vivir en situación de calle y a alimentarse de la mendicidad o de hurgar en la basura, fueron algunos de los efectos inmediatos de esta crisis. (Pérez Fernández, 2007)

10 En general vinculados a patologías psicológicas severas, tales como psicosis.

11 Por ejemplo, los estudios de Berkman y Syme; House y col.; Tibblin y col.; Spiegel y col.; todos ellos citados por Carlos Sluzki en 1996: 76 – 77 y 174.

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