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Número 5 - Junio 2000

PAPELNONOS
Un espacio para imaginar y construir una Nueva Vejez

Jorge Strada
strada@copefaro.com.ar

" Y sino hubiese luces que se apagan, las luces que se encienden no alumbrarían"

Antonio Porchia

A partir del año 1989, desde la ciudad de Mar del Plata, Bs.As. República Argentina, un pequeño número de "viejos " ( me gusta incluir esta palabra cada vez mas - cuando tengo que referirme a las personas adultas mayores, de la tercera edad, los abuelos, etc., etc.) empezaron a escribir una historia muy particular. A los pocos años de ese tímido inicio, para muchos indiferente, otros viejos se fueron sumando atraídos por la sospecha o quizás la fantasía, de que esa historia ya tenía la promesa de todo una aventura.

Pasó un buen tiempo, casi una docena de años, y hoy mas de 150 viejos – por decir un número redondo – se han decidido, lo han hecho y están convencidos, a apagar algunas luces que alumbran cada vez peor y se han dispuesto a encender otras, que según ellos dicen, reflejan mejor y sobre todo, alumbran otras cosas.

Papelnonos es un neologismo, una palabra que como era de esperar nació hueca de significado. La unión caprichosa y lúdica de los vocablos papel y nonos, sólo tenía algún sentido para los primitivos "abuelos", (nono en italiano) que comenzaron esta historia fabricando y tocando unos "ridículos" instrumentos musicales de papel. Un insignificante tubito de cartulina que al soplarlo, a través de la pronunciación de una sílaba sonora, emitía un espantoso sonido capaz de ahuyentar no solo a personas de oído normal sino también - se ha comprobado - tanto a ratas, cucarachas, como a otros ejemplares de la fauna marginal.

Por aquel entonces, habíamos dicho 1989, estos "nonos" y muchisimo menos la mayoría de la gente normal, habrían de imaginar los acontecimientos que luego ocurrieron y conmovieron a miles y miles de personas de todas las edades y de todas partes. Tras una docena de años a cuestas Papelnonos, esa palabra vacía, se transformó en un concepto y en un sinónimo de luz nueva, vital, fosforescente y hasta, para algunos, encandilante.

Pero, ¿Qué es lo que hicieron estos viejos?, se preguntarán. Bueno, podría uno decir que han hecho cosas buenas y bellas, y han experimentado un desarrollo y transformaciones personales por demás interesantes (e intrigantes).Y lo han hecho a través de un camino–o quizás una estrategia – que no se esperaba que fuera transitada por los viejos. Esto es: la utopía, el compromiso y la capacitación; el mostrarse en cuerpo y alma jugando y provocando impactar al otro de alguna manera (siempre con mucha dignidad) para hacerse ver y escuchar. Y Finalmente, mostraron – y también lo lograron – un referente viable, creíble y sobre todo apreciable de identificación para muchos otros viejos y también para los que estamos por ser.

Y desde ese tubito sonoro y ridículo formaron una orquesta, que cada vez es más grande, y viajaron por todo el país, los invitaron de Chile, España, Italia y allí, como en cada una de sus mas de 1200 presentaciones, hicieron llorar, reír, emocionar y reflexionar a miles de personas.

Crearon una Fundación y a partir de ella fundaron dos bibliotecas públicas, que organizan y atienden ellos mismos, y que presta servicios a cientos de usuarios niños, jóvenes y adultos. Generaron trabajo para muchos otros viejos, a algunos - recuperando su vocación docente - los motivaron para que vayan a las escuelas a enseñar a los niños a construir esos curiosos tubitos y algunos otros instrumentitos más. A otros – con vocación de servicio – les señalaron el camino de la solidaridad y se pusieron a ayudar – A otros – siempre curiosos e inquietos – les permitieron conectarse con las actuales tecnologías – y se pusieron a aprender a usar la computadora. Y a otros – simplemente – les ayudaron a ser un poco más felices, mas seguros y con menos temores para afrontar sus últimos años.

También, debe saberse, lograron que todos los medios de prensa – algo inusual- se interesaran y les brindaran los mejores espacios televisivos y gráficos, lo que contribuyó, claro está, a que se hayan hecho muy conocidos tanto en su país como en España, donde fueron recibidos como verdaderos artistas.

Los Papelnonos, a estas alturas, ya han grabado sus propios videos, CD, cassettes, folletería, materiales instructivos, revistas, cuadernos de divulgación, etc. etc. los cuales recorren el mundo; el real y el virtual.

Tienen, por supuesto, su propia página en internet: www.papelnonos.com.ar

Ahora bien, ¿por qué estamos interesados en que esta información llegue a través de la Revista Tiempo a sus usuarios y lectores, que como sabemos en su mayoría son personas que trabajan, escriben e investigan sobre la temática de la vejez?

- Porque es uno de los sectores que puede ayudarnos a entender ciertas cosas sobre los viejos. Los " nuestros" y " los otros"

Porque ha sido el sector mas "duro", más difícil de interesar en que puedan observar y quedarse un rato escuchando a Los Papelnonos.

Porque queremos decirles y mostrarles que muchas de sus elaboraciones teóricas, proyecciones científicas y hasta sugerencias de índole preventivo para una mejor calidad de vida en la vejez, son comprobables, viables y recomendables.

Porque queremos sumar e integrarnos para "saber un poco más"

Finalmente quiero decirles que el que escribe esta nota no es un viejo (aún), pero ha tenido la suerte de ser un testigo y también protagonista de la historia de Papelnonos. Estoy con ellos desde ese primitivo encuentro del 89. Los he acompañado y creo que también ayudado a mantener, por lo menos, el fueguito de la utopía. Pero debo confesar que ellos desde su vejez, su bondad, su belleza y su compromiso con la vida, me han hecho replantear casi todos mis criterios sobre el hombre, la cultura, la vida y la muerte. Es por ello que tuve que escribir una novela ( en otro formato no hubiese entrado ) para poder expresar tanta cosa vivida, tanta verdad desconocida. "Angelo Bello y la Vejez" (El cuerpo de la bondad y la belleza) es la novela de Papelnonos. Allí están ellos. Hacia allí me dirijo yo. Quiero eso para mi, para cuando llegue a viejo. Lo deseo también para otros viejos y también para los jóvenes. Para mi hijo, por ejemplo.

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