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Número 30 - Marzo 2013

Nuevos aportes para la comprensión del pensamiento en la vejez

Mirta Lidia Sánchez y Alicia Mochietti

Resumen

El objetivo de este trabajo es realizar una revisión y articulación crítica de  conceptos que apuntan a comprensión  de la complejidad del pensamiento en la vejez teniendo en cuenta distintos  aportes teóricos: neo-piagetianos, life span theory, aproximaciones al concepto de sabiduría, y  la gerontotrascendencia.Según enfoques actuales que se abocan a la caracterización de la cognición más allá de la adolescencia, este objetivo  constituye un nuevo desafío para la Psicología del Desarrollo que en sus comienzos no incluía a la vejez como objeto de estudio.Existen en la actualidad investigaciones que proponen modelos explicativos sobre el pensamiento en la vejez,  se consideran como sus notas esenciales el relativismo, la flexibilidad, la contextualización, la tolerancia a la incertidumbre, entre otros. Surgen así conceptos analogables en varios puntos, como pensamiento crítico, pensamiento postformal, algunas definiciones de sabiduría, para dar cuenta de su naturaleza y modalidad de funcionamiento.
Palabras claves: vejez - pensamiento complejo - sabiduría-gerontotrascendencia

New contributions to the understanding of the mind in old age
                                                         
Abstract

The aim of this paper is to review and critical articulation  of concepts aimed at understanding the complexity of thought in old age considering various theoretical contributions: neo-Piagetian, life span theory, different approaches to winsdom concept, and gerontotrascendence. In accordance with actually approaches on the study of the development and characterization of cognition beyond adolescence, this goal becomes a new challenge of Developmental Psychology.
In this sense there are studies that propose new explanatory models about thinking in old age. Some authors regard as its essential characteristics: relativism, flexibility, context, tolerance to uncertainty,among others. In this way arise similar concepts at several points, such as; critical thinking, postformal thought, wisdom´s definitions, for explain its nature and mode of operation.
Key words: aging- thought- cognition-wisdom-gerontotrascendence

 

Introducción

La frecuentación de numerosas teorías y trabajos  teórico - empíricos  realizada en oportunidad de llevar a cabo sucesivos investigaciones sobre temas vinculados a la cognición en la vejez: La historia cognitiva en la vejez. Implicancias clínicas (2006, Monchietti, A., Lombardo, E., Krzemien); Funcionamiento cognitivo en la vejez. Su campo representacional, (2010 Monchietti, A.; Lombardo, E.; Sánchez, M. y Krzemien); La cognición en la vejez: Representación social y perspectivas actuales (2007 Krzemien, D; Monchietti, A; Sánchez, M; Lombardo, E) nos ha brindado un panorama variado sobre habilidades, competencias y orientación del pensamiento en  este período del curso vital.
Se registra en éste ámbito de investigación un interés que parece responder a la necesidad de conocer tanto los efectos del  deterioro o la pérdida de funcionalidad como el potencial de desarrollo, en general  y de desarrollo cognitivo en particular.
En relación a este último punto se han llevado a cabo una serie de investigaciones orientadas a conocer, entre otros temas vinculados, las características específicas del funcionamiento cognitivo a partir de la adultez y en la vejez. Haremos foco particularmente sobre la consideración de aspectos en los que perspectivas teóricas de muy distinto origen convergen en un tema central: el nivel de complejidad que lo caracteriza.

Los neopiagetianos y la complejidad de la organización cognitiva

Son numerosos los autores de inspiración piagetiana que han intentado avanzar en nuevas líneas orientadas al estudio del desarrollo del pensamiento más allá de la adolescencia y adultez. Recordemos que para Piaget las operaciones lógico formales se construyen en el último período del desarrollo de la inteligencia y permiten un tipo de razonamiento cuya lógica está sustentada en tres principios: 1) el principio de no contradicción: por lo que A y no –A no podrían darse de manera simultánea; 2) el principio de tercero excluido: por la que A es verdadero o falso y no hay otra posibilidad; 3) principio de identidad, A es igual a sí mismo. A este período le seguiría un quinto período caracterizado por un pensamiento postformal  al que le correspondería un nuevo ordenamiento de operaciones formales, de mayor complejidad, combinadas con una subjetividad necesaria, como lo denomina Sinnott (1998).
 Laboriosamente, se fueron proponiendo distintos modelos (Arlin, 1975; Pascual-Leone, 1985; Case, 1985, 1992; Fischer, 1980,1984; Commons, Richards & Armon, 1984; Kramer, 1989; Labouvie-Vief & Diehl, 2000; Sternberg & Berg, 1992; Sinnott, 1998). Según estos autores las operaciones post-formales en la vida adulta, permitirían, por ejemplo, considerar la posibilidad de múltiples soluciones a los problemas y explorar las contradicciones y discrepancias entre lo general y lo particular (Brookfield, 1998). El tipo de razonamiento que se alcanza en la adultez no se agotaría en la lógica formal, y el pensamiento adquiriría mayor flexibilidad, fundamental para la interpretación de las experiencias que dirigen el comportamiento.
 En un trabajo de 2005, de Ribaupierre sintetiza algunos conceptos que comparten estos modelos neo-piagetianos. En primer lugar, reconsideran la noción de estructura cognitiva, definiéndola no ya en términos lógicos sino en relación al nivel de complejidad alcanzado. El desarrollo cognitivo no se explicaría entonces por la construcción de una estructura operatoria común  a los diferentes dominios, sino por un aumento dentro de los recursos cognitivos disponibles, esto es, por una complejidad creciente. No obstante, entre los distintos autores no hay coincidencia absoluta acerca de esta noción de complejidad.
Dentro de esta corriente, Arlin (1975,1990) sostuvo por  primera vez la noción explicita de un estadio mas allá de las operaciones formales y la fundamentó  tanto en la teoría como en la evidencia empírica.  La identificó como una etapa creativa que implica la habilidad para formular nuevas preguntas y descubrir nuevas ideas y métodos, lo que se asume como un nivel de razonamiento más avanzado que el de las operaciones formales. Implica también razonar de un modo meta-sistemático, es decir, integrar  y coordinar sistemas  o marcos de referencia dentro del espacio-tiempo del problema, desplegar operaciones dialécticas, lo que supone crear y hacer coexistir de modo tolerante contradicciones en lugar deeliminarlas y utilizar la metáfora como un proceso cognoscitivo importante.
En cambio Fisher (1980) y Case (1991), sostienen la idea de una secuencia ordenada de niveles de complejidad tanto en el pensamiento como en el comportamiento ampliando el interés por el estudio de la resolución de problemas de la vida cotidiana. Este tipo de estudio se utilizó en particular para la investigación de las diferencias entre el pensamiento en la adolescencia y en la adultez tardía y vejez.

La life span theory  y la idea de desarrollo en todas las etapas del curso vital

La expresión “curso de vida” (life course) alude a un concepto sociológico, pero también a un paradigma científico multidisciplinario que estudia el desarrollo de la vida humana en su extensión temporal y en su marco socio-histórico (Elder.1998), Lalive d'Epinay, Ch., Bickel, J. F., Cavalli, S. & Spini, D. (2005). Este enfoque involucra la idea de proceso continuo de cambio y transformación al que está sometido el ser humano, en el que sus acciones en parte están determinadas por circunstancias externas y en parte por elecciones y decisiones personales
De esta forma, otro aporte importante orientado en forma coincidente con las ideas que venimos exponiendo es el de la life span theory o enfoque del curso vital, (Baltes, P. B., Linderberger, U., & Staudinger, U. M.1998), en particular porque aquí el foco está puesto, desde un modelo contextual dialéctico, en la idea de que el desarrollo ontogenético se da durante toda la vida y consiste en procesos continuos y discontinuos sin que ningún período de edad tenga primacía en el desarrollo, presentando cada uno sus propias características diferenciales. Además, se enfatiza que en el desarrollo cognitivo, en tanto aspecto del desarrollo general, la influencia de las variables contextuales, culturales y de interacción personal, se ejerce a lo largo de todo el ciclo vital.
Los estudiosos de la sabiduría

Existen diferentes aproximaciones al concepto de sabiduría, dando cuenta del carácter mutidimensional y multifacético de este constructo, y al mismo tiempo existen diferentes aproximaciones a su operacionalización y su medición
Así se encuentran, por ejemplo, la propuesta tradicional de Erikson (1963, 1985), desde un punto de vista del desarrollo humano, la de Kramer (1990), la de Labouvie-Vief (1985,2000) y más recientemente el modelo multidimensional de Ardelt (2005). Estas propuestas coinciden en que la sabiduría es resultante de una combinación de diversos aspectos de la personalidad y una cognición excepcional.
Kramer (1990) sostiene que la sabiduría es una “comprensión excepcional de la experiencia común”, resultante de la integración del desarrollo afectivo y cognitivo.
Según Sternberg (1990) la psicología  se ha aproximado al constructo sabiduría generalmente desde tres grandes perspectivas:
-La integración mente y virtud, que incluye la capacidad de resolver dilemas reales y cotidianos.
-El pensamiento post-formal, como un pensamiento dialéctico y la posibilidad de una re-estructuración cognitiva y un conocimiento excepcional.
-El conocimiento práctico y experiencial, que supone el aprendizaje de experiencias de vida y resolución de crisis a lo largo del curso vital, considerando el sentido común.
Baltes y Smith (Horn, 1982) proponen el concepto de sabiduría, estableciendo su relación con dos criterios propios de la inteligencia pragmática: el conocimiento factual y el procesual; vinculados con tres criterios característicos de la organización pragmática: contextualismo, relativismo; criterio que permite al individuo escoger diferentes caminos de vida e interpretar los acontecimientos desde diferentes perspectivas juzgando cuál es la más apropiada; y por último, la incertidumbre, indica el reconocimiento de que nunca se puede saber todo sobre un problema.
 El primero de ellos, conocimiento factual, se relaciona con la acumulación de información sobre asuntos de la vida; el conocimiento procesual en cambio es un repertorio de procedimientos mentales utilizados en el tratamiento de dicha información para luego emplearla en la toma de decisiones y planificación de las acciones.
Recientemente, el ya mencionado modelo teórico-empírico de Ardelt de la Universidad de Florida (2000, 2004) ha suscitado creciente interés ya que fue diseñado para el estudio de la sabiduría en la vejez. Esta autora entiende la sabiduría como un concepto multidimensional relativo a la personalidad, que comprende tres dimensiones interdependientes: cognitiva, reflexiva y afectiva.
1. cognitiva: comprensión de la vida, deseo de conocer la verdad, conocimiento de aspectos paradójicos de la naturaleza humana, tolerancia a la ambigüedad e incertidumbre, y habilidad para hacer decisiones importantes;
2. reflexiva: evaluación de las situaciones desde perspectivas distintas, evitar la subjetividad y la proyección de aspectos de sí mismo;
3. afectiva: presencia de emociones y actitudes positivas hacia los demás, y la ausencia de emociones y actitudes negativas e indiferentes hacia los otros, y la habilidad para afrontar las situaciones.
Estos autores coinciden en considerar que, para comprender la personalidad sabia, es necesario tomar en cuenta los procesos cognitivos, motivacionales, intencionales, experiencias vitales, etc. Es decir, la sabiduría es un atributo psicológico complejo que combina aspectos cognitivos: intelectuales y experienciales; aspectos afectivo-motivacionales: empatía e intuición; habilidades de relación interpersonal y comunicacionales, motivaciones y atributos de la personalidad (Fernández Ballesteros, 1999; Kail  & Cavanaugh, 2006; Cornachione, 2006).

La complejidad afectivo-cognitiva

Desde un punto de vista etimológico la palabra complejidad de origen latino, proviene de “complectere”, cuya raíz, “plectere”, significa trenzar, enlazar. El prefijo “com” añade el sentido de que son dos elementos que se enlazan íntimamente, pero sin anular su dualidad. Asimismo “complexio” proveniente del  latín  significa ensambladura o conjunto.
La complejidad se puede pensar como una trama de componentes diversos  unidos, que presentan la paradójica relación de lo uno y lo múltiple. Así es que, se presenta con los rasgos perturbadores de la perplejidad, la ambigüedad y la incertidumbre.
Labouvie-Vief (2000) en torno a la idea central de que el pensamiento abstracto involucra distintos dominios, algunos relativos a las emociones, valores, relaciones sociales y aún a los niveles de integración del yo, desarrolla un cuerpo de investigaciones para examinar los cambios intelectuales a lo largo del curso de vida, postulando también niveles de complejidad afectivo-cognitiva creciente.
Los niveles más altos serían bastante raros en la población y se concentran en el Labouvie-Vief, (2000) han considerado que los adultos de más edad analizan varias posibles formas en que un problema puede plantearse, consideran las dimensiones afectivas en la solución, admiten varias respuestas o soluciones, aspectos todos ellos que superan un exclusivo planteamiento lógico-deductivo.
Distintos investigadores estarían de acuerdo en que este pensamiento posee las siguientes características: es no algorítmico, ofrece múltiples soluciones, incluye tanto el juicio como su interpretación, aplica múltiples criterios, incorpora la incertidumbre. (Corral Iñigo, 1998)
Entendemos  a esta complejidad como producto del grado de organización cognitiva y afectiva al que se arriba y de la riqueza de los contenidos  provistos por la experiencia y el aprendizaje, y  que exige una estrategia de pensamiento, a la vez reflexiva, no reductiva, creativa, y no totalizante, de parte del sujeto.
El pensamiento complejo convocaría en el envejescente la capacidad de comprender y recomponer sus habilidades en la búsqueda de nuevas estrategias frente a las transformaciones que acompañan al envejecimiento.
Según lo visto, varios autores, aunque las formulaciones incluyan conceptos distintos, coinciden acerca de que existen complejas formas de pensamiento que sólo sería posible alcanzar a partir de  la adultez. Características esenciales serían; 1) el reconocimiento de la naturaleza relativa y no absoluta del conocimiento (relativismo), 2)  principio dialógico: implica  dos lógicas  como estabilidad / inestabilidad  y  orden / desorden, aceptación de la contradicción como un aspecto de la realidad y su integración  en un sistema comprehensivo, 3)  principio de retroactividad: rompe con la idea de una causalidad  lineal , todo lo producido repercuto sobre lo que lo ha producido, 4) el  principio hologramático: no sólo la parte está en el todo sino que el todo está en la parte
Contemplando los factores biológicos y contextuales del desarrollo normal, y en condiciones propicias, es posible una reorganización y resignificación del conocimiento y experiencia adquirida adquirido a lo largo del curso vital  que dan un a perspectiva enriquecedora  dando lugar a nuevas miradas y logros posibles.

Gerontotrascendencia

El concepto de gerontotrascendencia ha sido vinculado al logro de sabiduría en la vejez por algunos teóricos del desarrollo humano (Erikson, 1985; Wink and Helson 1997; Tornstam, 1996, 2005),
Tornstam (2005), retomando la teoría psicosocial del ciclo vital de Erikson (1985) y en consonancia con las ideas de Holliday y Chandler (1986) y Kramer y Woodruff (1986), entre otras, plantea que el proceso propio del envejecimiento tiende generalmente a un desarrollo potencial hacia la madurez y la sabiduría, lo cual supone “un cambio en la metaperspectiva; desde una visión materialista y racional a una más cósmica y trascendente, acompañada, por lo general, de un incremento de satisfacción vital” (Wadensten, 2005).
Coincide así con los teóricos de la corriente de la life-spam,  que entienden al desarrollo como un proceso que prosigue hasta el fin de la vida. De este modo, sería un error  suponer que el buen envejecimiento significa seguir pensando y actuando en la misma forma en que se lo hacía a los 50 años.
Este autor  propone signos que harían visible este movimiento hacia la gerotrascendencia; cambios ontológicos en tres dimensiones: la cósmica, el sí mismo y las relaciones sociales. Toma así mismo el concepto de  “sabiduría cotidiana” (everyday wisdom), que caracteriza por el discernimiento y la renuencia a hacer categorías simplistas y dualistas del bien y el mal, a la vez que se desarrolla una preferencia por los juicios fundamentados y el asesoramiento (Tornstam, 1996).
 Los valores centrados en la productividad y el crecimiento privilegiados por los adultos jóvenes van siendo reemplazados, por varias razones, en los adultos mayores, por otros valores y capacidades tales como la calma, la recreación, la creatividad y la sabiduría. Este proceso de cambio suele implicar un pasaje de una visión más materialista de la vida a una visión más espiritual y le permite al sujeto, por un lado elaborar ciertas pérdidas y por el otro crecer personalmente orientado hacia una noción de experiencia o sabiduría de la vida.
De este modo, la persona que se desarrolla hacia la gerotrascendencia experimenta una redefinición del sí mismo y de las relaciones con los demás y una nueva comprensión acerca de cuestiones existenciales fundamentales; trasciende la perspectiva egocéntrica, revalorando el tiempo, el espacio, la vida y la muerte, y acompañado por un progresivo sentimiento de afinidad con las generaciones pasadas y una mayor disposición a la meditación. En íntima relación existiría una mayor necesidad de soledad y el mantenimiento de un vínculo con unos pocos íntimos.

Erikson y los conflictos de cada etapa del curso vital como pasos hacia la mayor integridad del yo

Erikson (1966)  es uno de los primeros psicólogos  en conceptualizar el desarrollo en la adultez como progreso y no como declinación, y en su enfoque incorpora la dimensión espiritual   para pensar  la  última parte de la vida. El desarrollo desde el punto de vista psicológico se daría gracias al enfrentamiento de distintas crisis o conflictos sucesivos que el sujeto debe resolver.  En la vejez el   conflicto  es entre los polos de integridad y desesperanza. La integridad sería el resultado de una aceptación de los cambios  que el paso del tiempo conlleva como también el estar conforme consigo mismo  por las experiencias vividas. Se caracteriza por un sentimiento de seguridad y satisfacción acumulada, por  la vida construida y un sentido espiritual, que es la aceptación del propio ciclo de vida como algo que debía ser de esa manera. Es decir la resolución favorable del conflicto daría como resultado sabiduría y renunciamiento, como una posición desapegada hacia la vida y frente a la muerte, pero con una capacidad de captar y comprender el mundo circundante y sus posibilidades y limitaciones. La falta de esta integración debido a dificultades para aceptar el propio ciclo vital se expresa en temor a la muerte y desesperanza.
En el año 2000 este autor  agrega una última etapa a su modelo, ya que debido al aumento de la expectativa de vida  constata que la vejez a los 80 y 90 años conlleva nuevas exigencias, revalorizaciones y dificultades diarias.
 En ésta 9ª etapa  toman mayor relevancia  las características de personalidad y las fortalezas desarrolladas previamente, los aprendizajes realizados en la madurez y primera etapa de la vejez ya que permiten afrontar de manera más positiva  los aspectos difíciles de esta etapa en la que la autonomía, la iniciativa, se encuentran amenazadas  por la debilitación física progresiva. Los logros de esta última etapa serían la esperanza y la fe (Erikson, 2000). 
A diferencia del modelo de desarrollo de Erikson (1966; 2000), que culminaría con un alto grado de integridad del yo, entendido como una integración desde la elaboración retrospectiva y aceptación de los distintos aspectos de toda la vida,  el modelo de gerotrascendencia de Tornstam (2005), plantea, en esta etapa, una dirección del desarrollo también hacia adelante y hacia afuera, es decir que incluye una redefinición no sólo de sí sino de la realidad. En este sentido, no rechaza la importancia de la integridad  de la teoría de Erikson, ni la importancia de la actividad para la satisfacción vital, sino que agrega nuevas dimensiones de análisis.
Este autor aclara que la gerontotrascendencia es más bien un semilla que puede, en las condiciones adecuadas, germinar y desarrollarse, y no una pauta que se cumpla en cada caso.

Discusión

Todavía es escaso el conocimiento acerca de la naturaleza y las potencialidades del pensamiento en el envejecimiento normal. Sin embargo y de acuerdo a la perspectiva que se nos presenta en base a nuestros propios trabajos y a los de distintos autores que hemos mencionado, esta complejidad del pensamiento puede sustentar diversas habilidades y seguir diversos caminos según su articulación con otros aspectos del psiquismo que  acompañan a los aspectos cognitivos para que el pensamiento alcance sus mejores logros.
Como se desprende de los estudios realizados sobre envejecimiento diferencial, pensar la vejez y el envejecimiento implica tener en cuenta la historia de vida previa. EL estudio interdisciplinario del desarrollo de la vida humana establece puentes conceptuales entre los procesos biológicos y psicológicos y el curso de la vida dentro de un contexto socio-histórico determinado
En el caso de la cognición habrá que considerar variables como el nivel educativo alcanzado, los recursos y el estilo cognitivo, el tipo de actividad intelectual que desarrollada. Pero, también los aspectos emocionales y afectivos, así como la  experiencia marcada por la singular manera en que fueron afrontados los conflictos y situaciones vitales previos. Según el enfoque de la gerontotrascendencia el modo de envejecer se relacionaría también con inquietudes y prácticas espirituales, con una orientación hacia creencias religiosas, con una consistencia moral, elevados estadios de pensamiento moral y negativamente relacionada con el temor y la negación de la muerte.
Resumiendo, tanto el sujeto epistémico como el sujeto psíquico  no se constituyen de una vez y para siempre sino que  el  movimiento de reestructuración y complejización es constante durante todo el curso de la vida y produce transformaciones en lo intrapsíquico,  en lo intersubjetivo y en la relación con el mundo.
Se concibe así al psiquismo como un sistema abierto  y pasible de cambio, por lo tanto la producción subjetiva es una apuesta arriesgada, sensible, compleja, que genera espacios de resignificación, implicación y de creación. Como sujetos  productores de cultura estamos insertos en diferentes discursos  y podemos  transformarnos, crear, aprender y  pensar a cualquier edad, en los diversos  mundos en los cuales finalmente transcurrimos.
Del análisis de los marcos teóricos que hemos expuesto, surge un sendero posible para considerar el proceso de envejecimiento, que apela también a un posicionamiento ético que apunta a un envejecer con dignidad, que implica, sin dudas, un cuestionamiento de los prejuicios sobre la vejez.
Para finalizar, conviene señalar que asistimos, en el campo de la Gerontología, al desafío  de seguir avanzando en la investigación de los cambios,  las habilidades y potencialidades durante la vejez. 

           
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