Volver al sumario de La Salamandra 1 Discursos y prácticas profesionales de psicología social en salud mental (España 1970- 1995)
Juan Carlos Duro Martinez

Primera parte: CRISIS, CRÍTICA Y ALTERNATIVAS A LO INSTITUIDO.
El final del franquismo y la transición democrática (1970-1982)

Capítulo III. DISCURSOS REFORMISTAS Y CRÍTICOS

3.5. Los discursos de la psicología (social) (1970-1982)

Al referirnos al discurso de la psicología incluiremos dos ejes. Uno el de la psicología vinculada al espacio universitario que comienza a organizarse a partir de las primeras promociones de licenciados en Filosofía y Letras, Sección Psicología y otro alrededor de la esfera profesional en la que se daban estrechamente la mano los comienzos de organización colegial y los esbozos de prácticas profesionales.

3.5.1. El discurso de la ‘crisis’

Para conocer el desarrollo de la psicología social vinculada al ámbito universitario durante la transición democrática española hemos utilizado, según Ibáñez Gracia (1982), la producción de artículos y libros de carácter general o relacionados con la salud.

En esos años comenzaba a institucionalizarse la psicología social académica en Madrid en torno a los tres departamentos existentes (dos en las Facultades de Psicología de la Complutense y la Autónoma y uno en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología) y a sus profesores más activos (Jiménez Burillo, Ridruejo y Torregrosa).

Tomemos como emergentes algunos de estos autores para profundizar en las inquietudes de la época.

Desde la Universidad Complutense se señala la crisis de la psicología social en boca de Jiménez Burillo quien, constatando el recorrido más naturalista que histórico de la disciplina y las críticas al uso del experimento como método único en la investigación psicosocial, plantea que las vías de superación de la crisis pasan por la aceptación de nuevos paradigmas como el interaccionismo simbólico y los modelos cognitivos, por el cambio en los diseños experimentales clásicos y el desarrollo de la investigación de campo y por la potenciación de otra opción de psicología social desde presupuestos económicos, políticos e ideológicos distintos a la psicología social americana (Jiménez Burillo, 1977a).

En una línea similar Rodríguez (1977) enfatiza el hecho de que la psicología social ha descuidado el conflicto y el cambio social y señala que las perspectivas de la psicología social, en cuanto a objetivos de intervención, indican una mayor atención a los problemas de la comunidad en sentido ecológico y especialmente a las relaciones entre psicología y salud mental además del interés de los problemas metodológicos frente a variables de carácter subjetivo y por los nuevos recursos técnicos para la investigación. Éste es de los pocos trabajos de la época que hace referencia explícita a las relaciones entre psicología social y salud mental como línea de desarrollo en el futuro.

Blanco (1980) acorde con los vientos críticos de crisis de la psicología social experimentalista de influencia norteamericana reivindica una psicología social más relevante con los problemas sociales y más próxima a la realidad cotidiana de la gente en lo que denomina "búsqueda confusa de un paradigma" ya que "la psicología ha venido demostrando una preocupante desorientación que se hace especialmente manifiesta en la psicología social" (obra cit., pág.159). Señala por un lado la emergencia de un nuevo paradigma basado en una alternativa metodológica que rompe decididamente con el enfoque experimental, "una especie de mezcla de interaccionismo simbólico y de etnometodología" (obra cit., pág.176) y apuesta, en una clara crítica del modelo americano por una psicología social europea [coincidiendo con las posturas de Moscovici (1975) Israel, Tajfel (1972) y otros] como ya estaba ocurriendo en la psicología social latinoamericana (Marín, 1975). Al referirse a la aplicación a la realidad española Blanco habla de "una verdadera crisis existencial, desde el momento en que no existe un cuerpo coherente de ideas o conceptos nacidos de las características de nuestra realidad sociocultural, ni de una investigación adecuada a ella" (obra cit., pág.177) por lo que propone desarrollar una psicología social española que parta de nuestras coordenadas socioculturales, como por ejemplo una psicología social del lenguaje y que tenga en cuenta las coordenadas socioeconómicas y sociopolíticas a la hora de elegir temas de relevancia social. Enumera algunos temas ligados al cambio social en países en vías de desarrollo, la emigración, la delincuencia, la psicología ambiental y comunitaria, las comunidades marginales, el paro, las estructuras de poder, conducta y actitudes políticas, el desencanto político, etc. Es de resaltar que no hay alusión al tema de la salud como objeto de interés para la psicología social, si bien en la psicología comunitaria encontraremos más tarde ese punto de unión, siendo Blanco uno de los autores que abordarán este tema en los años ochenta y que defenderá un enfoque de psicología social para la salud (Blanco y León, 1990).

A pesar del alegato en defensa de una alternativa metodológica antipositivista de los primeros años, Blanco mantenía puentes tendidos con dicho enfoque conjugando sus ‘simpatías’ epistemológicas en favor de métodos etnometodológicos con el carácter científico de la Psicología al afirmar: "no dudamos de que la psicología social sea científica, pero tal concepto se debe amoldar también a la naturaleza e ideosincrasia de cada una de las materias y disciplinas (…). La psicología social no podrá ser nunca una ciencia mientras no tenga en cuenta la relatividad y cambiabilidad a que está sujeto su cuerpo de estudio e investigación. Lo científico tiene poco que ver con lo numérico, y los fenómenos sociales, aunque difícilmente cuantificables, no son por ello menos reales que los físicos, biológicos o matemáticos" (obra cit., pág.166).

Jiménez Burillo (1980) rastrea las relaciones entre el conductismo y la psicología social a partir de la consolidación de ésta como ciencia independiente entre dos alternativas históricas: por un lado una perspectiva sociológica y por otro una línea individualista. Ésta última, rechazando la aceptación de un instintivismo ‘flexibilizado’, inicia un camino psicológico cuya figura clave es Allport quien, dentro del paradigma conductista aceptaba las actitudes como variables intermedias. Según Jiménez Burillo el encuentro entre la psicología social y el conductismo demostró la inviabilidad de los principios metodológicos de éste, dándose la paradoja de que los propios psicólogos sociales conductistas no se ceñían a los postulados teóricos que decían seguir abriéndose en la práctica a los modelos cognitivos. Para Jiménez Burillo en 1980 el conductismo explica algunos procesos en unos determinados niveles de conducta pero no explica otros también interesantes.

Musitu (1981) al referirse al panorama actual de la psicología social muestra la doble línea de la psicología social psicológica y la psicología social sociológica y se posiciona en un lugar crítico con el positivismo desde posiciones cercanas al interaccionismo simbólico, la etnometodología y la etogenia, definidos como la "nueva psicología social". Obviamente no hace ninguna referencia a los problemas sociales de la época: la salud mental por ejemplo. Aspirando al acercamiento de esas dos psicologías afirma que "nos encontramos con una psicología social joven y fuerte capaz, por una parte de solucionar los problemas no resueltos (…) y por otra de combinar la investigación empírica con la crítica social, hoy más necesaria que nunca" (obra cit., pág. 198).

No todos los nuevos académicos asumían, en los años setenta, el diagnóstico de crisis de la psicología social. Garrido (1982), por ejemplo, critica a Gergen, uno de los más citados defensores del carácter social de la psicología social. De esa manera se posiciona a favor de la psicología social como ciencia siguiendo a Schlenker y utiliza argumentos provenientes de la sociología del conocimiento a la que sí da validez para estudiar el contexto en el que surge el conocimiento ya que Gergen y los defensores del paradigma histórico de la psicología "confunden las circunstancias sociohistóricas por la que se plantea el estudio científico de un problema con la cientificidad con que es tratado y resuelto el problema" (obra cit., pág. 579).

Encuentros y Seminarios de Psicología Social

Otros materiales que dan cuenta del momento de la psicología social académica los rastreamos a partir de los diversos encuentros organizados por los Departamentos de las distintas Facultades.

I Encuentro sobre Situación actual y perspectivas de la Psicología Social en España

En septiembre de 1980 se celebró en Barcelona el I Encuentro sobre "Situación actual y perspectivas de la Psicología Social en España" con diversas ponencias y mesas redondas. Según Escobar Mercado los puntos divergentes de ese encuentro se centran en la disputa entre ‘psicologistas’ y ‘sociologistas’, entre la metodología experimental y el método comprensivo, entre la investigación básica y la aplicada, entre el distinto modo de hacer psicosociología entre los científicos anglosajones y los europeos y la distancia entre lo académico y lo profesional. Finalmente se constata la influencia en España de la crisis de la psicología social americana y la crisis en la identidad del psicosociólogo (Escobar Mercado, 1980).

II Encuentro de Psicología Social sobre Historia y problemática de la Psicología Social

Continuando con estos encuentros nacionales del 2 al 5 de septiembre de 1981 se celebró en Madrid el II Encuentro de Psicología Social organizado por Jiménez Burillo, Ridruejo y Torregrosa con la participación de Gerardo Marín del Spanish Speaking Mental Health Research Center. University of California, con el tema central de "Historia y problemática de la Psicología Social". Se organizaron tres mesas redondas, una sobre "Psicología Ambiental", la segunda sobre "Ecopsicología" y la tercera sobre "El rol del psicólogo social" de la que en palabras del cronista: "se deducía que hoy por hoy la psicología social española se mueve principalmente en el ámbito académico, y que a nivel profesional aún no existe una demanda diferenciada de psicólogos sociales en cuanto tales" (Hernández Gordillo, 1981, págs. 42-43).

Los 102 asistentes duplicaron a los 56 del primer encuentro y las intervenciones de los participantes españoles, a juicio del cronista, "iban desde reflexiones sobre la crisis y los problemas de modelos teóricos y metodológicos de la psicología social (Bernabé Sarabia: nuevas direcciones en Psicología Social; Silverio Barriga; y Tomás Ibáñez: Problemas de explicación en psicología social) hasta la vigencia de determinados planteamientos orteguianos (J.R. Torregrosa), pasando por estudios empíricos concretos. Se podrían señalar tres comunicaciones originales, la de Federico Munné sobre "La Psicología Social en la URSS", la de Juan Bautista Martín Cebollero "Hacia una Psicología Social Dialéctica", reivindicando el papel de la psicología concreta de Luis [el nombre correcto es George] Politzer (…). En resumen, este II Encuentro, ha evidenciado la progresiva institucionalización e interés de la psicología social en España, pero al mismo tiempo su marcado carácter, aún, académico" (obra cit., pág.43).

Seminario en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo

Durante el verano de 1981 J. R. Torregrosa y B. Sarabia organizaron un Seminario en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo sobre "Orientaciones y tendencias en la psicología social contemporánea". Este encuentro surge dentro de la denominada ‘crisis’ de la Psicología Social cuya característica principal sintetizada por los organizadores era el afán de las ciencias sociales en parangonarse con las ciencias naturales y cuyo déficit fundamental es su falta de interdisciplinaridad en su proyecto original. La psicología social, a juicio de Torregrosa y Sarabia, no fue suficientemente ‘sociológica’. Llaman así la atención sobre el problema sustancial de la constitución de la psicología social y sus implicaciones en el campo de las prácticas de investigación y/o de enseñanza así como en el proceso de su institucionalización ya que "el desarrollo de los campos del saber en pocas ocasiones responde totalmente a una programación o formulación lógica, consciente y racional de sus propios cultivadores, sino que también responde ese desarrollo a fuerzas y factores que escapan de su control, o de su misma consciencia. Sus intereses e ideologías individuales y corporativas, las de los grupos y clases sociales de las que forman parte se deslizan en sus actividades científicas, insertándolas en un contexto más amplio que condiciona y revela al mismo tiempo el alcance de sus planteamientos" (Torregrosa y Sarabia, 1983, pág. 6). Es por eso que plantean la necesidad de adoptar una conciencia crítica respecto a esos condicionantes en dos sentidos: en desvelar las funciones ideológicas de la propia psicología social en el presente y en su desarrollo histórico y en discriminar si las prácticas científicas responden a las exigencias y necesidades de cada contexto. Desde este análisis plantean el objetivo de ese seminario, es decir desde la necesidad de analizar los sesgos y condicionamientos ideológicos y de circunscribir histórica y culturalmente la validez de determinados modelos y procesos psicosociológicos para "obtener algunas conclusiones pertinentes desde y para nuestro propio contexto" (obra cit., pág.7).

Fiel a ese objetivo fue el título del libro que recogió los trabajos presentados en el seminario Perspectivas y contextos de la Psicología Social. De los trabajos en él publicados destacan para nuestros intereses aquéllos que se refieren a la psicología social en cuanto disciplina teórica y/o tratan de la problemática de nuestro contexto español.

Dentro del primer grupo hemos de señalar el trabajo de Stryker sobre Tendencias teóricas de la Psicología Social: hacia una Psicología Social interdisciplinar. Stryker parte del análisis de las características y críticas de las dos tendencias de la psicología social: la psicológica y la sociológica para arribar a la necesidad de construir una disciplina basada en ambas cuyo marco sea el interaccionismo simbólico estructural. Para este autor: "la persona es, al mismo tiempo, el producto de sus relaciones con los demás y el creador de estas relaciones. Considera [el interaccionismo simbólico] que la experiencia subjetiva es a la vez creada y creadora del mundo exterior (…). De esta forma confiere nueva credibilidad a la idea humanista del hombre como algo superior a un producto sumiso de procesos determinantes externos, a la idea de que es un partícipe activo de sus experiencias no determinadas, sin que ello signifique desconocer la importancia de los procesos condicionantes" (Stryker, 1983, pág. 24.

Un segundo artículo es el del profesor Sarabia sobre Limitaciones de la Psicología social experimental. Necesidad de nuevas perspectivas en el que se hace un recorrido por el uso (y abuso) del experimento en la psicología social denunciando el encapsulamiento de una disciplina que debe abrirse al pluralismo metodológico. Revisa Sarabia cualificadas opiniones de psicólogos americanos y europeos sobre la crisis de la psicología social que apuntan a la necesidad de superar el enfoque tradicional positivista y coloca las perspectivas de la psicología social en el ‘viejo’ interaccionismo simbólico y en la nueva etnometodología y etogenia.

Incluimos en este bloque un artículo de Jiménez Burillo sobre Un modelo interdisciplinar de la Psicología Social en el que plantea un modelo de integración en la psicología social de cuatro disciplinas: la psicología, la sociología, la etología y la antropología cultural de manera que "teóricamente, el modelo permite una mejor comprensión de la conducta como ella acontece en cualquier contexto cultural, ampliando el campo de investigación con la incorporación de variación cultural. Metodológicamente, abre una vía de superación y/o reconciliación a la polémica Gergen/Schlenker y a todo lo que ella significa, pues a través de las distinciones emic-etic de los estudios transculturales, la psicología social enlaza con esta problemática, por otra parte vigente en recientes modelos psicosociales como el etogénico. Desde el punto de vista práctico, en fin, los campos de estudio e intervención se amplían extraordinariamente (…). Con lo cual la psicología social se abrirá a la relevancia social que tanto se le exige (…)" (Jiménez Burillo, 1983, págs. 171-172).

Tajfel (1983)que participó en el Seminario con un trabajo sobre Psicología Social y proceso social reivindica una psicología social europea que trate de ir más allá de los determinantes intraindividuales e interindividuales del comportamiento social abriéndose a las relaciones intergrupales que den cuenta del conflicto y del cambio social.

El último trabajo de carácter general es el de Harré sobre Nuevas direcciones en Psicología Social en el que expone la etogenia "que combina la idea de etos, es decir la clase de acción moral que existe en un mundo moral (…) con la idea de génesis, o sea la forma en que la acción se produce en la realidad" (Harré, 1983, pág. 293).

Dentro del segundo bloque de temas encontramos un trabajo de Torregrosa Sobre la identidad personal como identidad social en el que a partir de las obras filosóficas de Hume y Popper, la psicoanalítica de Erikson y la interaccionista de Mead, Goffman y Blumer muestra cómo la identidad personal es un constructo social que emerge en la interacción.

El último artículo es de Ridruejo sobre Potencialidades implicativas del clima social: su sintáctica en el que se ocupa de aspectos del clima social a partir del ‘escenario’ de un determinado grupo ejemplificándolo con un estudio cuasiexperimental hecho en la Universidad Complutense de Madrid.

Es significativo el carácter crítico de la mayoría de los trabajos presentados en este seminario internacional hacia la psicología social psicológica, así como la apertura a planteamientos más sociológicos y cualitativos y por consiguiente más interdisciplinarios. Sigue llamando la atención la ausencia de interés en temas de salud, aún cuando las reflexiones teóricas que en ellos se hacen se puedan referir obviamente a la problemática de la salud en tanto ‘realidad social’. También es relevante señalar una vez más el divorcio entre los planteamientos académicos, aunque críticos, y las prácticas profesionales que aunque escasas en esos momentos se referían al trabajo comunitario en salud, educación y servicios sociales.

Otro ejemplo de la separación entre la profesión y la Universidad en estos momentos lo encontramos en la contestación que dan Pinillos y Avia a la publicación de un artículo en la Asociación Americana de Psicología sobre la psicología española (Rostow, 1980).

Este artículo muestra la evolución de la psicología española a partir de una entrevista realizada al psicólogo Pedro Pérez por el psicólogo americano. Expone Rostow el lento crecimiento de los servicios sociales durante la administración franquista y el desarrollo habido en los últimos años gracias al desarrollo de formas de gobierno más occidentales lo que ha hecho crecer el desarrollo de los programas sociales, incluyendo la atención a la salud mental. Este cambio, según Rostow, ha supuesto pasar de un rol de psicólogo basado en la aplicación de tests a un nuevo rol de psicólogos que hace psicoterapia y dirige y administra programas. Se critica también en ese artículo la formación recibida en la universidad y se reconoce la importancia del psicoanálisis y la terapia de conducta como influencias de otros países.

Pinillos y Avia contestan este artículo porque consideran excesivamente optimistas los cambios presentados por Rostow en los servicios clínicos y, quitándole relevancia a la influencia del psicoanálisis, ofrecen una panorámica en la que resaltan la importancia de las orientaciones basadas en el aprendizaje y modificación de conducta, los enfoques psicométricos, factorialistas, cognitivos, piagetianos, los desarrollos en psicofisiología, y en psicología social (Pinillos y Avia, 1980).

La ‘lectura’ de la realidad no es evidentemente la misma desde la óptica profesional y la universitaria.

Todos estos ejemplos muestran el tipo de preocupaciones epistemológicas que ocupaban a la psicología social en un momento en el que comienza sus andadura de consolidación en el ámbito académico.

3.5.2. El discurso crítico de los estudiantes/primeros licenciados

En la universidad española de 1968, aunque no se viviera la efervescencia revolucionaria del mayo francés o los movimientos hippies y contraculturales de la floreada California, iba creciendo un movimiento estudiantil contestatario en coherencia con la creciente movilización de otros sectores de la sociedad española (trabajadores, intelectuales, artistas, etc.) en contra de la dictadura del general Franco y a favor de un cambio democrático y de libertad. En este clima social y universitario algunos jóvenes estudiantes de psicología, con sede primero en el viejo edificio de Filosofía y Letras del Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid y posteriormente en las aulas de la nueva Somosaguas, reivindicaban también otra enseñanza, otra manera de entender la psicología desde un punto de vista conceptual e inmediatamente también desde su posible aplicación práctica ya que "en estas secciones se impartía una enseñanza tradicional de la psicología encorsetada e inmersa todavía en los estudios de Filosofía" (Álvarez-Monteserín, Cañas y Campos, 1989, pág. 94).

Grupos de trabajo de Psicología Crítica

Ante la improvisación y el desconcierto de la enseñanza de la psicología y para dar cauce a estas inquietudes se crean por estudiantes de la especialidad grupos de trabajo para estudiar la psicología desde una perspectiva crítica heredera de los recientes sucesos del 68. Estos Grupos de Trabajo de Psicología Crítica crean dos tipos de publicaciones: Documentos y Complementos, ambos, "voz anónima y colectiva de aquellos grupos de trabajo" (Álvarez-Monteserín, Cañas y Campos, 1989, pág. 94) cuyo primer número de 1971 Psicología ¿profesión en el aire? muestra las preocupaciones por un futuro cuando menos incierto. En un segundo momento, en el curso 1973-74, esta publicación pasará a llamarse Cuadernos de Psicología, cuyo último número a multicopista se distribuyó en mayo de 1974. Estas publicaciones de carácter semiclandestino se inspiran en una publicación argentina llamada Cuadernos de Psicología Concreta y la dirigen, elaboran y distribuyen en mano, clase por clase, este grupo de jóvenes inconformistas que compaginaban su militancia política en organizaciones de izquierda (partidos políticos, comités de curso, etc.) dentro del movimiento estudiantil y en el incipiente movimiento de profesionales con esta especie de ‘agitación’ intelectual en el terreno de la psicología.

El rechazo de la psicología oficial contextualizada en una universidad de raíces filosófico-tomistas y metafísicas (García-Hoz y Del Val, 1976) y la curiosidad por nuevas teorías más acordes con los vientos de cambio que ya entonces comenzaban a soplar con fuerza les llevó a mirar allende nuestras fronteras tanto físicas como intelectuales.

"Cuadernos" sobre Pornografía y Psicología. Psicoanálisis: ¿ciencia o coartada?. Lo cultural y lo biológico. educación antiautoritaria. W.Reich. Antología de un heterodoxo. La Psicoecología. Reich en España. Wallon: ontogénesis de la personalidad. Nuevas perspectivas terapéuticas. Tecnología de la conducta ¡todo el mundo en una caja?, Manifiesto Skinner. La Antipsiquiatría. ¿Qué es la Terapia de conducta?. Psicoanálisis y materialismo dialéctico. El origen de la actividad consciente en el hombre –Luria– y Perspectivas de la Psicología y Psiquiatría en Rusia, Cuba y China, nos hablan del interés por ‘otra’ psicología a nivel teórico pero, y sobre todo, nos remite a la profunda preocupación de estos ‘cuasipsicólogos’ por la dimensión social de la psicología. No podía ser de otra manera dado el momento que vivía nuestro país ante la proximidad de la desaparición del dictador y las perspectivas de un cambio político y social. Tampoco es extraño que se mirase a los enfoques cercanos al marxismo y a los países de régimen socialista, ya que en los círculos intelectuales y políticos de la izquierda ambos eran los referentes del momento. Junto a la tendencia "izquierdista" de esta mirada intelectual, lo que se produjo principalmente fue una apertura al exterior, una búsqueda de saber actualizada, una ‘modernización’ de nuestros conocimientos cuasi decimonónicos. Esa mirada posteriormente recorrió el amplio espectro de los países desarrollados y las diversas teorías y enfoques presentes en el mundo científico occidental se fueron instalando progresivamente en nuestro medio.

Cuadernos de Psicología 3

Esas publicaciones críticas ‘reaparecen’ en diciembre del 1975 con registro legal y pasan a llamarse Cuadernos de Psicología 3, modificación que sus protagonistas expresan así: "desde ahora comienza una nueva etapa que continúa las anteriores experiencias de los Grupos de Trabajo de Psicología Crítica y de los cuadernos de Psicología de la Facultad de Psicología de Madrid, si bien con ciertos cambios físicos, respecto del grupo inicial" (Cuadernos de Psicología 3, 1975a).

El primer número de Cuadernos de Psicología 3 es significativo, por un lado del deseo de continuar la postura crítica anterior y por otro de incorporar(se) a las corrientes psicológicas en boga en el mundo ‘científico’ mayoritariamente de influencia anglosajona. En el mismo editorial de la revista se expresa esta dualidad: "no obstante, la línea de la Revista sigue siendo semejante: difundir una Psicología que, siendo consciente de su función social, de sus implicaciones en el campo ideológico y del riesgo de utilización, lo es también de la necesidad de un trabajo auténticamente científico que abarque estudios e investigaciones con resultados eficaces y útiles para toda la sociedad" (Cuadernos de Psicología 3, 1975a, pág. 3).

También los trabajos publicados en este primer número de esta tercera etapa expresan las corrientes emergentes de la moderna psicología que se desarrollarán en las décadas posteriores. Aún con el riesgo de simplificar en exceso, digamos que el artículo de Luis Aguado sobre Esquizofrenia e interacción familiar, remitía al interés por la problemática alrededor de la familia y su papel en la génesis de la esquizofrenia a partir de las teorías del doble vínculo aireadas, con bastante éxito en la opinión pública, por los antipsiquiatras ingleses (Laing, Cooper, etc.). La antipsiquiatría y lo que será posteriormente el enfoque sistémico se expresan con esta publicación, que, por otro lado se basa en materiales del Primer Congreso Argentino de Psicopatología del grupo familiar de 1970. El segundo artículo lo firman dos primos, Antonio y Nicolás Caparrós, el primero residente en Argentina, después de trabajar en Cuba a favor de la revolución castrista, y el segundo psiquiatra marxista español que va a Buenos Aires a formarse psicoanalíticamente y su título El proceso de personificación de la ideología coloca el acento en las relaciones entre ideología e individuo. Marxismo y psicoanálisis, según la visión de los autores. El tercero Biofeedback: aplicaciones clínicas del aprendizaje instrumental de respuestas autonómicas (Carrobles, 1975) lo dice todo en el título y en las más de treinta referencias bibliográficas, todas en inglés.

.Los jóvenes profesionales ‘tomaban’ posiciones teóricas y probablemente también otro tipo de posiciones. Así definen sus intereses el grupo que ‘se queda’ con la revista: "hemos decidido dar a la publicación una línea más neta y definida (…). Nuestro objetivo es contribuir desde estas páginas (…) a la introducción de la psicología científica contemporánea en España y a la racionalización de su práctica al servicio de la sociedad (…). Nuestra pretensión es hacer una revista rigurosa, dirigida a un público amplio de psicólogos que tengan una actitud crítica y que no se contenten con las trivialidades y mixtificaciones que bajo el nombre de psicología presentan algunas publicaciones" (Cuadernos de Psicología 3, 1977).

El último número de Cuadernos de Psicología vio la luz en julio-agosto de 1977 con el número 12-13 y formando parte del consejo de redacción exclusivamente psicólogos vinculados a la docencia universitaria después de la ruptura del grupo inicial a finales de 1976.

las dos grandes corrientes psicológicas que hegemonizaban el panorama mundial, a saber, el psicoanálisis y el conductismo buscaban así vías de acceso para penetrar en el todavía virgen erial psicológico español.

3.5.3. El enfoque comunitario de los jóvenes profesionales

El discurso de los jóvenes profesionales de la psicología no era homogéneo, como tampoco lo será posteriormente, organizándose en cuanto a paradigmas teóricos alrededor de los polos conductismo/psicoanálisis. Sin embargo coincidían en intereses reivindicativos de puestos de trabajo y en la importancia del compromiso social de la psicología como Servicio Público. Es decir que se coincidía más a nivel ideológico y profesional que a nivel teórico-técnico. Además los psicólogos cuestionan la psiquiatría tradicional. Poco a poco los psicólogos ‘clínicos-sociales’ que comenzaban a trabajar en la práctica psiquiátrica iban poniendo en cuestión, y a veces de manera contundente, el modelo médico-psiquiátrico dominante. La aparición en 1977 en Navarra de una revista con planteamientos reformadores en psiquiatría, Argibide. Cuadernos de Salud Mental, nos dio la oportunidad de enviarles una carta al director, que por supuesto nunca publicaron, en la que hacíamos una ‘radical’ demostración de nuestros planteamientos ideológicos.

Pero además ya no se trataba sólo de reivindicar lo psicológico en el tratamiento de los problemas mentales o de criticar la función social y política de la psiquiatría sino incluso de preguntarse intencionalmente por el uso (y abuso) de uno de sus instrumentos más sagrados y mitificados: la psicofamacología. Alguna reflexión escrita por nosotros en 1979 da buen cuenta de nuestras afirmaciones. Esta crítica a la psicofarmacología no era un planteamiento mayoritario entre los psicólogos, si bien Ramón Bayés, psicólogo y profesor de la Universidad de Barcelona, ya había abordado el tema en Introducción a la Psicofarmacología del comportamiento (Bayés, 1977).

3.5.4. Los comienzos del discurso corporativo

En España no se podría entender el espectacular avance de la psicología en los últimos veinticinco años sin conocer el papel jugado por el Colegio Oficial de Psicólogos, una organización estatal con más de 28000 colegiados, que se sitúa a nivel internacional en segundo lugar después de la American Psychological Association (APA) en cuanto a número de afiliados.

El discurso corporativo que se ha consolidado en estos cinco lustros tuvo sus inicios con la Sección de Psicología del Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid, fórmula organizativa potenciada por los psicólogos de las primeras promociones de Madrid y Barcelona frente a otras alternativas posibles de carácter sindical (Sindicatos de psicólogos) o científico-académico (Sociedad Española de Psicología).

La Sección de Psicología del Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid (1973-1980)

Los psicólogos de las primeras promociones de la Universidad Complutense de Madrid, de acuerdo con los de Barcelona, optan por canalizar sus inquietudes de organización profesional a través de su inclusión en los Colegios de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y Ciencias, frente a la posibilidad de hacerlo por medio de la Sociedad Española de Psicología, a la que se le atribuye un carácter científico-académico algo anclada en el pasado.

En Madrid con Victor García-Hoz de diputado de la Junta de Gobierno del Colegio de Doctores y Licenciados y representante de los psicólogos se constituye una comisión gestora, en junio de 1973, para la constitución de la Sección de Psicólogos. En febrero de 1975 eligieron su primera Junta Directiva ya como Sección con las consignas de: una psicología científica y crítica al servicio de toda la población. Por la independencia y la dignificación profesional. Por un Colegio Oficial de Psicólogos y por una Facultad independiente (Candidatura para la Comisión Permanente de la Sección de Psicólogos, 1974).

En junio de 1975 hicieron la primera petición formal de creación del Colegio Profesional mediante un ruego al Gobierno en las Cortes Franquistas presentado el 15 de octubre de 1975 por Ezequiel Puig, procurador por el tercio familiar (Puig, 1976).

Es interesante, para la finalidad que nos ocupa, señalar algunas de las actividades llevadas a cabo por esta Sección de Psicología que en su primer Boletín de 1975 recoge un trabajo de reflexión sobre la psicología social. El 5 de junio de 1975 la comisión de psicología clínica convocó una mesa redonda con el fin de esclarecer el papel del psicólogo clínico, sus funciones, y la necesidad de implantación de la psicología en los hospitales, conocer la opinión de especialistas significativos y recabar datos para un informe a entregar al Director General de la Seguridad Social como proyecto de inclusión del psicólogo en los Hospitales y Dispensarios del Seguro Obligatorio de Enfermedad (S.O.E) y en 1976 publicó un Dossier sobre Psicología Clínica (Carrobles y otros, 1976).

Comisión de Psicología en los Barrios (1975)

Además del funcionamiento de las clásicas comisiones de psicología clínica, pedagógica e industrial la principal innovación de esta Sección fue la constitución de una comisión de psicología en los barrios en 1975.

Esta comisión "se concibió con el fin de prestar sus servicios a las Asociaciones de Vecinos y como una forma de acercamiento del psicólogo a una sociedad más desprotegida. Curiosamente este campo que en sus raíces comenzó con una presentación social altruista dio paso a que estos grupos sociales sintieran la necesidad del psicólogo en los barrios. Con la llegada de los primeros ayuntamientos democráticos se recurre a los psicólogos creándose plazas específicas que cubrirán las necesidades de la población" (Álvarez-Monteserín y Campos, 1992, pág. 79). sus preocupaciones giraban alrededor de las posibilidades de intervención de la psicología (social) en los barrios madrileños. Este acercamiento de los jóvenes profesionales a las problemáticas de los vecinos sin duda era una expresión más de la potente presencia socio-política del movimiento vecinal en Madrid durante los últimos años de la dictadura.

La primera actividad de este grupo de psicólogos fue la participación, como ponentes, en el Primer Seminario Interprofesional sobre Problemática de la Estructura Urbana de Madrid organizado los días 10, 12, 17 y 19 de junio de 1975 por el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. En este seminario participaron 120 profesionales de distintas especialidades (abogados, arquitectos, economistas, enseñantes, médicos y psicólogos) que realizaban trabajos de asesoramiento e investigación en los distintos barrios de Madrid. Algunas de sus conclusiones evidencian la búsqueda de puntos en común entre el movimiento vecinal y aquellos profesionales de indudable conciencia social.

"La tarea de los profesionales para el conocimiento e investigación de la problemática urbana debe estar vinculada al movimiento ciudadano a través de sus asociaciones representativas (asociaciones de vecinos o familiares, de padres de alumnos, culturales y de amas de casa, etc.) (…).

Los colegios profesionales o las asociaciones de ámbito público que agrupen a los profesionales deben asumir la importancia de los problemas urbanos (…).

(…) Es necesaria la coordinación estable interprofesional por zonas (…).

Es necesario asimismo facilitar la integración de otros sectores profesionales

Es necesario asumir la defensa de aquellos profesionales que ejerciendo su trabajo en este campo de actividad sufren limitaciones y restricciones por parte de la Administración (…).

Es necesario sensibilizar a la opinión pública mediante una información exacta en el sentido de tomar conciencia de la importancia del tema.

Por último, es necesario mantener una coordinación permanente interprofesional a nivel de Madrid (…)" (Comisión de Barrios de la Sección de Psicología del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de Madrid., 1976).

A partir de este empuje interprofesional esta comisión se plantea intervenir más sistemáticamente en las barriadas populares dándole prioridad a los problemas colectivos sobre los individuales mediante la incorporación del psicólogo al movimiento ciudadano y apoyando las reivindicaciones de las asociaciones de barrio con el estudio de nuevos aspectos de su problemática. Con este planteamiento general proponen realizar actividades de investigación (por ejemplo estudiar el índice de subnormalidad en el barrio de Vallecas de Madrid o el estudio sobre las condiciones de los centros de enseñanza, etc.), de información y asesoramiento (orientando la gestión de problemas concretos, elaborando folletos informativos sobre guarderías, centros de educación especial, etc.), y de asistencia (organizar dos centros-pilotos o gabinetes para la prestación de servicios asistenciales a los miembros de las asociaciones de dos barrios madrileños).

El calado de la psicología en los barrios va más allá de buscar un nuevo campo de aplicación de la psicología, supone la voluntad de, incluso antes de su implantación social, reconsiderar por dónde debía encaminarse la práctica profesional de los psicólogos en ese momento histórico.

La ruptura de las rigideces de las clasificaciones tradicionales pone al barrio como centro de intervención y lleva a marcar algunos campos de intervención de carácter psicosociológico para este grupo de profesionales.

Este clima de reivindicaciones populares entre las que había peticiones de mejora de la sanidad y de los servicios públicos en general, facilitó el que algunos grupos de psicólogos, a veces se incluían también algún psiquiatra y/o asistentes sociales, comenzarán a intervenir en psicología de barrios en colaboración con alguna asociaciones de vecinos, de amas de casa y de asociaciones de padres de colegios públicos. Entre estos grupos tenemos al Centro de Higiene Mental de Saconia, el Equipo CUBO de Hortaleza y el Colectivo de Salud Mental de Getafe.

Los trabajos realizados por la Sección de Psicología en estos años se presentaron en el IV Simposium de Psicólogos celebrado los días 23 y 24 de abril de 1976 en Valladolid coincidiendo con el V Congreso Nacional de la Sociedad Española de Psicología (SEP). Allí con la asistencia de 500 psicólogos se presentaron diversas ponencias (entre otras Psicología Clínica y Seguridad Social y Psicología en los barrios), se aprobó una declaración pública con las reivindicaciones más importantes, y se decidió celebrar una Jornada de Psicología con el objetivo de avanzar hacia una Psicología Alternativa entendida como servicio público (Sección de Psicólogos del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de Madrid, 1979e).

El 8 de mayo de 1978 se convoca una nueva Jornada de Reivindicación Profesional en la que se insiste en las mismas reivindicaciones y se explicita un concepto de la psicología y del psicólogo al servicio de las clases populares y dentro de los servicios públicos desde una perspectiva de compromiso social de los psicólogos. La convocatoria de un manifestación de psicólogos el 23 de mayo con asistencia de más de 800 personas fue el punto final de estas acciones reivindicativas (Sección de Psicólogos del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de Madrid, 1979d, pág. 6-7).

Proyecto de una Escuela de Psicología Clínica para médicos

Durante ese año se produce un hecho directamente relacionado con la psicología y la salud: "la noticia para quien no la conozca es la siguiente: ‘con fecha de 31 de octubre [de 1978] se pide oficialmente la creación de un Instituto de Psicología Clínica, dependiente de la Cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca’. Otro tanto se hace en Valladolid, siendo ambos intentos posteriores a otro fallido en el Clínico de Madrid" (Segura, 1979).

Ante esta fuerte amenaza para el futuro de la profesión en el ámbito de la salud la respuesta es contundente según podemos leer en el editorial del Boletín de la Sección: "matar la profesión, o no dejarla nacer; este parece ser el propósito del Ministerio que nos alumbró (…). Ahora surge otra grave amenaza con los repetidos intentos de creación de Escuelas de Psicología en las Facultades de Medicina. En ellas tendrían cabida, en un principio, indistintamente, licenciados en Medicina o Psicología, pero nadie nos ha dicho cuál sería la situación de salida. Está claro que para ingresar en la Sanidad o Seguridad Social se produciría la misma situación que con los maestros funcionarios del Ministerio de Educación: sólo ingresarían los psicólogos clínicos-médicos-funcionarios, y los psicólogos-clínicos-psicólogos nos quedaríamos de nuevo en la calle. Con el agravante, en este caso, de que los médicos obtendrían un título en dos años que a los psicólogos nos supone siete. Ellos serían médicos y psicólogos, y nosotros no seríamos psicólogos y médicos. En esta situación, todo lo más tendríamos que acabar aspirando a entrar en esos organismos como auxiliares o ayudantes. El caciquismo en algunos sectores médicos es muy fuerte (…)" (Sección de Psicólogos del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de Madrid, 1979c, pág. 2).

La amenaza viene desde los médicos-psiquiatras conservadores vinculados a las cátedras de psiquiatría que ante la demanda de formación (y de práctica) de los psicólogos proponen una respuesta institucionalizada a dicha demanda a través de estas Escuelas de Psicología Clínica. Sin duda el rápido movimiento de contestación por parte del colectivo de psicólogos, de los estudiantes, de las asociaciones profesionales, y la difícil justificación ante la sociedad de una formación en psicología impartida institucionalizadamente por psiquiatras, hizo que no prosperasen dichas iniciativas. Con todo las reflexiones generadas entre el colectivo de psicólogos agrupados alrededor de la Sección de Psicología ofrecían dos líneas argumentales. Una expresada por Segura y otra por nosotros.

La primera enfatiza los aspectos científicos en los que se basan las prácticas de los psiquiatras y los psicólogos buscando la discriminación y el reconocimiento del carácter científico de la psicología en las mismas condiciones que la psiquiatría. El conflicto central, para Segura, es una lucha desigual de poder entre una ciencia consolidada (la psiquiatría) y una ciencia joven (la psicología).

Nosotros resaltamos la función ideológica de la psiquiatría en cuanto a su papel histórico de sancionadora de la exclusión social y la función ‘modernizadora’, ‘humanizadora’ de la psicología como ‘exigencia’ técnica del avance del conocimiento pero inscrita en la misma función ‘adaptadora’ al orden establecido. La alternativa para nosotros era entre profesionales que procuran la adaptación y los que procuran el cambio (sean psiquiatras o psicólogos en cualquier caso).

Si tomamos estor dos artículos como emergentes de dos enfoques de entender la psicología en esos años en relación con la salud mental, podemos concluir que había una doble preocupación, por un lado adquirir el reconocimiento social de la psicología como profesión útil, lo que implicaba su aceptación como ciencia en igualdad de condiciones de ‘otras ciencias’ ya consolidadas, y por otro ‘denunciar’ su función ideológica adaptadora al sistema social dominante (como esas otras ‘ciencias’) proponiendo una función social transformadora (lo que se pedía también para las ‘otras ciencias’). En suma la contradicción, desde una organización corporativa, giraba en torno a la necesidad de defender la consolidación de una nueva profesión en un campo de prácticas cubierto por la psiquiatría y, a la vez, querer ‘subvertir’ la función social de ambas. Incluirse en el orden social cuestionándolo simultáneamente, al menos en lo que al discurso se refiere.

Las actividades reivindicativas continúan y en la asamblea de psicólogos del 14 de diciembre se votó por unanimidad la repulsa por la creación de dichas escuelas y se convocó una asamblea permanente para el 15 de enero de 1979. El punto álgido del trabajo reivindicativo de esta Sección de Psicología lo constituyó la semana por el reconocimiento de la función social de la psicología realizada del 15 al 19 de enero de 1979 en la que se realizaron encierros, ruedas de prensa, manifestaciones y una mesa redonda sobre Psicología y Salud Mental con gran repercusión en los medios de comunicación social (El País, 1979).

Los inicios del Colegio de Psicólogos (1980)

el Colegio Oficial de Psicólogos, a propuesta de los Grupos Parlamentarios Comunista y Socialista, se crea por Ley 43/ 1979 de 31 de diciembre publicada en BOE el 8 de enero de 1980, y en mayo de ese mismo año, la Delegación de Madrid. Las actividades programadas por el grupo de psicólogos que llevaban la Sección se continúan ahora en el Colegio. Uno de los temas de mayor interés para los psicólogos era el trabajo en salud, ya que la psicología clínica era la ‘especialidad’ más demandada por los profesionales que buscaban su futuro laboral y que comenzaban a afiliarse al Colegio. No es de extrañar por lo tanto que una de las primeras actividades del recién estrenado Colegio fuera una mesa redonda sobre Psicología y Salud en mayo de 1980. Para dar continuidad al tema de la psicología clínica dentro del marco colegial en diciembre de 1980 se crea la comisión de psicología clínica y dentro de ella una subcomisión de reforma sanitaria, tema que está en el candelero político.

En marzo de 1981, a partir de una candidatura única, se constituye la primera Junta electa de la Delegación de Madrid del Colegio de Psicólogos.

La Semana de Salud Mental del Hogar del Empleado (1980)

Celebrada del 20 al 25 de octubre de 1980 fue organizada por la Fundación Hogar del Empleado en colaboración con el Colegio de Psicólogos, la AEN y la Federación Española de Asistentes Sociales bajo el lema de "Semana de la salud mental: encrucijada actual y perspectivas".

Los psicólogos, vinculados al Colegio, presentaron varias ponencias. Pilar Arránz habló sobre La salud mental en la Reforma Sanitaria. Expone la pionera psicóloga del Hospital de La Paz la postura institucional del Colegio en el sentido de que "el psicólogo clínico debe formar parte del sistema que dé respuesta al derecho a la salud que demanda el individuo y la sociedad (…) por lo que sería útil y necesaria la inserción del psicólogo clínico en los equipos respectivos de todos los niveles de asistencia, fundamentalmente en la asistencia de segundo nivel [Centros de Salud] y en la del tercer nivel [Hospitales]" (1981, pág. 6).

Mariana Segura repasa desde la definición de salud hasta la situación de los recientemente creados Centros de Promoción de Salud del Ayuntamiento de Madrid y los programas de formación para profesionales no médicos para terminar con una propuesta alternativa a nivel preventivo y asistencial. En el primer nivel incidiendo en el medio y en el individuo y en el segundo aportando un abordaje específico de problemas en el ámbito de la salud, facilitando el reaprendizaje de nuevas pautas de comportamiento y por lo tanto integrando terapia y prevención en una misma actuación profesional. Las conclusiones de la vocal de clínica del Colegio de Psicólogos son: contradicción entre la amplia y creciente demanda social de la actuación del psicólogo y la imposibilidad de acceso de este profesional a las estructuras públicas que deberían garantizarla y necesidad (…) de la instauración de un ‘nuevo modelo de salud’ que se caracterice o suponga una actuación PREVENTIVA E INTERDISCIPLINARIA" [mayúsculas en el original]. (Segura, 1981, pág. 9).

La tercera y última ponencia fue presentada por el mismo presidente del Colegio de Psicólogos. En ella Camarero reivindica la salud como un problema político de la sociedad y un enfoque psicológico-social de la ‘enfermedad mental’. Después de dar datos sobre problemáticas referidas a la salud, propone una política de servicios sociales con planteamientos interdisciplinarios dentro de la complejidad social y psicológica. Los profesionales han de luchar contra los estereotipos marginadores de lo ‘anormal’, según las normas dominantes, de manera que: "su actuación estaría encaminada a proporcionar a los miembros de la comunidad los sistemas y técnicas necesarias para que resuelvan sus problemas de una manera autónoma y autocontrolada" (Camarero, 1981b, pág. 14). Las propuestas las agrupa el autor según aspectos conceptuales, organizativos y de utilización de recursos. En los primeros propone eliminar el sentido caritativo de la asistencia, fomentar la rehabilitación y reinserción de las personas afectadas sin cronificar, desmedicalizando y buscando soluciones sociales y políticas y no sólo técnicas. Respecto a lo organizativo plantea la creación de un Servicio Nacional de Salud, con participación democrática y actividades preventivas y asistenciales coordinadas y en cuanto a la utilización de servicios evitar la duplicidad de recursos, extender los servicios a todos los ciudadanos y contratar y formar a personal especializado integrados en equipos interprofesionales.

En la semana, participaron también otros profesionales de la salud mental (psiquiatras y asistentes sociales) españoles e italianos y representantes de algunos partidos políticos. El coordinador de la semana, el psicólogo Serafín Carballo, dibuja un sombrío panorama de la situación de la salud mental con especial acritud hacia el gobierno de UCD, y a su proyecto de reforma sanitaria, a quien acusa de abandono y de no invertir ‘ni un duro’ en la asistencia. Tampoco se salvan de esta crítica las Diputaciones que tienen competencias en materia psiquiátrica y que están gobernadas por partidos de izquierda, ésta "está reproduciendo en su mayoría la ideología de la derecha, en el plano sanitario, en cuanto que sus preocupaciones no van más allá de las camas hospitalarias, los médicos, la creación de hospitales, etc." (Carballo, 1981, pág. 3).

Vemos como los psicólogos se van introduciendo en el debate de la salud mental y de la reforma psiquiátrica posicionándose con los psiquiatras progresistas de la AEN con los que coinciden en los planteamientos de cambio sanitario en general y en la atención psiquiátrica en particular.

Comisión de psicología y municipios.

Además de la sanidad el otro tema de actualidad social era el de la enseñanza. La psicología escolar había sido ámbito de preocupación para los psicólogos de la Sección en estrecha relación con los problemas de los barrios y de la calidad de la enseñanza pública. Para dar respuestas a estas demandas de atención psicológica en la escuela comienzan a ponerse en marcha experiencias municipales de psicopedagogía y salud mental, a veces independientes, y otras veces incluidas dentro de Centros Municipales de Salud, en parte siguiendo la estela dejada por los catalanes y sus servicios sociopedagógicos con claras influencias italianas (Duro, 1982c). Este hecho motivó que desde la psicología escolar, incluso antes que desde la clínica y la salud, se empezase a hablar de psicología comunitaria y de municipios. Ése fue el nombre escogido para la subcomisión que se creó en los últimos meses de ese mismo año dentro de la comisión de psicología escolar en el Colegio de Psicólogos. Sin embargo dada la importancia que iba tomando el tema de los servicios municipales relacionados con la educación y la coincidencia de planteamientos y de intereses con los servicios municipales relacionados con la salud se decidió subsumir esta subcomisión en otra más abarcativa en la que se incluyera la intervención en educación y en salud. se creó la Comisión de Psicología y Municipios. Esta comisión, a pesar de que el 11 de marzo de 1981 se había constituido la comisión de psicología social y comunitaria, asumió en la vida colegial el verdadero protagonismo de ‘lo comunitario’ en salud y educación. mientras los psicólogos que habían comenzado a trabajar en hospitales madrileños en los últimos años fundan en octubre de 1981 1a comisión de psicólogos en hospitales (Pérez García, 1982).

I jornadas de psicología y municipios (1981).

En junio de 1981 se organizan por parte de la subcomisión de psicología y municipios las I Jornadas sobre Psicología y Municipios. Las razones de su celebración fueron: "el progresivo aumento de puestos de trabajo para psicólogos en determinados Servicios Municipales (Centros de Salud y Servicios Psicopedagógicos). El desconcierto, desconocimiento y poca clarificación del trabajo a desarrollar por parte de los profesionales de dichos Servicios. La desconexión, diversidad, y falta de homogeneidad de la organización de dichos Servicios. La falta de un proyecto coherente para la organización y funcionamiento por parte de la mayoría de los Ayuntamientos como por parte de los profesionales. La necesidad de iniciar una toma de contacto de todos los profesionales que trabajan en el mismo campo para ir paliando los déficits antes citados y la necesidad de intercambiar las experiencias realizadas hasta entonces" (Carballo, Duro, Gallego, Escudero, Olabarría y Torner, 1981b).

Se organizaron tres grupos de trabajo sobre salud mental, psicopedagogía y planificación familiar y psicoprofilaxis del parto. Asistieron la práctica totalidad de los psicólogos de los servicios y gabinetes psicopedagógicos y de los Centros Municipales de Salud de los pueblos de la periferia de Madrid, habiendo notables ausencias de algunos psicólogos pioneros de los CPS del Ayuntamiento de Madrid.

Las conclusiones de estas Jornadas fueron recogidas en la prensa con el titular Los psicólogos de los centros de salud piden más competencias (El País, 1980g). Es significativa la ‘interpretación’ del periodista que captó el sentido de estas jornadas en su connotación más corporativista, es decir de reivindicar mayor poder a esta profesión.

Podemos decir que con estas jornadas se condensan varios tipos de intereses. Por un lado la defensa y consolidación de puestos de trabajo para los psicólogos que tenían en común su dependencia laboral en las corporaciones locales, ya fueran en los centros psicopedagógicos o en los centros municipales de salud, ya fueran en los ayuntamientos del cinturón industrial o de la capital. Las condiciones laborales no estaban institucionalizadas, siendo alto el grado de precariedad en el empleo lo que les daba una alta cohesión de reivindicación corporativa.

Por otro el interés ideológico de estos psicólogos en un enfoque psicosocial y en ‘lo comunitario’, abría las puertas a su inserción laboral y profesional sin tener que competir directamente con las dos grandes profesiones consolidadas en el campo de la educación (los maestros) y la sanidad (los médicos). Además este discurso era teóricamente coherente con el discurso político-ideológico de unos profesionales formados en el clima de las luchas antifranquistas.

Por último, en muchos de estos profesionales los modelos teóricos psicológicos se fundamentaban en una lectura psicosocial de los problemas educativos y de la salud en los que el nivel grupal, institucional y comunitario formaba parte de sus teorizaciones y se configuraban como niveles de intervención apropiados para un trabajo preventivo y de promoción además del estrictamente clínico-asistencial.

A partir de estas Jornadas se constituyó en el Colegio de Psicólogos la Comisión de Psicología y Municipios, punto de referencia para los próximos años en el ámbito profesional. Se instala así un discurso psicosocial y comunitario en el marco de la organización colegial.

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